[Una nota: Este capítulo lo subí desde el ocho pero, no tenia en cuenta que desde el capítulo seis ya no se verían reflejados en la aplicación hasta que la novela fuera contratada. Bueno lo modifiqué para que se pudiera ver y dejar esta nota. Me esforzaré mucho para traer nuevos capítulos. ;)]
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Un mes ha pasado desde aquel encuentro no muy agradable con su padre, para ser sincera ella lo consideraba un encuentro desastroso y desagradable.
¿Era necesario ser tan cruel con ella? ¿Acaso no compartían la misma sangre? ¿Se habrá desecho de las flores?
Las palabras de su padre aún resonaban en su mente. Si ella era una niña inútil que debía morir en silencio dentro de su habitación entonces el era un hombre de apariencia angelical de carácter horrible, sin escrúpulos e inconsciente de sus actos.
-¿De que me sirve ser tu hija si no me amas?- susurro casi sin ganas mientras sus dedos acariciaban el suave pasto.
'Esa cara no es digna de mi padre.'
De hecho para ser mas precisos, si ella pudiera le arrancaría su cara angelical y la colgaría en su habitación como un trofeo, después de todo no la necesitaba. Era mejor que tuviera una cara acorde a su carácter que tener una cara hermosa como la que tiene.
El viento soplo de forma violenta, su cabello revoloteo sobre el pasto verte al igual que los arboles en el alrededor al mismo tiempo los pájaros volaron sobre ella mientras emitían sus cánticos majestuosos.
Hoy, Beryllet se encontraba tirada en el pasto cerca del lugar donde tomaba sus clases, miraba el cielo de forma melancólica y suspiraba de vez en cuando de forma desanimada, para ser una niña de tan solo ocho años de edad, tenía varios conflictos deambulando por su pequeña cabeza.
¿Cual era la razón por la cual su padre la odiaba tanto? Esta preguntaba se encontraba rondando en su cabeza desde aquella noche y no la dejaba descansar en paz. Si tanto la odiaba, era mejor matarla de una vez que tenerla encerrada como una marioneta sin valor.
Beryllet mordió sus labios de forma brusca. No entendía porque el abuelo lo idolatrada tanto y juraba que su padre era una persona buena una y otra vez. ¿Que hay de bueno en aquella persona cruel? Absolutamente nada. Ella hizo una pequeña mueca con sus labios.
-No entiendo que ve el abuelo en ti.
Si tuviera la suerte de poder pedir deseos y que estos se puedan cumplir, sin duda alguna pediría tener una familia feliz. No necesitaba una madre, despues de todo no le hacia falta ni un poco pues estaba al tanto de su abandono hacia ella.
¿Quién en su sano juicio dejaría a una criatura indefensa con el mejor asesino del imperio? La respuesta era más que evidente.
Entonces llego a laa conclusión de que su familia feliz sería perfecta si su padre fuera uno que se la tomara en cuenta y claro, no podía faltar su abuelo; quien siempre se preocupa
Beryllet miraba como las nubes en el cielo pasaban rápidamente, cada vez que veía una figura esta se deformada en cuestión de segundos. Ya no tenia sentido seguir pensando en el desprecio de su padre hacia ella despues de todo no podía hacer nada sobre ello ni tampoco podía mejorar la situación por si sola.
Ahora tenía otro tema importante sobre el cual pensar pues al parecer sus días de alegría con su abuelo estaban terminando.
Aquella noche su abuelo sólo la llevó a su habitación, no pudo aclarar la situación con el y por si fuera poco se fue con una expresión sombría en el rostro, desde entonces, las veces en las que lo había visto eran escasas. Todo era su culpa. Si no le hubiera insistido para ver a su padre sin duda alguna las cosas serían diferentes.
Sus días seguirán siendo alegres y descuidados. Días en los que pasaba dormida o aveces tomando té con su abuelo y pasea en el jardín de la mansión. No tendría que preocuparse por aprender ni pasar por difíciles entrenamientos a su corta edad. Para ella su vida había escalo dos niveles de dificultad desde aquella noche.
Beryllet levantó sus brazos del césped y los llevo detrás de su cabeza en forma de almohada. Movía su cuerpo de lado a lado mientras pensaba en cómo podía empeorar su futuro de ahora en adelante.
Si demostraba ser una digna heredera, ¿Habría vía libre para ella? O simplemente la consideraría una amenaza y realmente la mandaría a matar pero, en dado caso de que eso no sucediera quizá tendría una mínima oportunidad de ser reconocida oficialmente como su sucesora.
Beryllet sonrió de forma maliciosa al pensar en todas las posibles que podrían suceder. Entonces un pensamiento paso repentinamente por su mente.
'Si tengo mucho poder... ¡Puedo hacer lo que yo quiera!'
De un salto se levantó del suelo y giro repetidas veces como si su vida dependiera de ello. Si, ese sería un buen camino por el cual caminar.
No había necesidad de revelar todos sus poderes de una sola vez. Sólo necesitaba demostrar lo suficiente como para ser reconocida entonces observaria si su padre cambiaría de actitud con ella pero, si no lo hacía tendría que desastre de él. Una sonrisa adorno si fino rostro. Cuando dejo de girará se sintió un poco mareada.
-Ugh
Empezó a vomitar todo el agua que había bebido hoy; lo único que había sido puesto en su estómago en todo el día. El solo estaba apunto de ocultarse entonces después de limpiarse la boca con su antebrazo se dirigió hacia su habitación.
En el camino no había ni una sola alma pues en el lugar donde ella vivía, despues de aquella noche, toda la servidumbre desapareció. Igualmente ya no había mucho que comer en la cocina. Agua, agua y más agua. Si no fuera por su abuelo; quien aveces venía a escondidas de ella a dejar víveres seguramente estaría muerta.
Ah, se estaba olvidando de su entrenador; quien varias veces le regalaba algo de comer pues al parecer sentía un poco de pena por ella.
Bueno, sin tanto personal alrededor, al menos ya no tenia que fingir ser de carácter amable ni actuar tierna e inocente. Todo eso lo hacía solo para que los demás no se dieran cuenta de su verdadera naturaleza. Ya no tenia que ocultar nada a excepción de su talento nato.
Una vez llego a su habitación se aseguró muy bien de que todo estuviera cerrado. Se dio un baño rápido y se dejó caer sobre su suave cama. De todo los momentos que pasaban en el día, esta era la mejor parte, hundirse en su suave cama y dormir profundamente hasta el siguiente día.