Capítulo 3 Un regalo.

Tomo las flores que le eran ofrecidas por la tierna niña; quien constantemente se llamaba a si misma por su apodo.

-Muchas gracias mi pequeña señorita.

Beryllet siguió sonriendo. Humbert fijo su mirada en el otro ramo de flores e hizo una pequeña mueca.

'Deben ser para mi señor.'

Aunque ella nunca lo había visto en persona, el tenia en cuenta de que lo quería pues el nunca le ha hablado mal de su señor, ni tampoco ha sentido el rechazo de este porque el siempre está al pendiente de ella. Humbert suspiro con melancolía.

'¿Qué pasará cuando yo no este aquí? Quizá la tengo muy alejada de la realidad además a pesar de tener tanto poder nunca ha entrenado de forma apropiada.'

-Abuelo. Yllet quiere ver a su padre.

Al escucharla, Humbert dejo de lado todo el estrés por el futuro y puso una mano en su mentón mientras pensó en una escusa adecuada.

-Tu padre esta muy ocupado.

Al final dijo la típica escusa que siempre le decía.

Beryllet hizo una cara triste ante su respuesta pues no era la primera vez que preguntaba, pero como de costumbre, no se quejo. Esto hizo que Humbert se sintiera un poco culpable, ¿cuantas veces mas deberia mentir? Entonces, dijo palabras sin pensar en las consecuencias.

-Veré que puedo hacer.

Ella salto de emoción al oír sus palabras. Al verla tan contenta se alegro mucho, pero por otro lado Humbert estaba pensativo. Si, el era una persona fiel al Ducado, una persona que entrego toda su vida a sus amos y aun así no tenia el derecho para ir en contra de ellos.

'¿Cómo haré que vea a mi señor sin que el se moleste?'

Sin duda sería difícil de cumplir, pero al pensarlo nuevamente, el no tenia mucho que perder. No tenía familiares; su mundo giraba alrededor del Ducado así que, sin darle muchas vueltas al asunto, hizo una decisión arriesgada.

Tomo a Beryllet de la mano y juntos salieron del invernadero. En el camino ella no decía nada al parecer ya se había dado cuenta de lo que su abuelo trataba de hacer.

En el trayecto vio sirvientas y caballeros que nunca había visto antes por instinto agacho la cabeza ante las miradas raras de las personas. Inconscientemente apretó la mano de Humbert con fuerza. Este no se detuvo, pero la miro de reojo parecía ansiosa entonces se fijo que las miradas de la servidumbre estaban sobre ella.

Les lanzó una mirada de advertencia, algunos inmediatamente desviaron sus miradas otros; quienes eran más atrevidos, seguían observando y chismeando entre sí sin una pizca de vergüenza. Cuando miro de nuevo a Beryllet esta tenia la cabeza agachada.

Esta acción no lo tenía contento. La hija de su señor no debería ser humillada ni puesta bajo presión por ningún ser inferior a ella sin embargo todos en la mansión principal estaban al tanto de la realidad del asunto.

Una niña que fue abandonada por su madre y despreciada por su padre. Si, ese era el caso, pero aun asi el Duque la sustentaba y nunca le negaba nada relacionado con ella por ello el lugar en donde vivía era cómodo y nunca faltaba nada.

-Levanta la cabeza, Beryllet. Recuerda que eres la única hija del señor y la señorita de la casa.

Dijo firmenmente. Ella lo miro por el flequillo de su cabello y titubeo al hablar.

-Me da miedo.

Aun tras decir esas palabras, ella le hizo caso y levantó su cabeza.

-¿Abuelo, esta bien así?

Humbert sonrió y le acaricio el cabello.

-Claro. ¡Excelente como siempre! Debes tener confianza siempre. ¿Entiendes?

Ella asintio y sonrio.

Varios minutos habian pasado sin embargo no habian llegado al lugar de su destino.camino era demasiado largo. Cuando empezaron a caminar aún se podía apreciar el atardecer y ahora la noche estaba apunto de caer por ello, cuando por fin se pararon enfrente de una gran puerta lujosa, Beryllet trago saliva y jugo con sus dedos de forma nerviosa.

'Es la primera vez que veré a mi padre. ¿Que pasara si no le agrado? ¿No nos echara al abuelo y a mi? ¿No sere rechazada? Mi abuelo me ha dicho que me paresco mucho a el, igualmente los hermanos mayores de Yllet me han dicho lo mismo.'

Los pensamientos negativos inundaron su pequeña mente pero, trataba de mantener lo postivo. Inquieta, miro a Humbert; quien parecía tranquilo, este solo le sonrió y le acaricio el cabello.

-No te preocupes.

'Sin importar lo que pase yo te protegeré'

Pensó para si mismo mientras le sonrío con amabilidad.

No tenía la intención de decir aquella oración en voz alta, después de todo aunque no lo parecía Beryllet era una niña muy inteligente para su edad y seguramente pensaría que decia aquellas palabras con doble sentido aunque ese no fuera el caso.

Humbert suspiro y tocó la puerta.

-Mi señor.

Desde afuera se podía escuchar el movimiento de alguien escribiendo en un papel sin embargo no hubo respuesta. El mayordomo no se atrevió a tocar nuevamente la puerta.

Algunos minutos más tarde se escucho una voz ronca proveniente de la habitación.

-¿Que pasa Humbert?

-Su hija quiere verlo.

-Ya te había dicho que no había necesidad de eso. Llévala a su habitación.

-Mi señor, le ha traído un regalo.

Dentro del cuarto, el Duque frunció el ceño e hizo una expresión de disgusto.

-¿Un regalo? Que cosa más inútil de hacer además estoy muy ocupado. Regresen.

'¿Cómo sería una niña como ella mi sucesora?'

Humbert cambio el tono de su voz a uno más sutil y cambio su forma de dirigirse a él.

-Joven amo. Es un regalo de agradecimiento. Por favor acepte lo.

-..........

Hubo un largo silencio incómodo pero, después de un tiempo se escucho como el sonido de estar escribiendo se detuvo.

-Le prometo que será la última vez mi señor.

-..........

-Pasen.

            
            

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