Al llegar de la casa de Carrie me encerré en mi habitación, busqué el libro que estaba leyendo y que me tenía enganchada, la bailarina de Auschwitz, una hermosa historia de superación de una mujer fuerte y fascinante, tomar un libro y adentrarme en sus páginas eran mis momentos preferidos del día. Un golpecito en la puerta interrumpió mi lectura.
-¿Hija estás ocupada? -preguntó mi mamá a la vez que entraba a mi habitación.
-No, estaba leyendo un poco. -Cerré el libro y me senté en mi cama.
-Te estaba esperando porque quería que me contaras como te había ido en la entrevista. -Ella se sentó a mi lado.
Mi mamá era una mujer maravillosa, dulce y amorosa. Era muy hermosa a sus cuarenta y tantos años, preguntarle la edad era un sacrilegio. De joven fue una reina de belleza, había ganado unos cuantos concursos de mediana relevancia, quizás hubiera llegado lejos, mas mi padre se atravesó en su camino y se enamoró perdidamente de él. Ella tenía el cabello castaño oscuro, le gustaba llevarlo corto, arriba de los hombros, sus bellos ojos eran de color ámbar, que para muchos era donde se encontraba su verdadera hermosura, pero el brillo de su mirada desapareció cuando perdimos a Lilah y no lo ha vuelto a recuperar, la muerte prematura de mi hermana la afectó demasiado, aunque era una mujer admirable, a pesar de lo ocurrido no claudicó antes las circunstancias y ha sido un apoyo para mi papá en todo momento al igual que para mí.
-Cuando llegué ustedes nos estaban en casa, fui a donde Carrie y pasé allí toda la tarde. -Le respondí.
-Entiendo ¿y qué tal te fue? -me preguntó emocionada.
-No me contrataron - dije con pesar, quería ser optimista, pero me dolía ese fracaso.
Mi mamá se levantó de la cama, aunque su semblante parecía tranquilo, yo que la conocía sabía que estaba preocupada.
-Rachel tenía tanta esperanza de que lo consiguieras - dijo con la voz quebrada.
Me levanté rápidamente de la cama y la abracé.
-Mamá no te preocupes, he hablado con Carrie y ella va a hablar con su padre y me aseguró que me daría buenas noticias, ya verás que todo se va a solucionar.
Ella tomó mis manos y me dijo con lágrimas en los ojos:
-No quisiera abrumarte con nuestros problemas, somos nosotros los que debemos darte estabilidad y no al contrario.
- Somos una familia, ustedes han dado todo por mí, ahora me toca a mí dar mi aporte, en cierto modo es parte de la vida, por el momento no trabajaré en lo que me gusta, pero eso no tiene importancia, lo que realmente importa es que salgamos de esto.
-Mi amor, pero si ser periodista siempre ha sido tu sueño y considero que Fred no aceptará que tú trabajes en un oficio que no sea relacionado con el periodismo, ya sabes cómo es tu padre de intolerante.
-No sé cómo haremos mamá, pero yo necesito un empleo y lo que me ofrezcan lo aceptaré, las facturas no se pagan solas, no podemos perder la casa, además eso será algo provisional, en cuanto estemos al día, entonces seguiré buscando mi gran oportunidad.
Al día siguiente Carrie se apareció en mi casa, en lo que abrí la puerta me tomó de la mano y subió conmigo corriendo a mi habitación.
- Mi papá te ha conseguido el empleo.
-! Oh ¿de verdad?! - pregunté sin poder creerlo.
- Si - gritó mi amiga abrazándome - y por lo que dice mi papá es un muy buen trabajo.
-¿De qué se trata?
- No me quiso decir nada, me dijo que eso lo trataría personalmente contigo.
La puerta de mi habitación de golpe y mi papá nos miró con el ceño fruncido.
-¿Qué escándalo es este? - Preguntó con el ceño fruncido, gesto habitual en él.
- Disculpe Señor Lake es que le estaba dando una noticia a Rachel y nos emocionamos demasiado. -Le contestó Carrie risueña.
-¿Qué noticia si se puede saber? - volvió a preguntar con ese tono autoritario que siempre utilizaba para amedrentar, pero que mi amiga ya conocía y no le hacía el más mínimo caso.
- Son cosas de mujeres, no sea curioso.
Mi papá resopló indignado.
- Se les agradece a las señoritas que no hagan tanto ruido que no me dejan leer el periódico.
- Vaya tranquilo señor Fred, que no nos escuchará.
Él se quedó viéndonos por unos segundos, luego cerró la puerta y nos dejó solas nuevamente.
- Tú papá está cada día más intenso.
-¿Me los dices o me lo preguntas?... Pero cuéntame más sobre el empleo.
- Mañana tiene que ir a la disquera, allí te van a dar todos los detalles y si aceptas firmas el contrato.
- No lo puedo creer. - Reí feliz.
- Créelo amiga, al fin las cosas se van a comenzar a solucionar.
- Eso es lo que más deseo. - Miré hacia el armario y vi mi ropa y de repente me vino el recuerdo de la entrevista en el Times y sentí temor. Carrie siempre tan intuitiva se dio cuenta de que algo me pasó.
-¿Qué sucede?
- No puedo volver a fallar, tienes que ayudarme, todo tiene que salir bien mañana.
- Tranquila, yo te voy a ayudar... No vas a fallar esta vez.
Esa noche en la cena le informé a mis padres que tenía una nueva entrevista de trabajo.
-¿A qué medio vas a ir esta vez? - preguntó mi padre.
Yo me quedé pensativa por unos segundos, porque no le podía decir a donde iba ya que me sometería a un interrogatorio del cual yo no tenía idea de cómo responder, decidí decirle una mentira por esta vez.
- Iré a Los Ángeles Magazine.
- Rachel no te graduaste con honores para trabajar en una revista, no me parece que vayas a esa entrevista.
- Fred necesitamos la peque, trabaje, requerimos el dinero, tú más que nadie lo sabe. - Mi mamá siempre tan conciliadora.
- Yo he estado hablando con unos amigos míos que están haciéndome unas gestiones para invertir en la bolsa y pronto nos pondremos al día con todo.
Esas gestiones de la bolsa la vengo escuchando desde que era una niña y nunca se ha concretado nada.
- Mientras esos amigos tuyos hacen la gestión, es bueno que la nena trabaje, además eso le sirve para su hoja de vida, porque se habrá graduado con honores, pero necesita experiencia. - Mi mamá volvió a tratar de calmar el ánimo del terco de mi padre.
- Sigue sin gustarme que trabajes en una revista de esas, allí hay muchas perversiones, demasiado pecado... -se quedó pensativo - No, definitivamente no doy mi consentimiento que vayas para ese lugar.
Esto tenía que ser una broma, tengo una oportunidad y la voy a perder por mi obtuso padre.
- Siento no estar de acuerdo contigo papá -le dije no pude aguantarme -mañana si voy a asistir a la entrevista y si me dan el empleo lo aceptaré, porque nosotros no podemos darnos el lujo de perder nuestra casa, no sé qué valor tenga para ti, pero para mí lo tiene mucho y no pienso quedarme de brazos cruzado viendo como nos desalojan.
-¿Rachel tú me estás desobedeciendo? - dijo levantándose de la mesa, furioso. - Esto lo voy a permitir, no vas a ir a ningún lado y es mi última palabra.
- Si iré no puedes impedírmelo- mi papá se me encimó y levantó la mano para darme una bofetada, pero mi mamá se interpuso.
-¿Qué pretendes Frederick? -Le preguntó con incredulidad.
-¿Helen tú también vas a rebelarte?
- Sabes que te apoyo en todo, pero no te voy a permitir que hagas algo de lo que después vas a arrepentirte.
Mi papá nos miró a las dos furioso, no dijo nada más y se marchó a su recamara. Mi mamá me abrazó y yo no pude contener las lágrimas me debatía entre la euforia del momento y la tristeza de causarle un disgusto a mi padre, pero tenía que hacerlo por el bien de todos.
A la mañana siguiente, me levanté temprano y me fui a la casa de Carrie, en eso habíamos quedado el día anterior.
- Traje este conjunto negro que es el mejor que me queda - le dije mientras que ella miraba con ojo crítico la prenda que llevaba en la mano.
- De ninguna manera vas a ir con eso a la entrevista.
- No tengo nada más, sabes perfectamente como esta mi armario.
- Por supuesto que lo sé y es por eso que ya he preparado algo para ti.
Carrie tenía sobre la cama una falda de tubo negra, una blusa blanca de seda absolutamente maravillosa acompañado con un bolso negro Gucci que era su bebé consentido; el cual le costó unos cuantos dólares, dinero que consiguió trabajando el verano entero, porque, aunque su papá contaba con suficientes recursos, a ella le gustaba ganarse las cosas por sí misma; vi en el suelo un par de tacones con demasiados centímetros para mí.
- No puedo - le dije señalando todo.
- Rachel tenemos que asegurarnos de que hoy todo sea perfecto, no podemos arriésganos a que nada salga mal y eso incluye el vestuario.
- Si mi papá me ve vestida con eso, me va a matar, anoche tuvimos una fuerte discusión, hasta intentó pegarme porque me prohibió asistir a la entrevista y eso que le dije que era para los Ángeles Magazine, imagínate si se entera que voy para una disquera.
- En este momento lo último en lo que vamos a pensar es en ese viejo gruñón y él no te va a descubrir porque yo misma te voy a llevar en mi carro.
Veinte minutos después me encontraba lista, cuando me vi en el espejo parecía otra, mi cabello estaba recogido en una coleta, con algunos mechones sueltos, Carrie me maquilló, no era recargado sino adecuado a mí y me encantó, la ropa me quedó perfecta, es que ella y yo éramos de la misma talla, la diferencia que existía era que mi amiga tenía la piel morena con una cabellera lisa y negra, mientras que yo era blanca y de cabellos castaño y rebelde, los ojos de Carrie negros, los míos ámbar como los de mi madre.
-¿Y bien? - Preguntó mi hada madrina interrumpiendo mis pensamientos.
- Me encanta, aunque los zapatos son un suplicio.
- Ya has escuchado el dicho que dice por allí, para ser bella hay que ver estrellas así que te me aguantas, hoy todo tiene que salir perfecto ya te lo dije.
Media hora después me estaba bajando del vehículo, me dejó enfrente de la disquera, me indicó el piso al que tenía que ir y me deseó suerte, unas veinte veces, la pobre se encontraba tan emocionada o más que yo.
Caminé hacia la edificación, por un momento bajé la mirada a los zapatos porque realmente me molestaban mucho y no me sentía segura con ellos, caminaba de manera muy inestable, por lo que no me percaté cuando empuje la puerta del edificio que había alguien del otro lado, que tiró de ella al mismo tiempo que yo lo hacía, pero con más fuerza que yo y me llevó por delante gracias a mi inestabilidad por los tacones, no pude mantener el equilibrio y se me dobló el tobillo y como si de una cámara lenta se tratara me fui cayendo no sin antes aferrarme de la camiseta del hombre y lo agarré totalmente desprevenido y él se tropezó y caímos los dos, por supuesto él cayó sobre mí, mas le dio oportunidad de amortizar un poco el golpe, ya que metió sus brazos, lo que no impidió que mis nalgas se llevara el mayor trastazo de su vida. Mi día perfecto quedó completamente arruinado en ese instante.