-Tengo mucha suerte de tenerte a mi lado, amor - susurró besando el lóbulo de su oreja - la cena estuvo deliciosa, siempre preparas platillos distintos para mi.
-Me gusta hacerlo - respondió suspirando por las atenciones que su novio tenía con él, se sentía tan bien con sus manos explorando por encima de su camisa sin pudor alguno - ¿que pretendes, chico travieso?
-Te necesito tanto, Edd - gimió rozando su erección en el trasero del rizado - Deja eso, yo lo lavaré después ¿si?
Eddie rió ante la desesperación de su novio, a pesar de los años seguía siendo tan caliente y hormonal. Dio la vuelta rápidamente para darle un beso que subió rápidamente de intensidad, su lengua rozaba la otra mientras sus manos torpemente buscaban un mayor contacto, sintiendo el cuerpo ajeno, ambos se dirigieron hacia la habitación en la que Eddie posó al castaño con algo de brusquedad, lo cual le gustó.
Lo ayudó a quitarse su camiseta y pantalones, después hizo lo mismo con la suya. Admirando al hombre que tenía frente a él, su fornido cuerpo, su espalda ancha y los vellos en el pecho eran un espectáculo digno de apreciar.
-Eres tan guapo, cariño - susurró antes de colocarse encima suyo. Empezó un movimiento suave y marcado, moviendo sus caderas debajo de su novio, quien no dejaba de gemir ante la placentera fricción que creaba.
-Mierda, amor, me estás matando- gimió Steve moviéndose de acuerdo al ritmo de Eddie.
-Entonces mejor paro - dijo bromeando, a lo que el castaño sostuvo sus muslos con fuerza.
-Por favor sigue - pidió mordiéndose el labio.
-Como usted ordene, su majestad - jadeó moviendo sus caderas más rápido. Le gustaba tanto sentir a su novio retorcerse debajo suyo, no negaría que le prendía tener el control en momentos así, saber que sólo él era capaz de satisfacer a Steve Harrinson en la cama lo excitaba más que nada.
-Eddie, mi amor, por favor-le pidió mientras apretaba su trasero.
-¿Qué quieres, cariño? Usa tus palabras.- preguntó a la vez que sus manos presionaron sus pezones, amaba tanto escucharlo gemir.
-Móntame, mi amor, por favor - dijo en apenas un hilo de voz.
-Como usted ordene, su majestad -Eddie sonrió con lujuria para bajar del regazo de su novio, lo empujó para que se siente contra la cabecera de la cama, y Steve tiró de él trayéndolo de vuelta a la cama.
-Déjame prepararte, bebé, ¿puedo hacerlo?
Eddie asintió tomando posición, y gimió al sentir los largos y gruesos dedos de su novio entrar en él cubiertos de lubricante mientras repartía besos húmedos por su cuello, sin temer en morder la piel o dejarle marcas. Lo acompañó con sus caderas hasta que lo vio quitarse la prenda restante.
-¿Estás listo, mi amor? - preguntó mientras alineaba su miembro en la entrada de su pareja.
Lo escuchó gruñir mientras ingresaba, jamás se acostumbraría a él, era tan grande que ocupaba todo en él. Cada vez que Steve entraba en él se sentía tan lleno. El castaño sostuvo sus caderas hasta que estuviera listo para moverse. Eddie empezó con movimientos circulares lentos, pero profundos mientras jadeaba el nombre de su novio, al mismo tiempo, Steve no dejaba de gemir en su oído mientras alcanzaba el ritmo del rizado. Jaló su cabello para buscar su rostro y empezar un desordenado beso.
-Steve... Cariño, no voy a durar mucho -advirtió cuando sintió cerca su orgasmo, y el castaño aprovechó el tomar su miembro con una de sus manos para masturbarlo -Mierda...
-Eso es mi amor, te ves tan hermoso, tan mío, solo mío - gimió y supo que estaba cerca- Joder Eddie, te amo, te amo tanto - gruñó hasta sentir cómo se corría fuerte llenándolo por completo.
Ambos permanecieron en la misma posición en silencio mientras se reponían de su orgasmo. Eddie disfrutaba tanto de los momentos que venían después de hacer el amor con Steve, cuando sólo estaban ellos dos abrazados, disfrutando de caricias tiernas, besos cortos en el rostro, y sonrisas cómplices.
-¿Ducha o cama? - le preguntó Steve.
-¿Segunda ronda en la ducha? - propuso el rizado obteniendo un largo beso como respuesta.
Una sesión apasionada bajo la ducha más tarde, la pareja se acomodó en la cama para ver una película antes de dormir, Steve lo tenía abrazado por la cintura mientras apoyaba su cabeza en su hombro, le gustaría que pudiera ser así siempre.
-Te amo, Eddie, eres el primer y gran amor de mi vida, por favor no dudes de eso ¿si? Sé que es un gran sacrificio el que estamos haciendo ahora, pero prometo que valdrá la pena, solo serán unos cuantos meses más y podremos ser libres - dijo buscando los labios de su novio.
-Eso espero, cariño, eso espero.
La mañana siguiente Steve fue el primero en despertar, con mucho cuidado se levantó de la cama para dirigirse hacia la cocina y preparar el desayuno, mientras buscaba los ingredientes para cocinar, se entretuvo leyendo la correspondencia, aunque hubiera deseado no hacerlo.
La gran mayoría de cartas eran deudas y recordatorios de pagos vencidos, ¿por qué Eddie nunca aceptaba su ayuda en momentos así? Se supone que ambos eran un equipo, sin embargo, el rizado jamás permitía que le dé dinero bajo ninguna circunstancia.
En parte lo entendía, desde muy pequeño Eddie aprendió a ganarse las cosas con su propio esfuerzo, pero Steve nunca pretendía ofenderlo, simplemente era un fiel creyente que todos necesitamos un poco de ayuda algunas veces.
Era otra motivación implícita para aguantar el tiempo necesario hasta que pudiera reclamar la herencia: deseaba ayudar a Eddie a alcanzar sus metas personales, y ayudarlo un poco en su agobiada vida financiera - así este no lo quiera admitir-.
Dejó todo tal cual lo encontró en cuanto sintió los pasos de su novio. Para Steve, ver al rizado a primera hora del día debía ser considerado como una maravilla del mundo, jamás podría cansarse de admirarlo. Era simplemente perfecto.
-Despertaste temprano - dijo aún con la voz ronca antes de besarlo.
-Es mi turno de cocinar, amor, siéntate, verás que terminaré en un minuto - dijo y Eddie aprovechó en salir a la pequeña terraza a fumar un cigarro pese a sus quejas, ¿cómo pretendía curarse de la terrible gastritis que padecía si lo primero que hacía al despertar era fumar?
Terminaba de servir la comida en platos cuando sintió que el teléfono de su novio vibraba incesantemente una y otra vez en la encimera de la cocina, frunció el ceño extrañado, Steve no era un novio excesivamente celoso, mucho menos cuando Eddie y él tenían confianza plena en el otro, sin embargo, no era usual recibir tantos mensajes seguidos.
-¿Amor? Tu teléfono no deja de sonar - le avisó, esperando que pronto Eddie viniera y confirmara que se trataba de un asunto sin importancia.
-Debe ser el banco, deja que suene, ya se cansarán - respondió desde la terraza. Pero el aparato siguió vibrando, y no lo resistió más, no estaba desconfiando en sí, sólo quería saber quién le escribía con tanta vehemencia a su novio. Apretó la mandíbula al leer las notificaciones de mensajes.