Capítulo 2 El Clon Harold parte 2

Nora Cequeda nació el 18 de noviembre de 1990 bajo el signo de Escorpio en un barrio de las afueras de Buenos Aires (Argentina). Su padre era de La Ensenada y ella le heredó su mismo color de piel, del cual siempre se sintió tan orgullosa. Su melena rizada y desordenada le daba un aire salvaje, indómito, fácilmente resaltaba entre las niñas en el colegio porque su cabello parecía una explosión de resortes al aire.

Su madre, una enfermera callada y perspicaz, desde los primeros años de su niñez estaba convencida que su hija había nacido con un destino algo diferente, que no tendría una vida común y corriente como la mayoría. Cuando el padre las abandonó por otra mujer, Nora, que apenas contaba con cinco años, le dijo a su mamá, sin titubeo ni derramar una sola lágrima:

-Si yo que soy una niña de tan solo cinco años puedo soportar este dolor, tú también puedes mama, claro que puedes. Creció en medio de la necesidad, y la pobreza, pero esas carencias, en lugar de debilitarla y derrumbarla, le dieron un carácter recio y decidido. Jamás permitió que sus compañeras de clase se sintieran superiores a ella, no permitía que la maltrataran solo porque sus compañeras tenían un color de piel más claro. En una ocasión hizo una exposición sobre los orígenes de la humanidad, les relato a las otras estudiantes la historia sobre la primera humana que fue encontrada en el continente Africano, y les dijo con mucho ímpetu:

-África es el génesis de toda la humanidad, nuestro más remoto origen. De alguna manera, todos somos africanos. Cuando termino el colegio ninguna carrera tradicional le interesaba. Una noche a manera de confesión, le dijo a su madre:

-No lo tomes a mal, mamá, pero creo que la mayoría de las profesiones están diseñadas para que uno sea esclavizado, para recibir un sueldo a final de mes a cambio de entregarles a los dueños algo más valioso, le entregamos nuestras vidas.

-¿Qué vas a estudiar entonces, mi amor? -le preguntó la madre, muy preocupada.

-Licenciatura en Artes. Únicamente el arte tiene sentido en una época como esta. Ingresó a la Universidad Nacional y su primera gran pasión fue Miguel Ángel. Le atraía este escultor no solo por su perfeccionismo. Sino por su origen humilde, la decadencia económica empezó con el abuelo del artista, y su padre, que había fracasado en el intento de mantener la posición social de la familia, vivía de trabajos gubernamentales ocasionales, en cuanto a sus actividades artísticas la escultura, según había declarado, era su arte predilecto y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte del papa Julio II, y que se concretó en una obra excepcional, la bóveda de la Capilla Sixtina

A finales del primer semestre descubrió, gracias a uno de sus compañeros, algunas obras literarias, en la que se habla por primera vez temas relacionados con el racismo y el poder de la gente negra, al cual podían aspirar los ciudadanos negros esclavizados, torturados y segregados por las políticas del hombre blanco. No les bastaba con haber exterminado a los pueblos aborígenes, después habían lanzado a la comunidad afroamericana a la pobreza, servidumbre, miseria y la marginalidad más criminal. ¿Por qué? ¿Cuál era el motivo? ¿No les gustaba el color de su tez, sus bocas grandes y gruesas, sus narices anchas y sus cabellos ensortijados? De allí, Nora pasó rápidamente a los sucesos acontecidos en los años sesenta, a la lucha en contra de la discriminación racial, a los discursos de todos aquellos que se opusieron a todas estas políticas y atroces medidas en contra de los negros. Los Panteras Negras fue una organización política socialista del Poder Negro fundada por los estudiantes universitarios Bobby Seale y Huey P. Newton en octubre de 1966 en Oakland, California. Para Nora se convirtieron rápidamente en sus ídolos. Sin embargo, sintió que no era suficiente, que no bastaba con hacer arte, escribir, y hablar en clase acerca de la codicia y la brutalidad del hombre blanco. Cuando exponía las ideas de este movimiento tenía la impresión de que sus compañeros creían que esto era importante solamente si uno era negro. No comprendían las magnitudes políticas ni el fuerte dominio que habían tenido los movimientos anti racista que cambiaron la historia llegando a lograr grandes agitaciones estudiantiles. Creía que sus compañeros, a pesar de autoproclamarse artistas, vivían adormecidos, lentos, y que en el fondo aspiraban a los mismos beneficios que se aspiraban en las otras facultades: becas, buenos puestos de trabajo y remuneraciones salariales, respetabilidad. Además, Nora tenía presente también de que la cuestión de género agudizaba aún más la exclusión y la marginalidad. Si ser negro era ya un asunto político, aunque uno no lo supiera, ser negra lo era con mayor razón, porque existía una doble discriminación. Ese orgullo que sentía por su negritud, su cabello leonino, sus bellos ojos oscuros la condenaba a recelar de los hombres que se le acercaban o que se sentían atraídos por ella. Creía que la iban a utilizar, que se querían acostar con ella creyendo que por ser negra y pobre era una mujer fácil. Estaban muy equivocados, que se acostaran con sus muñecas y sus princesas. Una tarde, cuando salía de la universidad, se le acercó un estudiante de los cursos superiores llamado Armando Benítez y la invitó a tomarse una cerveza. Ella le advirtió:

-Si crees que me vas a emborrachar para aprovecharte y acostarte conmigo, estás muy equivocado.

-Deja de estar a la defensiva, Norita -le replicó él con una sonrisa-. Quiero hacerte una propuesta.

-¿Indecente?

-Sí, pero no sexual.

-Ok vamos. Buscaron una cafetería que estuviese sola y se sentaron en la mesa más alejada, en un rincón vacío donde nadie pudiera oírlos. Pidieron dos cervezas y Armando le dijo en voz baja casi un susurro, después de chocar las botellas:

-¿Tu no sientes que los profesores y las directivas han convertido la universidad en un plantel para tarados mentales?

-Sí, tienes razón yo también me he dado cuenta. Parece no haber diferencia entre estudiar aquí o en una de las universidades privadas donde están los niños ricos.

-Todo está empeorando y nosotros aquí estamos perdiendo el tiempo, como si no fuéramos parte de este país. Tenemos que hacer algo y hacerlo pronto.

-¿Y qué piensas? Si me propones entrar a la guerrilla a mí eso no me interesa, te lo advierto. Ese bando con sus ínfulas, lujosas camionetas obtenidas del narcotráfico y sus fusiles y grandes armamentos me produce el mismo asco.

-Nosotros somos artistas, no soldados. Tenemos que actuar de un modo diferente.

-Estoy de acuerdo eso es verdad.

-Fíjate que los surrealistas lograron que se ejecutara una acción en tiempo real y que se considera obra de arte, la cual contaba con una estructura abierta que daba lugar a la improvisación de quienes participan y puede realizarse tanto en espacios institucionales del arte (galería y museos), como en espacios públicos y privados. Ya sabes a lo que refiero, lo llamaron happening y se encuentra en las calles, la vida cotidiana, la gente. Ya no solo es arte en los museos, sino afuera, en las calles, las plazas, en el bar en la esquina del barrio.

-Sí, aquí no pasa nada y esa situación es exasperante.

-Esto implicó que no solo bastaba con pintar o con esculpir, sino que el arte tenía la misión también de cambiar de manera directa la vida de las personas.

-¿Por qué crees que aquí no somos capaces de algo así?

-Precisamente de eso vengo a hablarte. Llevamos semanas conversando con la gente de teatro y queremos crear un colectivo que se llame Confusión. Se trata de acción artística directa, en la calle, con la gente común, la que transita diariamente por todos esos espacios públicos.

-¿Cuántos son?

-Ocho. Si decides aceptar, tú serías la novena y la última.

-No sé cómo agradecerte. Me he sentido tan sola todo este tiempo.

-Uno primero se queja y después cree que votando por buenos representantes estudiantiles la cosa puede cambiar. Qué va, tenemos que hacerlo nosotros mismos, y punto.

-Y el nombre me encanta.

-Claro, se necesita de la confusión extrema para que nazca algo nuevo, es como el ave fénix. El orden solo deja la realidad tal y como está.

Ambos se abrazaron y brindaron por el nacimiento de lo que sería una complicidad artística. Intercambiaron números de teléfono y correos electrónicos, y quedaron de reunirse la semana siguiente para empezar a trabajar.

El primer happening consistió en hacerle entender a las personas que la vida era muy breve, que eran finitos y no eternos. Nadie nos enseñaba la importancia del momento presente del aquí y el ahora. Por eso cuando llegaban la vejez y la enfermedad, la gente no sabía cómo comportarse, no sabía qué hacer, pareciera que los tomaban por sorpresa.

Los integrantes de Confusión entraban a las tiendas por departamento se instalaban, y, con la ayuda de uno de los del grupo que trabajaba como vendedores, colocaban en las etiquetas de los productos y en los carteles de propagandas donde se describe la mercancía ofrecida, una nota que decía: Usted no es eterno y un día morirá. ¡Despierte! Y luego para llevar un registro filmaban y fotografiaban las expresiones y los gestos de las personas. Muchos se hacían los desentendidos, como si no hubiera pasado nada, y continuaba como si nada ni nadie los observaran. Nora nunca olvidó la respuesta de una mujer que se echó a llorar y cuando se acercaron todos a felicitarla por su actitud inteligente y sensible, ella les dijo entre sollozos y lágrimas:

-Cuánta razón tienen... Me diagnosticaron cáncer la semana pasada y ya hizo metástasis. Me quedan solo dos, a lo sumo tres meses de vida y es en este momento que me doy cuenta de que no hice nada de lo que en realidad quería hacer. No he cumplido con ninguno de mis sueños ni he logrado ningunas de mis metas.

Otras de las actividades llevadas a cabo por el colectivo Confusión durante un tiempo, fue llamar por teléfono al azar a altas horas de la noche, en horas de la madrugada, y a la persona que contestaba le decían con voz grave:

-Un día nos vamos a morir, y para que esto se cumpla solo basta con estar vivo ya usted cumple con el requisito principal, no se le olvide.

Algunos los gritaban e insultaban y ellos igualmente grababan esas voces desesperadas muchas veces entre risas. Pero una noche un individuo les respondió con una tristeza infinita:

-No me está diciendo nada que no sepa, Ya eso lo sé, lo tengo muy claro y me parece que la vida no es gran cosa tampoco. Tanto sufrimiento cansa y agota la paciencia. Por eso he decidido adelantar el proceso e irme de aquí por mi propia voluntad. Inmediatamente oyeron una fuerte detonación, lo que sin duda fue un disparo y la llamada quedó suspendida en la nada. Todos se quedaron inmóvil, anonadados, con la boca abierta y el drama marcado en sus miradas. No sabían qué pensar.

-Señor, Señor responda ¿está todavía ahí? -dijo Armando, tomando el teléfono en sus manos. Nada, solo un largo silencio provenía del otro lado de la línea. Colgaron y se quedaron pensativos y deprimidos. El celular que habían comprado para esa actividad decidieron que había que destruirlo y deshacerse de él arrojando las piezas en distintos botes de basura públicos por miedo a que la policía los investigara después.

A pesar de lo ocurrido y del miedo, no se detuvieron y continuaron tras sus objetivos iniciales, el paso que dieron después los haría realmente famosos.

            
            

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