Capítulo 7 Thea fue abofeteada

"¡Thea!", la voz de Maggie temblaba a causa de la ira y el sentimiento de humillación que la invadían mientras se retorcía bajo el pie de la chica. "¡Suéltame ahora mismo!".

La furia de Thea se desató por completo mientras pensaba en cómo estas personas tenían la costumbre de dañar a su madre a la menor provocación; apretando los dientes, sus ojos ardían de rabia cuando la pisoteó con más fuerza.

En ese momento, unos pasos apresurados resonaron por la habitación, seguidos por la gélida orden de Vanessa: "¿Qué demonios están esperando? Quítenle la máscara de oxígeno y sáquenla del hospital".

Sin dudarlo, los guardaespaldas parados cerca de la puerta corrieron hacia la mujer que yacía inconsciente sobre la cama.

Desesperada por detenerlos, la chica se dio la vuelta, pero antes de poder hacer algo, fue atrapada por otro par de guardaespaldas.

"¡Rápido!", ordenó Vanessa nuevamente con una escalofriante indiferencia.

Mientras los guardaespaldas se preparaban para quitarle la máscara de oxígeno a la madre de Thea, esta última gritó: "¡No! ¡Mamá!".

Tras recuperar la compostura y levantarse del suelo, Maggie gritó indignada: "¡Thea me atacó!".

Furiosa y angustiada, la chica miró a su frágil madre acostada en la cama mientras imploraba con unos ojos enrojecidos y llorosos: "Vanessa, admito que me equivoqué. ¡Por favor, no lastimes a mi madre!".

El pasado siempre volvía como un cruel recordatorio; ocho años atrás, el accidente de su madre, el encarcelamiento de su hermana y la despiadada traición de la familia Russell la habían dejado indefensa.

En consecuencia, resistirse solo provocaría represalias más despiadadas.

"Thea, déjame decirte algo", comenzó Vanessa con una sonrisa. "Todo esto fue idea de tu abuela y de tu padre. Creen que últimamente no te has comportado de manera apropiada".

¿Exactamente qué había hecho mal?

¡Incluso asumió la culpa y declaró falsamente que ella fue quien cometió el plagio!

También se había visto obligada a renunciar a la persona que amaba y terminó contrayendo matrimonio con un hombre al que ni siquiera conocía.

"¿Qué más quieren que haga?", preguntó Thea después de levantar la cabeza, conteniendo las lágrimas mientras sus ojos enrojecidos se fijaban en Vanessa y Maggie.

La madre respondió con un tono burlón: "Por un momento creí que ya habías aprendido la lección después de todos estos años".

Esta chica no era más que un peón en el juego de la familia Russell, una herramienta que podían usar a su antojo y descartar cuando ya no les fuera útil.

"¡Mamá!", la ira de Maggie estalló cuando recordó que Thea acababa de pisarle la cara.

"¡Golpéala!".

Vanessa, plenamente consciente de las intenciones de su hija, la instó con una sonrisa siniestra.

Esbozando un gesto igual de malicioso, Maggie se acercó a Thea y la abofeteó con todas sus fuerzas.

"¿Cómo pudiste atreverte a golpearme? Maldita perra arrogante, ¿de verdad crees que serás importante después de convertirte en la esposa del señor Reynolds?".

Ella había oído rumores de que el señor Reynolds no solo era repugnante, sino que también estaba discapacitado y tenía cierta predilección hacia los hombres. ¡Por eso Thea fue obligada a reemplazarla!

Maggie dio unas cuatro o cinco fuertes bofetadas al hermoso rostro de su prima, dejándolo todo rojo e hinchado. "¡Te casarás con él, quieras o no! ¡Aunque te dé asco, tendrás que compartir la cama con ese sujeto!".

Con cada palabra, la mano de Maggie volvía a golpear el rostro de Thea, haciendo que la sangre brotara de su boca.

La chica agredida se limitó a lamer el líquido vital de sus labios, preguntándose por qué trataban a su madre de una manera tan inhumana; ella apretó los dientes, conteniendo con todas sus fuerzas las lágrimas que amenazaban con derramarse.

Al observar la inquebrantable determinación de Thea, Vanessa frunció el ceño; parecía que la había subestimado durante demasiado tiempo. No podía decir con certeza desde cuándo esa chica se volvió tan resuelta, algo que dejó a la mujer bastante inquieta; de lo contrario, no habría traído a su hija aquí para advertirle sobre algunos simples asuntos triviales.

"Que lo de hoy sirva como una advertencia. Confío en que a partir de ahora te portarás bien".

Dicho esto, Vanessa hizo señas hacia los guardaespaldas para pedirles que liberaran a la chica. En cuanto lo hicieron, Thea corrió hacia la cama y cuidadosamente le colocó la máscara de oxígeno a su madre; suspiró aliviada cuando miró el equipo de monitoreo a su lado y confirmó que sus signos vitales se habían normalizado.

Ahora solo contaba con su madre, por lo que estaba dispuesta a protegerla a toda costa.