Capítulo 9 El acuerdo de divorcio

Janice se volvió para mirar a Malcolm y dijo con voz suave: "Estoy cansada, Malc. ¿Puedes dejarme ir esta vez?".

Había sido sumisa durante dos años, pero en ese momento quería ser sincera y ser ella misma, ya que sentía que si seguía así durante más tiempo, acabaría haciéndose daño.

Aunque Janice solo le estaba pidiendo permiso, Malcolm sintió que su corazón se desmoronaba. Hacía mucho tiempo no sentía ese miedo, el miedo a ser abandonado, y eso eso hizo que él tomara su mano con fuerza, mirándola con expresión sombría.

"Eso no va a suceder, Janice. Eres mi esposa y no puedes ir a ningún lado sin mi permiso", le dijo. Aunque el tono de su voz era frío como el hielo y sus palabras sonaban groseras, en su interior solo quería evitar que ella se fuera. No importaba lo que pasase, Janice no tenía permitido alejarse de él.

El tono autoritario hizo que la chica bajara la cabeza de inmediato, y al verla así, Roy de inmediato se paró frente a ella para protegerla.

"¡Piensa antes de hablar, Malcolm! ¿Alguna vez has tratado a Janice como tu esposa en los últimos dos años?". Las palabras de Roy sonaron demasiado duras para Malcolm.

Éste lo miró con los ojos llenos de rabia.

"Eso no es asunto tuyo, Roy. No vayas demasiado lejos", le advirtió con voz grave.

Roy hizo una mueca de desprecio y colocó su mano herida sobre la de Malcolm, para intentar con todas sus fuerzas apartarlo de Janice.

"Cuando ella decidió casarse contigo, tuve que ocultar mi tristeza. Y aunque el dolor era más fuerte que cualquier otra cosa que haya experimentado, lo soporté porque quería ser un buen amigo. Deseé que hubiera elegido el mejor hombre para hacerla feliz. Pero ahora, siento que me equivocado, porque nunca la has cuidado". De repente, Roy aflojó su agarre. "Jannie es la luz de los ojos de muchas personas, pero no has sabido querer. Todos sabemos la forma en que la tratas y vamos a hacer que te arrepientas de tus acciones, tarde o temprano".

Esas palabras atravesaron el corazón de Malcolm como una lanza, Janice jamás había visto una expresión tan sombría en el rostro de Malcolm como la que tenía en ese momento.

Entonces, la mirada del chico se tornó mordaz y lentamente soltó la mano de la joven.

"¿Crees que soy cruel con ella sin ninguna razón? ¿Cómo la habrías tratado si hubiera matado a tus padres, Roy?". La extraña pregunta hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Roy, quien se puso rígido de repente.

Janice los vio discutir, ambos enfadados. Al oír las palabras de su esposo no pudo apartar la mirada.

No debía ser así.

"Roy, vamos...", le dijo. Pero antes de que pudiera terminar de hablar, escuchó la voz de su amigo.

"Eso no es verdad. Conozco a Janice mejor que nadie y puedo decir con seguridad que ni siquiera lastimaría a una mosca", respondió Roy con voz firme. La chica sintió calidez al escucharlo. De inmediato, Roy le sostuvo la mano sin siquiera darle tiempo a entender lo que estaba pasando. "Jannie, ¿por qué no llamas a Alivia y le dices que me quedaré con ustedes esta noche?".

La cálida voz de Roy calmó el corazón angustiado de Janice, quien después de asentir con la cabeza, sacó el teléfono celular y le envió un mensaje de texto a Alivia.

Luego se volvió para mirar a Malcolm. Aunque no estaba llorando, sus ojos rojos estaban llenos de tristeza.

"Malc, solo quiero salir a divertirme, ¿de acuerdo?". Después, tomó la mano de Roy y salió de allí sin siquiera esperar la respuesta de su marido.

Aunque Roy estaba feliz de que la chica pensara por sí misma, su estado de ánimo seguía preocupándole.

Así que se dio la vuelta y dijo: "Malcolm, si tuvieras corazón, le darías el divorcio. Jannie es una princesa y su vida no debería ser tan miserable".

Dicho eso, agarró la mano de Janice y salió de la casa.

Malcolm se quedó quieto mientras observaba fijamente la figura de Janice alejarse, perdido en sus pensamientos.

¿Realmente quería irse?

¿Debería redactar un acuerdo de divorcio y hacer saber al mundo entero que su relación había terminado? Sabía que Janice era una mujer terca, si se separaban, nunca volvería a contactarlo. Todo lo relacionado con ella ya no tendría nada que ver con él.

Serían dos personas de mundos muy diferentes, y nada de ella sería de su incumbencia. Después del divorcio, no tendría derecho a odiarla ni a cuidarla. Malcolm sabía que si se separaban, Janice no lo trataría como a su exmarido, sino que solo sería un extraño.

Ella le sonreiría a otro hombre, lo abrazaría y actuaría como una niña malcriada en sus brazos... e incluso se acostaría con él.

Cuanto más lo pensaba, más se enojaba. Se arrodilló en el suelo y estrelló los puños contra el suelo, lastimándose.

"Viva o muerta, eres mía, Janice. ¡No te dejaré ir!", rugió.

Mientras tanto, el coche de Roy estaba estacionado fuera de la casa.

Janice envolvió una gasa alrededor de la mano lastimada de él. Luego, se cubrió la cara con las manos y se echó a llorar. Al verla, Roy tomó un pañuelo y lo sostuvo frente a ella, para entregárselo cuando lo quisiera.

Después de un minuto, Janice se lo quitó y se secó las lágrimas con él, sin dejar de sollozar.

"Estoy bien. Vamos, Alivia nos debe estar esperando desde hace rato", le dijo ella con firmeza. Como siempre, tan pronto como paró de llorar, volvía a convertirse en una mujer fuerte y valiente.

Aunque Roy la conocía bien, todavía estaba preocupado por ella.

"¿No quieres descansar un poco?", le preguntó. Janice parecía una muñeca frágil, así que pensó que una pequeña siesta la haría sentirse mejor.

"Estoy bien. Además, no soy tan débil. Arranca el coche, Roy, porque como nos sigamos demorando, ¡Alivia se va a enfadar tanto con nosotros!", exclamó Janice sonriendo, pero su sonrisa tenía un toque de amargura y sus ojos brillaban como un lago en una tarde de verano.

"Jannie, ¿no quieres...?".

"Está bien, descansemos un poco. Mientras tanto, voy a arreglar mi maquillaje, porque si Alivia me ve en un estado tan patético, se asustará". Luego, Janice tomó su bolso y comenzó a maquillarse mientras miraba su reflejo en el espejo del retrovisor.

Cuando vio lo tranquila que estaba, Roy no pudo negarse.

La dejaría hacer cualquier cosa, siempre que la hiciera feliz.

"Bien, entonces, apúrate o Alivia se enojará conmigo!", Roy le respondió con una sonrisa. Los tres eran amigos desde la infancia, por lo que se conocían muy bien, y ambos sabían que Alivia tenía mal genio, así que si la hacían enojar, ya tenían claro lo que les iba a pasar.

"No tengas tanto miedo, yo estaré ahí para defenderte, ¿vale?", le dijo Janice y continuó maquillándose mientras ignoraba la expresión de preocupación en el rostro de su amigo.

Roy no quiso decir nada más, deseaba que Janice algún día lo vería como algo más que un amigo y se daría cuenta de que sería un mejor partido para ella.

Treinta minutos después, el coche de Roy se detuvo frente Night Bar.

Aunque apenas había pasado del mediodía, el bar estaba muy concurrido. Mientras caminaban, varios hombres intentaron coquetear con Janice y aunque Roy los miraba con seriedad para ahuyentarlos, solo se detuvieron después de que entraran en la habitación privada.

Ni bien Janice entró, Alivia corrió hacia ella y la abrazó.

"¡Deja de llorar, Alivia! ¡Solo tuvimos una pelea, no es que estemos divorciados! Así que no me culpes si arruinas tu maquillaje con tus lágrimas, ¿de acuerdo?", Janice le dijo a su amiga con una sonrisa mientras le daba palmaditas en la espalda.

Cuando escuchó sus palabras, la chica lloró aún más fuerte, pero después de un momento, se detuvo.

"¡No voy a permitir que vuelvas con él, Jannie! Malcolm es igual que Leonel, y dos son idiotas enfermos. Te quedarás conmigo, y si Malcolm a buscarte, lo maldeciré en todos los idiomas que conozco". Aunque Janice se sorprendió al escuchar a Alivia hablar con tanta seguridad, se sintió reconfortada cuando vio lo mucho que su amiga se preocupaba por ella.

"Está bien, me quedaré contigo unos días, pero debes prometerme que no hablarás de Malcolm ni de nada desagradable para mí, ¿de acuerdo?". Tras escuchar la contestación de Janice, Alivia se calmó y a los pocos segundos, todos se sentaron felices a charlar y beber.