Capítulo 5 CORRIENDO EL RIESGO

- No traigo condón. -

- Toma uno de mi bolsa, rápido que ya estoy muy excitada. - Hice caso y tomé uno de su bolso que se encontraba sobre la cama.

- Si puedes o quieres que te lo ponga con la boca. - Dijo Zafiro.

- Ahora que lo dices, no estaría nada mal. - Zafiro se dio la vuelta y arrebato el condón de mis manos y lo metió en su boca para después ponerlo en mi parte, y volver a ponerse en la misma posición. Esta vez sin nada que me detuviera entre en ella, pero no por donde esperaba, sin avisarle cumplí una de mis fantasías al hacer sexo anal, cosa que Laurence jamás me hubiera permitido. En ese momento ya no pude detenerme, hice repetidos movimientos una y otra vez segado por la lujuria. - Espera, me lástimas. - Dijo Zafiro en tono suave, yo no hice caso y seguí, pero esta vez con más fuerza, tomándola de la cadera y apretando sus glúteos de manera brusca y salvaje. Sus gemidos cada vez eran más fuertes, no sabía si gemía de dolor o de placer, aunque era algo que me daba igual.

- Es todo lo que tiene el señor Alessandro. - Dijo Zafiro jadeando.

La tome de su cabello y seguí con los movimientos fuertes y rápidos, tanto tiempo sin tener sexo estaba haciendo que terminara muy rápido y estaba a punto de hacerlo. Saque mi miembro de ella, la tome de la cintura para girarla y recostarla en la cama, arranque el condón y me masturbe hasta terminar en su vientre, pero esta vez el que gimió fui yo. Sin embargo, no fue lo que yo esperaba, logre satisfacer mi deseo y una de mis fantasías, más sin embargo ahora me siento vació e incómodo, quisiera salir corriendo de esta habitación. Me senté en la cama y recargué mi frente sobre mis manos.

- ¿Qué pasa?, creí que durarías más. -

- Tenia mucho tiempo de no tener intimidad. -

- ¿Enserio?, no se supone que eres casado. -

- Lo soy, pero eso no significa que vas a tener sexo todos los días, de hecho, creo que es cuando menos veces tienes sexo. Digamos que estamos atravesando un mal momento de pareja. -

- Te entiendo, tranquilo. - Dijo Zafiro.

- Estoy bien, solo que esperaba que esto llenara ese vació y sigue ahí. Mi deseo no está en ti. -

- No entiendo, que quieres decir con eso. Para ti solo fue sexo y lo entiendo, para mí no, fue diferente. El pase muy bien, pero nada más, creo que lo único que hice contigo y que no suelo hacerlo con otros clientes es besarte y eso si salió espontáneo, me deje llevar por el momento. -

- Creo que tienes que irte. - Me puse de pie y busqué la chequera en mi saco, escribí un cheque por cuarenta mil pesos mexicanos. - ¿Cuál es tu verdadero nombre? -

- Sofia Carmona es mi verdadero nombre. - Escribí en el cheque su nombre y lo entregué en sus manos. - Gracias por todo Zafiro. -

- No hay de que, puedes llamarme Sofia. - Zafiro se puso de pie desconcertada y entro al baño. No toleraba estar desnudo, quería salir huyendo de esa habitación, me sentía terriblemente culpable por lo que había hecho. Así que esto es deseo y así se siente satisfacerlo, algo completamente diferente al amor. Después de un par de minutos Zafiro salió del baño completamente diferente, se dio una ducha y retoco su maquillaje de nueva cuenta para regresar al trabajo y estar lista para el próximo cliente. Se sentó a mi lado en la orilla de la cama y rodeo mi espalda con su mano derecha, comenzó a frotar mi espalda como si quisiera consolarme.

- ¿Lo ves Alessandro?, te dije que serias un hombre diferente. Pero no te preocupes, solo sentirás ese vacío por un par de días y después volverás a buscarme. Te recomiendo que no llegues con esa carita a tu casa o tu esposa se dará cuenta al instante. -

- Déjame solo, gracias por todo. - Zafiro beso mi mejilla y salió de la habitación, espero que tenga razón y esta sensación desaparezca. Lo único que quiero hacer es regresar a casa y pasar el resto de la tarde con mi familia, la familia es refugio.

Regrese a casa y bese a Laurence apasionadamente, como si hubiese transcurrido mucho tiempo desde la última vez que la vi, disimule lo más que pude sin que pareciera que actuaba extraño, miramos tv por lo que restaba de la tarde y parte de la noche aparentando que éramos una familia normal y feliz. Dormí plácidamente durante toda la noche, soñé con Zafiro y al despertar me di cuenta de que empezaba a desearla de nuevo, cada una de sus palabras fueron ciertas. Creí que después de mis acciones del día de ayer el sentimiento de culpa no me dejaría ver a la cara a mi esposa, pero no fue así. Los hombres podemos soportar ese sentimiento sin hacer un esfuerzo muy grande o al menos eso es lo que estoy experimentando. Al menos ahora sé que mi problema de erección y falta de apetito sexual es solo es con Laurance y eso me produce un poco de alivio.

- Buenos días, mi cielo, ¿quieres que lo volvamos a intentar? - Dijo Laurence mientras bajaba mi ropa interior, en ese momento sentí que la cama king size no era lo suficientemente grande para mantenerme lejos de su alcance. Tome su mano e intente inventar una mejor excusa, pero no pude. - No, estoy muy cansado todavía, me duele un poco la cabeza. -

- Entiendo, ¿porque no me dejas volver a la empresa a ocupar el puesto que tenía antes de que naciera Santiago? -

- No creo que sea una buena idea, llevas más de 8 años fuera del negocio, necesitarías volver a empaparte de todo lo relacionado con el giro de la empresa. -

- Alessandro, la fundamos juntos. Conozco a la perfección todo el negocio, además me aburro mucho estando en casa sin hacer nada, de hecho, he estado leyendo e informándome sobre lo nuevo en construcción e infraestructura pública. De hecho, soy accionista mayoritario y me gustaría involucrarme más en las decisiones. -

- Entiendo que quieras desarrollarte profesionalmente pero no sé si sea buena idea, los niños están en la etapa en la que necesitan mucho de ti. -

- Tenemos una empleada doméstica y una niñera, no creo que tengamos problema. Quiero ayudarte a reducir la carga de trabajo. - Lo que Laurence ignora es que la carga de trabajo no es el problema, el problema soy yo y mi problema con la lujuria. Espero que esas ideas pasen rápidamente y Laurence termine olvidándose porque lo último que necesito es que alguien me esté cuidando en la oficina.

- Que dices amor, ¿acaso no te gusta la idea de volver a trabajar juntos? -

- No es eso, pero nuestra familia está en juego. Hay que seguir, así como hasta ahora, yo ocupándome de la empresa y tú de lo más importante que es nuestra familia. - La inquietud de Laurence me parecía sumamente extraña, jamás había mencionado que quisiera regresar a ser de nueva cuenta la subdirectora, justo un día después de haberle sido infiel.

- Si tú crees que eso es lo correcto está bien, solo no dudes en decirme si sientes que las cosas se complican en la empresa. - Dijo Laurence desanimada por mis palabras.

- Te prometo que, si necesito ayuda, a la primera persona a la recurriré será a ti. - Bese la frente de Laurence después de mucho tiempo de no hacerlo, algo que le pareció muy extraño de mi parte.

- Esta bien cariño, como tu digas. -

- ¿Qué te parece si el día de hoy hacemos algo juntos? y que Leonor se encargue de los niños. - Nació espontáneamente las ganas de volver a hacer cosas al lado de mi esposa, quizás así olvide la tontería de volver a trabajar en mi empresa.

- Me parece una idea fantástica mi cielo, estaré ansiosa todo el día con tal de que transcurran rápido las horas para que llegue ese momento. -

- ¿Cuánto tiempo tiene que no hacemos nada juntos? -

- No lo sé, ya tiene como 5 o 6 años. Nos hemos descuidado mucho y prometo poner más de mi parte para que eso cambie. - Laurence se lanzó a mis brazos y comenzó a besarme de manera efusiva. Como pude me aparté sin ser demasiado grosero o evidente. - Me daré un baño y bajo para llevar a los niños al colegio. -

- Si amor, bajare a alistarlos. - Respondió Laurence.

                         

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