Capítulo 6 Dejé atrás todo mi pasado

Una vez que Janice entró al estudio, se acercó al gran escritorio para encender la computadora. Justo en ese momento sonó su teléfono. Echó un vistazo a la pantalla, descolgó y se llevó el teléfono a la oreja.

"Jannie, mi cumpleaños es en unos días. ¿Vas a volver?". La voz ronca que sonó al otro lado de la línea parecía provenir de un hombre viejo.

Al escuchar esas palabras, la joven comenzó a sentirse mejor, como si una parte de su corazón roto hubiera sido restaurado.

"Papá, no voy a poder asistir a tu fiesta de cumpleaños, pero si tienes tiempo después, avísame y te llevaré a comer para celebrarlo". Había afecto y calidez en las palabras de Janice, a pesar del rechazo de la invitación.

Jill Jian frunció los labios y lanzó un profundo suspiro de decepción.

"Como no deseas venir, no te voy a obligar. ¡Pero aceptaré esa invitación si pagas tú!". Como padre comprensivo, sabía que su hija no faltaría a su fiesta si pudiera ir.

"Trato hecho", concluyó ella. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de colgar, la voz de Jill volvió a sonar en sus oídos.

"Jannie, Malcolm... ¿Te está tratando bien?". La torpeza en con la que preguntaba reflejaba sus más profundas preocupaciones.

No obstante, ella se sintió incómoda al oírlo hablar así.

Después de todo, fue su propia decisión la de casarse con Malcolm hace dos años. De hecho, Jill hizo todo lo que pudo para persuadir a Janice de que no se casara con ese hombre, pero ella ignoró todas sus advertencias. Todo eso hizo que la relación entre padre e hija empeorara. Aunque ambos seguían preocupándose el uno por el otro, su vínculo nunca volvió a ser el mismo.

Ella mentiría si dijera que no se había arrepentido de su decisión ni una sola vez en los últimos dos años. Aun así, decidió mantenerse firme y enfrentarse a las consecuencias, pues no quería pasar el resto de su vida sintiéndose culpable. Sus heridas las dejó guardadas solo para ella, por lo que le decía a su padre solo las buenas noticias, para que él no se preocupara por ella.

Saliendo de sus pensamientos, Janice bajó la cabeza, tocó el retrato en su escritorio y aseguró: "Nos conocemos desde hace mucho tiempo y él siempre ha sido bueno conmigo. ¡No tienes nada de qué preocuparte, papá!".

Mientras siguiera perteneciendo a la familia Rong, estaba contenta con su vida tal como era.

Jill, sin embargo, era un hombre difícil de engañar, por lo que pudo percatarse de la decepción en la voz de su hija. Tras un rato de silencio, agregó:

"Está bien, eso es todo lo que quería decirte. Bueno, Jannie, se está haciendo tarde. Ve a la cama temprano, tengo que volver al trabajo". Jill colgó momentos después.

Cuando ella apartó el teléfono de su oído, posó sus ojos en la pantalla y sintió una fuerte necesidad de llorar.

En los últimos dos años solo consiguieron distanciarse más. A pesar de sus muy esfuerzos por reparar la brecha entre ambos, no lograba conseguirlo.

'Si no hubiera sido tan terca en aquel entonces, quizás las cosas fueran diferentes entre nosotros hoy', reflexionó. Por desgracia, nadie podía volver atrás en el tiempo y deshacer los errores del pasado, absolutamente nadie.

Cuando ella por fin terminó su trabajo, ya eran las tres de la mañana. Después de enviar el diseño al director, la mujer apagó la computadora y regresó a su habitación.

El silencio del lugar no le ofreció consuelo ni tranquilidad. La silueta de Malcolm estaba enmarcada en las sábanas. Debió haberse quedado dormido.

Janice se alegró y se metió en la cama en silencio. Después de acomodarse, dejó escapar un suspiro de alivio al darse cuenta de que sus movimientos no habían perturbado el sueño de Malcolm.

Cerró los ojos por un momento antes de escuchar la respiración lenta y pausada del hombre. Con los ojos entrecerrados, inclinó un poco la cabeza para vislumbrar a Malcolm de perfil.

Las líneas de su rostro eran las de un hombre serio, era algo que la atraía tanto. Ella lo contempló en la penumbra, con la luz de la luna brillando a través de las cortinas. Quizás fue el tenue resplandor lunar o el hecho de que parecía una estatua mientras dormía, pero la joven no pudo evitar compararlo con una obra de arte que evocaba paz y calma a quienes la observaban.

Poco a poco, Janice sintió un fuerte impulso en su corazón.

Extendió su mano con suavidad, queriendo palpar el cabello de Malcolm. La mujer contuvo la respiración mientras se acercaba a su rostro con gran cautela.

Estaba apenas a un centímetro de tocar su cabello. Ya estando tan cerca, escuchó un pitido, y una leve luz se encendió junto a la almohada del hombre. Debió ser su teléfono.

Asustada, de inmediato se acostó y cerró los ojos, fingiendo estar dormida, temiendo que él despertara. Lo último que quería era que la descubriera haciendo algo vergonzoso.

Janice se quedó inmóvil durante dos minutos antes de darse cuenta de que Malcolm seguía en un sueño profundo. En ese momento, ella dejó de apretar los puños.

"Ya estoy feliz", Janice respiró hondo, sintiéndose dichosa, pues no se atrevía a pedir más. El solo hecho de ver al hombre durmiendo placentero a tan corta distancia de ella, era más de lo que podía pedir.

Redujo su respiración y se preparó para conciliar el sueño. En cuanto cerró los ojos, escuchó el teléfono del hombre sonar de nuevo.

El ruido la molestó, al sonar en un absoluto silencio. Al final, reunió el coraje para tomar el teléfono, pues quería ponerlo en silencio para que no los molestaran de nuevo.

Por accidente, presionó el botón de desbloqueo y la pantalla se iluminó. De repente, algunos mensajes que había recibido aparecieron frente a ella.

"Malc, creo que todavía hay mucho margen de mejora con respecto a lo que dijiste antes. Imprimí todas las propuestas. ¿Será mejor que vaya a tu casa por la mañana? Espero que no sea inapropiado.

Pero tienes que prestarle atención a tu esposa, necesito que me defiendas si se pone celosa y se vuelve loca, no quiero malgastar el tiempo con ella. Preferiría discutir sobre el próximo paso que deben dar nuestras familias para hacer que nuestra cooperación tenga éxito".

Al ver los mensajes, Janice se quedó sin habla.

Sobre todo porque no tenía ni idea de quién había enviado esos mensajes.

Aunque llevaba dos años casada con Malcolm, no sabía nada de sus amigos. A juzgar por la forma casual de los mensajes, no fue difícil notar que él debía tener una buena relación con la remitente. En realidad, sonaban demasiado cercanos para su gusto.

Anhelaba desbloquear el teléfono y ver cómo Malcolm le hablaba a esa chica. Quería saber si el hombre se comportaba de la misma manera con ella o si eran tan cercanos que podían ser considerados mejores amigos.

En el momento en que escribió el código, tuvo que intentarlo otra vez. Ingresó '0604' a toda prisa, pero la contraseña también era incorrecta.

Todo su miedo y ansiedad explotaron dentro de su alma.

De repente, recordó que no había forma de arreglar las cosas entre Malcolm y ella. No importaba cuánto lo intentara y luchara, su relación seguiría siendo una frágil burbuja.

Aún perdida en sus pensamientos, una voz cruel y sarcástica la tomó por sorpresa.

"Janice, ya dejé atrás todo mi pasado, mis contraseñas, mis hábitos y a ti...".

Tras pronunciar esas palabras, Malcolm se puso de pie, le quitó el teléfono de las manos y se fue a la habitación de invitados, dejándola sola en la cama, triste y decepcionada.

Cuando Janice abrió los ojos a la mañana siguiente, ya eran las ocho y diez, lo que le dejaba con solo cincuenta minutos para ir a trabajar.

Con apuro se lavó y bajó a desayunar. Al llegar al comedor, presenció una escena desgarradora.

Malcolm estaba sentado con una mujer desconocida. Había una sonrisa en su rostro y un cariño especial en sus ojos. Cada movimiento del hombre destruía su corazón.

Notándola parada al pie de las escaleras durante tanto tiempo, Malcolm desvió la mirada hacia ella y cuestionó:

"¿Por qué estás ahí parada?".