Pero tal vez eso era demasiado pedir, Alexandre jamás me vería de esa manera.
Unos días más tarde estaba en problemas nuevamente, había demasiado tráfico y estaba llegando tarde al trabajo.
Era demasiado estúpida, como carajos no escuche el despertador.
-¿Dónde has estado? El jefe te ha estado buscando, estoy segura de que le encantaría escuchar tus excusas -me dijo Laura.
Mi corazón empezó a latir con fuerza, esto no era posible, pero al menos llevaba su café en mis manos a modo de disculpa.
Deje mi bolso en el escritorio, llamé a la puerta con suavidad.
-Pase -su voz fría me hizo temblar.
Entré lentamente, mis piernas y manos temblaron ligeramente.
-Su café señor.
Forcé, una sonrisa, estaba muerta, en el peor de los casos, sin empleo.
Él no respondió, acaso quería hacerme sufrir de más, mi garganta estaba seca.
Después de lo que parecía una eternidad, el señor Grayson finalmente levantó la vista de sus papeles.
-¡Estás esperando una ronda de aplausos por llegar tarde! -Exclamó molesto.
No podía decir una excusa estúpida. Era mejor no decir nada y aceptar sus regaños.
-Solo ponlo en la mesa y vete, no estoy de humor para liderar con tu falta de compromiso al trabajo. Usted parece no tomar en serio mis reglas.
Hice lo que dijo y salí practicando corriendo de ese lugar.
Pase prácticamente todo el día con los nervios de punta, cada ruido que escuchaba me ponía en modo alerta.
Estaba haciendo todo lo posible para mantenerme fuera de problemas, pero ya había cometido dos errores.
Esa tarde regrese al departamento sin ánimos de cenar, tome un baño y me desplome en la cama.
Estaba realmente agotada.
Durante los siguientes días, mi jefe fue realmente grosero, no dejaba de señalar cada mínimo error que cometía.
Era realmente aterrador, su voz me causaba escalofríos.
Después de una semana todo parecía estar volviendo a la normalidad, al menos no me regañaba a cada momento.
Pero seguía actuando como si no me tolerara, algo de mí lo irritaba, no entendía que era lo que odiaba de mí.
También me dejó claro que yo era de su propiedad y estaba completamente en sus manos.
Eso era algo estúpido a mi punto de vista.
Estaba cansada de sus comentarios hirientes, pero no tenía otra opción que soportarlo.
La situación de mi madre estaba empeorando, yo debía de resistir por el bien de ambas.
Mis únicos amigos eran Joseph y Elsa, ellos me hacían olvidar las cosas malas.
Laura no había detenido sus ataques verbales, pero todo lo que recibió a cambio fue una mirada de desinterés total, y eso la volvía loca.
No le daría el gusto de caer en su juego, yo era una persona adulta y madura.
Había estado trabajando en organizar los archivos alfabéticamente durante dos días, y las interrupciones constantes del teléfono no ayudaron.
El teléfono sonó a mi lado, y sabía que no era un cliente o alguien preguntando por el señor Grayson.
Era el mismo diablo llamándome desde las profundidades del infierno.
-¿Sí, señor? -Respondí con voz dulce.
-Tráeme los documentos que te entrego mi tío, los necesito.
Imbécil, grite para mis adentros, tenía demasiado trabajo, debía de llevarles esos putos papeles.
Él podía venir y tomarlos, pero no lo haría, él era un Dios, yo una simple mortal a sus órdenes.
Me levanto de mi asiento, tomé los documentos y caminé directo a la guarida del lobo.
-Pase, señorita Smith
Abrí la puerta y la cerré detrás de mí, estaba furiosa, pero no podía demostrarlo.
El señor Grayson no estaba sentado en su escritorio como esperaba.
Se encontraba descansando en su sofá, con los brazos y las piernas cruzadas, eso me hizo enfurecer mucho más.
Su camisa blanca se aferró a él, y sus bíceps parecían que estaban a punto de reventar a través de la tela.
Era una buena vista, no puedo negarlo.
Trate de no pensar en cosas pecaminosas, como las que sucedía en mis sueños cada noche.
Es tu jefe, me reprendí mentalmente, además de ser un completo idiota, arrogante.
Las imágenes de algunos de mis sueños cruzaron por mi mente, haciendo que una oleada de calor me recorriera en instantes.
Él follándome sobre su escritorio, como un maldito animal, ese sueño, me había hecho temblar.
Respire profundamente y aleje todo eso de mi mente.
-¿Cómo sabías que era yo?
Pregunte con curiosidad mientras colocaba los papeles en el escritorio, acaso podía ver a través de las paredes.
Él no abrió los ojos, parecía estar meditando.
-Nadie tiene una voz tan fea como la suya.
Definitivamente, este hombre era satanás, nada bueno, salía de su boca cuando se trataba de mí.
-Señorita Smith, haga una reservación en el mejor restaurante esta noche, a las ocho de la noche.
Tome nota mentalmente, restaurante, ocho de la noche.
-Sé que por su estatus social no sabe mucho de estas cosas, pero necesito el mejor, no lo olvide.
Obvio no sabía nada de eso, pero podía investigar, no era tan estúpida.
-Sí, señor, ¿se le ofrece algo más?
-Vendrás conmigo.
No podía acompañarlo, tenía asuntos que atender.
-Lo lamento, señor Grayson, tengo asuntos que atender, no podré acompañarlo.
Observe como abrió sus ojos y me miro con disgusto, sus ojos fríos atravesaron mi alma.
Una sonrisa burlona se formó en sus labios.
Deje de respirar por unos segundos, tenía cosas importantes que hacer, además era fuera del horario laboral.
Tenía derecho a negarme.
-¿Tienes algo mejor que hacer? -Pregunto taladrándome con la mirada.
-En realidad, sí.
Estaba planeando visitar a mi madre, se lo había prometido esta mañana, no podía fallarle.
-Señorita Smith, si no quiere asistir a la reunión, no se preocupe en volver a trabajar, estará despedida, yo no le estoy pidiendo nada, se lo estoy ordenando.
Quería empezar a gritar como loca, yo quería ver a la persona más importante para mí.
Cerro de nuevo los ojos y me ignoro por completo, obviamente lo que yo decidiera no era asunto suyo.
Quería desgarrarlo en pedazos, hacerlo trizas por imbécil.
Apreté los puños con fuerza y volví a mi escritorio.
Luche con todas mis fuerzas para no llorar, no quería darle a Laura ningún arma que pudiera usar en mi contra.
Respire una y otra vez para calmarme.
Sabía que ella lo disfrutaría, incluso se lo contaría a todas las personas que trabajaban en el edificio.
No quería decepcionar a mi madre, pero necesitaba el trabajo más que nada en este mundo, de lo contrario no podría pagar su tratamiento.
🌼🌼🌼🌼🌼🌼
-Estoy no es posible - grité molesta.
Había sacado prácticamente toda la ropa de mi armario, Catalina me veía preocupada.
Ella me había dado algunas prendas, pero nada tan elegante como para un lugar como ese.
-Qué voy a ponerme -sollocé angustiada.
-Relájate, encontraremos una solución, ya lo verás.
Me di la vuelta y la miré con tristeza, yo no tenía nada elegante y ella, tampoco, estaba muerta.
-Solo mira todo esto, no hay nada que pueda usar, terminaré sin trabajo Caty.
-No, ni lo digas, tu necesitas ese trabajo, mira, cuando salí del trabajo me toco retirar unos vestidos de mi jefa, se los debo entregar mañana por la mañana, puedes usar uno, ella no se dará cuenta.
Catalina trabajaba como dependiente en una tienda glamurosa, su jefa siempre le pedía que recogiera su ropa de la lavandería.
Era casi como su asistente personal, se mantenía al pendiente de todo.
-No puedo hacer eso, si algo le pasa al vestido tú perderás el empleo, no puedo permitirme eso, esa ropa es costosa.
-No te preocupes tonta, solo cuídalo, si se ensucia le digo que fue un descuido o algo parecido, lo llevo a la lavandería de nuevo y listo.
Me quedo pensativa por unos segundos, qué opciones tenía en ese momento, solo aceptar la ayuda de mi querida amiga.
-De esa manera no perderás tu empleo, sabes que lo necesitas, yo here cualquier cosa para apoyarte.
Me acerqué a mi amiga y la abracé con fuerza, definitivamente ella era la mejor
-Gracias Caty, de no ser por ti estaría muerta, sé que ese imbécil quiere hacerme fallar, pero no se lo voy a permitir.
-Termina de alistarte, buscaré los vestidos y los colocaré en la cama, toma el que más te guste.
Corrí al baño, me di una ducha, arregle mi precioso cabello negro, lo llevaría suelto.
Mi amiga me ayudo con el maquillaje, algo discreto, nada que llamara mucho la atención.
Exactamente, a las ocho de la noche llegué al restaurante indicado, pero no entre, debía de esperar a mi jefe.
Seguía molesta con Alexandre, también me sentía triste por no poder visitar a mi madre esa tarde, el sentimiento de culpa me estaba consumiendo.
A las ocho y diez minutos un lujoso auto se detuvo junto a mí, de seguro se trataba del idiota de mi jefe.
Grayson bajo del auto con elegancia, su colonia era realmente embriagadora.
Me queda con la boca abierta, se veía realmente sexi, era difícil no mirarlo.
Era el hombre más guapo que había visto, elegante, con un aura fría a su alrededor, era como ver a un dios griego.
Mi corazón empezó a latir con fuerza, siempre pasaba lo mismo cuando él estaba cerca de mí.
Pero yo era consciente de que ese hombre tenía un lado oscuro, algo en lo que yo no quería involucrarme.
Respire una y otra vez para calmarme
-¿Qué demonios estás usando? -Pregunto con algo de molestia.
Le di una ojeada a mi vestido, estaba perfecto, incluso mi maquillaje y peinado, ¿acaso había olvidado algo?
-¿Pasa algo? -Me apresuré a preguntar.
-No importa.
Miró en dirección al coche y una sonrisa se dibujó en sus labios.
-Lily.
¿Lily?
Mire en dirección al auto y una pequeña de unos tres años aproximadamente salió del coche con una sonrisa tierna, se acercó al señor Grayson y se aferró a su pierna.
¿Acaso era su hija? Supuestamente, era un hombre soltero.
Él podía notar la confusión en mi rostro, eso parecía divertirlo, me dio una mirada fría, luego acarició el cabello de la pequeña.
-Una niña - murmuré por lo bajo.
-Qué esperaba, señorita Smith, pensé que era más inteligente.
Respondió con fastidio, ese hombre siempre estaba de mal humor.
Mire mis tacones, era imposible hacerme cargo de esa criatura en esas condiciones.
-Señor - murmuré por lo bajo.
-Es la hija de mi hermana, su niñera, enfermo, así que debe de cuidarla, esta reunión es muy importante, si algo le sucede a Lily, está muerta, eso téngalo por seguro, no era necesario que vistiera tan elegante. Algo casual era lo mejor.
Llevaba un vestido color blanco de tirantes, definitivamente sería difícil cuidar de la niña.
-¿Seré su niñera? -Pregunté sin poder creerlo-nunca he cuidado, niños.
-Acaso pensaste que irías a la reunión conmigo, eso jamás señorita Smith, usted no está a la altura de esas personas, no soy tonto como para llevarla y que me haga quedar en vergüenza -respondió en tono burlón.
Levantó a la pequeña del suelo y le dio un beso en la mejilla.
-Te quedarás con ella, se una buena niña de acuerdo.
La pequeña asintió con la cabeza y beso la mejilla de su tío, y yo que pensaba que era un ser frío y sin sentimientos.
-Ya sabe, señorita Smith, cuídela como a sus ojos.
Sin decir más, el hombre se marchó y me dejó con la pequeña.
Era un completo imbécil, yo no estaba a la altura, eso me hizo odiarlo mucho más.