Capítulo 3 Envuelta en llamas

"¡Fuego! ¡Señor Lu, la casa está en llamas! ¡La situación es crítica!", informó uno de los sirvientes con nerviosismo.

Mirando a su alrededor, Ezra notó como el ático lentamente se cubría de un humo espeso. Luego, miró fijamente a Selina, quien todavía lloraba con su bebé muerto en los brazos, entrecerrando los ojos hacia ella. ¿Cómo podía estar tan quieta en una situación tan peligrosa?

Al final, el bastardo estaba muerto.

Esto lo enfureció aún más.

"Vámonos", soltó. "¿Qué hay de la señora Lu?".

"¿Ah?".

"Su...mmm... Digo, la señorita Selina".

"Déjala morir sola", espetó Ezra, saliendo del lugar sin mirar atrás mientras

el caos se arremolinaba alrededor de la chica.

Pronto el humo comenzó a abrumar sus sentidos, aunque podía escuchar los pasos apresurados afuera.

Gritos de pánico y desespero flotaban en la toxicidad del aire, sin embargo, ella permaneció inmóvil observando a su bebé muerto.

'En función de amarte, te abracé con toda mi fuerza sin que me importara que tus espinas se clavaran en mi carne. Al final del camino, esas espinas no dejaron nada más que heridas en mi alma.

No puedo creer que estoy pagando un precio tan alto solo por estar contigo, Ezra.

Qué dolor...'.

Pensando en esto, abrió los ojos con dificultad. No había nada más que un denso humo a su alrededor y la figura del hombre alejándose. Finalmente, el fuego que se extendía salvajemente la devoró por completo...

"¡Ahh!".

Con un suspiro, Selina se despertó repentinamente de su pesadilla, llevándose la mano a la frente mientras jadeaba en busca de oxígeno. Ese maldito sueño de nuevo. Había sido constante durante años, era como una enredadera acercándose lentamente para asfixiarla hasta la muerte.

"¿Mamá? ¿Qué pasa? ¿Estás bien?", sonó una dulce vocecita. Allí, Selina miró a la niña sentada a su lado, para descubrir que había estado soñando de nuevo.

No obstante, al ver a su hija Carol, sabía que todo había terminado y su vida estaba completa de nuevo.

Pasaron cinco años desde que Ezra la abandonó en una mansión en llamas. Él no tenía idea de que Selina salió viva de ese desastre.

El otro detalle que él ignoraba era que en aquel entonces ella estaba embarazada de gemelos. Su primogénito, un niño, murió al nacer, pero el segundo bebé lo logró.

Se trató de una pequeña a la que llamó Carol An, el tesoro más preciado de su vida.

De vuelta a la actualidad, las chicas estaban en medio de un día trascendental, pues ambas estaban de regreso a su país de origen. Por lo tanto, mientras observaba cómo la ciudad se acercaba cada vez más desde la ventana del avión, el corazón de Selina se aceleraba con razón.

'Ciudad J... Mira quién volvió'.

Todo lo que había sucedido en esa ciudad se mantenía fresco en su memoria, y el dolor que le causaron sus verdugos nunca se disipó. Aun así, ella era diferente ahora. No solo era una mejor persona, sino que también era una mujer más fuerte gracias a Carol.

Entre otras cosas, su angelito le daba muchas nuevas razones para luchar.

Por su lado, la niña pareció sentir la nostalgia de su madre, por lo que suavemente le acarició la mejilla, preguntando: "¿No te gusta este lugar, mami?".

Ella siempre había sido una chica considerada y reflexiva. También era muy sensible, así que podía captar cada cambio en las emociones de Selina.

Ante la consulta, la mujer hizo todo lo posible por mantener su rostro impasible, para responder sonriendo: "Sí me agrada, querida. Es solo que acabo de tener una pesadilla, pero ya estoy bien".

Parpadeando repetidamente, Carol se inclinó para soplar con cariño la frente de su mamá. "Listo, mami. Ya hice desaparecer la pesadilla, no te molestará más".

Ese gesto conmovió mucho a Selina, que abrazando a su pequeña con fuerza, dijo con satisfacción: "Gracias, cariño. Mientras esté contigo, mami no le tendrá miedo a nada".

Pasados unos minutos, el avión aterrizó en el aeropuerto internacional de Ciudad J.

Al salir al vestíbulo del aeropuerto, las chicas notaron como muchas personas volteaban a verlas.

Todo porque Carol era realmente muy hermosa. Aparte de eso, en vista de que transitaban el verano, Selina le había elegido un lindo atuendo de temporada.

El rostro de Carol era tan regordete que parecía suplicar que lo pellizcaran.

Ante la idea de que su adorable hija llamaba demasiado la atención, Selina le puso un sombrero para tratar de hacerla pasar desapercibida.

Hace unos años atrás Viola mató a su hermano gemelo, por lo que si se enteraba de la existencia de Carol, no había forma de saber lo que intentaría. Selina solo quería llevar una vida pacífica con su hija en su país de origen.

Entonces, tirando del borde de su sombrero, la chiquilla preguntó: "Mami, con esto puesto, ¿los demás ya no me mirarán tanto?".

Carol era demasiado joven para entender

la admiración que causaba en la gente.

En consecuencia, la niña se mantenía alerta, tratando de interpretar la atención que le brindaban todos esos extraños.

"Así es, así que no te lo quites, ¿de acuerdo?", contestó la madre con una sonrisa.

"Está bien".

Una vez que la multitud comenzó a ignorarla, la pequeña parecía un poco más relajada, arrastrando su maleta con alegría.

De pronto, se escuchó el llanto de un niño.

Presenciando la escena, Selina se apuró a atrapar al chico que su hija casi derriba. "Oh, cariño. ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?", le preguntó con gentileza, acariciando nerviosamente el brazo del jovencito.

Inesperadamente, el niño la apartó mirándolas con disgusto. "¡No me toques!", espetó.

Sinceramente Selina no esperaba semejante reacción, por lo que tras el empujón perdió el equilibrio

y se cayó hacia atrás.

Asombrada, Carol rápidamente se paró frente a ella mirando fijamente a este maleducado niño, para reprenderlo con sus manitas en las caderas: "Oye, mi mamá solo te estaba preguntando si estabas bien. ¿Por qué la empujaste?".

Si bien la falta había sido del chico, Selina intervino: "No le grites, Carol. Pídele disculpas".

"No. Fue muy descortés. Me tropecé con él sin intención. Y tú solo estabas tratando de asegurarte de que estaba bien", replicó la niña haciendo un puchero.

A causa de ello, la mujer le acarició suavemente la mano para calmarla, diciendo gentilmente: "Bueno, tú cometiste un error primero, así que te tienes que disculpar primero. Tal vez él solo se asustó, y no quiso empujarme. ¿No es así, pequeño?".

Selina siempre le había enseñado a su hija a ser amable con todos.

Esperaba que ella enfrentara al mundo con empatía, ya que aunque había mucha gente mala alrededor, los buenos eran más.

Como por ejemplo, su amigo Moses Sheng. Él fue quien la salvó ese año cuando fue abandonada y perdió todo, también sus compañeros del hospital se ofrecieron a ayudarla sin dudarlo.

De hecho, en los últimos años en los que ella y Carol vivieron en Inglaterra, había recibido mucha asistencia de gente muy valiosa, por lo que estaba agradecida con todos los que la apoyaron mientras reconstruía su vida. Definitivamente los recordaría tanto como a aquellos que le habían hecho daño.

Entonces, a pesar de que Carol se mostró un poco reacia, era obvio que no quería decepcionar a su madre, por lo que logró soltar un par de palabras con mucha dificultad. "Lo siento".

Sin embargo, el niño las miró con indiferencia, respondiendo: "Bah, mujeres problemáticas".

Acto seguido, siguió su camino, chocando deliberadamente el hombro de Carol.

"¡Mami! ¿Viste eso? Él... ¡Es un chico muy malo! ¡Malo y molesto!", se quejó.

Poniéndose de pie, Selina no pudo evitar reírse. "No importa, cariño. No te preocupes más por él, ¿sí? Sé buena chica".

De todas formas, Carol, mirando la espalda del niño, le gritó: "¡No dejes que te vuelva a ver! ¡Mocoso!"

Escuchándola, el chico se volteó para mirarla con profunda frialdad.

Tanto, que el corazón de Selina se le subió a la garganta. ¿Cómo podía un niño tan pequeño ser tan aterrador?

Luego, lo vio acercarse a un hombre alto y misterioso. Ese tipo... le parecía inquietantemente familiar.

¿Era él? ¿Ese chico era el hijo de Ezra y Viola?

De un momento a otro Selina se encontró pensando en todo lo que le había sucedido en el pasado. Allí, el miedo que pensó que ya había superado resurgió una vez más. Desesperada, se puso una mano en el pecho mientras veía en todas las direcciones buscando posibles salidas que ella y su hija pudieran tomar.

En ese momento, Carol tiró del dobladillo de su ropa para consultar: "¿En qué estás pensando, mami? El tío Moses nos está esperando, vamos por él".

No fue hasta escuchar la voz de la niña que Selina pareció recuperar sus sentidos. Con esto, agarró a su hija y salió corriendo del aeropuerto.