Capítulo 3 A un escalón

En la vida hace falta la sinceridad y dureza de Murphy para enfrentar situaciones, como por ejemplo dejar a quien te hace engañar a la persona que ves en el espejo.

Recordaba el título del libro que cargaba en sus manos y pensé que no se aprenden esas cosas, pues deberíamos ya saberlas, es tan fácil como dejar de mentir. De eso se trata, de ser sincero y decir que ya no te gusta.

¿Se puede dejar de amar? Sí, tan fácil como volver a amar. El amor es tan accesible que alejarte o acercarte están a un mismo escalón.

Debes pararte firme y decirle, ¿sabes qué? Ya su perfume no me gusta, ya su barba no la veo tan elegante. Podría vivir tranquila sin uno de sus abrazos, sin uno de sus besos. No fue pasajero lo que sentí, lo que sentía fue un pasajero al que se le robó el equipaje, dejándome sin recursos para amar.

Esto debes decirle, pero no a ese hombre, a ti, solamente a ti. Porque basta con ser sincera a ti misma para que los demás entiendan sin tus explicaciones. Se te verá en la sonrisa, en tus ojos.

No saben cómo moría por llamar a Murphy y decirle esto, hasta me compré el mismo libro para ver si por algún lugar decía algo parecido. Creo que ella lo estaba entendiendo bien, pero me daba miedo que quedara herida y le doliera tanto para volver a levantar su pie y subir de nuevo el escalón conmigo.

Cómo iba a saberlo, si ella no es tan expresiva. Lo único que tenía en mente, era hacerle entender que no había nadie más en la vida que me hiciera sentir lo que ella.

No sé cómo sean los otros hombres cuando una chica les da su teléfono. Yo tenía miedo, miedo de que con un mensaje me odiara. Su foto de perfil en WhatsApp era impecable, estaba ella toda cubierta con su sábana, solo se veía la mitad de su rostro y al lado su gato enorme peludo, amarillo lo llamaba.

Murphy tiene una sencillez de poner nombres con lo primero a lo que esto le recuerde.

A mi perro lo llamó café, pues su color es como un grano de él sin tostar. El muy iluso responde más a ese nombre que al que yo le di.

No quería que en aquel entonces ella me tildara de intenso y me costó escribirle.

Compartía fotos en mis estados y notaba que los veía, es entonces cuando me dediqué a llamar su atención. Publiqué fotografías de todo tipo, publiqué fotos de flores parecidas a las que ella tomó y bueno. A la cuenta creo que como mil fotos subí, sin obtener nada más que su nombre en la lista de vistos de mis imágenes. Pero era un paso, mi Murphy veía mis publicaciones.

            
            

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