Y a las mujeres nos tratan tan, pero tan mal, que la mayoría de nosotras tuvo que poner una mala cara cuando decía que no, que muchas tuvieron que pintar un rostro complaciente cuando en realidad no quería hacerlo, y sin embargo, insisten. Podría hablar de un sinfín de situaciones que se dan en el sexo que los hombres normalizan, y que inconscientemente, nosotras también. Esa idea irrisoria de que ustedes son quienes tienen el control proviene de que inconscientemente, no les importa si nosotras disfrutamos. Cuando creen que todas queremos ser sus novias y que todas estamos enamoradas de ustedes, también es pensar que ustedes son quienes eligen lo que sucede y no nosotras.
Perder la virginidad no es romántico, los hombres no lo hacen mejor, y con los años te das cuenta que sus charlas en grupo son mentiras, porque ni siquiera encuentran el clítoris. Y es preocupante, porque algunos buscan hacerte un oral y se asemeja más a un perro tomando agua y no al imbécil que luego se vanagloria con sus pares. ¿Y saben que? No lo debería decir, pero las mujeres también usamos y escogemos. También son solo caras bonitas a las que elegiremos para relacionarnos íntimamente y luego desaparecer, también ignoramos lo que nos dicen, y también los podemos considerar tontos y solo los escucharemos para obtener lo que queremos. El problema no es algo de género, es de aprendizaje, con el tiempo encuentras el punto justo entre las cosas que se deben decir, y las cosas que quieren que digas, y las dices aunque en el fondo no las creas pero las dices solo porque quieres obtener lo que quieres. Benditos sean los oídos que sepan distinguir las intenciones de las oraciones.
El sexo como tal es un problema que debería dejar de ser tratado como tabú y como un morbo. Nadie debería interesarse en si fulana es una zorra, y pese a todo pronóstico, yo perdí la virginidad enamorada y con alguien que me respetó, tuve suerte.
Una vez me enamoré tanto de un chico que estuve años con él, era perfecto en ese momento. Nos veíamos perfectos, mejor dicho. Era detallista, compañero y quizás la persona más tierna que había conocido. Y un día, dejó de serlo. Como todo, las relaciones se rompen, no quería escribir sobre esto porque verdaderamente de ésto se ha hecho mucho bullicio. El foco siempre había estado en lo que sucedió con mi ex, mientras yo había tenido dos sobredosis. Pero en el fondo todos lo sabemos, es más interesante cuando se trata de problemas de parejas. No quiero aburrir con una historia que al final es una más de tantas, ni entrar en detalles porque honestamente pienso que esa relación nunca fue una relación, pero sí fue un medio.
Después de dejar la universidad porque había bajado diez kilos y tenía ataques de pánico y ansiedad, deposité todo el amor que entonces creía que tenía, en un chico. Como si lo necesitara, como si necesitara ser salvada. Y al final, lo que sucedió es que nadie debería salvarme. Pero en ese entonces concebía ideas irrisorias de que estaba sufriendo y quería un príncipe que me sacara del castillo que creía que era mi problema. El príncipe se convirtió en rana porque al final lo descubrí con otra chica, me había engañado. Y así terminó, como todo lo que comienza. El problema es que desde que vivo siempre había arrastrado el vacío que les hablé y para ser honesta, pensaba que no quería vivir más. No por él, no quería vivir que es distinto.
No quería vivir que es distinto, no quería vivir porque las personas me parecían inapetentes, porque sentía que nadie estaba en el mismo sintonismo, porque consideraba al resto una bola de imbéciles, porque nada me parecía lo suficientemente emocionante, porque pensé que existía una persona buena en el mundo y que la había encontrado pero no lo fue conmigo, pensé entonces que no me quedaba nada más por vivir, porque estaba cansada de sentirme mal, pero no lo supe antes, que yo estaba mal desde antes, cuando pensaba que cortarse era divertido, desde que pensaba que patear a alguien era divertido, que me entretuviera el dolor ajeno, que el hecho de que me gustase que alguien llorara por mí, que alguien se arrodillara frente a mí, que estaba mal cuando le decía a alguien que no valía nada y no sentir culpa, que estaba mal cuando pisaba un lugar e inmediatamente quería irme, que estaba mal cuando busqué un esclavo y no una pareja, cuando no me interesaba el resto y solo me interesaba el yo. Entré en shock, como entran en shock las personas que pretenden tener el control y luego no lo tienen. Y entré en tratamiento. Así es como entré en tratamiento, y por lo mismo, las personas creen que porque inicié un tratamiento debo rendir cuentas, que merezco pena o lástima, que saben algo de mí, y no. Al final, nadie supo el porqué decidí iniciar un tratamiento.
No quiero arriesgarme a confundirlos, pero en vistas a que se trata de mí, les diré que no lo pensé mucho. Estaba triste, traicionada, y todo lo horrible que puedes sentir cuando piensas que un ser humano es bueno y luego descubres que no lo es. Con el tiempo lo pensé profundamente, y quizás eso no trace realmente una línea entre el bien y el mal. Ambos nos hicimos mal, y no lo culpo.
Aunque efectivamente, eso marcó un comienzo, yo necesitaba ayuda. Y esa ayuda no vendría de un hombre, ni de un amigo, esa ayuda debía venir de mi misma, y yo necesitaba ayuda profesional. Exploré un proceso conocedor entre psicólogos pero no sentí que me dijeran algo nuevo. Y así terminé en un psiquiatra.
Comencé con los psiquiatras, y fue así como supimos que además de conductas depresivas, también era violenta, también tenía ira acumulada, era una persona bastante autodestructiva y destructiva para los demás, y seguiría nombrando cosas, pero de todos modos esta parte me aburre. Mejor les cuento sobre la conversación interesante que mantuve con el psiquiatra una vez;
''Las personas estamos hechas de una gran parte de una disposición genética, costumbre y de lo que nos enseña el mundo, es decir, las circunstancias externas al individuo''
''Eso quiere decir que no es su culpa haberme hecho mal''
''No es culpa de nadie, no era para vos, porque te defraudó que él no fuera la idea que te hiciste de él, pero eso se debe a que él tiene otra predisposición genética, otro círculo, otras circunstancias y jamás va a ver lo que vos ves del mundo ni va a manejarse con los mismos valores''
''Entonces, ¿se supone que no tiene que importarme?''
''No, es normal que te importe. Pero también es normal que alguien no actúe como vos planeabas que actúe. Porque las personas no son previsibles. Tienen su esfera también de cosas que no le cuentan al mundo, y esas cosas son difíciles de coincidir.''
Y sin embargo me contó mucho del amor que con el pasar de los años aprendí, y es que nadie nace siendo igual a otra persona, y es difícil encajar en esa sola diferencia, se puede acomodar, se puede intentar, pero nunca se comprenderá del todo a la otra parte, y me llevó a pensar que somos unos imbéciles que necesitamos comprensión de personas que jamás estarán en nuestras mentes. Que estúpida es la manera en la que funciona el amor, me dije a mi misma.
Siempre había sido romántica, y siempre había sido fiel a mis impulsos, y ser impulsiva me llevó a hacer las cosas que me llevaron a este libro, pero, siempre creí que el fenómeno del amor era algo tan complejo como para tratarlo con una ligereza casi irrespetuosa.
Ése día supe que no iba a buscar personas que me comprendieran, porque no existían, y lo supe, supe que jamás estuve enamorada, que estaba enamorada de una idea, que estuve fascinada con un proyecto egoísta en el que yo ponía un escenario e interpretábamos ser protagonistas, y lo supe, no hay nada normal en ello.
Debía perdonar, debía aceptar que también era ruin, debía aceptar que tenía lados muy oscuros y debía tratar de ayudarme. Y lo hice, buscamos un tratamiento que se adecue a mis necesidades y estuvo bien, por un tiempo...
Al principio sentí que las pastillas me habían dado la cura a todos mis males, y no entendía porque las satanizaban tanto, me sedaba, me calmaba, había dejado de sufrir como una tonta, y pasé de unos días de la mierda a ser un ave fénix, pero era una ilusión. Las drogas, son una ilusión. Te hacen creer que estás bien, pero el lado malo que te llevó a ello, a querer curarte, seguirá estando hasta que no toques la herida. Solo puedes pausar la herida con las drogas, las comienzas a pausar por un tiempo que luego se vuelve cada vez más largo y un día, ya es tarde, porque ya no sabes cuan jodido estás. Esas son las drogas.
Aunque al principio eran geniales, y parecían realmente serlo, parecía realmente calmarme, no era la solución. No sé que es lo que tenía, pero no eran la solución, no eran la solución porque luego me volví una adicta y una vez te vuelves adicta a no querer sufrir, a huir, lo harás toda tu vida. Y todos los días que llevo escribiendo esto son un día más en los que no trato de huir. Y es tan pero tan difícil.
Una vez mi hermano me dijo ''Entre todos los drogadictos los que toman pastillas son los peores, porque se vuelven malos'' y entonces no le escuché, porque era una niña, porque no pensaba que tocaría una pastilla, pero luego te ves al espejo, deteriorada, bajo en peso, la piel grita tu ánimo, y tomándolas, de todas maneras te sientes mal, pero tienes miedo de dejar de tomarlas porque lo que puede venir después es peor. Eso, eso exactamente, es vivir con pastillas. Las pastillas solo te engañan, y luego te quitan lo mejor que tienes. Mejor dicho, te quitas tú, lo mejor que tienes. Porque crees que encontraste la formula de la vida, y no. No lo haces. El único destino enserio es la muerte.
Podría enseñarles sobre cómo funcionaron las drogas en ese momento para mí pero no debo y tampoco sé como va a terminar esta historia al decir verdad, los psicofármacos no son el problema, el problema es la adicción y el problema con las adicciones es que no están vistas como una enfermedad. Es decir, supongo que mi cerebro había dejado de lado todas las cosas que al mundo parecía divertirles pero lo único que luego pudo centralizarse en mis pensamientos era tener esas pastillas. Y no sé cual era la solución, ni cómo decirlo, porque también pensaba que podía dejarlo, tampoco quería admitirlo, y al final del día solo volvía a tomarlas, porque sentía que las merecía de alguna forma y aunque los necesitaba clínicamente hablando, era una excusa, yo había encontrado el desorden, el caos en la distribución, en cómo me hacían llegar, me hice adicta a lo que me hacía sentir estar xanny que comencé a buscar excusas para estarlo todo el tiempo. Y sabía, que cuando faltaba, sufriría, y le tenía mucho miedo a la abstinencia.
La abstinencia no es como en las películas, cuando las tuve por primera vez, no tuve solo escalofríos, no podía modular ni hablar ni decir nada que pareciera que no había quedado idiota. Mi visión era doble y los días fueron meses, quizás no fue la abstinencia, quizás fue que me dio sobredosis, de todos modos, esas son cosas que dan bastante miedo y es la realidad menos presentada en flayers de fiestas de electrónicas.