Mi vecina es una webcam girl
img img Mi vecina es una webcam girl img Capítulo 4 Peeping Tom
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Capítulo 7 El dulce anonimato img
Capítulo 8 El Yin y el Yan img
Capítulo 9 El vaquero que se quedó sin su rancho img
Capítulo 10 Dos mundos img
Capítulo 11 Un mundo img
Capítulo 12 Panic Show img
Capítulo 13 Tocando las puertas del cielo img
Capítulo 14 No hay mal que por bien no venga img
Capítulo 15 El anillo único img
Capítulo 16 My sweet baby img
Capítulo 17 Murmullos en El Gato Negro img
Capítulo 18 Una reunión de hombres img
Capítulo 19 Una reunión de hombres img
Capítulo 20 Una bruja curvilínea img
Capítulo 21 Soul Eater img
Capítulo 22 En tu boca encomiendo mi pito img
Capítulo 23 En los pliegues de tu ser img
Capítulo 24 El eterno sueño de Salem llega a su fin img
Capítulo 25 Al filo del secreto img
Capítulo 26 Demos gracias img
Capítulo 27 Peregrinos e indios img
Capítulo 28 Pavo relleno img
Capítulo 29 Bewitched img
Capítulo 30 El calendario de adviento img
Capítulo 31 Yggdrasil img
Capítulo 32 La bruja de Yule img
Capítulo 33 La señora Claus img
Capítulo 34 Has sido un niño muy malo img
Capítulo 35 Krampus te comerá img
Capítulo 36 No más secretos img
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Capítulo 4 Peeping Tom

Luke se pasó el resto de la tarde sentado en la computadora, con la mitad de la cabeza pensando en el viaje que sus amigos estaban planificando, averiguando lugares o sitios a los cuales podían visitar, hoteles, sitios de acampada, gastos de la gasolina, etc., y observando la ventana de RedWitch que permanecía abierta. Intentaba aprender los padrones de su jornada de trabajo en ese mundillo de las webcams, entender cómo era ese alter ego que ella sabía manejar con la misma naturalidad que manejaba su propia personalidad.

RedWitch no lucía forzada ni sobre exagerada como había apreciado en otras modelos: ella era natural, auténtica, se comunicaba con los clientes con soltura y mucha elegancia. Quizás por eso tenía tantos seguidores... A sólo juzgar por el mobiliario que mostraba en su show, más las palabras que ella utilizaba, cualquiera pensaría que se trataba de una mujer de buenos ingresos, que estaba aburrida en su enorme casa y se había metido en este mundo sólo para satisfacer un fetiche extraño. Si tan sólo supieran que RedWitch vivía en un barrio carenciado, con un marido que la descuidaba totalmente y que, tal vez, esa cámara y la pantalla de su computadora, eran la única manera de sentirse mujer.

El teléfono de Luke vibró y dejó de lado las investigaciones sobre los hoteles más baratos para tomarlo y ver quién le había mandado un mensaje. Justo en ese momento, RedWitch entraba en otro show privado. Con este ya iban quince.

Alkali:

Que onda bro? pudiste averiguar algo?

Luke parpadeó, intentando entender la pregunta. ¿A qué se refería? Estaba tecleando una respuesta cuando llegó otro mensaje.

«El cretino de Todd dice que no piensa pagar la gasolina. Que no tiene sentido pagar algo que "técnicamente" ya está cubierto.

Yo digo que vayamos a la playa de Salisbury, pero Kevin quiere ir a Nueva York.»

La propuesta escandalizó a Luke.

«Claro, y cambiar los 27º de aquí por los 42 de Nueva York... Qué tiene en la cabeza?»

La respuesta de Alkali tardó unos segundos en aparecer, mientras Luke tomaba su vapeador y se lo llevaba a la boca.

«En su opinión dice que prefiere mil veces morir de calor en Nueva York, donde por lo menos hay chicas lindas, en cambio en Salisbury seguro que hay "puras madres gordas y viejas infollables".»

La descripción de su amigo dejó salir una carcajada en él, tecleó una respuesta.

«Pues si tanto se queja que no viaje y listo. Menos problemas y más espacio para nosotros.»

Alkali envió su respuesta.

«Justamente eso te iba a decir, que lo saques de la lista, y vuelvas a hacer los gastos para nosotros cinco: tú, yo, Todd, Freddy y Dylan.»

RedWitch volvió a aparecer en la pantalla, y por primera vez en lo que iba del día se la notaba muy cansada.

-Mis corazones... Lamento decirles que mi turno de hoy ha terminado -anunció. Luke se fijó en la hora, faltaban cinco minutos para las cinco de la tarde-. Así que los espero el lunes, recuerden que mañana es mi día de descanso.

Los comentarios en el chat no se hicieron esperar.

Hornydude: Vamos hermosa, quedate un rato más. Sólo un show más, que te cuesta?

KinkyKitten: Como siempre has estado maravillosa. Odio los domingos porque no estás aquí para nosotros.

Chainedbyyou: Cuando vamos a ver tu verdadero rostro? Llevo AÑOS siguiéndote y aún no puedo conocer tu cara.

Se notó que eso molestó a la señora Prince por el gesto que hizo con su boca, pero supo disimularlo muy bien e ignorar ese comentario.

-Nos vemos el lunes, mis amores. Gracias a todos ustedes por estar aquí. No sería nada sin su apoyo -se despidió la señora Prince. Y antes de que ella se vaya, Luke le dejó un último mensaje.

RedHunter: No les hagas caso, hermosa. Tu tendrás tus razones para usar una máscara, y nosotros debemos de respetarlas.

Sophie se tomó un segundo en leer ese mensaje y sonrió cálidamente.

-Gracias, Hunter. Espero verte el lunes. Cuídate mucho. -la señora Prince le sopló un beso a la cámara y se desconectó. Luke se quedó pasmado frente a la computadora, sonrojado por ese coqueto último gesto y cerró la ventana de la página.

Empujó su silla para que esta se deslizara con sus ruedas hasta la ventana de su habitación y abrió un poco las rendijas de plástico de su persiana para observar el exterior. Todavía quedaban por delante varias horas del día, y se notaba que la señora Prince descuidaba un poco sus labores como ama de casa por su trabajo como modelo de webcam. Las luces del sótano se apagaron y el muchacho se apoyó contra el alfeizar de la ventana para observar la rutina de la señora Prince, ahora que RedWitch había ido a dormir hasta el lunes.

Sophie salió por la puerta del patio trasero luego de unos minutos de apagar la luz del sótano. Usaba su cabello normal y se estiraba con evidentes signos de cansancio y agotamiento. Se abanicó con la mano, resoplando y murmurando para ella misma cosas incomprensibles, abrió el aspersor y se tomó cinco minutos en disfrutar de un merecido descanso. No le importó si el agua la estaba empapando con el rocío que formaba, o si su camiseta de tirantes empezaba a transparentarse un poco. El agua era vida, y en ese momento ella se sentía florecer y revivir luego de pasarse ocho horas encerrada en ese maldito sótano, muerta de calor, cumpliendo deseos y atendiendo a sus clientes sin importar sus tiempos ni los minutos que estrictamente le eran controlados.

Pasó sus manos por su cabello y se dejó llevar por la agradable y fresca sensación del agua, sin saber que su joven vecino la miraba por la rendija de la persiana, con el ceño fruncido y llevándose el vapeador a la boca, observando a detalle aquella escena salida de un film de Stanley Kubrik, mientras en sus venas corría una sangre viril y frenética que estimulaba ciertas secciones de su cuerpo. Observó con atención como el agua empezaba a transparentar la camisera rosa que usaba, saliendo a relucir aquellos preciosos y protuberantes botones en sus pechos, remarcando la generosa forma de esas glándulas símbolo de la feminidad y la maternidad. Pensó que más le valía a la señora Prince meterse en su casa antes de que alguien la vea así y pretenda otras cosas con ella, especialmente por el barrio había dejado de ser seguro hacía algunos años.

Aún conservaba su encanto y fachadas típicas inglesas, pero desgraciadamente la zona estaba entre los dos cementerios más antiguos de Salem, y como en esos tiempos modernos la gente ya no era sepultada, sino que era incinerada y sus restos esparcidos en el rio o en el mar, poco a poco se dejó de prestarle atención a la seguridad de los habitantes que allí vivían. Empezó a pulular una conglomeración de pequeños y grandes delincuentes de los más variados: empezaron con consumo de drogas en los cementerios, prostitución y venta de estupefacientes, y muy pronto había evolucionado a tal grado que uno no podía caminar por las calles de noche sin esperar un asalto de cualquier tipo. Sólo había una noche al año donde de verdad los delincuentes preferían hacer otra cosa: Halloween.

La señora Prince decidió que era suficiente agua, por ahora, y volvió al interior de su casa, estrujando su camiseta. Luke sólo se separó de la ventana cuando la vio entrar. Volvió a su computadora y continuó con los preparativos para el viaje. Todavía tenía que avisar en el trabajo y a sus padres, pero primero necesitaba una fecha cierta, y eso requeriría algo de tiempo y organización. Y aunque tenía la mente dividida en dos, una parte en el viaje y otra parte en el erótico espectáculo que había presenciado como mirón desde su ventana, tenía que terminar la logística del viaje con sus amigos. Alkali siempre le dejaba esa parte a él, ya que era muy bueno con los números y encontrando ofertas, y aunque el dinero no era un problema para su amigo, Luke sabía que no iba a gastar veinte cuando podía gastar diez.

Sólo interrumpió lo que estaba haciendo cuando sintió el timbre de la casa. Les había prohibido a sus hermanos que abran la puerta por cuestiones de seguridad, y la misma permanecía con pasador a una altura donde los pequeños no llegaban, así que Luke se levantó de la silla y bajó las escaleras a buen trote, ondeando su largo cabello lacio en el proceso. La altura no era un problema para él, ya que era un muchacho alto, así que levantó el brazo y corrió el pasador de la puerta para abrirla. Menuda sorpresa el encontrar a la señora Prince del otro lado de la puerta, con el cabello aún algo mojado y sosteniendo una tarta de frutillas.

-R... ¡Señora Prince! -exclamó Luke al verla.

-Lo prometido es deuda, querido -le dijo con una sonrisa sosteniendo la tarta de frutillas que tenía en las manos-. Aquí está tu pago por tu amabilidad.

Luke se había olvidado totalmente que la señora Prince le había prometido una tarta de frutillas por haberla ayudado a sacar la basura.

-No se hubiese molestado, en serio. Sólo fue un acto de amabilidad, nada más -le dijo Luke con las mejillas sonrojadas tomando con cuidado la tarta-. Mucho más amable ha sido usted con todo lo que me dio para mi familia.

-Sobre eso no te preocupes, Luke. Estoy segura de que Dios me lo pagará en algún momento -le dijo con una sonrisa-. Pero sí me gustaría hacerte una propuesta...

Luke tragó saliva. ¿Qué tipo de propuesta tenía en mente?

-Verás... Como Arthur está todo el día trabajando, y la verdad que a mí ya no me dan las fuerzas para muchas cosas que hay que hacerle a la casa, me gustaría preguntarte si puedes ayudarme con ciertas labores como cortar el césped, arreglar las goteras de la casa... Sacar la basura por mí. Obviamente te pagaré por lo que hagas.

El muchacho sonrió. Menuda mente pervertida tenía...

-¡Claro que sí, señora! Para mí no es ninguna molestia, pero tendría que ser en un horario en el que no esté en El Gato Negro trabajando.

-¿Podrías venir mañana? -le preguntó Sophie-. Arthur acaba de avisarme que... -dejó salir un suspiro de frustración y enojo- que mañana tiene que ir a una "conferencia" sobre el nuevo protocolo de seguridad y anti-estafas en casinos.

Blanqueó los ojos disimuladamente mientras decía todo esto, claramente dando a entender que no creía una palabra de lo que había dicho su esposo.

-Claro, señora. ¿Le parece bien a la mañana? -propuso Luke.

-A la mañana me parece perfecto. Entonces nos vemos mañana, ¡y disfruta de la tarta! -la señora Prince se despidió de él con un leve apretón en brazo y bajó las escaleras del pórtico de la casa de Luke para regresar a la suya.

Luke cerró la puerta y llevó a la tarta a la cocina. La dejó en la mesa y sus hermanos menores no tardaron en llegar, curiosos de saber quién había tocado a la puerta. Aunque seguramente aquél trio de rapaces habían olfateado la tarta, tenían un sentido del olfato muy desarrollado para encontrar cosas dulces.

-¿Quién te trajo eso, hermano? -le preguntó Brody, mirando la tarta.

-La señora Prince. Como agradecimiento por haberla ayudado a sacar la basura -respondió Luke, tomó un cuchillo y empezó a cortar la tarta con cuidado.

-¡Yo quiero el pedazo más grande! -reclamó Brandon.

-¡Yo el que tiene más crema! -dijo Tasha.

-Ninguno de ustedes tres va a probar la tarta. Ya saben que mamá no quiere que coman dulces, luego se les carean los dientes -dijo Luke, tomando un pedazo de tarta y llevándoselo a la boca. Lo sintió fresco y agradable, se notaba que hasta hace sólo unos minutos había permanecido en el refrigerador para mantener una temperatura óptima por la crema batida. Se preguntó si los labios de la señora Prince eran tan dulces como las frutillas que se estaba llevando a la boca... Tan frescos y jugosos que, con sólo un beso, podían emanar los más dulces néctares.

-¿Y por qué tú sí puedes comer y nosotros no? -se quejó Brody.

-Porque yo soy el hermano mayor, enano -se le burló Luke, metiéndose le resto de la tarta a la boca y saboreándola a propósito para cabrear a su hermanito.

            
            

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