Tómame
img img Tómame img Capítulo 5 La promesa
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Capítulo 7 Algún día img
Capítulo 8 Soy más... img
Capítulo 9 El territorio img
Capítulo 10 Los celos img
Capítulo 11 Mía img
Capítulo 12 Huyendo img
Capítulo 13 Perdido en ella img
Capítulo 14 Me perteneces img
Capítulo 15 Suya img
Capítulo 16 Me encantas img
Capítulo 17 Emboscada img
Capítulo 18 A tu lado img
Capítulo 19 Enamorados img
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Capítulo 5 La promesa

La princesa

Me volvía loca. Me hacía ir más allá del límite de mi propia razón y podría jurar por mil años seguidos que le amaría para siempre.

Nunca un hombre me había hecho sentir como lo hacía él y sin siquiera tocarme un solo pelo.

Por años lo vi fuera de mi alcance y tuvo que ponerse mi vida en riesgo para que mi padre decidiera entregarme a él de una forma, en tanto yo quería hacerlo de otra.

Empezaba a dar vueltas por la habitación cuando le sentí llegar detrás de mi, justo segundos después de haberle dado un plantón impropio de una princesa en la mesa de comedor de su mansión.

-¿Por qué estás siendo así de malcriada?

Su voz era como recibir un corrientazo por todo el cuerpo y ser sacudida en el lugar. Me di la vuelta completamente segura que mientras yo contemplara las áreas verdes de su casa él se acercaría. El impacto de sentirlo cerca era una promesa de placer, un desorden alimenticio de su voluntad, de su poderío. Era como empacharse de él y yo quería eso. Lo había querido tanto que nunca creí que sería así de fácil aterrizar en su cama e igual de difícil perderme en su cuerpo. O al menos lograr que él se perdiera en el mio

-Porque tú estás siendo mentiroso y los dos sabemos que no tiene sentido lo que haces. No estamos en la época de la inquisición, no te van a matar por darle placer a una princesa virgen.

No podía creer el atrevimiento que me salía cuando estaba a su lado. Lejos de cohibirme me volvía una ninfomana desesperado por ser suya. Era una fucsia.

-Porque es lo correcto -se recostó en la puerta y cruzó sus brazos a la altura de su pecho.

-Y, ¿También era correcto que durmiera conmigo, me vieras desnuda y te excitaras en la madrugada mientras me acariciabas los labios?

Me encantó ver la sombra de vergüenza en su rostro cuando vió que le había pillado.

No podía entender cómo alguien de su edad, con esa experiencia y semejante virilidad no me hacía suya sabiendo que estaba claro ya, que me deseaba.

-No entenderás lo que pasa.

-Explícamelo -le reté.

-Vístete, bajaremos a desayunar y nos vamos a mis oficinas –cambió la expresión y los planes que me había hecho para esta mañana.

-No pretendo ser tu guardaespaldas -reñí enfadada -. No tengo por qué ir contigo a ningún lado sino quiero y no quiero. Ya me puedes seguir humillando cuando vuelvas. De todos modos tus hombres no me dejarán ni respirar...vete tranquilo.

-Vas -ordena y se encamina hacia mi -. He dicho que te vistas y te prepares, vas donde yo diga que vas y eso es a todos los sitios que yo vaya.

-Si vas a follar con alguna, ¿también me llevarás?

Inspiró profundamente y sabía que le estaba sacando de quicio. Yo quería eso. Quería tocarlo, tirar de su camiseta y pegarlo a mi, exigirle la lengua con mi boca, montarme en sus caderas y sonríe el sexo duro de ese hombre contra el mío y hacerlo gemir mientras yo grito cuando me rompe el himen de un solo empujón.

-También estarás presente la próxima vez que folle -espetó.

-Esa es una respuesta ambigua -apunté metiendo las manos bajo su camiseta -. ¿Lo sabes?

-He dicho que te vistas y cuando vuelva si no estás lista pasarán cosas que no te molarán nada.

-Para cuando me dejes ir acabaré con tu cordura y esa férrea fuerza de voluntad con la que disimulas las ganas que me tienes, haré pedacitos inservibles.

-Ya has empezado -se burló dándose la vuelta para irse -, te creo.

Me había propuesto volverlo loco mientras estuviera bajo su dominio. Había decidido tener esa oportunidad como un momento para hacerlo caer y si tenía que ser libre del lastre de mi virginidad, quería que fuera con él, no podría decir por qué pero las cosas que el vizconde proyectaba a mi me gustaban y quería conocer todo lo que decían de él.

Fue una sorpresa que papá me mandara con él cuando comenzaron los atentados así como me asombró que Alfred me recibiera. Siempre creí que esa clase de hombre no se fijaría en una joven como yo pero lo había hecho, aquella noche en aquella fiesta lo había hecho y desde entonces solo podía pensar en él, desesperadamente.

A veces no es suficiente desear mucho algo para que se cumpla, a veces todo es más desastrozo de lo que pensamos.

Y esa mañana, cuando por fin estuve lista para irnos y se suponía que él estaba abajo esperándome la ilusa de mi corría saltando por los escalones de la enorme casa hasta casi caer escaleras abajo al verlo en la puerta de su salón, vestido ideal...como era él. Su jeans oscuro, una camisa polo negra y una americana gris encima de su elegancia natural pero...el detalle fue que una dama que reconocí como Lady Lances estaba colgada de su cuello y le susurraba en la comisura de la boca una frase que no podré olvidar jamás:

-Prométeme que es solo parte del plan. Promete que cuando acabes de jugar a la familia feliz volverás a mi lado, entre mis piernas...donde te gusta.

No fue lo grotesco de la situación lo que me hizo alejarme de la escalera y controlar el aluvión de lagrimas que me amenazaba desde detrás de mis párpados, sino oírle decir a él que se lo prometía. Que no había ninguna otra que deseara más que a ella y que la princesa era solo un medio para llegar a un fin. Me tocaba a mi averiguar qué fin, y cuánto estaba dispuesto a avanzar conmigo por conseguir su misterioso objetivo.

Mientras ellos se prometían cosas, yo me desprometía otras tantas y entre esas hacer que él me quisiera. Estaba claro que mas que un polvo no iba a conseguir del vizconde y eso aún, estaba por verse.

            
            

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