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2 de marzo de 1950
Venezuela- Caracas- Chacao
Valeria acababa de salir del colegio y estaba sentada en un banco de cemento, que se encontraba dentro de un pequeño parque a la esquina del colegio, junto a su madre. Quien, como todos los días de la semana, la había ido a buscar a la salida, porque temía pensar en todas las cosas que podrían ocurrirle en el trayecto de vuelta a casa.
Valeria tenía el cabello amarillo, un amarillo del todo de los pétalos de los girasoles, era muy hermoso, largo, sedoso y radiante, toda una obra de arte para quien quisiera mirarlo y por todo adorno, llevaba un lacito azul atado alrededor del cabello. Tenía los ojos color verde aceituna. Pestañas y cejas pobladas, que le daban a su mirada un aspecto triste, como si quisiera escapar de algo o como si algo le doliera. Iba vestida con el típico uniforme escolar de una niña de primaria: camisa blanca de botones, falda azul oscuro que llegaba 2 dedos debajo de la rodilla, medias blancas y
zapatos negros. Estaba mirando hacia el cielo y veía a los pájaros volar, imaginaba algún día
poder ser como ellos, Iibre.
Su madre, por otro lado, levaba un vestido color verde limón, que le tapaba
hasta los tobillos, zapatillas lisas y el cabello recogido en un moño. Era de tez blanca, al igual que Valeria. Esta tenia un aspecto de mujer caprichosa y ostentosa. ¡Y vaya que lo era! Entre sus amistades era reconocida por su fortuna y prestigio. A pesar de que no había sido rica de cuna, poseía dinero desde muy joven al ser entregada en matrimonio a uno de los hombres más influyentes del país en ese entonces; pero también era motivo de cotilleo, porque se creía muchísimo más persona que los demás, y a nadie le gusta una persona petulante y engreída. Era muy sobreprotectora, no dejaba a Valeria sola ni un solo instante, y aunque lo hacia para protegerla, no se daba cuenta del daño que le ocasionaba prohibirle tantas cosas.
Ambas esperaban a su chofer privado, quien las llevaría sanas y salvas de vuelta a casa. Vivían en Las Mercedes, uno de los lugares más importantes de Caracas.
***
Uriel, un niño poco atendido por sus padres, estaba jugando en un parque cercano a su casa, jugaba a cazar lagartijas. Para el era divertido ver como huían para evitar el dolor que él les causaba con su china.
Uriel tenía la piel tostada por todas las horas de sol que llevaba mientras jugaba en la calle con otros niños del barrio. Llevaba el cabello ondulado color negro al igual que sus ojos los cuales reflejaban maldad, mucha, para un niño de 12 años. Llevaba una camiseta color blanco cutido por el uso, una bermuda color caqui, cholas que dejaban a la vista los dedos de los pies, con uñas mugrosas debido a la mala higiene, y una china en las manos
(La china es un objeto elaborado en casa a base de madera y una liga resistente que impulsa objetos mas pequeños a distancias largas, también conocido como honda o resortera y es utilizado para matar alimañas e insectos).
Uriel estaba correteando a una lagartija de casi 40 cm cuando la vio..
"Es la niña más hermosa del planeta", pensó.
Fue amor a primera vista, sin duda alguna.
El viento despeinaba levemente su cabello, era radiante como los rayos del sol y tenia una mirada soñadora.
Así comenzó la historia de Uriel y de Valeria.
***
5 de junio de 1953
Valeria iba por la calle y estaba riendo con sus amigas, tenía una risa dulce, enamoraba a cualquiera. Ahora tiene 15 años y ya puede salir sola del colegio. Logró convencer a su madre, luego de muchas conversaciones arduas, de que ya era lo suficientemente grande y madura para poder cuidarse.
Esta vez en lugar del cabello suelto, lo llevaba recogido, atado en una alta coleta que dejaba ver sus hermosas facciones, y en su vestimenta solo había cambiado la camisa, que había pasado de blanca a azul. El color de camisa que se usaba desde el primer hasta el tercer año de bachillerato en Venezuela.
Estaba conversando con sus compañeras sobre música, lo que más le gustaba a Valeria, de hecho, ella quería estudiar Ballet, pero su madre no la dejó, por ser una
profesión muy baja para una jovencita de su estrato social. Iba tan entretenida con la conversación que no se fijó por donde iba caminando y se tropezó con un chico.
- ¡Ay, por favor, discúlpame! – dijo él
- No, no te preocupes, yo no vi por donde iba, estaba distraída. – pronunció tímidamente, no estaba acostumbrada a hablar von personas de su sexo opuesto.
- Ya, en serio, no te preocupes, no paso nada – y siguió su camino.
Valeria quedo atónita, era la primera vez que se sentía así. Ya lo había visto varias veces antes, él solía andar por esos lados siempre, pero nunca había sentido lo que le estaba pasando en ese momento, sintió cosquillas y las mejillas se le encendieron de la nada. Lo siguió con la mirada, mientras estaba con sus compañeras en la parada del autobús.
EI se fue a sentar en la acera junto con otro chico, estaban fumando un cigarrillo. Le parecía muy sexy verlo como exhalaba el humo de su boca. Para ella era guapo, era muy guapo. Tenia facciones marcadas,
mandíbula perfecta, ojos negros que reflejaban un secreto, algo oscuro. Algo que le causó mucha curiosidad a Valeria.
- ¿Valeria?... ¡Ey, Valeria! ¡VALERIA! -
- ¡Si, si? ¿Qué sucede? – responde Valeria saliendo de su trance
- ¿Dónde estás, niña? Te estoy preguntando algo y no respondes – Le preguntó una de sus compañeras
- Oh, si, lo siento. Es que... ¿Quién es él? – le pregunta en un susurro, haciendo un gesto con la cabeza, señalando hacía donde estaban los chicos.
- ¿Cuál de los dos, Valeria?
- El que me está mirando. – responde ruborizada.
- Ah, él. Se lama Uriel. Yo que tú, me alejo de él. Tiene fama de pica flor. – respondió la amiga, cortando el tema.
Llegó el autobús y se subieron a él, dirigiéndose cada una a su casa. La última en subir fue Valeria, hipnotizada por la mirada de Uriel.
Esa noche Valeria soñó con ojos negros, ojos que la miraban y la atraían profundamente.
***
8 de septiembre de 1956
02:34 am
Uriel está fumando un cigarro frente a la casa de Valeria, sintiéndose victorioso porque al fin, después de tanto esfuerzo y dedicación, tiene lo que tanto deseo desde pequeño; a ella.
Valeria, ya toda una mujer a sus 18 años, se encuentra en su habitación, aun temerosa de la decisión que esta por tomar. Las manos le sudan, el corazón se le acelera. Y como es su costumbre debate con su mente en voz alta.
- Tengo miedo de lo que podría pasar. ¿Qué tal si no es la mejor decisión? ¿Y si no me va tan bien como imagino? ¿Y si luego deja de amarme?
- No seas cobarde Valeria, es el amor de tu vida, tienes que intentarlo, es ahora o nunca. Si no es contigo luego será feliz con alguna otra y no queremos eso, ¿O sí?
- No, no. Por supuesto que no. Pero ¿y mi madre?, no puedo dejarla sola. Está mal del corazón, ya no tiene 20 años. ¿Y si le ocurre algo por mí culpa? Jamás podría perdonármelo.
- Piensa en ti, ya es hora de que sea feliz.
Y así, sin mas debate y antes de arrepentirse, Valeria guardo en una bolsa de lona la poca ropa que en ella cupo y el dinero que había ahorrado para poder comprarse un auto.
Salió por la ventana de su habitación, y se encontró con Uriel, quien ya se estaba exasperando de tanto esperar, y de esa manera ambos, agarrados de manos, corriendo y con la adrenalina de ser descubiertos, se fueron a vivir juntos. A ser felices uno al lado del otro.
Uriel vivía el solo desde muy pequeño, tenía el 13 años cuando su madre lo mando a vivir con su tía porque ya no podía mantener a un inadaptado como él, y 14 cuando su tía falleció, dejándole a su disposición una casucha en Petare. Era una casa hecha de ladrillo y techo de zinc que por las tardes daba mucho calor y en días de llovía se mojaba más por dentro que por fuera. Pero al menos tenia un techo sobre su cabeza y un lugar a donde llegar .
Valeria al entrar en la casa no pudo evitar el gesto de descontento que cruzo por su rostro, es que no era fácil pasar de una hermosa casa en una de las mejores comunidades de Caracas, a eso...
Uriel noto su cara de desaprobación y temeroso de que se fuese retractar y cambiar de opinión, le dijo:
- No te preocupes, amada mía. Esto es solo el comienzo, te prometo que trabajare fuertemente para que juntos podamos salir adelante y mejorar nuestro estilo de vida – mientras le ponía un mechón de cabello detrás de la oreja
Conmovida por su humilde acotación Valeria Suavizo el gesto y respondió mientras lo tomaba de la mano
- Confío plenamente en ti, Uriel. Y no estás solo, yo te apoyare, hare lo que haga falta hacer para que estemos bien.
Uriel le soltó la mano bruscamente y le dijo
- No, no quiero que trabajes. No es tu deber, ni tu obligación. Dártelo todo es mi trabajo, tu solo encárgate de recibirme con bien cuando llegue a casa después de un largo día de labor.
Valeria decidió no responder más nada, solo asintió con la cabeza y comenzó a besar a Uriel suavemente.
Valeria no había ido al teatro con Uriel, no había ido comer helado con él, siquiera había ido a la playa, como todas sus amigas habían hecho con sus novios. Pero esa noche, Valeria se entregó en cuerpo y alma a Uriel.