Capítulo 6 No eres un caballero en absoluto

Tessa miró a Alena con sorpresa. ¿De verdad lo sabía todo?

La anciana tiró de su brazo para que se sentara a su lado e intentó tranquilizarla. "No te preocupes, cariño. ¡Le romperé las piernas a Samuel si se atreve a no volver a casa hasta tarde otra vez! Le daré una lección".

Tessa hundió los hombros. Alena estaba hablando de otro tema, no de su divorcio.

"¿Por qué miras así a Tessa?", espetó la anciana cuando vio la expresión gélida de su nieto. "¿Estás enojado porque te pedí que la trajeras para cenar?".

Conteniendo su indiferencia, Samuel respondió con una voz inusualmente mansa: "Por supuesto que no".

Alena gruñó. "No te estás haciendo más joven. ¿Por qué todavía no tengo un bisnieto? Si no quieres decepcionarme, dame un bisnieto".

Alena se puso de pie y Tessa se apresuró a ayudarla.

Samuel la miró con el ceño fruncido.

Antes de que llegaran, la criada ya había puesto los platos sobre la mesa.

Alena caminó hacia la mesa mientras se apoyaba con Tessa. "Vamos a comer. Si él no quiere, puede irse y nunca más regresar".

Samuel apretó los labios en una fina línea y se sentó frente a ellas sin decir nada.

Alena llenó entusiasmadamente el plato de Tessa con comidas. Parecía que ella era su nieta biológica y Samuel, su nieto político.

Pronto las dos comenzaron a comer.

Samuel estaba siendo ignorado. Después de unos bocados, se volvió hacia Alena. "Abuela, ¿por qué quiso vernos repentinamente?".

"Bueno, ha pasado mucho tiempo desde que me visitaron la última vez". En cuanto sus ojos se posaron en su nieto, Alena volvió a recordar lo mal que había tratado a Tessa y se molestó de nuevo. "¿Qué clase de pregunta es esa? ¿No puedo pedirte que vengas aquí para acompañarme? Casi siempre estoy sola porque tu abuelo sale a menudo en viajes de negocios".

Samuel volvió a apretar los labios y siguió comiendo sin decir nada.

Pero era demasiado tarde. Alena ya estaba tan alterada que no podía calmarse. "De todos modos, ¿tengo que recordarte siempre que Tessa es tu esposa?", espetó golpeando la mesa. "¡Deberías cuidarla a ella, no a esa perra que siempre visitas en el hospital! ¿No sabes que tus acciones dejan en vergüenza a nuestra familia?".

"Abuela, Betty es mi salvadora", protestó Samuel con el ceño fruncido.

"¿Tu salvadora? Cualquiera persona con ojos puede darse cuenta de que todo fue parte de su plan".

Samuel se volvió hacia Tessa con una mirada fría.

Tessa sonrió indiferentemente, pues sabía lo que estaba pasando por su mente. Definitivamente la estaba culpando y pensaba que era ella quien le había contado todo eso a su abuela.

Antes se preocupaba de que él la malinterpretara.

Sin embargo, ahora ya no le importaba.

"¡Deja de mirarla así! ¡Tessa no me lo dijo! Siempre vas al hospital y rara vez vuelves a casa. ¿De verdad pensaste que no me enteraría?".

Samuel permaneció en silencio mientras apretaba los labios.

Alena lo reprendió durante toda la cena y ni siquiera intentó endulzar sus palabras.

Tessa se sintió extrañamente alegre, como si la abuela la estuviera ayudando a liberar su reprimido resentimiento.

Después de conversar un rato con Alena, Tessa y Samuel salieron de la casa.

Ahora ella estaba en un dilema.

Como la abuela aún no sabía que se habían separado, tuvieron que irse en el mismo auto.

Sin embargo, Tessa no quería interactuar con Samuel más de lo necesario. El camino hacia la casa de los Pearson ya había sido molesto.

Samuel se detuvo y no se movió por un rato. "¡Samuel, ábrele la puerta a tu esposa!", gritó Alena. "¡Dios mío, no eres un caballero en absoluto!".