Mi profesor es un hombre lobo
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Capítulo 5 5

Kiara finalmente estaba al segundo día, sentada en un bando de cemento en el jardín de la universidad. Para ser sincera, esperaba que el tiempo pasara con un tiempo indefinido. Había intercambiado números con Emilia.

"¿Me compras un café? No desayuné"

Al leer el mensaje, Kiara rodó los ojos. Levantó la vista y buscó entre la multitud el negocio más cercano. Se puso de pie, y tomó su cartera hasta avanzar frente a la multitud de personas. Miró su reloj, y guardó sus manos en los bolsillos. De pronto, sintió un fuerte golpe sobre su hombro.

Se giró bruscamente, y sus ojos fruncidos, se encontraron con unos claros. Sosteniendo su cintura, estaba pegada a su lado, Alexander su profesor. Mordió sus labios, al sentir el calor que emanaba el cuerpo de aquel hombre.

-Lo siento –comentó ella sin saber porque se había disculpado, después de todo, él, la había empujado.

-¡Fíjate por donde vas! –exclamó y rodó los ojos, mirándola de mala manera. Kiara, aún sentía el calor de sus grandes manos sobre su cintura.

-P-puede... soltarme –murmuró avergonzada, porque tenía unas enormes ganas de besarle. Cada vez sentía que su cercanía era más notoria, debido a los pequeños empujones de los demás alumnos.

Sus ojos se elevaron hasta clavarse en sus labios. El profesor, sintió la respiración femenina en su cuello, cerró los ojos por un segundo deseando con todas sus fuerzas... sentirla. Tuvo que apartarse de un tirón, cuando su miembro se despertó.

Salió corriendo, hasta volver a tomar una caminata tranquila. Kiara, lo observó a la distancia, levantó una ceja confundida sin embargo, decidió esperar para pedir dos cafés. En cuanto tuvo sus pedidos, vió a Emilia a la distancia.

-¡Los tengo! –exclamó con entusiasmo, y estiró la mano para dárselo.

-¿Qué pediste? –preguntó ella con una sonrisa, y sacó la tapa abriendo los ojos con sorpresa.

-Pensé que te gustaría un café cortado, yo... pedí café con leche –murmuró y Emilia asintió aunque no borró la sonrisa, se quedó pensativa -¿No te gusta? Lo lamento, si quieres lo cambio.

-Me encanta ¡Gracias! –exclamó y le dio un corto abrazo. Kiara se sintió feliz. No esperaba encontrar una buena amiga en la universidad. El año anterior, la pasó en soledad, comiendo a escondidas mientras esperaba un nuevo horario. Era más bien solitaria, o ella quería pensar eso.

Emilia, era muy al contrario de ella. Tenía unos atuendos preciosos y modernos, su cabello era perfecto sin una pizca de friz, al contrario de ella. No parecían combinar con nada. Pero ahí estaban bebiendo una taza de café y riéndose de temas sin importancia.

De pronto, la risa de Kiara se detuvo. Frente a ella, estaba el grupo de las populares. Las mismas, tenían muchísimo dinero y eran "influencers". El grupo dorado, observó a Emilia y dijeron:

-hola chica nueva ¿te gustaría venir con nosotras? –preguntó Sheila.

-No. ¿Por qué lo haría? –quiso saber con una ceja levantada. Kiara, observó con sorpresa a su amiga. Una invitación así, valía muchísimo. Nadie le daría un desplante de ese modo. Pero a Emilia, le daba igual. Durante su larga y extensa vida, había visto personas así.

Siempre existían, no importaba el tiempo.

-¿Sabes con quien hablas? –preguntó sentándose entre medio de Kiara y Emilia. Su amiga levantó la barbilla –Te estas juntando... con una pobre –comentó y miró a su grupo quienes asintieron fingiendo asco.

Emilia sonrió, el grupito también lo hizo. Sin embargo no esperaron lo que pasó luego, sin darle tiempo a reaccionar, tomó del cuello a Sheila y su cabeza rebotó contra el banco de cemento. La sostenía de sus manos, y las colocó detrás de su espalda.

-Largo –comentó y Sheila, se soltó de su agarre para irse rápido con su grupo.

-¡Está loca! –exclamaban.

Kiara levantó la vista hacia Emilia. La misma, esquivó sus ojos. No quería que pensara que era una salvaje.

-Eso fue...

-Lo sé. Creo que me pasé –murmuró con una mueca de pena y Kiara la tomó de la mano.

-¡Increíble! –Exclamó y abrazó a Emila –No debiste desaprovechar esa oportunidad –murmuró haciendo un puchero que hizo reír a Emilia.

-Me dan igual –comentó y miró su teléfono con sorpresa –se nos hace tarde Kiara –murmuró antes de tomarla de la mano, y avanzar rápidamente por el pasillo contiguo. Las dos corrieron, aunque Emilia no se cansaba con facilidad, fingió estar agotada cuando llegaron al final del pasillo.

La puerta blanca del salón, por suerte estaba abierta. El murmullo de los alumnos, las envolvió y sus pasos se perdieron. Dejaron caer sus cuerpos sobre las sillas individuales y se rieron.

-Casi –comentó Kiara y suspiró. Pero su tranquilidad no duró demasiado, había dejado caer la mitad de su torso sobre la mesa, pero se reincorporó con prisa al verlo. Alexander, tenía puesto una camisa blanca que le quedaba perfectamente ajustada a su cuerpo.

Su cabello estaba suelto, aunque tenía la mitad del mismo sujeto con una coleta del mismo color. Todas comenzaron a suspirar por él, pero ella recordó las frías palabras que había utilizado con ella.

-¿Por qué me odiará? –preguntó en voz alta, en un susurro muy fino. Al decir esas palabras, su profesor se giró y sus ojos se encontraron. Kiara, bajó la mirada concentrándose en su libro.

Emilia, sonrió. Sabía que aunque nunca lo aceptara, Alexander, sentía algo por su nueva amiga. Su hermano, al verla frunció las cejas. No le gustaba cuando Emilia, se metía donde no debía. Y si estaba como su profesor, solamente era para intentar encontrar una explicación nada más.

"Claro total no te tocaste el pene dos veces, pensando en Kiara...", le habló su mente y el gruñó consternado.

-Silencio –comentó y todos le hicieron caso. Aunque no se refería a la clase, sino, a sus pensamientos. Al menos Kiara, tenía un pantalón que cubría su piel y... femineidad. Pero sabía y podía olfatear que estaba... un poco excitada.

No lo miraba, pero de vez en cuando sus ojos se encontraban.

Kiara se sintió de nuevo nerviosa. Cuando el profesor, comenzó a explicar la clase y escribió en el pizarrón, toda la clase comenzó a balbucear. Tenía un trasero demasiado hermoso, parecía esculpido y la humana se sintió caliente.

Pensaba en esos brazos duros y fornidos alrededor de sus caderas, en sus manos tocando sus pechos y desnudándola. Se sintió excitada, mordió la punta del lápiz, pensando en su lengua recorrer su pecho duro.

¿Cómo serían sus abdominales?

Y sobre todo...

"¿Cómo sería su miembro?", pensó Kiara, y contrajo sus piernas.

El problema, es que el profesor sin saber cómo, escuchó ese pensamiento. El resaltador, se deslizó suavemente sobre su mano, hasta tocar el suelo. Sus pies por inercia se giraron

                         

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