Te Amare Por Siempre
img img Te Amare Por Siempre img Capítulo 2 Capitulo Dos
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Capítulo 6 Capitulo Seis img
Capítulo 7 Capitulo Siete img
Capítulo 8 Capitulo Ocho img
Capítulo 9 Capitulo Nueve img
Capítulo 10 Capitulo Dies img
Capítulo 11 Capitulo Once img
Capítulo 12 Capitulo Doce img
Capítulo 13 Capitulo Trece img
Capítulo 14 Capitulo Catorce img
Capítulo 15 Capitulo Quince img
Capítulo 16 Capitulo diesiseis img
Capítulo 17 Capitulo Diecisiete img
Capítulo 18 Capitulo Dieciocho img
Capítulo 19 Capitulo Diecinueve img
Capítulo 20 Capitulo Veinte img
Capítulo 21 Capitulo Veinti Uno img
Capítulo 22 Capitulo Veinti Dos img
Capítulo 23 Capitulo Veinti Tres img
Capítulo 24 Capitulo Veinti Cuatro img
Capítulo 25 Capitulo Veinti Cinco img
Capítulo 26 Capitulo Veinti Seis img
Capítulo 27 Capitulo Veinti Siete img
Capítulo 28 Capitulo Veinti Ocho img
Capítulo 29 Capitulo Veinti Nueve img
Capítulo 30 Capitulo Treinta img
Capítulo 31 Capitulo Treinta y Uno img
Capítulo 32 Capitulo Treinta y Dos img
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Capítulo 2 Capitulo Dos

(El cual fue un grupo femenino estadounidense creado por la coreógrafa Robin Antin. Originalmente pensado y trabajado como si fuera un grupo de cabaret burlesque, el cual incluyó artistas como Carmen Electra y Christina Applegate, posteriormente al expandir su popularidad fue apoyado por cantantes como Britney Spears, Gwen Stefani y Christina Aguilera.

Años más tarde se transformó en un grupo de R&B, hip-hop y pop que no solo impactó en la música, sino que generó una línea de ropa, lencería y un reality show con dos temporadas llamado Pussycat Dolls Present: The Search for the Next Doll y Pussycat Dolls Present: Girlicious). Realmente que quería parecer a una de ellas.

Tome mi largo cabello y me lo coloque a un lado. Salí del vestidor y cogí mi bolso blanco sabiendo que pronto contendría una considerable cantidad de dinero. Observe mi impresionante habitación, claro está que después de haber convivido varios años con diez compañeras en un cuchitril de habitación y durmiendo en incomodas literas cualquier otra habitación se veía enorme.

Aunque aquella lo era de verdad, apague el reproductor y salí de allí con paso firme y sonoro. Pensé que después de unos años sin vernos, iba al encuentro de mi mejor amiga. Evan había sido mi compañera en el internado desde que entre.

Era como una hermana, una parte muy importante para mí, pero tuvo que abandonar el colegio cuando su madre falleció por culpa de su corazón. Quiso volver a Italia para apoyar a su padre, y desde entonces solo podíamos comunicarnos por llamadas y en el internado me permitían hacerla solo los domingo y por cinco minutos.

¿Qué se podía hablar en cinco minutos nada? Pocas cosas, mus pocas, pero solo el hecho de poder escuchar su voz me confortaba, termine de bajar las escaleras y observe hacia atrás. Me tomaba un tiempo para pedirle gracias a Dios porque mi habitación se encontraba en el pasillo central de aquella mansión porque si no tuviera que poseer un mapa para salir de aquellos laberintos.

De innumerables puertas y corredores, era una mansión descomunal. Ni siquiera en el internado se veían salas como las de mi casa, y eso que en el internado hospedaban a más de una docenas de niñas.

Al llegar a la sala principal me dé tuve un momento para poder recordar donde se encontraba el despacho de mi padre, después de un rato recordé que se encontraba justo al lado de un hermoso jardín que se encontraba en el interior de nuestra mansión, y me encamine hacia allí.

Alfred, el mayordomo, me abrió la puerta. Era alto y delgado, y sus ojos azules resaltaban por la falta de cabello. Aun así, resultaba muy atractivo, claro está que yo no he tenido la dicha de ver a muchos chicos en mi vida, el me recibió con una sonrisa y extendió su mano, indicándome que pasara. Me acerque a él dando un pequeño salto y lo bese en la mejilla.

Entonces me percaté de que en el despacho, además de mi padre, estaban mi tío Cheo, Elvis Gallardo y su hijo menor, Victorino. Mi sonrisa se congelo en cuanto descubrí a este último observando de arriba abajo con una mirada tan pervertida y perversa.

Siempre me había gustado que me miraran, pero no de aquella manera tan pervertida, fruncí mis labios y le mire con desprecio y desafiante. Sabía que mis ojos podían actuar como un huracán devastador, y que eso ocurría la mayoría de las veces.

-Mi pequeña como siempre provocadora- sonrió mi padre, con un tono falso.

-Deberías guardar tus miradas para quien las merezca- No le importó desacreditar a sus invitados los cuales notaron el tono de molestia en mi padre.

Entonces Resoplé.

-¿Deseas algo, mi querida hija?

-Sí, primero que nada mis disculpa por interrumpir no sabía que estas acompañado.

-Tranquila no te preocupes amor- contesto con una dulce sonrisa.

-Veras padre, he quedado con Evan para vernos y...

-Ya lo tengo necesitas dinero- no me dejo terminar de hablar y me corto en seco, a la vez que echaba mano a un cajón y sacaba una cartera negra de piel, muy hermosa por cierto. Cogió una tarjeta y extendiendo su mano la toma Alfred rápidamente.

-Dásela por favor- dijo, orgulloso del gesto.

-¿Me das una tarjeta de crédito? - le pregunte, levantando una ceja.

Solo Dios y el sabían cuánto dinero se encontraba en aquel trozo de plástico. Mis ojos brillaron, yo esperaba mucho menos, algunos euros y nada más.

-¿Por qué lo dices acaso no debería fiarme? - pregunto, soberbio.

-No he dicho eso- le susurre. -Pero, si fuera tú, dudaría. Es peligroso entregarle algo así a una adolescente.

Se recostó sobre el asiento y se cruzó de brazos sin dejar de observarme. Después, desvió su mirada hacia Victorino, que estaba apoyado en un mini bar que se encontraba en un rincón de aquella habitación ensayando una pose muy varonil.

Lo cual me resultaba muy provocador. Victorino era alto, cerca de los dos metros, y podía presumir de un muy bien formado cuerpo se encontraba bien marcado y corpulento. Su cabello, de un amarillo intenso, hacia resaltar sus hermosos ojos verdes los más hermoso que yo e podido imaginarme.

Se parecían a dos esmeraldas incrustadas en un muñeco de porcelana. Era muy guapo, pero tenía una belleza desconcertante, de aquellas que no muestran quien eres en realidad. No era sincero y ambos lo sabíamos muy bien.

-Tu madre puede llegar a ser mucho más peligrosa y no es una adolecente. Además, dudo mucho y se que es muy difícil que tú puedas gastar todo el saldo de esa tarjeta en una hora- todos sonrieron ante el comentario sarcástico de mi padre.

-No deberías tentarme- cogí la tarjeta mirando de reojo a Victorino, que frunció los labios la fijarse en la curva de mis caderas. -Se ocurren un millón de formas de gastarme todo el dinero, papa- yo también sabía exhibir mi prepotencia.

Mi tío Cheo sonrió.

-Podrías necesitar, no se... ¿un coche? Si, un Audi r8 estaría bien. A ser posible, rojo.

Me pase un debo por los labios al pensar en ello. No era una mala idea aparecer en el grandioso jardín de mi casa con un vehículo de esas características.

-Buen gusto, Mayerlin- murmuro Elvis.

-Gracias- le conteste con una sonrisa.

-Vuelve a las doce- gruño mi padre. -Y cuidado con lo que compras. No me gusta que seas tan...- fruncio el ceño buscando el mejor adjetivo. -Provocativa.

-¿Te molesta que sea provocativa? - le pregunto con una toco algo molesta.

-Lo que me molesta es que te guste provocar.

-A mí me gusta- intervino Victorino guiñándome un ojo.

Le fingí una sonrisa- él supo apreciarla y soltó una carcajada.

-intentare ser buena niña padre, pero no te aseguro nada. Sabes que me resulta muy difícil. Chiao.

salí del despacho lo más rápido que pude antes que mi padre me fuese a recriminar, y sabiendo que Victorino me estaba desnudando con la vista. Mire la tarjeta y la presiones contra mi pecho sonriendo.

Después de estar varios años en el internado usando siempre ese malvado uniforme y ahora con dinero ilimitado, genial.

Tan entusiasmada iba hacia la puerta que no observe que alguien se cruzaba en mi camino. Chocamos bruscamente en el vestíbulo. Al separarnos vi como mi hermana me miraba ceñuda. Ella era el clon de mi madre tenía los labios preparados para soltar algún insulto, mientras que yo activaba todos mis reflejos para esquivar su aliento, que me podía impregnar de aroma a vodka y anular mi perfume.

-¿Acaso no vez por donde vas, imbécil? ¿Es que en el jodido internado no te enseñaron a caminar mirando hacia delante? - su cabello castaño se agito crispada.

Supe que había bebido más de una copa porque empezaba a vomitar tocos cuando sobrepasaba la tercera.

-Hola, Evelyn- repuse con desdén.

-Te he hecho una pregunta.

-No me apetece en estos momentos responderte. Sabes de sobra que se caminar. Lo que deberías preguntarte es si en tu estado tú puedes hacerlo.

Ella rápidamente estampo sus manos contra mi pecho empujándome hacia una de las columnas de la escalera. Retire sus brazos con rapidez.

-¿Qué te pasa? ¿Necesitas pelearte con alguien porque ya no tienes nada que puedas beber?

-¡Que te crees, serás zorra!

Nuestra charla emotiva termino en discusión muy acalorada sacándonos algunos trapitos al sol como era de costumbre era evidente que entre nosotras no había nada de empatía

-Supongo que esas palabrota la aprendisteis de tu amante Valentino cuando están en la cama- le respondí, sin pensar.

Su expresión cambió en su totalidad al escuchar el nombre de su amado amante que, curiosamente, era nuestro primo paterno. Se mordió los labios con mucha fuerza hasta sangran y levanto la mano con la intención de soltarme una bofetada.

-¿Piensas golpearme? - le exclame con fuerza.

Ella bajo su mano empuñándola con mucha fuerza.

-Si no fuera porque eres la consentida de nuestros padres te daría una buena tunda, niñata. ¿Por qué no te quedaste en el internado donde realmente perteneces- me refunfuño Evelyn, pensando que con esas palabras me iba a hacer daño. Lo que no sabía que me daba igual absolutamente lo que ella pensara.

            
            

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