Capítulo 2 II

Salgo de allí y corro hacia mi auto, donde me encierro a llorar.

Tiene un amorío con Patricia, no es que es mi mejor amiga, pero somos conocidas, cercanas, le tengo mucho aprecio a su padre, a su madre, se lo tenía a ella. Tocan la ventana de mi auto, trato de limpiar mi rostro lo mejor que puedo y bajo la ventanilla.

-Buenos días, disculpe, no puede quedarse dentro del vehículo, debe bajarse o dirigirse a donde va.

-Ah, ya me voy, gracias -digo, subo la ventanilla y pongo en marcha el auto.

«¿Qué haré? ¿Qué hago?».

Quiero dejarlo, quiero irme de su casa, decirle que es una rata, decirle a ella que es una traidora falsa de lo peor, pero no puedo darme el lujo de hacer un escándalo. Me siento tan humillada, hecha a un lado, no dejo de llorar todo el camino a casa, al llegar a casa, apago el teléfono y me acuesto en la cama que compartimos, me pregunto si la ha metido aquí cuando yo no estoy, cierro los ojos y dejo que el dolor me consuma.

Después decidiré que haré, por ahora lloraré hasta que se me salga la última lágrima que sea capaz de producir. Dejo que el dolor me atreviese el cuerpo y el alma, lloro y me siento miserable. No dejo de pensar que esta mañana me tomó después de haber estado con ella.

            
            

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