El día siguiente fue muy ajetreado, le tocó ir al manicomio a entrevistar al nuevo paciente y las personas del lugar no paraban de advertirles de aquel peligro.
-Doctor White, le digo por última vez, ese sujeto puede hacerle un gran daño -Una psiquiatra color café, colega y amiga suya le advertía de aquel peligro inminente-. Tiene una fuerza impresionante.
-Natt, tranquila, esto no es nada -Le habló sin formalidades y la mujer lo miró con seriedad.
-Siempre dices lo mismo -Entrecerró la mirada-. A veces siento que no ves el peligro, Wezen.
-¿Ahora ya no soy el doctor White? -Le sonrió con sorna y la mujer llamada Natt lo miró feo.
-A veces no sé cómo conseguiste esos logros con lo descuidado y confiado que eres.
-Mis locuras no determinan mi éxito profesional -Wezen le sonrió y finalmente llegó a la puerta de la habitación-. ¿Y ahora con qué historia me toparé esta vez?
-Pareces más paciente que psiquiatra -Opinó Natt, cruzándose de brazos e inclinando la cabeza hacia su izquierda.
Wezen sólo se echó a reír y entró en el lugar, observando con sorpresa al paciente encadenado.
-Ok, esto ya es extremo -Se acercó con cuidado y el paciente lo vio, con una mirada que destilaba odio puro-. Hola, gusto en conocerte, mi nombre es...
-Ya sé quién eres -Le interrumpió el sujeto, hablándole en un tono oscuro mientras mantenía esa mirada encolerizada y asesina-. Y no necesito tu ayuda, hechicero.
El silencio se apoderó del lugar, Wezen tragaba saliva mientras rogaba que su compañera no se creyera esos cuentos.
-Oye, sé que es difícil que te consideren un paciente mental, a nadie le gusta estar en esta situación, pero puedo ayudarte, sólo necesito saber una cosa...
-¿Cómo lo obtuve? -Wezen asintió-. Eso es simple, me invitaron a un culto satánico y allí lo conocí, me ofreció gran poder, aquello que necesitaba para deshacerme de esas personas que tanto me lastimaban, terminé aquí al intentar matarlos.
-¿Es sólo uno? -Le preguntó a sus demonios, los cuales llevaban parloteando un buen rato.
-Es un conocido nuestro, era uno de los tantos poderes que te habíamos ofrecido pero como eres un nefilim, no lo necesitas, tu sola naturaleza te hace muy fuerte -Wezen asintió y miró al paciente.
-Ay, pero tú estás peor, llevas como veinte -Habló, echándose a reír-. ¿Por qué no te han encerrado a ti también con todas las atrocidades que has hecho?
-Cierra la boca -Susurró, sintiendo ganas de golpear al sujeto por andar revelando aquella información.
-¿O qué?, ¿Vas a hacer otro sigilo con mi cadáver? -Pero aquel sujeto se sentía inmune con aquel espíritu monstruoso en su interior, tentando al psiquiatra y provocando su ira.
-Wezen, está loco, no le hagas caso, dice cosas raras todo el tiempo -Natt intentó ser la voz de la razón pero Wezen sabía que esa no era locura.
-Natt, un loco jamás diría algo así, busca la palabra sigilo en internet -Natt frunció el ceño pero igual hizo lo que Wezen le dijo, encontrando primero unas definiciones de diccionario pero luego topándose con algo oscuro.
-¿Es hechicería? -Wezen asintió-. Esas cosas no existen, Wezen, son ridiculeces que inventa la gente.
-Qué lástima me dan los incrédulos mortales -Wezen se burló de su compañera y Natt se molestó, notó que el paciente también empezó a reírse-. Si tú hubieses visto todo lo que yo, te aseguro que jamás habrías dicho esas palabras.
-¿Y ahora qué mosca te picó? -Natt no entendía nada pero a veces Wezen le parecía un loco.
-¡Que te vas a ir al infierno, perra! -Exclamó el paciente, lleno de ira e intentando atacarla.
Sus cadenas iban a romperse.
Wezen actuó instintivamente y le lanzó varias cadenas con uno de sus sigilos para mantenerlo en su lugar.
-¡SUÉLTAME, HECHICERO!, ¡¡¡SUÉLTAME!!! -El hombre gritaba enardecido y Wezen observaba con terror que sin querer había dejado escapar su poder para mantenerlo a raya y proteger a Natt.
-¡Qu... qué...! -Natt temblaba de miedo, intentando procesar todo aquello que había visto.
La puerta se cerró con llave a sus espaldas.
Ella soltó un pequeño grito, intentando abrir la puerta pero no podía, y cuando ya se disponía a pedir ayuda, Wezen le cubrió la boca y la agarró con fuerza.
-No digas nada -Fue lo que le dijo-. Si lo haces pensarán que estás loca y te encerrarán por decir semejante ridiculez -La mujer sentía el calor emanar de su mano, la cual era la misma que llevaba los sigilos y el guante para ocultarlos-. Natt, tú me caes bien, no me gustaría que las cosas terminaran así.
Podía escuchar sus sollozos, Natt estaba llorando y temblaba de miedo, jamás pensó que aquello que siempre mencionaban los pacientes sobre su compañero resultasen verdad.
-¿Por qué no la matas y la usas para un ritual? -Le preguntó el paciente-. Quiero ver sangre.
-¡No lo voy a hacer! -Exclamó Wezen-. ¡Y tú te callas que me tienes harto! -Sintió cómo Natt intentaba forcejear y se dio cuenta de que así no podría mantenerla controlada.
Empezó a cantar una misteriosa canción en su oído, estaba en otra lengua y aquello la asustaba. Luego sintió sueño.
Wezen la durmió con un encantamiento y la dejó sentada en el suelo apoyada de la pared, luego miró al paciente.
-Mira lo que provocaste -Le señaló a Natt-. La próxima vez que intentes algo te rebanaré en trozos y te venderé a la carnicería.
-Jamás podrás tocarme, hechicero, soy imparable -Le habló con arrogancia.
-Y eres un ingenuo, ¿Qué acaso tu amigo no te ha dicho en realidad qué tan peligroso soy? -Wezen se sacó el guante y le mostró los sigilos, haciendo aparecer fuego de su mano-. Podría derretirte con sólo tocarte, también con sólo mirarte.
El paciente se quedó callado mientras observaba con sorpresa que aquel hechicero era más poderoso de lo que pensaba, pero más se asustó al ver que el fuego de su mano lo hizo ver gris y sus ojos cambiaron a color amarillo.
-Eres un demonio -Habló, incrédulo y empezando a temblar por ello.
-Soy un nefilim, es casi lo mismo pero no, nací con la fuerza sobrehumana que tienes y si quiero puedo hacerme mucho más fuerte, tú no eres nada comparado a mí, así que no intentes jugar sucio o seré yo quien te enseñe a jugar.
Wezen estaba tranquilo porque él siempre desactivada las cámaras cada vez que interrogaba poseídos, estaba recopilando suficiente información para desenmascarar a los psiquiatras que decían que lo espiritual no existía.
Pero ahora tendría que ver cómo lograba convencer a Natt de que no dijera nada.
Encantó su cuerpo con otro sigilo y la hizo parecer que estaba despierta, era como una marioneta pero necesitaba sacarla sin que pareciera sospechoso.
-Luego nos veremos, Carlo -Wezen se despidió del paciente y salió del lugar con Natt embrujada.
Luego pasó por recepción y se encontró con su esposa, ella le sonrió y lo saludó con un abrazo.
-¿Cómo te fue? -Le preguntó-. ¿Descubriste algo nuevo?
-Sí, está poseído -Le susurró-. Y me trajo problemas con Natt, ahora tengo que ver cómo hago para convencerla de que no diga nada.
-¿Está encantada? -Le preguntó, señalando a Natt, la cual pese a parecer estar normal tenía la mirada perdida.
-Sí, la llevaré al apartamento, allí intentaré dialogar con ella -Clara asintió y se despidió de él con un beso.
-Suerte -Ambos se separaron y Wezen se llevó a Natt a su apartamento.
Revisó la hora y aún era temprano, le quedaba como hora y media para salir a buscar a Matthew.
Aprovecharía ese tiempo para intentar persuadir a Natt.
Llegaron al lugar y la hizo sentarse, la ató con unas cuerdas que hizo aparecer y escuchó a sus demonios reírse por lo feo que se veía eso.
Le quitó el encantamiento y ella cayó dormida como estaba antes, luego aplaudió unas dos veces mientras recitaba alguna frase en otra lengua.
Natt se despertó.
-¿Qué me pasó?, ¿Dónde estoy? -Seguía alterada y luego vio a Wezen-. ¡No me hagas daño, por favor!, ¡No quiero morir!, ¡¡¡No quiero morir!!!
-Cálmate -Le indicó-. No te voy a hacer daño, sólo quiero que te controles y me escuches, por favor.
-Haces magia, eres un hechicero como todos lo decían, ¡Ellos sabían algo! ¿Cómo es que pueden hablar el mismo idioma?
-Porque ellos no están locos como todos creen, se trata de una posesión demoníaca -Pudo notar el terror en sus ojos y Wezen suspiró, llevándose una mano a la nuca y ladeando con la cabeza-. Sé que piensas que es una locura pero esa es la razón por la que me volví psiquiatra, quería averiguar si aquello eran enfermedades mentales como todos lo decían o si había algo más de por medio, y mi teoría resultó acertada.
-¿Y cómo puedes saber eso? -Le preguntó, seguía nerviosa y tenía ganas de llorar.
-Porque yo he lidiado con las cosas ocultas, soy un maestro de la magia negra, conozco todo sobre eso y he convivido con demonios durante toda mi vida, por eso no soy escéptico ante esas cosas, sé que todo eso existe porque tengo la experiencia.
-¿Le has hecho daño a las personas con eso? -Le preguntó. Wezen dudó en contestarle.
-Quiero resaltar que me dediqué a la hechicería en el pasado, ya dejé esa vida y aunque sigo empleando algunas cosas, son bastante simples comparado a lo que hice en el pasado, y sí, lastimé a muchas personas, hice cosas horribles de las que ahora me arrepiento, mi remordimiento es grande y por eso intento enmendar algunas cosas a pesar de que mi alma esté condenada. Y si puedo ayudar a los pacientes mentales para que reciban el correcto tratamiento, que es un exorcismo, y que ello sea avalado y aceptado para que no sigan sufriendo en asilos mentales, lo haré.
Natt quedó atónita con lo que había escuchado, aquel compañero de trabajo que conoció en la universidad como alguien callado y distante, que sólo se relacionaba con Clara al ella ser quien socializaba con él, tenía un pasado oscuro con quién sabe qué cosas horribles de por medio.
Y no se trataba de cualquier cosa, era magia negra, y de eso no había escuchado más que cosas aberrantes.
-¿Qué clase de cosas horribles llegaste a hacer? -Le preguntó, tenía que saber si podía confiar en él o si de lo contrario, era un completo monstruo.
-No me gusta hablar de esas cosas, es muy horrible y prefiero no recordarlo -Habló, agarrando una silla y sentándose frente a ella.
-El paciente mencionó algo de un sacrificio humano, ¿Hacías eso? -Lo notó tenso, apretando las manos, y de un momento a otro asintió con miedo.
-Es la forma en la que obtuve mis poderes -Se sacó el guante y le mostró los sigilos, unos parecían estar cicatrizados y otros se veían sólo como marcas-. Pero no sólo se gana un sigilo, también un demonio que nunca se va.
-Eso debe ser horrible, ¿Pero por qué lo hiciste?, ¿Por qué te inclinaste por la magia negra?
-Porque eso fue lo que conocí desde la infancia, mi madre practicaba brujería, para mí era algo normal y cuando los inquisidores la quemaron decidí cobrar venganza. Aprendí magia negra para obtener todo el poder que pudieran otorgarme y así enfrentar a la santa inquisición...
-Espera, la santa inquisición no es de ahora, ellos se disolvieron creo que antes de entrar a 1900, no sé porque no conozco mucho de historia, pero algo en lo que me dices está mal.
-Claro que no, te estoy diciendo que cuando era un niño, la santa inquisición existía, eso fue a mediados del siglo XVII, en aquel entonces la magia negra era tan popular como prohibida -Natt lo miró con el ceño fruncido y Wezen le sonrió-. No he envejecido desde esa época.
Eso sin duda la dejó helada, eso no podía ser posible pero había algo raro que sentía que faltaba, otra pieza del rompecabezas.
-Eso no es posible -Intentó ver si lograba sacarle información con eso.
-Para ningún humano no, para un nefilim las cosas cambian -Esa otra palabra la desconcertó más.
-¿Qué es eso? -Le preguntó, nunca en su vida había escuchado esa palabra.
-El hijo de un demonio con una mujer humana -Natt se mostró bastante sorprendida y Wezen hizo aparecer fuego en la palma de su mano-. Si quieres saber si alguien es nefilim, primero ve sus ojos, tienen los ojos verdes esmeralda y estos brillan en la oscuridad, segundo, su sangre es marrón, no roja, tercero, son pálidos y su piel es densa, suelen ser bastante altos y si tocan el fuego se vuelven color gris -Natt observó que evidentemente su piel se tornaba gris al tocar el fuego, pero eso no fue lo único, también sus ojos cambiaron de color.
Su cabello se tornaba negro cuando todo su cuerpo cambiaba, pero hablando de su cabello, no entendía por qué lo tenía blanco, aunque pensó que tal vez era tinte.
Wezen dejó de hacer aparecer fuego y volvió a la normalidad, Natt no sabía qué pensar sobre ello.
-No le digas nada a nadie de todo lo que te he contado, si lo haces me veré obligado a desaparecerte, y créeme, no me gustaría -Natt se puso nerviosa y Wezen suspiró-. Hablo en serio, no quiero lastimarte pero si me obligas no tendré de otra que hacerlo.
-Está bien, no diré nada, pero por favor, no quiero que le hagas daño a nadie con eso.
-Eso no puedo prometerlo porque soy impredecible, a veces no puedo controlar mi poder, sólo puedo prometerte que intentaré no hacerlo, ¿Te parece?
-Está bien -Wezen hizo brillar su mano y desató a Natt de la silla, luego la cuerda desapareció y su mano se apagó.
Natt se retiró mientras pensaba en la posibilidad de que aquello fuese una terrible pesadilla.
Y Wezen ahora sabía que debía ser más precavido si hablaba con pacientes.
Luego lo llamaron para que atendiera una emergencia.
No sabía qué podía ser pero sólo esperaba que no fuera otro poseído, tenía que ir rápido para luego buscar a Matthew.
Llegó a su consultorio y se encontró con una anciana que venía a traer a su nieta, la pequeña niña podía tener unos 10 o 12 años, era rubia y estaba tranquila, no sabía qué tenía.
-Buenos días, he venido a traer a mi nieta porque no habla, tuvo un accidente donde perdió a sus padres y ella fue la única que sobrevivió, pero desde que salió de recuperación no dice una sola palabra y no sé a qué pueda deberse -La anciana lucía preocupada y Wezen asintió, conociendo esa clase de casos y sabiendo que no tenía nada que ver con lo espiritual.
-Déjeme un momento con la niña, quiero ver si puedo lograr comunicarme -La anciana se la confió y salió del consultorio, dejándolos solos-. ¿Puedes entenderme? -La niña lo miró con ojos vacíos, parecía estar traumatizada por el accidente-. Asiente con la cabeza para decir sí y niega para decir no.
La niña asintió y Wezen se le acercó con cuidado, observando sus ojitos apagados y melancólicos.
-¿Te llamas Lily? -La niña lo miró con sorpresa y asintió-. ¿Puedo preguntarte la razón de tu accidente?
Ella asintió y se levantó, señaló unos juguetes que estaban en una parte de la sala, juguetes que él solía tener de su hijo Matthew cuando lo llevaba a su trabajo.
-Puedes agarrarlos, tranquila -Lily agarró unos carritos y se puso a jugar con uno de ellos, lo señaló y se señaló a sí misma-. Tu carro -Y ella asintió, para luego agarrar otro carro y conducirlo a lo loco y terminar chocando con el otro, la niña agarró el carro y simuló que salía volando por los aires y caía de cabeza.
Wezen entendió que se trataba de alguien que los había chocado, seguramente un conductor ebrio.
Lily miraba los juguetes con tristeza y luego se puso a llorar, ella estaba triste por todo, pero luego una conducta suya reveló otra cosa.
Ella empujó el carro que los chocó como si estuviese molesta con él.
-¿Sabes cómo es el carro? -Le preguntó, a lo que la niña asintió-. ¿Y el sujeto quedó vivo?, ¿No lo sabes? -Y para su sorpresa también asintió-. ¿Estás molesta con él por lo que hizo? -Lily asintió y puso cara de molesta-. ¿Y qué quieres hacerle?
La niña agarró unos tacos y golpeó el carro varias veces, simulando destruirlo.
Wezen no sabía si ella hablaba en serio pero su ira era notoria, quería venganza.
-¿Te gustaría destruir su carro? -Y ella asintió decidida-. Si quieres puedo ayudarte a hacerlo -Le susurró, haciéndola sonreír.
Lily asintió y lo abrazó, eso decía más que mil palabras, la niña estaba deseosa por ayuda.
Wezen le dio su número de teléfono y la niña le escribió un mensaje donde le indicaba que ella le avisaba, para que su abuela no supiera.
Él aceptó.
No pasó mucho tiempo cuando recibió su mensaje, fue en una mañana normal de mucho trabajo, la niña le pedía que se apurara porque sólo tenían 30 minutos.
Wezen llegó al lugar y Lily lo llevó consigo a un edificio amplio, había varios carros estacionados al frente.
Ella llevaba un bolso y una botella con agua, así que probablemente se había escapado del colegio.
Se detuvo frente a un carro que tenía algunas abolladuras, era color dorado y de una marca conocida bastante común, ella lo señaló con el ceño fruncido.
-¿Ese es el carro? -Ella asintió-. ¿Y qué te gustaría hacerle?, porque si hacemos mucho ruido podría venir la policía, debe ser algo inmediato y que no nos involucre.
La niña sacó su teléfono y le mandó un mensaje.
-Prendámosle fuego -Wezen sonrió al leer el mensaje y Lily también lo hizo.
-Tengo una forma rápida de hacerlo, tú me dices cuándo y salimos corriendo -Lily asintió y le indicó por señas que esperara un poco.
Esperaron bastante, tanto que se fueron a sentar en unos bancos, Lily solía ver la hora de vez en cuando con preocupación, Wezen no sabía qué tanto esperaba ella hasta que finalmente llegó el dueño del carro y se montó en él.
Lily le indicó inmediatamente que lo hiciera, Wezen la miró con sorpresa.
-¿Quieres matarlo a él también? -Y para su sorpresa, Lily asintió-. Está bien, pero será nuestro secreto.
Wezen se sacó el guante e hizo brillar uno de sus símbolos, Lily observaba todo con asombro y en lo que el carro se iba conduciendo estalló en pedazos mientras ardía en llamas.
La niña se levantó de su lugar mientras gritaba de la emoción y aplaudía por ello. Empezó a reírse.
Wezen sabía que esa actitud no era nada común en una niña normal, los niños no deseaban matar, no a menos que estuviesen motivados por algo que les cegara.
Él entendía ese sentimiento, él también quiso venganza.
Escondió los sigilos dentro de su guante y observó a la gente alterada por todo.
A Lily le brillaban los ojos al ver eso, pero luego agarró su mano y señaló con ella a otro carro que venía acercándose.
Ella quería que ese carro lo chocara.
Wezen no dudó en cumplirle el capricho.
Tuvo que llevársela lejos porque sería obvio que estuviera tan feliz después de un semejante accidente, eso podría levantar mucho las sospechas.
Llegaron a su escuela y la niña lo abrazó, se sentía agradecida.
-Gracias -Y escuchar su voz fue una sorpresa para él, Lily podría recuperarse.
Luego entró a su colegio y se reunió con sus compañeros. Nadie sospechó nada.
Wezen estaba a gusto con otro trabajo bien hecho, se retiró del lugar y sacó un cigarrillo para empezar a fumar.
Luego fue a buscar a Matthew.
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Las noches siguientes recibía mensajes de Lily, no sabía por qué pero ella no paraba de escribirle, hablaba mucho, tanto que le preocupaba que hiciera lo mismo con otros extraños.
Él era su psiquiatra, podía llevar un control sobre ella, ¿Pero saber hasta la historia de su gato y los animes que ve?, eso ya lo consideraba extremo. Esperaba que su esposa no se confundiera.
-¿Qué eran esos símbolos que tenías en la mano? -Le preguntó, con alguno que otro emoji que no entendía.
-Sigilos, magia prohibida que no debes aprender -Le respondió.
-¿Y por qué la aprendiste tú? -Esa niña parecía confundirlo como otro amigo de la secundaria.
-Pasado oscuro -Se limitó a contestarle eso.
-Uy, ¿Antes eras un chico malo? -Ya la conversación se le estaba haciendo rara.
-Lily, anda a dormir, mañana tienes clase -Le escribió, pensando que así se la quitaría de encima, pero no.
-Jajajajajajaja -Wezen miró el teléfono con la cara más aburrida que pudo poner, no sabía qué le hacía tanta gracia a esa chica-. Estoy leyendo en el rincón prohibido de internet.
-Sí sabes que eres menor de edad, ¿Verdad? -Sólo recibió un emoji riéndose de respuesta.
-Malpensado, yo no leo esas cosas -Y le puso otro emoji raro allí. Wezen la dejó en visto y apagó su teléfono, se iba a dormir.
-¿Y quién es esa tal Lily? -Sintió que el corazón se le salía del pecho al escuchar la voz de su esposa.
-Una paciente -Le contestó, mirándola con terror.
-Ay amigo, estás muerto, la hermosa Clara te va a matar y se quedará con todos tus sigilos -Y para colmo sus demonios empezaban a burlarse.
-Una paciente no te escribiría esas cosas -Clara lo miró seriamente y Wezen suspiró, agarrándose los cabellos con fuerza al escuchar más burlas de parte de sus demonios.
-Clara, te lo juro, ella es una paciente, lo que pasa es que es una mocosa que está entrando a la pubertad y quiere hablar con todo el mundo como si fuesen sus amigos, es una niña medio rara y yo jamás me juntaría con una niña, a duras penas me casé contigo, sabes que no soy de buscar mujeres, nunca me ha interesado el tema.
Wezen empezaba a sentir miedo, su esposa mantenía un semblante serio, no quería terminar en una situación así de estúpida pero esto se estaba saliendo de control.
De un momento a otro, Clara se echó a reír.
Eso a Wezen lo asustó más.
-Ay cariño, ¿En serio creíste que dudaría de ti? -Wezen estaba frío, no sabía qué pensar y las voces en su cabeza no ayudaban nada-. Sólo quería ver tu reacción -Lo tomó de la nuca y empezó a besarlo. Wezen seguía igual de frío, no correspondía-. No me tengas miedo.
Clara se reía de su esposo, ella sabía que Wezen era un caso con las relaciones amorosas, jamás tuvo una en su vida y cuando empezó su primera con ella parecía un niño inexperto.
Pero le estaba agradecida por todo, Wezen le había salvado en muchas ocasiones, y aunque conocía su oscuro pasado, ella sabía que muy en el fondo no era mala persona.
¿Pero cómo se conocieron?