Mi loca perdición
img img Mi loca perdición img Capítulo 2 2. Andrea
2
Capítulo 6 6. Andrea img
Capítulo 7 7. Andrea img
Capítulo 8 8. Andrea img
Capítulo 9 Andrea img
Capítulo 10 Enzo img
Capítulo 11 Enzo img
Capítulo 12 12. Andrea img
Capítulo 13 13. Andrea img
Capítulo 14 14. Andrea img
Capítulo 15 Andrea img
Capítulo 16 Andrea img
Capítulo 17 Andrea img
Capítulo 18 Enzo img
Capítulo 19 Andrea img
Capítulo 20 Andrea img
Capítulo 21 Andrea img
Capítulo 22 Andrea img
Capítulo 23 Andrea img
Capítulo 24 Andrea img
Capítulo 25 Andrea img
Capítulo 26 Andrea img
Capítulo 27 Andrea img
Capítulo 28 Andrea img
Capítulo 29 Enzo img
Capítulo 30 Enzo img
Capítulo 31 Andrea img
Capítulo 32 Enzo img
Capítulo 33 Andrea img
Capítulo 34 Andrea img
Capítulo 35 Andrea img
Capítulo 36 Enzo img
Capítulo 37 Andrea img
Capítulo 38 Epílogo. Andrea img
img
  /  1
img

Capítulo 2 2. Andrea

-Cómo que te he visto mucho estos días -le digo a ese hombre, ese que estuvo aquí ayer y que luego volví a ver en el club.

-Coincidencia -comenta con una sonrisa discreta-. Sabes que la vida está llena de coincidencias.

-¿Qué deseas? -pregunto seria.

-Lo mismo de ayer -contesta.

-Lo siento -le digo-. Es imposible que yo me aprenda de memoria los quinientos pedidos de un día. ¿Qué pediste ayer?

Si sé que pidió ayer, pero no quiero que piense que me genera interés.

Él me observa con determinación y termina sonriendo.

-Un donuts y un café -dice-. Por favor.

Y así busco su pedido.

-Vas mejorando tu rapidez -comenta cuando le entrego lo que pidió.

Yo me le quedo mirando.

-¿Qué quieres? -le digo-. Llevas dos días con esta muela. Y serio me está sofocando encontrarte mucho.

-Te quiero a ti -expresa.

-Cariño no todo lo que se quiere se puede conseguir -le digo.

Pero nos quedamos mirando por unos segundos y saben que... está como quiere. Tiene la pinta de hombre malo y eso me encanta.

En ese momento pienso en el millón de cosas que me encantaría hacerle, porque sí, está maldita mente perversa me traiciona.

Miro el reloj, faltan dos horas para mi descanso.

-Pero hoy es tu día de suerte- expreso-. En dos horas tengo mi descanso.

Él sonríe, aún así no se le quita la pinta de malo.

-Te espero entonces -dice.

-Piensas quedarte aquí por dos horas -comento.

-Sí -expone.

Pues ahí lo dejo y continúo con mi trabajo. De vez en cuando pide otro café.

Aclaremos algo importante. No es que haya visto el hombre y me haya enamorado, es solo deseo.

Pasan las dos horas. Él se levanta de la silla y me espera afuera.

-Mi casa...-empieza decir.

-Vamos -le digo -solo tenemos una hora.

Él asiente.

***

Ustedes saben cómo vivo mi vida. Es así.

-Eres Andrea ¿No? -expresa para mi asombro. Yo no le he dicho mi nombre.

-¿Cómo sabes mi nombre?- pregunto.

El sonríe.

-Lo sé todo -responde.

-Esa respuesta no me vale -digo.

-Me llamo Barin -comenta-, y te he observado por algún tiempo.

-Eso es acoso -digo.

-Yo lo llamaría interés- responde.

Llegamos a su departamento. Es lujoso, un poco oscuro y serio. Muy de él, no me lo imaginaria diferente.

-¿Quieres algo de tomar? -pregunta quitándose la chaqueta y colocándola sobre uno de los sofás de la sala.

-Al grano muñeco -comento-, que la adolescencia la pasaste hace mucho.

Él me observa nuevamente de arriba a abajo y sonríe.

Me toma de la mano y me lleva a un cuarto.

Madre mía, el cuarto que siempre he querido.

Lo describo en una sola palabra: "perfecto". Tiene ese mueble encantador de curvas para tener sexo. Esta vez no necesito esposas, la cama tiene los aros para amarrar. Hay una especie de columpio colgado en el techo.

Lastima que no follo con un tío varias veces. Este cuarto humildemente hablando es el puto paraíso.

Él se acerca a mí a paso lento, derrochando masculinidad en un nivel indescriptible. Sí, los hombres son unos mentirosos, unos infieles por naturaleza y unas cuantas cosas más, pero también tenemos que reconocer que la palabra delicia cobra su significado con ellos.

Coloca su mano en mi nuca y acerca su boca a mi cuello. Aspira mi olor antes de dejar besos en mi cuello. Llega hasta mi boca, pero no me besa. El ambiente se vuelve un poco más caluroso, más intenso. El placer comienza a apoderarse de mi cuerpo.

¡Soy una adicta al sexo! Lo reconozco.

Hace que camine varios pasos hasta la cama. Me mira a los ojos. Una mirada oscura, misteriosa, que me vuelve curiosa pero aún así, no pienso descubrir que persona es.

¡Es follable! ¡Eso es suficiente!

Cuando choco contra la cama entiendo sus intensiónes de empujarme sobre ella. Y se me hace la boquita agua de todo lo que pudiera hacerme ahí, pero mi regla de ser quien domine no se quiebra.

-¿Alguna vez has sido dominado en tu propio espacio? -pregunto con una sonrisa.

Él recorre su pulgar por mi labio inferior. El gesto se refleja justo en ese lugar, en un volcán en plena erupción.

-Yo soy quien manda aquí nena - expresa con una seguridad a absoluta.

-No se con cuántas mujeres has estado aquí, pero sin dudas ninguna como yo -digo sensual. Eso me sale natural-. A mí nadie me manda - bajo mi mano hasta su bulto y lo acaricio por encima del pantalón-. Apréndete estas simples palabritas de memoria.

Él me mantiene la mirada, por algunos segundos, analizandóme o sencillamente jugando su carta mágica de una mirada que te aflojará las piernas y me dejarás hacerte lo que quiera

¡Conmigo no funciona macho! ¡Esas miradas intensas a mi me mojan las bragas y a partir de ello desatas a una fiera que solo quiere follar y que indiscutiblemente no podrás domar!

-Acuéstate -pronuncio claro, pero bajito.

No se mueve, sigue disfrutando del roce de mi mano a su sexo.

¡O deja que me lo folle como quiero o me voy! Creo que tendría que ponerlo a elegir.

-Tengo poco tiempo -le digo mientras desabrocho su pantalón-, o follamos como me gusta o me dejas ir con las bragas mojadas y tu amiguito inquieto.

Muestra una media sonrisa, que francamente hablando, es un arma letal en contra de todo ser viviente. Acerca su boca a la mía y muerde mi labio inferior.

-Has elegido una opción -expreso mostrando una sonrisa provocativa.

Me separo discretamente de él y paso por su lado dispuesta a marcharme. Cuando abro la puerta de su cuarto, su mano empuja la puerta cerrándola antes de salir.

-¿Crees que puedes jugar conmigo? -expresa con voz ronca.

Giro en la misma posición, arrecostándome a la puerta y mirándole directamente a los ojos con una sonrisa.

-Barin ¿No? -pronuncio con una voz tranquila-. Imagino que si sabías mi nombre, también hay otros aspectos de mí que conoces muy bien. Nadie domina a esta fiera...nadie, y si tú llevas dos días siguiéndome los pasos es que claramente quieres esto: ser dominado. No le falles a tu raza y "piensa con la cabeza de abajo más que con la de arriba". Lo de machito orgulloso no va conmigo.

-No eres una modelo nena - comenta con una sonrisa. Un poco de burla, un poco de no saber cómo lidiar conmigo-. Tengo muchísimas mujeres que desearían estar ahí en tu lugar.

Mentiría si dijera que me afectan esas palabras, pero es que no me afectan para nada. No me creo la última gota de agua del desierto y no me pongo a compararme con ninguna mujer. Elegí ser como soy porque me gusta ser un alma libre y follar con quién quiera, eso no es delito y si lo fuera pues cadena perpetua.

Bajo su atenta mirada llevo mis manos al borde del vestido y lo voy subiendo hasta quitármelo por encima de mi cabeza. La vena de su cuello se hace visible.

-Si quieres una modelo, ve en busca de una modelo, intentar hacer sentir menos a una mujer por no poder con ella, es el nivel más bajo al que puede llegar un hombre -digo sin siquiera enojarme-. Si mamá no te lo explicó, entonces te lo explico yo. A mí realmente no me afectan tus palabras, porque de los cuentos de hadas no vivo, pero la lección te servirá de por vida. Y si de verdad tienes tantas opciones pues no pierdas más tiempo, necesitarás que te bajen a tu amiguito.

Él no quita su mano de la puerta. Me observa una vez más. Ha logrado que se me quiten las ganas y este si es un nivel insuperable. Finalmente sonríe.

-En la cómoda están las cuerdas - susurra-. A tu disposición mi señora.

Sonrío complacida de que me haya dado lo que quiero. Le hago una seña para que se acueste en la cama y así lo hace. Dejo el vestido justo ahí en el suelo dónde estaba de pie y camino hasta la cómoda dónde están las cuerdas. Cuando me paro en frente de él ya está como su mamá lo trajo al mundo.

¡Me lo has puesto fácil cabrón!.

Le amarro primero los pies, me aseguro de que los nudos estén bastante duros. Apoyo las rodillas y la palma de las manos en la cama y gateo hasta que llego a sus manos. Sube un poco su cabeza y deja besos por encima de mis senos. Aseguro los nudos de las manos. Me bajo brusco de la cama, colócandome de frente a él.

-Yo me iré con las bragas mojadas, pero tú aprenderás a ser más consecuente con lo que deseas y lo que dices - él se mueve con la intención de soltarse-. Descansa y si tienes tiempo de dormir sueña con todo lo que te hubiese hecho y no te ganaste por hablar de más.

-Te buscaré de nuevo -grita justo cuando recogía mi vestido.

-No pierdas tu tiempo -Llevo mi vista hacia él-. No soy un autobús que pasa varias veces al día. Paso una sola vez y a tí hoy se te han cerrado las puertas en la cara.

No digo nada más. Me marcho. ¡Qué desperdicio de cuarto y de hombre!

¿Qué coño hago contigo reina? -le digo a mi amiga la de abajo.

***

-Andrea -me informa una de las chicas que trabaja conmigo-. En la mesa cinco piden que seas tú quien atienda.

Bufo, estoy de un humor de perros. Me dirijo hasta la mesa.

-Buenas tardes ¿Qué desean? -digo mientras observo a los dos hombres que se encuentran sentados. Uno de ellos me atiende más que el otro.

-Dos cafés -expresa ese que no ha dejado de mirarme.

Él otro hombre se levanta de la mesa a atender una llamada.

-¿Algo más? -pregunto a lo que él niega con la cabeza.

-Ok - respondo.

Le digo a David que me alcance los dos cafés.

Mi teléfono suena logrando que suelte una maldición. Cuando digo que no dispongo de buen humor, me quedo corta.

-Dime -contesté no de la mejor manera. No me fijé en quien llamaba, pero, sea quien sea, no llama en el mejor momento.

-Tu amiga acaba de perder su oportunidad de trabajar en A.S Enterprise...

Automáticamente que escucho eso, mi humor se pone peor...

-¿Que sucedió? - le pregunto.

-Llegó cinco minutos tarde y aquí la puntualidad es indispensable. La recepcionista evidentemente no permitió su entrada y ella desató un espectáculo en plena recepción y justamente frente al señor Stone.

¡No jodas por cinco minutos tarde!.

-Está bien, gracias por avisarme- digo y automáticamente cuelgo.

Colgando, llamo a Keira.

-Dime Andrea -contesta de mala gana.

-Estás loca verdad -Estoy un poco alterada-. Acabas de perder la oportunidad de tu vida.

-Acaso importa ahora. Ya no hay vuelta atrás -bufa.

-¿Quieres terminar como yo? sirviendo mesas en un gastropub y con un mísero salario que no te alcanza para darte alguno que otro gusto. -Estoy más enfurecida.

-Es un trabajo digno -me responde.

Y tiene razón es un trabajo digno y me gano mis propias cosas gracias a él, pero, ella si se esforzó y estudió.

-Sí, lo es. Al menos todo lo que tengo lo he logrado por mí, pero tu estudiaste y te has esforzado mucho, mereces el trabajo por el que has luchado tanto.

-Será lo que debe ser. Si mi destino es ser camarera y no empleada administrativa de logística y transporte así será. Mejor ven cuando termines tu turno en el Upcider y nos tomamos unos tequilas o un mojito, da igual la bebida, solo necesito un trago.

Es lo que necesito, hoy no es un día especialmente bueno.

-Está bien amiga. Allí estaré. Te dejo tengo trabajo por hacer.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022