Las luces se apagan y me siento morir. Odiaba la oscuridad, pero por suerte, desde el fondo de la tarima, sale David Guetta, mezclando solo como él sabe hacer. Todo el mundo disfruta la fiesta, incluso nosotros que, a pesar de no bailar, nos divertimos viendo y comiendo. Se nos había permitido probar todo lo que había para repartir. Fue fenomenal.
Los fuegos artificiales no se hicieron esperar. Mi mirada fue directo hacia el cielo, donde explotaban de muchos colores.
-¿Te gusta la pirotecnia? -pregunta Edder, dándome un susto de muerte.
-Me asustaste. Sí, me gusta. Son muy lindos los colores -digo, colocándome la mano en el pecho.
Ríe. -A mí también. Soy un alma fiestera. Me gusta ser libre y creo que a ti también. Lis es mi prima, así que tú eras la chica que la acompañó al juego. Soy el mariscal de campo -dice orgulloso.
-Lo sé. Pude notar que eras libre. Tus ojos hablan por sí solos -dice mirando nuevamente al cielo.
-Así que eres una de esas chicas "come almas" -dice riendo.
-¿Chicas "come almas"? -pregunto intrigada.
-Sí, son esas que se te meten en el corazón y terminas casado con ella. Ejemplo de esto es mi hermana. Es la chica que se está casando hoy. Ella le robó el alma a mi cuñado Robert desde que se conocieron. No han vuelto a separarse -dice mirándome. Dejo de mirar los fuegos artificiales para detallar sus facciones. Era tan hermoso como su hermana. Lo único que las diferenciaba era que ella tenía los ojos de color azul y él los tenía de un verde maravilloso.
-No creo tener tanta suerte. Para "comer el alma" de alguien, debes amarlo mucho. Y yo ni siquiera he tenido novio. Llámame mojigata o todo lo que quieras, pero soy fiel creyente del amor verdadero. Como dice mi madre, el amor solo se encuentra una vez -digo mientras camino, dejándolo solo. Él mete su mano en los bolsillos y sonríe.
La fiesta continuaba y más comida salía de la cocina. Todos estaban encantados con las bolitas de leche hechas por mi madre. Había probado una. Estaban espectaculares. Para cuando la novia lanzó el ramo, todas se colocaron en medio de la pista.
El DJ animaba la fiesta. Los tacones me estaban matando, así que me quedé parada cerca de la mesa de la familia. Cuando la bellísima novia aventó el arreglo, todas se volvieron locas. Pero ninguna podía correr por el ramo, ya que sus vestidos eran bastante incómodos. Y como si de un juego del destino se tratara, el lindo ramo cayó en mis manos.
Todos los presentes empezaron a aplaudir, mientras que mi cara pasaba de blanca a rojo en cuestión de segundos. La hermana de Edder se acerca a mí dándome un abrazo.
-Sé que no estabas haciendo fila para quedarte con el ramo. Ni siquiera estás en plan de diversión, estás trabajando. Pero creo en el destino, y esta noche estás aquí por algo. Hoy te tocó a ti ese hermoso detalle. Espero que puedas encontrar al amor de tu vida pronto, si es que no lo tienes ya, y casarte. Te deseo mucha suerte -dice la chica dándome un beso en la mejilla. Los gritos y aplausos estallan detrás de nosotros. No sé ni siquiera qué contestar, así que simplemente sonrío, agarrando bien el ramo.
Después del espectáculo del ramo, mi madre sonríe al verlo en mi mano.
-Mamá, no estaba haciendo fila para esto. Perdóname si vas a tener algún problema -digo temerosa.
-No te preocupes, cariño. Sé que no estabas en eso. Relájate. Ahora ven, sigamos repartiendo.
Seguimos repartiendo. Ya no sabía qué más cosas podían repartir. De verdad que ver tanta comida me tenía asqueada. Cuando dieron las cuatro de la mañana, nadie quería irse de la fiesta. Los novios se habían marchado hace bastante rato. Se rumoreaba que tendrían una linda luna de miel en Francia. Todo el mundo bailaba y bebía. Solo la gente adinerada se daba el lujo de desperdiciar tanto dinero.
Camino directo al baño. Necesito cinco minutos de tranquilidad. Por suerte, no había nadie. Mojo mi rostro y retoco mi cola. Abro dos botones de mi camisa. Moría de calor. Cuando estoy lista, decido salir. Pero Edder estaba esperándome afuera.
-¿Me estás acosando? -pregunto, intentando no reír.
-Podría decirse que sí. Quería hablar contigo -dice el chico.
-¿Así? ¿Qué quieres? -pregunto, cruzando mis brazos.
-Quiero proponerte un trato. Sé que sonará loco y todo lo que quieras pensar, pero quiero que te cases conmigo -dice el chico mientras sonríe.
-¿Qué? - pregunto, mientras me pego a la pared.
-Que te cases conmigo. Verás, mi familia piensa que estoy perdiendo mi tiempo y mi juventud. Soy estudiante de administración, este será mi último año. Juego fútbol americano, lo cual llena mi alma. Lo mío son las fiestas, los viajes, me gusta divertirme. Soy un chico bohemio, pero mi abuela está muy enferma. El médico dice que no llegará a finales de año. Por eso, quiero cumplirle ese deseo. Obviamente, tendremos que salir juntos por un tiempo, sino no nos creerán -dice de lo más normal.
-¿Estás bromeando, cierto? -pregunto, aún sin poder creer lo que el chico decía.
-No, sé que sientes algo por mí. A mí también me pasa lo mismo. Tus ojos, esos ojos que me tienen atrapado. Quisiera cortejarte y lograr esto. Te pagaré, haré lo que quieras. Formaremos un contrato y un acuerdo de confidencialidad -dice hablando como loco.
-¿Te estás escuchando? Soy una desconocida, no puedes proponerme semejante barbaridad. ¿Qué sabes tú si salgo de aquí y comento todo? -digo mientras camino de un lado para otro.
-¡Por favor! Se nota de aquí a la China que no eres de esas mujeres. Pero vamos a ser algo mejor. Regálame una cita y, si te gusta, podemos seguir intentándolo. Llevaré el contrato y lo leerás. Por favor, di que sí -me dice sonriendo.
No digo nada. No podía creer que él estuviera aquí, diciendo todas esas cosas. Es cierto que soy amiga de su prima y que ella tuvo que ver en esta idea, pero no se puede ir por el mundo pidiéndole a otra persona que se case contigo si no se conocen. ¿O es que acaso sí se podía? Estaba demasiado alterada, así que intento marcharme, pero él es más rápido y me toma del brazo, halándome para quedar pegada a su pecho. En ese preciso momento es cuando dejo de respirar. Sus labios se unen a los míos, dándome el mejor beso de mi vida. Su boca se abre para acentuar más el beso, pero incluso si fuera un pequeño roce, se sentiría de la misma forma. Esto era como besar a un ángel. Mis piernas tiemblan. Al principio no le respondo el beso, pero luego pierdo la razón y lo beso con la misma pasión con la que él me besa a mí.
Luego de unos minutos, él finaliza el beso, dejando su frente pegada a la mía. Tiene los ojos cerrados. No podía creer lo que me estaba ocurriendo. Me sentía extraña. ¿Creen en el amor a primera vista? Porque si es así, podría jurar que esto es lo que nos ha sucedido.
-Por favor, permíteme conocerte un poco más. Por lo menos, déjame intentarlo. No sé qué tienes, pero puedo decir con toda responsabilidad y franqueza que Cupido me ha flechado. ¿Crees en el amor a primera vista? Porque si es así, esto es lo que nos ha sucedido -dice aún sin separarse de mí. Su corazón estaba latiendo a mil y el mío hace bastante tiempo que se había desbocado. Estoy a punto de contestarle, pero mi teléfono suena. Es un mensaje de mi madre: debíamos irnos. Así que, sin responderle, me suelto de su agarre y me marcho, llevándome su mirada en mi corazón.