Segunda anotación de Levi:
Me desespero cuando mamá le dice al abuelo que se calle, a mí me gusta escuchar sus historias. Siempre habla sobre que algo malo nos espera, pero ella piensa que él está desvariando. Ja, si alguno de mis amigos supiera que escribo en un libro de seguro me dirían gay, pero es que no sé a quién contarle esto que me está atormentando. Anoche tuve un sueño muy extraño, vi intensas luces y una habitación muy blanca, solo eso. A veces sueño esas cosas, como que estoy atrapado en algún lugar, pero entonces no recuerdo nada más. Es tan extraño.
Intentaré hacer que el abuelo me hable de lo que cree que sucederá.
Me quedé mirando con detenimiento la caligrafía. Era torpe, separada, pero bien trazada como la de cualquier adulto. Entonces me pregunté cuántos años habría tenido Levi H al escribir aquello. No había fecha ni referencias; nada que pudiera considerarse una pista.
Cerré el libro y lo dejé reposar sobre mi pecho. Recostada sobre mi cama, lo único que veía era el techo de cristal. Tenía un techo precioso con vista a las estrellas porque había decidido alojarme en una de las mejores casas del pueblo. La sensación que producía el espacio abierto y la vista al cielo me ayudaba a conciliar el sueño durante las noches de insomnio.
Volví a abrir el libro en la siguiente página:
Tercera anotación de Levi:
Nada. Eso es lo que obtengo del abuelo, nada. Sé que debería preocuparme por estudiar, pero es imposible si toda mi mente es un revuelo. No dejo de pensar en que recuerdo poco de mi infancia y en que las lagunas mentales son cada vez más frecuentes.
Extraño a papá, quizás él se habría preocupado por mí y me habría entendido. ¿Por qué las personas que más amas, mueren? ¿Por qué la vida te hace sentir que no mereces lo que tienes, al quitártelo?
Bien, entrando a otro tema, tener que estudiar es un asco, ni siquiera puedo concentrarme. Sigo teniendo demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Vaya mierda.
La vida de Levi me pareció muy intrigante e inusual. Y en cierto modo también me agradó porque era como conocer a alguien nuevo con tan solo leer sus escritos.
Lo repetí en mi mente: estaba conociendo a alguien más.
Después de tantos años, con aquel libro entre las manos sentí una compañía, aunque fuera inexistente.
Ya sin poder parar, continué leyendo mientras que una chispa de emoción me recorría el cuerpo.
Cuarta anotación de Levi:
Siento que poco a poco voy cambiando, lo he notado. Antes me gustaba salir, conocer gente, relacionarme y socializar. Ahora cada vez que me hablan deseo que dejen de hacerlo. Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Por qué el cambio tan repentino? Hay algo en mí, hay algo, pero no sé qué es. Al menos me miro en el espejo y soy igual, pero temo que un día el reflejo cambie. ¡Ah! Estoy desvariando ahora. Quizás el loco soy yo y no el abuelo, pero, ¿cómo sé si esto es demencia?
Quinta anotación de Levi:
Han pasado unos tres días, creo. Estaba tan empeñado en investigar dentro de la biblioteca del abuelo que olvidé todo lo demás.
Bueno, no encontré nada importante, solo libros de historia, biología y genética. El abuelo era todo un friki. A mí me parece que molaba bastante, pero a mamá como que no, hay cierto recelo en su voz cuando le habla. ¿Acaso lo odia? Es su propio padre, y él nunca ha sido malo. De todos modos, mamá tiene esa actitud con todo el mundo, como si despreciara lo que le rodea, incluso a mí. No necesito su cariño, en verdad, solo necesito saber quién soy.
Fue inevitable pensar en mi madre. Ella había sido muy dulce, todo lo contrario a lo que Levi describía que había sido la suya. La mía, cuyo nombre de pila fue Andrea, se había encargado de ser muy amorosa conmigo, su única hija. Hasta recordaba muy bien lo último que le escuché decirme:
«¡Drey, ordena esa habitación o no saldrás de casa aunque se acabe el mundo!».
Y vaya que resultó irónico.
Viéndolo de otra forma, me pareció muy injusto que su madre no le quisiera. El cadáver en aquella casa debía de pertenecer a esa mujer, y pensar que había podido dirigirle una gélida palabra a un hijo tan consternado como él, me hizo sentir un dejo de rencor hacia ella.
Ante el recuerdo del cadáver, me pregunté en dónde estaría el cuerpo del tan mencionado abuelo. No había encontrado nada más en aquella casa, pero por supuesto que eso no significaba que estuviese vivo. Lo más lógico y más probable era que cuando todo había ocurrido, tanto Levi como su abuelo hubieran estado en otro lugar. También existía la posibilidad de que el abuelo muriera antes del incidente.
Entre tantas ideas y posibilidades, solté un bostezo. Doblé la punta de la hoja para marcar la página y cerré los ojos con aquel libro sobre el pecho.
✦✦✦
Mis mañanas siempre eran una mierda.
Me levantaba, lavaba mis dientes, desayunaba y rondaba por la casa o me dedicaba a leer. Pero al día siguiente, al despertar, todo pareció distinto, porque apenas abrí los ojos hice cada tarea con entusiasmo para luego subir a la terraza y sentarme a leer.
La casa en donde vivía tenía una vista hermosa y muy amplia. Desde mi posición alcanzaba a ver el inicio del pueblo y las calles desoladas y pacíficas.
Me senté en uno de los cómodos sofás que adornaban la terraza y abrí el libro en la página que había marcado.
Sexta anotación de Levi:
Existe algo llamado suerte que al parecer no me conoce. Yo creo que, de todas las personas en el mundo, soy el que tiene que lidiar con muchísimas situaciones estresantes. No, no estoy exagerando. Verás, estoy intentando ser normal, muy normal, porque han pasado dos días y no he tenido lagunas mentales ni extrañas sensaciones. La cosa es que intenté invitar a salir a una chica, claro, porque mi autoestima no está tan baja como podría parecer. Lo intenté y fue fatal. Dijo que no salía con raros como yo, que tenía cosas más importantes que hacer y que lo mejor era que no perdiera mi tiempo. ¿Sabes qué? Tenía razón, ahora no quiero perder mi tiempo en esos asuntos. Si ni siquiera puedo controlarme yo, las mujeres serían algo que jamás podría comprender.
Solté una pequeña risa porque leerle resultaba gracioso y entretenido. Pero además de eso, me sentí identificada con aquella anotación. Yo también me sentía sin suerte, sobre todo porque me había quedado enteramente sola. Lo comprendía a la perfección, y más que comprenderlo, en un claro gesto de empatía sentí su angustia.
Pero en cuanto a intereses amorosos, ¿qué sabía yo? Nada. Tenía dieciséis años recién cumplidos cuando se dio la catástrofe. Ahora tenía dieciocho y me había perdido momentos que nunca recuperaría.
Séptima anotación de Levi:
Es mi cumpleaños. Antes me gustaban, cuando estaba papá, claro, porque él me llevaba a pescar o a acampar, pero ahora que no está, no sucede nada. Es un día común y corriente, muy simple. Mamá hace una tarta, me da unas secas felicitaciones, y el abuelo pregunta que de dónde salí. Al menos de él lo entiendo, se le olvidan las cosas, pero de mi madre es un poco injusto. No tengo la culpa de que su vida no sea como siempre quiso, así que me limito a encerrarme en mi habitación, a existir y a comer. ¿Es tan malo eso?
* Cuatro días sin lagunas mentales. Eso me alegra. ¡Feliz cumpleaños a mí!
No pecaba de ignorancia en ese tema. Entendía muy bien lo que se sentía extrañar a alguien, así como él extrañaba a su padre, y ese era un sentimiento desgarrador.
Pero, ¿cuál situación era peor?
Levi había estado rodeado de personas y aun así se había sentido muy solo. Ese destino era muchísimo peor que el mío, porque al menos yo tenía la excusa de ser la única sobreviviente. Pero él, que había estado con la humanidad durante esos días, había sentido una intensa soledad entre las voces de la multitud.
-Feliz cumpleaños, Levi -murmuré al vacío.
Las otras cinco hojas que seguían eran anotaciones un tanto entretenidas sobre su vida y lo que le sucedía a diario. Evidentemente, parecía tener mala suerte, porque cuando quería hacer algo no le salía bien.
Entre todas esas palabras no encontré ninguna que me revelara su edad. En mi mente era la silueta de un muchacho sin rostro ni altura definida, como una persona con un signo de interrogación por cabeza, algo bastante extraño, pero me consolaba el poder imaginar su personalidad a la perfección.
Dio la tarde y seguía sumergida en el libro.
Duodécima anotación de Levi:
Había pasado un mes entero sin lagunas mentales, y ayer me sucedió lo peor. Olvidé por completo mi pasado, en donde estaba y cuál era mi nombre, y un dolor de cabeza palpitante casi me tumba al suelo. Esto es lo que no comprendo, ¿por qué sucede de esa forma? Siempre olvido toda mi existencia y durante la noche sueño con esas luces y una habitación blanca. No sé por qué siento que un doctor no podría darme respuestas, pero entonces, ¿a quién puedo acudir? Esto es como un castigo. Tengo malas sensaciones, náuseas y terribles presentimientos. ¿Por qué mi cuerpo reacciona de esa manera? Necesito ayuda, pero no sé en dónde buscarla.
Decimotercera anotación de Levi:
Las náuseas siguen y la sensación punzante en el pecho también. El dolor de cabeza viene y va. No puedo explicarme esto y en internet tampoco encuentro nada específico. Dicen que las lagunas mentales pueden ser por lesiones en la cabeza o por un ACV, pero eso no es posible, no podría estar tan enfermo, ¿o sí? No, yo no lo creo, creo que hay algo más. Desearía que papá estuviese aquí, él estaría preocupado y entonces seríamos dos los preocupados y no uno solo, y supongo que cuando no eres el único agobiado, sientes que lo que sucede no es tan malo, aunque en realidad sea terrible. Sí, así todo sería más fácil.
Estoy muy confundido.
Decimocuarta anotación de Levi:
No he salido de la habitación en dos días y nadie parece darse cuenta. Eso no importa porque igual me siento muy mal como para levantarme de la cama. Me siento enfermo física y mentalmente. Apenas duermo dos horas y me despierto de repente con un intenso dolor de cabeza. Consideré ir al hospital, pero no sé si me entenderían. No tengo hambre, tampoco quiero ver a alguien más. Quiero que esto se termine.
¿Decimoquinta? anotación de Levi:
Mejoré en un día, pero mamá entró a la habitación para decirme que no soportará que sea un vago toda mi vida. Le dije que estaba un poco enfermo y lo único que hizo fue traerme un té. Lo que tengo no lo podría curar ni un té, solo la verdad, o eso creo. No abro las cortinas porque entonces el dolor de cabeza se hace más intenso. Sin embargo, hoy no he tenido náuseas y puedo levantarme de la cama.
¿Qué es lo que me sucede y por qué no lo sé? ¿A dónde debo ir para saberlo? ¿Y si realmente estoy loco? He pensado demasiado, aunque eso empeora mi estado, pero no puedo dejar de hacerlo, esto es muy confuso para mí.
Decimo... anotación de Levi:
Me vi obligado a salir, aunque fue más bien que mamá me sacó de la cama a gritos. Fui a claces clases y en el aula casi me desplomo. Sentí mareos y todo se escuchaba muy legamo lejano como si las personas poco a poco se fuesen distanciando. Al final intenté pedir un permiso para poder hirne irme, pero tampoco hallaba las palabras correctas para expresarme. Un profesor me ayudó, pidió el permiso por mí y regresé a casa tan pronto como pude. A mamá no le importó porque al menos vio que salí, pero no quiero hacerlo de nuevo, no puedo estar afuera así. La multitud me inquieta, me perturba y es probable que esta noche me hunda en otra laguna. ¿También estoy olvidando cómo escribir?
Anotación de Levi H:
¡Fui un tomh tonto todo este tiempo! ¿Cómo no pude verlo si estaba ahí mismo ante mis ojos? Nuncanunca nunca noté que, en la última hoja de este libro, había una cosa una dirección al lado del dibujo de una flor. Al leerla sentí un olor un dolor punzante en la cabeza, como si eso bastara para decirme que debía ir. Iré, porque en ste esta casa no tengo más que hacer, porque a mi madre no le importo y porque el abuelo ya tiene su destino marcado, pero yo aún no tengo el mío.
Allí estaré, allí encontraré la verdad.
Di un salto fuera de la silla al leer la anotación. Había una dirección en la última hoja, una a la que Levi había ido, y decía
«allí estaré». ¿Y si su cuerpo estaba ahí? ¿Y si Levi H se encontraba en ese lugar? Mi mente fantaseó con la idea de encontrar a otra persona, pero... ¿viva?
No podía estar segura, y si lo pensaba bien era absurdo. Quizás él si estaba ahí, muerto, y yo quería creer que seguía vivo porque lo único que deseaba era compañía.
Pasé a la última página para saber de qué lugar se trataba y encontré una dirección junto al dibujo en líneas de una flor.
¿Qué podía perder si iba hasta allá? Nada. Ni siquiera sería peligroso porque era la única persona en el país, y si tenía la suerte que Levi H no había tenido, probablemente habría alguien más en ese planeta.
¿Y si no estaba tan sola como creía?
Tenía un pequeño viaje por hacer. Y también una pequeña esperanza.
✦✦✦
Cuando dio la tarde, emprendí el viaje hacia la dirección que había en el libro. Me subí al único auto que tenía preparado para emergencias, me coloqué la máscara para evitar gases y malos olores, guardé una botella de agua en la mochila y salí de casa con ella colgando de los hombros.
Una llama de esperanza se había encendido en mi interior. Tenía un buen presentimiento, una punzada positiva. No paraba de imaginar el sonido de la voz de alguien más, ni de calcular las probabilidades de poder estar cerca de otra persona.
Conduje rápido, pero no en exceso. Mientras, llegó a mi mente el recuerdo del día en que aprendí a manejar un auto. Quino me había enseñado alegando que era necesario para el grupo, pues todos debíamos colaborar durante las búsquedas de alimento. Aun así, conducir era lo que menos me gustaba hacer. Algo que me frustraba bastante eran los autos estacionados en medio de las vías con cadáveres en su interior. Trataba de no mirar porque los cuerpos causaban un gran impacto visual, pero era inevitable cuando debía rodear los automóviles para poder seguir avanzando.
Coloqué un cd de música, subí todo el volumen para alejar la imagen de los cadáveres de mi mente y aceleré cuando el camino se despejó.
Conduje aproximadamente cuatro horas sin hacer ninguna parada para descansar. Las ansias no me lo permitieron. Cuando llegué descubrí que aquella ciudad tenía cadáveres por todos lados: en las calles, en las aceras, dentro de los autos y en cualquier lugar a la vista. Eso suponía un gran problema para mí porque no podía seguir avanzando con el auto.
Aplastar los cuerpos nunca había sido una opción, por lo que preferí caminar. Me reacomodé la mochila y traté de memorizar el lugar en donde dejaba el auto para después encontrarlo con facilidad.
Al sentirme lista, me adentré en la ciudad.
No supe con exactitud cuánto caminé, pero confiando en los letreros di con la dirección. Se trataba de un laboratorio clínico. Volví a mirar la página para asegurarme de que había llegado al sitio correcto y efectivamente estaba en él. Admití que había imaginado algo distinto, una casa o algún refugio, pero en ningún momento un laboratorio.
Dudé ante la idea de entrar porque me causó cierta desconfianza. Debía aceptarlo, en algunos momentos era cobarde y temerosa, incluso tenía una lista estricta de lugares a los que no entraba ni de día, ni de noche:
No escuelas.
No iglesias.
No hospitales.
Los laboratorios siempre parecían versiones más pequeñas de los hospitales, y de todos los sitios del mundo los hospitales me parecían los lugares más inquietantes y perturbadores. Con el planeta vacío el silencio en aquellos lugares casi inducía a la locura, ya que ni siquiera había zumbido. Pero, por otro lado, ¿qué tal si Levi H estaba ahí, refugiado? ¿Y si era un sobreviviente como yo y como lo fueron los otros Seis?
Di pasos hacia adelante pero luego volví a darlos hacia atrás. Quería entrar, pero a la vez no. Aún sostenía el libro, así que lo apreté con fuerza contra mi pecho, aferrándome a todo lo que había sentido desde que lo había empezado a leer.
Una esperanza.
Eso significaba el diario para mí, una posibilidad.
Inhalé profundamente e induje pensamientos forzados a mi mente para otorgarme valor. No iba a pasarme nada, no vería nada extraño, solo buscaría la verdad. Así que con los nervios de punta avancé hasta atravesar la entrada del laboratorio.
Ya no había vuelta atrás.
✦✦✦
El corazón me latió con rapidez como a cualquier persona que hubiese visto una maravillosa película de terror. El interior estaba sumido en una densa oscuridad y en un profundo silencio, de aquel que dejaba a uno con los más angustiosos pensamientos.
Rebusqué en la mochila y saqué una de esas linternas a las que antes de la catástrofe les habían hecho bastante publicidad, porque se recargaban con luz solar y llegaban a durar mucho más tiempo del que cualquier otra podía. Incluso tarareé la cancioncilla del comercial para apaciguar el nerviosismo:
«Siempre dura, siempre brilla. ¡Es la única que necesitas!».
Mientras avanzaba por los pasillos, apreté aún más el libro contra mi pecho. No me dirigía a un punto exacto, no sabía en donde terminaría, pero seguí. Miré con atención cada habitación con puertas abiertas, evitando ser yo la que abriera alguna.
A medida que caminaba me daba cuenta de que no había ningún cadáver. Me pareció extraño. Era como si todos hubiesen tenido la oportunidad de escapar de la muerte, o como si el lugar hubiese estado vacío antes de la catástrofe.
-No hay nada malo aquí, Drey, tranquila -me susurré.
Vi algunas casetas de recepción, algunos pequeños consultorios de esos en donde se extraía la sangre, y cuando crucé en un pasillo también observé las habitaciones en donde analizaban las pruebas.
Giré en otro pasillo. Era más largo que el anterior. Al final había solo una puerta. Sentí cierto temor. El pasaje parecía perfectamente diseñado para dirigir a cualquiera a un destino espantoso.
Avancé con las piernas flaqueando. El corazón comenzó a latirme mucho más rápido y los nervios afloraron de una forma agobiante. Los jadeos que emití debido a mi respiración agitada, fueron audibles a través de la máscara que me cubría el rostro.
Después de detenerme frente a la puerta, coloqué la mano sobre la fría perilla, la giré y...
-¡Oh, mierda! -solté de inmediato, pasmada, dejando caer el libro.
Sobre el suelo de la habitación reposaban cuatro cadáveres y todos estaban en un estado de descomposición impactante, peor que aquellos que se hallaban en las calles. Sus labios se habían secado y separado, formando una expresión de dolor, creando una imagen espeluznante y casi abstracta.
Traté de calmarme.
Había visto demasiados cadáveres, esos no podían hacer la diferencia.
Examiné mejor la sala, y además de los cuerpos -los cuales eran todos femeninos- solo había instrumentos médicos y algunas camillas.
Levi H no estaba allí.
Un escalofrío me recorrió la espalda y el pensamiento hincó en mi mente: estaba sola y lo estaría siempre.Me sentí estúpida. En aquel lugar no había nadie con vida. Me había formado falsas esperanzas deseando creer en algo que no era posible, que nunca sería posible. Entonces, cuando el miedo se disipó, dio paso a otras emociones y me desesperé tanto que sentí un nudo en la garganta y una rabia indescriptible.
Haberme imaginado un mundo diferente en donde otra persona también tuviera lugar y que esa fantasía se desmoronara en segundos, me devastó.
Me agaché para recoger el libro del suelo. Sentí rabia además de dolor, y cuando todos mis sentimientos terminaron de mezclarse, corrí fuera del edificio.
Pensé en todo de un solo golpe: la soledad, los cadáveres, el miedo, la tristeza, la decepción, la desilusión y la rabia. Comencé a sentir que me ahogaba, que no podía respirar, como si alguien hubiese puesto una enorme almohada sobre mi cara para impedir que continuara inhalando oxígeno. Mi corazón se aceleró, las manos me temblaron, sudé y sentí un gran dolor en el pecho, pero aun así corrí sin detenerme y como pude llegué hasta el auto.
Cuando me subí a él, me quité la máscara y la dejé a un lado. Quise estampar la cara contra el volante, quise liberarme de todo eso que me atormentaba, quise compañía, un abrazo o lo que fuese necesario para no sentirme tan vacía.
Miré el libro de nuevo y lo abrí haciendo contacto con las envejecidas hojas. Había tanto en sus páginas, había demasiado de una persona y en ese instante solo quería arrojarlo lejos para deshacerme del recuerdo de los sentimientos que en él se habían escrito. Pero no podía.
Vi la caligrafía y las palabras. Lo vi todo de nuevo.
Anotación de Levi H:
En algún mundo pala paralelo, supongo que existe alguien igual a mí a quien no le molestaría acompañarme. Qué sé yo, quizás hablar de esto con alguien debe ser genal genial, pero a mí demasiadas cosas me parecen geniales, como la pesca, las series policiacas, los comics y esos chicles enormes que siempre están dentro de una gran
máquina en los supermercados, los que son de colores, sí, bueno, todo eso me parece genial. La feria también es increíble. ¡Y los carros chocones! Una pasada. Aora ahora no puedo disfrutar nada de eso. Siem siento que mi vida es así, como estar en una pista de carros chocones, pero solo. Intento golpear los demás carritos, pero es completamente aburrido si no hay alguien más que devuelva el golpe. Mi existencia es tormentosa, aburrida, incluso predecible. Quiero liberarme de todo esto, saber si hay un lugar para mí en la tranquilidad. ¿Lo habrá? ¿Habrá un lugar para mí?
Dejé el diario en el asiento de al lado. No podía leer más y seguir pensando que él había sufrido de la misma forma que yo sufría en ese momento. Era un acto masoquista continuar atormentándome con la idea de que era posible encontrar a alguien, de que podía encontrarlo a él, porque eso jamás iba a suceder.
Me sentí agotada, así que intenté calmarme para poder regresar a casa y a mi rutina. Había conseguido alejar los pensamientos suicidas para darle oportunidad a la vida, y si lo había logrado antes, sería capaz de lograrlo de nuevo.
Podía arrojar el diario a la carretera, dejarlo atrás y hacer como si nada pasó.
Podía olvidar a Levi.
O al menos, podía intentarlo.