Capítulo 4 Al rescate

El sótano estaba frío y húmedo.

Noreen, atada de pies y manos, estaba acurrucada en un rincón.

Como le habían quitado el celular, no podía ponerse en contacto con nadie.

Henrik estaba trabajando y no sabía que se la habían llevado. Es decir, no podría ir a rescatarla.

¿Qué podía hacer?

La chica cerró los ojos con impotencia y se sumió en la desesperación.

En el taller, el teléfono de Henrik sonó. Dejó de trabajar y contestó.

"Señor, la familia Wheeler acaba de llamarme y le piden que recoja a la novia".

El hombre frunció el ceño. "¿Que recoja a la novia?", preguntó.

"Sí. Dicen que la novia que se escapó ha vuelto".

"Ya veo".

En cuanto colgó, su apuesto rostro se ensombreció.

Aunque no lo consideraba un matrimonio serio, Noreen era legalmente su esposa.

Nadie podía hacerle daño.

En otra parte de la ciudad.

¡Crac! La puerta del sótano se abrió de golpe.

Cuando Noreen levantó la vista, vio a Melany y la miró fríamente.

"Noreen, ¿no te parece precioso?". Su hermana se acercó a ella y se agachó para que el colgante de jade que llevaba puesto quedara a la altura de sus ojos.

"¡Devuélvemelo!", gritó la otra, mirándola con los dientes apretados.

Noreen llevaba ese colgante desde que era niña. Connie dijo que se lo había comprado a ella; lo llevó durante muchos años. Pero en cuanto volvió Melany, se lo quitó.

"¿Devolvértelo? ¡Ni loca! Noreen, todo lo que te pertenece será mío. ¡Todo! El colgante, Fraser, ¡todo! ¿Y qué si tú y Fraser crecieron juntos? Al final, me eligió a mí".

Mientras Melany contemplaba el hermoso rostro de su hermana, su corazón se llenó de celos y odio.

Sintió el fuerte deseo de rajarle la cara con un cuchillo.

Sin embargo, cuando pensó en su hermana casándose con aquel hombre discapacitado, se sintió mejor.

"Noreen, el minusválido vendrá a recogerte más tarde. Te felicito. He oído que es un pervertido y que ha torturado a varias mujeres hasta la muerte. Cada vez que pienso en que te pasará lo mismo a ti, no puedo evitar sonreír".

"¡Vete a la mierda!", gritó la otra. Los ojos de Noreen ardían con tanto odio que parecían desear incinerar a cualquiera que la molestara.

No sabía por qué Melany la odiaba tanto como para querer que muriera.

Se lo había dado todo. La había ayudado a conseguir fama, riqueza y estatus. Y a pesar de ello, seguía guardándole rencor.

"Esta es la invitación a la fiesta de compromiso de Fraser y mía. No sé si seguirás viva para entonces. Todo el mundo te ha abandonado. ¡Das pena!".

Tras decir eso, Melany le arrojó la invitación a la cara. El borde afilado de la hoja arañó ligeramente su delicada mejilla.

Cuando se marchó, Noreen volvió a quedarse sola. Su cuerpo temblaba mientras se apoyaba en la fría pared, con los dientes clavados en el labio mientras luchaba con contener las lágrimas.

No podía llorar.

Al cabo de un rato, ya sentía el sabor de la sangre en la boca.

Sea como sea, tenía que sobrevivir. Solo estar vivo tenía posibilidades.

Melany salió del sótano y volvió a guardar el colgante en el cajón.

Su madre le había contado que Noreen lo llevaba cuando la encontraron de bebé. No era un colgante cualquiera; algún día podría ser de gran utilidad.

Media hora más tarde, varios autos de lujo se detuvieron ante la puerta de la villa de la familia Wheeler.

Gerardo, que había estado esperando ansiosamente, salió en cuanto vio los vehículos.

Aunque Henrik se estaba recuperando en Bladiff y no dirigía el grupo, seguía siendo el heredero de la familia Sanchez en Abliver. Mientras estuviera dispuesto a darles algunos beneficios, podrían llevar una vida llena de lujos el resto de sus días.

Se abrió la puerta del Rolls-Royce. Enrique Miller, el ayudante de Henrik, lo ayudó a bajar del auto, ya que estaba sentado en una silla de ruedas y llevaba una máscara.

Esta tenía un tono dorado que brillaba bajo la luz, y le cubría la mayor parte de la cara. Le daba un aire misterioso y noble al mismo tiempo. Sin embargo, igualmente desprendía un aura aterradora.

"Señor Sanchez...". Gerardo intentó halagarlo, pero Henrik levantó la mano para acallarlo.

Entonces, se dirigió al salón y miró a su alrededor. No había rastro de Noreen. Sus ojos se entrecerraron y su rostro se ensombreció.

"¿Dónde está?", preguntó con frialdad.