HIJOS SECRETOS DE ALFA REY
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Capítulo 81 CAPITULO 81 img
Capítulo 82 CAPITULO 82 img
Capítulo 83 CAPITULO 83 img
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Capítulo 8 CAPITULO 8

Estaba completamente inmersa en mis recuerdos del viaje que hice a Denver con Hunter hace seis años. Sin embargo, algo interrumpió mis pensamientos, y una expresión de sorpresa se apoderó de mí.

Permanecí paralizada ante esa visión que no coincidía con los recuerdos que llevaba. Había algo mal allí, una discrepancia que jugueteaba con mi mente. Hunter me había traído aquí varias veces, pero lo que vi frente a mí no tenía sentido.

La cabaña abandonada que solía ser nuestro refugio estaba irreconocible. En lugar de la modesta estructura de madera que tenía en mi memoria, ahora se alzaba una imponente casa de madera, rodeada por la vastedad del bosque. Parpadeé varias veces, tratando de entender lo que estaba sucediendo. ¿Acaso mi mente me estaba engañando? ¿Estaba volviéndome loca?

Miré a mi alrededor, perpleja, cuestionándome si mi memoria me había fallado. Conocía el camino de memoria, pero la casa frente a mí no coincidía con mis recuerdos. Empecé a dudar de mí misma, preguntándome si estaba en el lugar correcto.

Fue entonces cuando la puerta principal de la casa se abrió, revelando a un hombre alto y musculoso. Llevaba una camiseta en V y pantalones vaqueros negros, y sus cabellos castaños grisáceos estaban perfectamente arreglados, con una barba bien cuidada enmarcando su rostro. Sus ojos color miel brillaban con una intensidad que reconocí de inmediato. Hunter.

Se acercó con pasos seguros, y su penetrante mirada recorrió todo mi ser. No pude dejar de notar que, a pesar del tiempo transcurrido, no había cambiado mucho. Su rostro era una obra maestra de masculinidad, y la familiaridad de su forma humana trajo consigo un torrente de recuerdos.

"Hola, Fierce", dijo, su voz grave resonando en el aire. Era como música para mis oídos, una melodía que pensé que nunca volvería a escuchar. "Bienvenida de vuelta".

Pero no podía aceptar esta extraña realidad. Miré alrededor una vez más, preguntándome si realmente había olvidado el camino. ¿Era posible que estuviera en el lugar equivocado? Hunter no había cambiado, pero la casa era una incógnita.

Finalmente, encontré mi voz y lo miré directamente. "¿Qué pasó con la cabaña, Hunter?"

Levantó una ceja, como si estuviera intrigado por mi pregunta, y luego explicó: "La cabaña se incendió hace seis años. Curioso, ¿verdad? Fue cuando te fuiste, y muchos en la manada creen que fuiste tú quien provocó el incendio".

Lo miré, incrédula. La idea de que alguien pudiera pensar que yo sería capaz de causar daño a la manada, incluso de forma indirecta, era perturbadora. Respondí con firmeza: "Jamás haría algo así, Hunter."

Se acercó, sus ojos color miel observándome atentamente, y preguntó, en tono serio: "¿Estás tan segura de eso?"

Mi enojo creció ante la insinuación. Nunca sería capaz de dañar algo que significaba tanto para nuestra manada. "Nunca lastimaría a nadie, mucho menos a la cabaña. Era importante para todos nosotros".

Hunter siguió mirándome, y su voz adquirió un tono más grave cuando dijo: "Fuiste capaz de herirnos, Fierce, al dejar la manada sin mirar atrás. Dejaste a Alastair triste y mi corazón roto cuando te fuiste".

Mi expresión se endureció, y le respondí: "Tú rompiste mi corazón primero, Hunter, cuando me rechazaste".

Hunter me miró con sorpresa en su rostro, los ojos dorados parpadeando varias veces, como si estuviera procesando mis palabras. No tenía miedo de confrontar el pasado, y parecía que era hora de dejar que la verdad saliera a la luz, sin importar cuán dolorosa pudiera ser.

"Es mejor que no hablemos del pasado", murmuró Hunter finalmente, apartando la mirada.

La seriedad de sus palabras hizo que lo mirara con la misma seriedad. Era difícil ignorar el peso del pasado, pero tal vez era la mejor decisión. "Tienes razón. El pasado es el pasado."

Hunter dio un paso al costado, abriendo espacio para que entrara en la casa que ahora reemplazaba nuestra cabaña quemada. Lo seguí a través de la puerta principal, y lo que encontré allí dentro me dejó boquiabierta.

Las habitaciones de la casa eran amplias y bien espaciosas, completamente diferentes de la modesta cabaña que recordaba. Muebles modernos y utensilios de última generación llenaban el espacio, y me costaba creer los cambios. Había dos salas de estar, una enorme cocina que parecía salida de una revista de decoración, y todo lo que veía era evidencia de cuánto había cambiado la vida de Hunter.

"Esto es... increíble", murmuré, mirando a mi alrededor. "La cabaña nunca fue así".

Hunter sonrió ligeramente, pareciendo orgulloso de los cambios. "Sí, después de que la cabaña se incendiara, decidí hacer la casa como siempre quise. Espaciosa, con todo lo que necesitamos, especialmente cuando estamos en nuestra forma de lobo".

Me llevó al segundo piso, donde las habitaciones eran igualmente impresionantes. Muebles de pino, entrada privada y áreas de estar acogedoras me hicieron darme cuenta de cuánto había trabajado Hunter en este proyecto. Abrió la puerta de una de las habitaciones y se volvió hacia mí.

"Aquí puedes guardar tus cosas", sugirió.

Miré la habitación vacía y asentí, dándome cuenta de que tendría que volver a mi coche para recoger mis maletas. "Lo haré mañana", admití. "Estoy demasiado cansada para preocuparme por eso ahora".

Hunter rodó los ojos, pareciendo levemente irritado por mi falta de entusiasmo para cambiar mis cosas. "Podrías simplemente transformarte en loba y traerlas rápidamente".

Sonreí torpemente y decidí contar una pequeña mentira para evitar la transformación en ese momento. "Sabes, estoy realmente agotada. Tal vez mañana por la mañana".

Hunter bufó, pero antes de que pudiera responder, aulló fuerte, haciéndome parpadear de sorpresa. En el silencio que siguió, pude escuchar una puerta abriéndose abajo.

Ambos bajamos las escaleras y encontramos a un lobo parado en el vestíbulo, mirándonos. Hunter se acercó y se comunicó con el lobo, usando una mezcla de gruñidos y lenguaje corporal. Parecían entenderse perfectamente.

"Ve al auto de Fierce, toma sus maletas y tráelas aquí", ordenó Hunter al lobo, que asintió con la cabeza en acuerdo y salió corriendo de la casa.

"¿Ahora tienes tus propios mensajeros?" pregunté, mirando a Hunter.

Asintió. "No sé si lo notaste, pero ahora soy el Alfa".

Su declaración fue un recordatorio de que estaba de vuelta en el mundo de los lobos, un mundo que había dejado atrás, pero que nunca había olvidado.

Hunter me miró. "Pronto traerá tus cosas, Fierce. Mientras tanto, ¿por qué no te acomodas? Estoy seguro de que tenemos mucho de qué hablar".

Asentí, agradecida por su generosidad, y me dejé relajar en la amplia sala de estar de la casa que ahora se erigía en lugar de la cabaña quemada. Mientras me acomodaba, no pude dejar de pensar en cómo la vida había dado un giro inesperado. Estaba de vuelta en la manada, en un lugar que parecía extrañamente familiar pero completamente diferente al mismo tiempo. Con el pasado y el presente chocando frente a mis ojos, sabía que mi historia con Hunter estaba a punto de desarrollarse, y no había manera de escapar de eso.

                         

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