Una Esposa y un bebe para el ceo
img img Una Esposa y un bebe para el ceo img Capítulo 2 Una noticia
2
Capítulo 6 ¡Quiero ver a mi padre! img
Capítulo 7 ¿Casados img
Capítulo 8 Ocho img
Capítulo 9 Nueve img
Capítulo 10 Diez img
Capítulo 11 once img
Capítulo 12 doce img
Capítulo 13 trece img
Capítulo 14 Catorce img
Capítulo 15 Quince img
Capítulo 16 Dieciséis img
Capítulo 17 Diecisiete img
Capítulo 18 Dieciocho img
Capítulo 19 Diecinueve img
Capítulo 20 Veinte img
Capítulo 21 21 img
Capítulo 22 22 img
Capítulo 23 23 img
Capítulo 24 24 img
Capítulo 25 25 img
Capítulo 26 26 img
Capítulo 27 27 img
Capítulo 28 28 img
Capítulo 29 29 img
Capítulo 30 30 img
Capítulo 31 31 img
Capítulo 32 32 img
Capítulo 33 33 img
Capítulo 34 34 img
Capítulo 35 35 img
Capítulo 36 36 img
Capítulo 37 37 img
Capítulo 38 38 img
Capítulo 39 39 img
Capítulo 40 40 img
Capítulo 41 41 img
Capítulo 42 Confesión img
Capítulo 43 ¿Un camino sola img
Capítulo 44 44 img
Capítulo 45 45 img
Capítulo 46 No te dejare ir img
img
  /  1
img

Capítulo 2 Una noticia

El folleto me picaba en las manos, así que lo lancé a la cama. No podía creer cómo se había arruinado mi cumpleaños, pero ¿qué diablos le ocurría a mi padre? Sabía que me había dado todo, pero yo no era un pedazo de carne que estaba en oferta.

Me recosté en mi cama y me quedé dormida. Cuando desperté, faltaba una hora para la fiesta. Sería en el mejor salón de la ciudad, con los mejores invitados, incluidos Rang, el amor de mi vida, y mi mejor amiga Sam. Ellos me ayudarían a encontrar una solución a mi gran problema.

Después de darme una ducha, me puse un hermoso vestido regalo de mi madre. No era un típico traje de cumpleaños. Era de color rojo, se pegaba a la piel como un guante, resaltando las curvas que tanto intentaba ocultar. Tenía una abertura en una pierna y la pedrería del traje lo hacía lucir más impresionante. Caminé hacia el espejo y comencé a maquillarme, luego recogí mi cabello en un hermoso moño desarreglado. No era una mujer fea, tenía un cuerpo de infarto y el cabello color rojo hasta la cintura. Pero había algo que odiaba más que a todo mi ser: mis ojos color violeta. Sufría del síndrome de Alejandría.

Salí de la habitación y mis padres ya estaban en el salón esperándome. Mi madre no decía nada y mi padre tenía un vaso de whisky en la mano.

- Apareciste, vamos, se nos hace tarde - dijo mi padre.

- Entonces vamos.

No quise hablar más con ellos. Estaba molesta, ellos conmigo y yo con ellos. Pero lo cierto es que este problema no estaba resuelto. Mi madre se sentó a mi lado mientras mi padre conducía.

- Te ves hermosa, hija.

- Gracias, mamá. Tu regalo está hermoso, aunque sabes que no me gusta mostrar mi cuerpo y más ahora.

- Debes mostrar lo que eres. Nuestro cuerpo es un arma que debemos saber usar. Sé que lo que ocurrió temprano no es lo que queremos, pero no teníamos opción. Esto es una historia larga, cariño. Perdóname por no poder intervenir.

No le dije nada. Prefería no terminar de amargar mi noche. En cuestión de minutos, ya estábamos llegando al salón. Esperé a que mi padre se estacionara, luego abrí la puerta y me ayudó a bajar.

Al entrar, me recibieron con aplausos y un montón de confeti. Sonreí sin ganas. Mi cumpleaños se había arruinado. Saludé a todos mientras buscaba con la mirada a Sam y Rang, pero al parecer ninguno de los dos había llegado.

Me acerqué a la mesa donde estaría mi familia y mis mejores amigos, pero mi padre me interrumpió.

- Leila, quiero que conozcas a alguien. Por favor, ven conmigo - dijo en un tono dulce, pero ya no confiaba en él.

Iba a responderle cuando Sam apareció.

- Amiga, perdona mi tardanza. Quiero que me acompañes. Sé que este es tu momento, pero tengo algo que decirte.

Volteé a mirar a mi padre. Esta era la excusa perfecta para escaparme de ellos y poder contarle a mi amiga. Ella me ayudaría.

- Dame un segundo, papá. Voy a hablar con Sam - dije mientras salía corriendo con Sam, agarradas de manos, perdiéndonos entre la multitud.

Llegamos al jardín del salón. No entendía tanto misterio, pero Rang también estaba presente.

- Hola Leila, feliz cumpleaños nuevamente - dijo Rang.

- Gracias, chicos. ¿Qué hacen aquí? La fiesta es adentro. Tengo algo que decirles, necesito de su ayuda.

- Leila, es que nosotros tenemos algo que decirte. Pero si quieres, habla tú primero - comentó Sam.

- No, dime tú primero.

Quería saber qué estaba pasando. Si estaban metidos en algún problema, los ayudaría. Para eso éramos amigos.

- Rang y yo vamos a casarnos - dijo Sam como si nada. Al principio no supe qué sentir. Algo se instaló en mi estómago y quería llorar en serio, pero no debía demostrar mis sentimientos. Ella se iba a casar con el amor de mi vida.

- ¿Qué? ¿Cómo es eso posible, Samantha? ¿Te vas a casar con Rang? No podía creerlo.

- Sí, Leila. Sé que suena un poco loco, pero durante todo este tiempo he estado sintiendo algo por él y finalmente decidí dar el paso. Él me ha demostrado ser un gran amigo, novio y sé que será un excelente esposo.

- Oh, wow. No me lo esperaba para nada - dije fingiendo emoción. Pero, ¿qué va a pasar con nuestra amistad? No quiero que las cosas se tornen extrañas entre nosotras.

- No te preocupes, Leila. Nuestra amistad es más fuerte que cualquier cosa. Sé que quizás te sientes molesta porque te ocultamos la verdad. Además, Rang siempre ha sido un gran apoyo para las dos y estoy segura de que sabremos manejar esta nueva situación de la mejor manera.

Las lágrimas comenzaron a salir sin poder controlarlas. Quería ser hipócrita y sonreír por ellos, pero ¿cómo se supone que me alegraría con esta noticia? Yo estaba rompiéndome en mil pedazos por un amor no correspondido.

- Bueno, supongo que tienes razón. Si tú eres feliz, entonces yo también lo soy. Te deseo lo mejor en esta nueva etapa de tu vida, Samantha, y a ti, Rang, también te felicito.

Él me miraba fijamente. Parecía estar perdido en mis ojos, pero ya no me importaba nada.

- Gracias, Leila. Significa mucho para mí saber que cuento con tu apoyo. Ahora, cuéntame, ¿qué era eso que debías decirme?

Me quedé paralizada, sin poder decir nada. Mis amigos estaban tan felices en el jardín, celebrando la peor noticia de mi vida.

- Lo siento, debo irme - dije sin más y salí corriendo.

- ¡Leila, espera! - gritó Rang, pero era tarde.

Corrí para escaparme lejos de ellos, pero no había dónde esconderse, así que no me quedó otra que correr hacia los baños. Mi alma estaba gritando.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022