Capítulo 4 Cautiva

Bueno, sigo aquí en la sala. Estoy súper aburrida. Este no sé dónde está. Lo llamo. Una y otra vez. Quiero que me suelte. De verdad ya me está lastimando.

- ¿Ya te puedes callas? – Sale de la puerta gritando

- Ay, ¿se enojó el señorito? No lo hagas, que te salen arrugas – me burlo un poco

- Ya no te soporto más- veo que vuelve a entrar al cuarto y me coloca un trozo de tela en la boca para impedir que hable.

Forcejeo un poco mostrando mi descontento pero me empiezo a calmar. Decido acostarme en el sofá. Ya que. Me quedo tranquila y cierro los ojos un rato... no sé cuánto tiempo pasa pero siento que me quitar el trozo de tela. Finjo seguir dormida. Escucho que da unos pasos más y escucho que marca unos números en el teléfono

- Buenas tardes, ¿sí? ¿Quién es?

- Eso no le interesa. Escuche con mucha atención. Tengo a su hija. Si quiere recuperarla sana y salva debe de pagar una suma de dinero por su rescate y si no paga...

- Y si no pago ¿Qué? ¿la mataras? No me hagas reír. Ella me dijo ayer que se quedaría en casa de una amiga o al menos eso escuche. ¿Quién te dio mi numero personal? Si quieres hacer bromas llama a otra persona imbécil. No tengo tiempo para esto

¡Ese era mi padre! Llamo a mi padre. No logro escuchar más, así que abro los ojos

- ¿Llamaste a mi padre? ¿Qué te dijo? – finjo que no escuche nada

- Ya despertaste...

- Si, ahora dime. ¿Qué te dijo?

- Dijo que pagaría –Me está mintiendo- ¿ves que si le importas?

- ¿Por qué me mientes? No estaba dormida. Escuche todo. Te dije que le iba a dar igual. Pero... ¿a ti que te importa? ¿Por qué me mientes?

- Por nada... yo.... – lo noto nervioso

- Entiendo. No quieres lastimarme o algo así, ¿no? No te preocupes. Estoy acostumbrada a no importarle a él. Ya es algo normal. –Digo con una sonrisa en la boca

- En serio no entiendo como estas acostumbrada a sentirte tan poco importante y amada.

- Llevo mucho tiempo de experiencia. Sin mi madre y sin mi padre. Uno se termina acostumbrando- veo que quiere decir algo pero veo que al final se caya- oye... y ¿Cómo te llamas?

- No puedo decírtelo

- ¿Por qué no?

- Si tu padre me paga y te dejo ir no puedes tener ningún tipo de mi información personal

- Ya basta con eso. Mi padre no va a pagar nada. A demás, no es como si te estuviera pidiendo tu hoja de vida. Solo quiero saber el nombre de la persona que me está secuestrando – lo veo dudar

- Carlos, me llamo Carlos. Con eso te debe de bastar

- Carlos... lindo nombre a demás, tranquilo. No saldré viva de aquí. No abra pago alguno. Y en el caso imaginario de que pagara y pudiera salir de aquí, no eres el único Carlos del mundo.

- Lo que sea

- Oye, Carlos. ¿y cuál es tu historia? ¿por qué haces esto?

- Te dije que con mi nombre te debería de bastar.}

- Pero no me basta- veo que esta callado, así que decido intervenir- ok, primero yo. Mis padres se conocieron en un viaje. Se enamoraron a primera vista. Se casaron y luego nací yo. Cuando tenía 12 años de edad mi mama se fue de la casa dejándonos solos a ambos. Ella no lo amaba más a él. Me dijo que volvería por mí, pero hasta el sol de hoy no lo ha hecho. Nunca volví a saber más de ella. La busque, pero nunca se comunicó conmigo. Desde entonces mi padre me empezó a odiar y tuve que ver por mí misma desde su partida. Vivo con la persona que más me odia, milagro que no me dejo en adopción. Crecer sin madre y sin padre te forma un carácter algo...

- ¿extraño?- me interrumpe

- Exacto- escucho como se ríe- entonces... ¿Cuál es tu historia? ¿Por qué quieres el dinero?

- Ok- va a otra habitación y regresa con una silla para él. Se sienta alejado de mí pero al frente- mi madre y mi padre se conocieron en Florencia. Se casaron y me tuvieron a mi como único hijo. Cuando tenía 10 años de edad mi mama murió por causa de cáncer. Uno muy agresivo. Que se desarrolló en un abrir y cerrar de ojos. Desde entonces papa y yo estamos juntos en todo. Y ahora, 10 años después, papa está enfermo en una camilla de un hospital. Con un tumor cerebral. Necesito el dinero para salvarlo. Es por eso que me ofrecieron este trabajo

- ¿Quién te lo ofreció? – no pude evitar preguntar

- Unos sujetos muy peligrosos

- Imagino que debió de ser muy duro la muerte de tu madre. Yo nunca supe que paso con mama. Lamento mucho que hayas tenido que recurrir a todo esto por salvar a tu padre. Oye, todavía tienes tiempo de matarme e ir a secuestrar a alguien del cual si puedas obtener el dinero que necesitas

- Tu padre pagara. No puede no querer a su propia hija. Ya verás que cuando no aparezcas se volverá loco.

- Claro que si puede no quererme. Los buenos padres son la excepción, no la regla. Lastimosamente a mí me toco se la no deseada en este caso – al decir esas últimas palabras no puedo evitar llorar un poco. Estúpidas lagrimas traicioneras

- La verdad no sé qué decirte

- Nadie sabría que decirme. La verdad yo... - me quebré al sentir un fuerte y caloroso abrazo. ¡Carlos me está abrazando! Lloro pero me siento a la vez confundida.

¿Qué es esto? Un... ¿abrazo? Raro. Son pocos los que he recibido en mi vida. Aparte de mi mama, mi mejor amiga y su madre. Pero... este es distinto... es caluroso y puro. Siento la respiración de aquel extraño muy cerca. Sus grandes brazos me rodean con fuerza y me hace desear que nunca se acabe esta sensación de paz y tranquilidad.

Supongo que el volvió en sí. Porque para disimular el abrazo empezó a aflojar los nudos de mis manos

- ¿Crees que puedes disimular el abrazo aflojando los nudos?- me rio

- ¿Disimular que?- dice nervioso mientras me liberaba

- Nada. Igual gracias por quitarme el nudo.- Digo mientras me subo las manos- Prometo no escapar.

-Está bien. Pero debes de prometerme no jugarme sucio ¿Ok?

-Ok, No te lo prometo. Te lo juro. –Digo contenta- Oye, ¿no tienes calor con ese pasamontañas puesto? Anda, quítatelo. No hay problema. Me mataras de igual manera. Nadie te buscara o atrapara.

- No confío en eso de que tu padre no va a pagar

- Esta bien. Como tú digas....

- ¿Estas bien?

- Si, solo que me siguen doliendo las muñecas

- Eso es por la cuerda

- Si, bueno.

- Quédate aquí sentada sin hacer nada. Voy al baño. Debo de hacer algo

- Aquí me quedo- Digo como niña buena y noto como sus ojos se achinan de nuevo como por una sonrisa. Eso me puso como... ¿contenta? Algo así. Me levanto y reviso el lugar. Carlos, dejo el arma en la mesita de al frente. Que descuidado. Sigo revisando y llego a una ventana veo hacia afuera y solo veo una zona desierta ¿Dónde estaré? Me entra la curiosidad y voy al baño. Me pego lo más que puedo a la puerta y trato de escuchar.

-¿Qué paso con la chica? ¿Pudiste secuestrarla?

-Sí, ya estoy con ella en la casa que me dijiste. Pero quiero hacerte una pregunta. ¿Qué debo de hacer si el padre de la chica no llega a pagar?

-Debes de matarla, amigo. Lo lamento. Sé que no es tu intención herir a nadie y la mía tampoco, pero se nos sale de las manos a ambos.

-Ok, ahora ¿la casa tiene suministros o debo de salir a buscarlos?

- Claro que sí, los deje en la habitación arriba a la izquierda. Deje la comida en la nevera y en los estantes de la cocina. Al igual que toallas y ropa limpia para ambos en el baño de arriba igual. Y algo de dinero en los cajones. Solo busca y encontraras lo que necesites.

-oye, ¿qué pasa si... en algún momento me ve sin el pasamontañas?

-Lo siento pero igual debes de matarla. Es eso o nunca dejar que te vea sin él. Recuerda, debes procurar no acercarte mucho. Ni tener demasiado contacto con ella. Note vuelvas su amigo o algo parecido. Se duro y frio con ella y vuélvete cruel y a veces malo si es necesario. Debe de tenerte miedo. Eres su secuestrador.

-Vale, entendido. Hablamos luego amigo. Te mantengo informado

-Vale adiós. Y por cierto, ten tu arma siempre contigo

- ¡Mierda el arma!- escucho como cuelga y empieza a correr para abrir la puerta. Yo también salgo corriendo hacia el sofá. Afortunadamente llego a tiempo.

- Hey, tu. ¿Qué te pasa? ¿Por qué saliste corriendo del baño? ¿Todo bien? – Finjo que me preocupa.

- ¿Dónde está mi arma? – Dice en un tono serio.

- Esta en el mismo lugar en donde la dejaste, tonto.- Me rio

- ¿Por qué no la tomaste?

-¿para qué? ¿Qué querías que hiciera con ella? ¿Qué te amenazara y me fuera de aquí? Nahh, ¿te digo la verdad? Estoy mejor aquí que en casa

- ¿No tienes miedo? Sabes que podría agarrar esa arma y matarte si quiero

- ¿cómo porque debería de tenerte miedo? Aun con el pasamontañas puesto puedo ver tus ojos. Y te juro que cuando los observo directamente no puedo ver ni un solo rastro de maldad o de querer hacerme daño. Es más, solo veo amor y gentileza pura. No serias capaz de quitarle la vida a alguien. Mucho menos a alguien inocente. No soportarías mancharte de sangre las manos.

- no me pruebes. No sabes de lo que soy capaz- dijo tratando de sonar intimidante

-No trates de intimidarme. Perderás tu tiempo. Eso conmigo no funciona- soy distinta al resto.- Se queda callado- oye, ¿esta casa tiene comida? Tengo mucha hambre- Me levanto del sillón y voy hacia donde creo es la cocina pero me agarra de la mano.

- Quédate en el sillón. No te estés moviendo mucho. Si no, tendré que atarte de nuevo.

-Cálmate, te jure que no tratare de irme y no lo hare. Tú de tonto dejaste el arma enfrente de mí y me diste la oportunidad de irme y aun así no lo hice. Confía un poco, Carlos

-Bien, saca algo de comer y vuelve al sillón

-Vale, vale. Ya vengo

            
            

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