Wezen llegó a su apartamento, siendo recibido por una hermosa mujer de cabellera azabache larga y lisa. Ella lo abrazó y le dio un beso en los labios.
-¿Cómo te fue? -Le preguntó, acariciando su cabello mientras lo miraba a los ojos con una sonrisa.
-Bien, tuve un paciente en específico que llamó mi atención y lo ayudé a superar su trauma -Wezen la tomó por la cintura mientras acariciaba su rostro-. ¿Matthew ya se durmió?
-Te estuvo esperando pero no aguantó, si quieres pasas por su habitación y lo ves un rato, estaba dibujando unas cosas, dijo que quería mostrártelas.
-Está bien -Pero la sola mención de los dibujos lo puso un poco nervioso. Trató de no pensar en eso-. ¿Y tú cómo has estado, cariño?
-Todo en mi día ha sido igual de normal, llevar a Matthew a la guardería, ir al trabajo, luego buscarlo, hacer la comida, nada fuera de lo común.
-Lo dices como si lidiar con enfermos mentales fuese normal -Ambos se echaron a reír y volvieron a besarse, pero esta vez con mucha más pasión.
-Tú y yo también estamos locos, recuérdalo -Su esposa dejó de besarlo por unos segundos para decirle eso y luego continuaron en lo suyo.
Tenían ganas de seguir pero Wezen se detuvo y se alejó de ella, con una expresión de incomodidad en el rostro.
-Dame un minuto -Su extraña actitud hizo a su esposa fruncir el ceño.
-¿Otra vez te están molestando? -Le preguntó, ya sabiendo la razón de su incomodidad. Wezen asintió, llevándose una mano a la cabeza mientras la movía de lado a lado.
No le dijo nada, decidió caminar un rato y ver a su pequeño hijo dormir.
Observó los dibujos sobresaliendo de su cuaderno, así que lo abrió y vio con sorpresa y un poco de decepción un dibujo de ellos tres como familia, pero siluetas negras a su alrededor.
-Qué lindo niño, se acordó de nosotros y nos dibujó -Aquella voz en su cabeza lo hizo molestar, aquellos seres jamás lo dejarían en paz.
-Ya les he dicho que no se metan en los asuntos de mi familia -Susurró Wezen para sí mismo, escuchando en ese mismo instante varias risas en su cabeza.
-Pero si fuiste tú quien nos metió en esto, Wezen, siempre hemos estado contigo, sin nosotros no serías nadie, jamás habrías llegado hasta aquí, nos lo debes todo -Más voces resonaban en su cabeza, acompañadas de risas y burlas. Aquello lo atormentaba-. ¿No piensas decir nada?, ¿Aceptas que somos indispensables para ti?
-Acepto que son un dolor de cabeza -Habló, dejando los dibujos sobre la mesa y llevándose ambas manos a las sienes.
-¿Por qué no aprovechaste el cadáver para obtener un nuevo poder?, pudiste hacer un ritual, ¿Por qué no lo hiciste? -Le preguntaban las voces, las cuales no paraban de repetirse en su cabeza.
-No iba a hacerlo delante de Jacob, y creo que les dejé bien en claro que no haré más rituales, ya me cansé de eso -Y otra vez las risas se hicieron presentes. Wezen quería salir y pegarse un tiro en la cabeza.
-Puedes liberarte de nosotros con un nuevo ritual, ¿No es lo que quieres? -Intentaron tentarlo con eso pero Wezen ya conocía esas artimañas engañosas.
-¿Y cuánta sangre inocente tengo que derramar para conseguir eso? -Les habló con sarcasmo-. ¡No lo voy a hacer! -Exclamó en voz baja para no despertar a su hijo y luego salió de la habitación.
Las voces en su cabeza se callaron de momento, pero Wezen seguía molesto por su causa.
Se odiaba a sí mismo por meterse en eso pero odiaba más el hecho de que su vida no hubiese tenido otro camino, desde que tenía memoria las voces lo acompañaban y le incitaban a hacer las peores aberraciones.
Había momentos incluso donde éstas tomaban el control de su cuerpo, eso era a lo que más le temía.
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Jacob llegó a su casa e inmediatamente se cambió de ropa, las que llevaban sangre las metió a lavar rápidamente y luego agarró su laptop, la encendió y decidió investigar qué eran esos sellos extraños que llevaba Wezen en la mano.
-Hijo -Escuchó la voz de su madre y se asustó-. ¿Dónde estabas?, sé que te escapaste.
-Fui a dar un paseo, me lo recomendó el psiquiatra -Le mintió con eso, sabiendo que su madre era muy ingenua y que siempre le creía a cualquiera que le mintiera.
-¿Estás mejor? -Le preguntó, entrando a su habitación y asustándolo un poco-. Nunca supe qué te recetó tu psiquiatra o si te mandó a hacer un chequeo.
-Él me dijo que no estaba loco, que sólo era un trauma que debía aprender a superar, y me dio las pautas para ello, salir a caminar es una de ellas -Volvió a mentirle y trató de no reírse al ver que su madre se lo creyó.
-Está bien, hijo, me preocupaba que fuera algo peor, pero agradezco que sea algo fácil de curar -Luego lo vio en la laptop-. ¿Tienes tarea que hacer?
-Voy a investigar algo rápido y me voy a dormir -Su madre asintió y se despidió de su hijo para también irse a dormir.
Jacob aprovechó que se fue para seguir investigando.
-A ver, ¿Cómo lo busco? -No sabía cómo buscar algo así en google pero podía probar tanteando-. Sello mágico en la mano -Fue lo que se le ocurrió.
Le salió algo extraño que no tenía nada que ver con lo que buscaba, así que hizo otra búsqueda.
-Sellos mágicos -Buscó y le salieron más cosas raras, hasta que una página llamó su atención-. ¿Sigilo?, ¿Qué es eso? -Accedió a la página y encontró lo que buscaba.
Había poca información allí pero ahora con la idea decidió buscar más hasta que se encontró con información más profunda.
Los sigilos eran marcas que un espíritu o demonio dejaba en las personas al hacer un pacto o ritual de magia negra, estos representaban un poder distinto, pero eso dependía del ente que te lo otorgara, era como invocar con ellos a un demonio para que te otorgara un poder.
Eran muy empleados en la época medieval con fines de magia negra, la santa inquisición solía buscar estas marcas en las posibles brujas para quemarlas en la hoguera.
Lo que se le hacía perturbador era el hecho de que Wezen tuviera más de uno en su palma izquierda. Aquel psiquiatra había practicado magia negra para obtenerlos.
Ahora entendía mejor su respuesta cuando le preguntó por los símbolos.
Aquello le daba miedo, él nunca fue escéptico pero tampoco era tan creyente, y cosas como demonios y brujería le eran completamente desconocidos para él.
Pero algo en su interior le indicaba que podía ser peligroso.
Tenía ganas de preguntarle pero a la vez lo mataba el miedo.
Luego se encontró con una página que hablaba de brujas de la época medieval, decidió leer un poco para ver si alguna cosa coincidía con Wezen.
Había cosas raras y otras más le parecían fantasiosas, pero luego se topó con una información que en serio le heló la sangre.
Hubo a mediados del siglo XVII un hechicero poderoso que desafió a la santa inquisición y que fue quemado en la hoguera alrededor de unas 7 veces, sin lograr dañarlo siquiera.
Siempre aparecía con nombres distintos, nombres comunes de la época pero uno de ellos sin duda lo dejó frío.
Aquel brujo se había llamado Wezen también.
No sabía si era mera coincidencia pero ese nombre no era nada común, así que decidió investigar en una nueva pestaña y descubrió que se trataba del nombre de una estrella.
Había gente que les ponía nombres de estrella a sus hijos, pero en la época, donde la astrología seguía descubriéndose, se le hacía raro que ese nombre existiera.
El sueño finalmente le ganó y decidió descansar, luego le escribiría al psiquiatra para encontrarse de nuevo y hablar un poco.
Ahora necesitaba mantener su mentira de las terapias para ocultar su crimen.
No quería que su madre se enterara de que asesinó a su hermano.
Al día siguiente, las noticias del incendio en el apartamento de su tío no se hicieron esperar, su madre estaba llorando y fue corriendo a identificar el cadáver carbonizado.
No tenía ninguna cortada que indicara que murió apuñalado, Wezen le había cerrado las heridas con magia para evitar esos escándalos.
Las autoridades concluyeron que se trataba de un accidente y cerraron el caso con eso, luego les tocó ir a su entierro.
Jacob no quería estar en su funeral pero debía disimular que todo estaba bien o la gente sospecharía.
Le escribió a Wezen y él asistió para acompañarlo, sabía que Jacob estaría muy incómodo y necesitaría apoyo para ocultar eso.
Luego de terminado el funeral, todos se retiraron, le dieron el pésame a la madre de Jacob y decidieron irse a hacer otra cosa.
Wezen lo invitó a tomar un café, Jacob lucía bastante tranquilo.
-No vi a tu padre, ¿Estaba trabajando?
-No tengo padre, mi madre quedó embarazada de un exnovio y éste se desentendió de ella, nunca lo conocí -Jacob hablaba con cierta amargura y Wezen alzó las cejas.
-Yo tampoco conocí a mi padre, creo que es una extraña coincidencia -Jacob se sorprendió y Wezen le sonrió como si nada-. Pero no me importa, al fin y al cabo, mi pasado es un desastre.
-Y hablando de desastre, ¿Te puedo preguntar algo? -No sabía si Wezen se abriría a contarle sobre sus dudas pero podría intentarlo. Éste asintió-. ¿Esos sellos que llevas se llaman sigilos?
-Se nota que alguien estuvo investigando toda la noche -Y eso sin duda lo asustó, no sabía cómo se iba a tomar eso-. Pero sí, son sigilos, cada uno con un poder distinto.
-¿Y hay demonios de por medio?, porque varias páginas decían que se podían hacer en papel...
-Nunca se te ocurra hacer un sigilo, Jacob -Le interrumpió con firmeza-. Es la peor maldición que puedes adquirir.
-¿Y por qué tú sí lo hiciste? -Le preguntó, intentando sacarle información sobre eso. Notó que Wezen se llevó una mano a la nuca, ladeando con la cabeza.
Aquel gesto era algo que solía hacer con frecuencia, no sabía qué significaba pero dudaba que fuese un pequeño dolor de cuello.
-No sabía lo que hacía, fue por ignorancia, luego me di cuenta de mi grave error pero ya era demasiado tarde, ¿Toda una vida haciendo eso para que al final me arrepienta?, eso no sirve para nada, por eso te digo, no te metas en esas cosas porque una vez que entras no puedes salir de allí.
-Nunca había escuchado sobre eso, es un tema nuevo para mí, por eso siento curiosidad, disculpa si te molesté con eso -Jacob se disculpó, tenía cierto miedo de Wezen, el sujeto le daba mala espina y aunque a veces parecía una buena persona, él sabía que no lo era, y para colmo tenía un pasado que parecía oscuro.
-¿Me tienes miedo? -Le preguntó, sorprendiendo más a Jacob, él sabía que estaba hablando con un profesional de la mente y que de seguro la psicología también era su área pese a ser un psiquiatra, no era un experto del tema pero dudaba que ambas cosas fuesen lo mismo-. Ya me lo esperaba, todos me tienen miedo, hasta mi hijo también me teme, pero los entiendo, si fuera ustedes también me tendría miedo.
-¿Tienes un hijo? -Le preguntó, Wezen asintió-. ¿Pero por qué él te tendría miedo?, eres su padre, él debería saber que siempre lo protegerás.
-Los niños pequeños son más perceptibles a las cosas que nadie ve, y yo nunca estoy solo, eso él lo sabe.
-¿Hablas de espíritus o fantasmas?
-Demonios -Y eso sin duda lo asustó.
Ahora entendía por qué era que Wezen le daba tan mala espina, no era él exactamente, eran sus acompañantes, los que seguramente le otorgaron los sigilos.
-¿Y cómo es?, ¿Cómo se siente tener que lidiar con ellos?, ¿Es como en las películas de terror?
-Es como vivir en un manicomio pero con magia de por medio, es molesto, desagradable y fastidioso, a veces ni siquiera me dejan dormir, y si llego a perder el control de mi cuerpo por un mísero segundo podría hacer algo de lo que luego me arrepentiría, ya me ha pasado y es bien desagradable, pero ahora es distinto, tengo una familia que cuidar, no puedo darme el lujo de perder la consciencia o podría lastimarlos, eso me preocupa muchas veces.
-Eso podría volverte loco, ¿Estás seguro de que en realidad no es esquizofrenia? -Pero al verlo reírse de repente lo asustó más.
-La esquizofrenia es un término que se inventó la gente científica y atea para dar explicación a las posesiones demoníacas, sin darles solución y confinándolos a un maldito asilo mental donde sólo los torturan hasta la muerte.
Eso sin duda lo dejó helado, nunca pensó que el psiquiatra le diría algo así pero aunque pareciera súper retorcido, podía tener sentido.
-¿Cómo sabes eso? -Le preguntó, necesitaba que Wezen le diera una explicación.
-Hace mucho tiempo fui a una charla que daba un psiquiatra bien conocido, fue por mera curiosidad, y los síntomas y comportamientos de la esquizofrenia eran los mismos que tenía yo, pero yo no estoy loco, son mis demonios los que me atormentan, se trata de una posesión porque ellos se encuentran en mi cuerpo y me dicen qué cosas hacer, se apoderan de mi cuerpo si pierdo la conciencia y me hacen hacer cosas horribles, pero una enfermedad estúpida no te haría hacer un ritual para obtener sigilos, eso es ilógico en todos los sentidos, así que decidí estudiar sobre el tema y me di cuenta de que las enfermedades mentales no son más que posesiones demoníacas que de acuerdo al demonio te hacen hacer algo malo, buscan de destruirte y de llevarte al infierno, y tú no tienes eso porque si no, ellos me lo hubieran dicho.
-Eso... eso es una locura -Jacob intentaba procesar toda esa información, era demasiado pero tenía sentido, las personas con enfermedades mentales terminaban siempre en un asilo mental porque eran consideradas peligrosas, se ponían violentas, buscaban de matar o de matarse y en varias películas de terror que vio, asimilaban las posesiones con la demencia, encerrando a esas personas en un manicomio.
Podía ser verdad que la ciencia quería hacer creer a las personas que lo espiritual no tenía nada que ver, siempre lo habían hecho, los científicos eran ateos por ley, y si en ellos no había cabida para las cosas sobrenaturales con la simple excusa de no estar avaladas por la ciencia, tomarían las enfermedades mentales como algo terrible que tenían las personas y que lamentablemente no tenía más cura que pasar el resto de sus días encerrados por su supuesto bien.
Y si era una posesión demoníaca, aquello debía curarse con un buen exorcismo.
-¿Has probado curarte con un exorcismo? -Le preguntó, a lo que Wezen asintió.
-No funcionó, el sacerdote no tenía tanta fortaleza y fe como para lograrlo, para ello se necesita una fe inquebrantable y una cercanía con Dios que nadie tiene, por eso muchos exorcismos no resultan exitosos, el mío llevó a la muerte a aquel sacerdote, es que tengo demasiado poder y si ellos se apoderan de mí, me vuelvo imparable.
-Eso es terrible, pero supongo que es por la falta de fe, como dices. Una vez escuché a un sacerdote decir que el infierno y los demonios no existen, que sólo existían Dios y todos los del cielo, pero que el infierno era algo simbólico para meterle miedo a la gente y que se porten bien.
-¿Pero qué mierda? -Wezen se echó a reír y Jacob no supo la razón-. Ese sacerdote es tremendo ignorante, ¿Cómo puede decir eso?, a mí no me engañaría para nada, conozco tanto de las cosas ocultas que nadie podría convencerme de lo contrario. Extraño los viejos tiempos cuando la santa inquisición estaba clara del peligro del infierno y de los demonios.
-¿Santa Inquisición? -Le preguntó, recordando el texto que había leído sobre las brujas del siglo XVII. Wezen se mostró levemente sorprendido y luego negó con la cabeza.
-Olvida lo que dije, estoy loco -Jacob se dio cuenta de que Wezen le estaba mintiendo, había algo que no quería decirle pero eso se le hacía sospechoso.
-Pero hace un momento mencionaste lo contrario -Intentó retarlo con eso pero sólo lo hizo molestar.
-No quiero hablar de eso en este momento, ya se está haciendo tarde, tengo que buscar a Matthew.
-¿Te acompaño? -Le preguntó, curioso, Wezen asintió.
-Pero te voy a pedir una cosa, no le digas a nadie nada de lo que te conté, y si lo haces, puede que me haga otro sigilo con un cadáver que estoy viendo -Jacob tragó saliva al escuchar su amenaza y ambos salieron del café, ya habían pagado hace tiempo, así que sólo les quedaba irse.
-¿Se hacen con sacrificios humanos? -Le preguntó, aún asustado.
-Dependiendo del sigilo, los más poderosos requieren de uno o más cadáveres, los más simples pueden hacerse sin la necesidad de seres humanos, también se pueden hacer con animales.
-Y yo me supongo que las personas a las que has matado han sido para obtener los sigilos, ¿No? -Wezen asintió.
No se dijeron más nada durante el camino y al rato llegaron a una guardería, la señora al verlo le entregó a su hijo Matthew.
-¿Cómo te fue, Matthew? -Preguntó Wezen a su hijo, cargándolo y revisando que todo estuviera bien con él.
-Bien, la maestra nos enseñó los números y también nos puso a dibujar, hice unos dibujos bonitos, ¿Quieres verlos? -El niño hablaba con tranquilidad, no se mostraba emocionado o sonriente, miraba a su padre con neutralidad y eso era extraño-. ¿Quién es él? -Señaló a Jacob.
-Es un amigo, su nombre es Jacob -Matthew asintió mientras miraba a Jacob y luego miró a Wezen-. En la casa me muestras los dibujos.
-Pero ellos quieren verlos ahorita -Y eso lo dijo señalando a la nada, detrás de Wezen-. Y me da miedo negarme.
Wezen miró hacia atrás instintivamente y no vio a nadie, Jacob estaba frío con lo que había dicho el niño y notaba que éste parecía asustado.
-Ellos no te van a hacer daño, Matthew, yo no lo permitiré -Wezen acarició su cabello y le dio un beso en la frente para reconfortarlo, no le gustaba que sus demonios asustaran a su hijo-. ¡No lo molesten! -Les habló mentalmente con firmeza.
-Tu pequeño hijo es una lindura, tan inocente y puro, ¿Recuerdas que los otros niños también eran así? -Y otra vez las voces resonaban en su cabeza, riéndose y burlándose mientras le recordaban aquello que tanto le quemaba.
Sintió ganas de llorar en ese momento pero decidió que lo mejor era llevarse a su hijo al apartamento primero, su esposa debía encontrarse allí y seguramente los esperaba para almorzar.
Tampoco le demostraría nada a Jacob, él no debía saberlo.