Capítulo 6 Tenía miedo

Thea estaba entre la espada y la pared. Si golpeara a ese hombre, las consecuencias podrían ser nefastas. Además, había pasado la noche con un desconocido encantador. ¿Qué malo podría pasar si pasaba una noche con el señor Reynolds?

Estaba tan confundida que no sabía qué decisión tomar.

Sin embargo, solo se encontró con el silencio de aquel hombre, quien no intentó hacerle nada.

"¿Señor Reynolds?", se aventuró a decir Thea con voz temblorosa.

¿Acaso el hombre había salido de la habitación?

Al asomar la cabeza, lo vio de pie junto a la puerta. Al oír que ella lo llamaba, se acercó. El miedo se apoderó de Thea y se arrepintió.

"Tengo miedo", admitió la joven con voz suave y dócil. Era un marcado contraste con la mujer segura de sí misma que solía ser.

Colton, sin embargo, sintió una oleada de ira en respuesta a su repentino cambio de actitud. ¡Estaba fingiendo otra vez!

Tras un breve instante, él se dio la vuelta y salió del dormitorio, enfadado.

Cuando oyó que se cerraba la puerta, ella salió cautelosamente de la cama y sus ojos se fueron adaptando a la tenue luz. Entonces prendió las luces del dormitorio y se apresuró a cerrar la puerta con seguro.

Cuando Colton oyó que le puso seguro, se volvió más serio. Y, mirando hacia el cuarto, decidió retirarse a su estudio para descansar.

Al darse cuenta de que ya no estaba obligada a pasar la noche con el señor Reynolds, Thea se animó, saltó a la cama y se acomodó bajo las sábanas.

Llegó la mañana y una llamada a su celular la despertó. La chica contestó con sueño y se incorporó bruscamente. "¡No dejes que le hagan daño a mi madre! Ya voy para allá".

Sin perder ni un solo momento, Thea colgó, se vistió y salió corriendo por la puerta. Bajó las escaleras a toda velocidad, pasó por alto el comedor sin echarle un vistazo y salió de la mansión con afán.

Colton, quien estaba desayunando en la mesa del comedor, observó la frenética salida de la joven y le indicó a Greyson: "Prepárale un coche".

Aquella repentina salida lo dejó pensativo, a ella no parecía importarle ahora mantener su obediente fachada.

Al principio, Colton había tenido la intención de tener una conversación con ella, pero luego perdió el apetito, así que subió a cambiarse de ropa antes de dirigirse a la sucursal del Grupo Reynolds.

Cuando salió, Thea se detuvo a observar la grandeza del lugar. Solo entonces se dio cuenta de que estaba en la Mansión Emerald y, mientras se agobiaba, Greyson le informó que el señor Reynolds había dispuesto un auto para ella. Ahí cayó en la cuenta de que había salido tan rápido que no se fijó en nada más, ni siquiera en que el señor Reynolds estaba ahí presente.

Pero ya no tenía tiempo de explicarse, se apresuró a subirse al coche y se dirigió al hospital con Greyson. Al llegar a la entrada de la habitación, Thea oyó un alboroto en el interior, así que entró bruscamente y se puso junto a la cama.

"¿Qué hacen ustedes aquí?", exigió ella con rabia mientras se enfrentaba a Maggie y al grupo de guardaespaldas.

"Nada, solo estamos trasladando a tu madre a otro hospital", respondió su prima con una sonrisa desdeñosa. Sobre sus tacones altos, esta miraba a Thea con desprecio. "Todavía no se ha despertado, y es una pérdida de dinero mantenerla en un lugar tan caro".

"¡No te atrevas a tocarla!", advirtió la joven con los ojos encendidos de ira.

Pero la otra desestimó la advertencia y, soltando una risa, replicó: "Thea, ¿de verdad crees que eres alguien especial solo porque ahora vives en la villa de la familia Reynolds? ¡No eres más que una zorra!".

Maggie se había sentido frustrada por no haber podido poner a Thea en su lugar el día anterior, y por eso estaba tan molesta.

"¡No eres más que el perrito faldero de la familia Russell!".

Mientras hablaba, Maggie quiso levantar la mano para abofetear a la otra chica.

Pero, en un arrebato de ira, Thea le dio una fuerte patada que hizo que la otra cayera al suelo con estruendo. Luego volvió a levantar el pie, haciendo que Maggie no pudiera levantarse.

"Hasta un perrito faldero te muerde si te pasas de la raya, zorra", replicó Thea, poco dada a refrenar su fogoso temperamento.

Ella había soportado las amenazas de la familia Russell durante años, pero nunca había dejado que domaran su espíritu.