Capítulo 3 Desarmarme

En el trayecto a casa, Nadia no podía creer lo que había pasado. No sabía si estaba bien el haber dejado tan rápido la relación, en si tendría que haber peleado aún más. Cuanto más lo pensaba más dudaba. Solo pensaba en llegar a su casa y conversar con alguien, y que le dijera que lo que hizo estaba bien.

-No quiero arrepentirme, no suelo ser de esas personas que se arrepiente por las decisiones que tomo, siempre creí que las cosas pasan de la manera perfecta en que tienen que pasar, pero no niego que suelo ser impulsiva en ciertos casos. - Pensaba Nadia.

Se bajo del colectivo, camino unas cuadras, hasta su casa. Por suerte el día estaba agradable, asique aprovechó para respirar un poco la bella brisa, y que el sol la recargara de energía. Luego de salir del restaurant, ese fue su momento donde encontró paz por unos segundos. Trató de no pensar en nada, y solo sentir esa grandeza de la naturaleza. Se sintió tan pequeña, frente a un mundo tan grande, con tan solo mirar a su alrededor, y darse cuenta de la belleza de lo natural, y pensó en lo poco que disfrutaba del mundo que la rodeaba. Iba siempre tan rápido pensando en sus problemas, en su día a día, que se había olvidado de lo bello que era todo. Una lágrima rozó su mejilla, haciendo darse cuenta de que estaba llorando, se había desconectado por unos momentos y se había dejado llevar.

Nadia entró al apartamento que compartía con Marcos, y se detuvo a pensar que no tenía a donde ir. Se sentó en el piso, abrazó sus piernas y rompió en llanto. Todo eso que estuvo guardando desde que salió del restaurant, logró salir de una vez.

De repente suena el timbre. Nadia se levanta y abre la puerta.

- ¡Por el amor de Dios! Mira como estas, ¿Qué pasó? - Mientras María entraba, cerró la puerta y la abrazó, dejando que Nadia derramara sus lágrimas en su compañía.

- Me dejó. Me dijo que necesitaba un tiempo para él, que ahora iba a ser médico, que no iba a tener tiempo, que ya no me amaba, y que quería conocer personas nuevas - Nadia no paraba de llorar.

- ¡Ese imbécil! Después de todo lo que hiciste por él, casi que lo mantenías amiga, soportabas sus malos tratos, y sus humores. ¡Y ni hablar de tus suegros! Yo todavía no comprendo como nunca lo habías dejado vos a él, no se merecía tu respeto ni tu amor. Pero no te preocupes que el tiempo lo va a poner en su lugar, no te va a tener ahí, y se va a dar cuenta de la maravillosa persona que perdió. -

- Creí en él amiga, pensé que sólo era parte del estrés de la carrera, y que iba a ir madurando y cambiando, pero al parecer sigue siendo la misma persona que conocí. -

-Nunca va a cambiar amiga, yo siempre te apoyé en estos años, y te admiré por aguantar a una persona como él, pero bueno dicen que el amor es ciego, así que agradezco que ahora puedas empezar a ver realmente. No sabes la excelente calidad de personas que hay ahí afuera. - Ambas se empezaron a reír, Nadia entre sollozos y risas, respiro hondo, y decidió levantarse del suelo.

-No sé qué hago acá sentada. ¿Quieres tomar algo? Necesito hidratarme después de haber llorado tanto. - Le hizo una sonrisa a su amiga, y se dirigieron a la cocina. Se puso a preparar limonada, se fueron al living, y se sentaron en el sillón con su vaso de limonada.

- Amiga, ¿Qué hago ahora? No tengo donde ir -

- ¿Qué dices? Te vienes conmigo a mi casa, tengo mucho espacio, y sé que a Botitas le encanta tu compañía. - Botitas era el gato de María. - ¡Arriba el ánimo, amiga! No estás sola, y siempre te acompañaré a donde vayas, así que mueve tu trasero hacia tu habitación, arma tu bolso con toda tu ropa y nos vamos a casa.

Luego de armar la valija con toda su ropa, Nadia miró atrás, miró su bello departamento, pese a haber vivido ahí con Marcos siempre tuvo lindos recuerdos. Así que prefirió dejar esos bellos recuerdos en su mente, y seguir adelante.

El viaje hasta el departamento de María era de aproximadamente 1 hora, vivía en las afueras de la capital, así que tenían un buen trayecto. Aprovecho, cerro los ojos y descansó hasta llegar a su nuevo hogar transitorio.

- ¡Miau! - Botitas se estiraba de su larga siesta, e iba en camino a la entrada del departamento cuando vio entrar a las chicas. Se acercó a Nadia y se refregó en sus piernas. Ella se agachó, y lo cogió en brazos para darle una larga sesión de mimos y caricias.

- ¡Hola gatito precioso! ¿Me extrañaste? - En sus brazos Botitas ronroneaba contento por los mimos.

- Bueno amiga ponte cómoda, el cuarto de visitas está esperando por ti, así que ve, acomódate, date una ducha, que cuando termines nos vamos a comprar las cosas para la cena, mañana vamos a solucionar la vida, hoy vamos a descansar, comer y mirar una película.

- Sí, señora, como digas. - Ambas se rieron, Nadia comenzó a buscar ropa para ducharse, no quiso desarmar su valija, no estaba de ánimos para hacerlo. Mañana iba a tener que llamar a sus padres para contarles todo lo sucedido, pero aún no sabía que decirles. Dio un suspiro, y se fue a dar una ducha.

Fue la ducha más placentera después de un largo día. Por suerte al día siguiente era domingo y no había necesidad de ir a trabajar, justo le habían dado el franco de fin de semana. Se miró al espejo vio sus ojos hinchados, pensó en que fea estaba, pero pese a todo se sonrió, en una forma de decirse que iba a estar todo bien y salió del baño.

Fueron al supermercado para comprar la cena. Habían decidido hacer pizzas caseras, para poder comer en el sillón mirando una película. Terminaron de comprar, se fueron al departamento, y arrancaron a cocinar. Una vez hechas, se fueron al sillón, se taparon con una manta y comieron mirando una comedia, para no tener que mirar nada que haga llorar más a Nadia.

- Que excelente estaba la pizza. No doy más. Creo que voy a reventar de tanto comer - Ambas se rieron. - ¿Qué te parece si lavo todo, terminamos la película y nos vamos a dormir? Siento que mañana va a ser un día largo, y quiero estar lista para eso. -

- Por supuesto, yo te ayudo a juntar todo así hacemos más rápido. Y con respecto a mañana, respira, todo va a estar bien. ¡Y no te angusties! Creo que tus padres se van a poner felices de que terminaste tu relación con Marcos. - Se rieron, terminaron de juntar todo, y se fueron nuevamente al sillón a terminar de ver la película.

Sin darse cuenta, las dos se quedaron dormidas en el sillón. A mitad de la noche, María se despertó, y decidió despertar a Nadia para que ambas se vayan a dormir, apagaron el televisor que aún seguía encendido, y se fueron a dormir.

            
            

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