Capítulo 2 El fin de su carrera

Tras la humillación que acababa de pasar, Claris dio por echo el fin de su carrera, no había consuelo para sus lágrimas, ella sabía que Miley la acusaba injustamente, pero ¿como lo probaría? Ella era una simple modelo que había entrado tras un casting, nadie la conocía lo poco que tenía, lo había logrado con muchísimo esfuerzo, en cambio Miley era una diseñadora de renombre, muy conocida, sus desfiles salían en cada revista y canal de chismes, era toda una celebridad.

Mientras se quitaba el vestido observaba las costuras abiertas la maquilladora Carla le alcanzó una servilleta para que seque sus lágrimas "Claris no fue tu culpa, mantén la calma, todo se va a resolver" dijo tratando de dar consuelo.

Claris solo asintió mientras se secaba con la servilleta.

Luego se levantó, se vistió con la misma ropa que había llegado y se marchó.

Condujo sin rumbo hasta llegar un muelle, ahí se bajo de su vehículo y se sentó en un banco que había mirando el agua.

No tenía más que hacer, todo había terminado y ahora en sima tendría que sumar el enojo de Miley, que la culpaba por haber "roto" su vestido, aunque ella sabía que seguramente se había descosido, pero Miley jamás lo admitiría ¿como podría admitir que había hecho mal la prenda? Eso arruinaría su carrera, sería más fácil culparla a ella y salir como víctima.

Entonces Claris dio un grito de ira que resonó en el lugar.

Después de un rato en soledad, se dispuso a regresar a su auto debía irse a casa ya había caído la noche y seguramente en cualquier momento llamaría su madre, para preguntarle cómo había estado el desfile.

Cuando estaba en casa recibió la llamada de su madre, está al escuchar lo sucedido trató de consolarla, pero también le dijo "te vendría bien un descanso de la ciudad, ven a casa hija y cuando se calmen las cosas regresas otra vez"

"Mamá estaré bien, además huir no resolverá nada, todo lo contrario, podrían tomarlo como que quiero escapar, no se que pasará en los próximos días, así que prefiero estar aquí para hacerle frente".

La madre sin insistir en el asunto, cambio de tema, se despidió y colgó la llamada.

Claris no tenía sueño, ya habían dado las once de la noche Pero ella estaba como su fuera aún medio día, entonces le escribió a su amiga para ir a algún lugar "¡dale genial!¡te espero en el club de siempre" dijo la otra entusiasta "está noche romperemos la noche y se te pasará la preocupación"

Claris se vistió con un vestido azul marino suelto que llegaba a sus rodillas, unos zapatos altos y salió al encuentro de su amiga.

al llegar al club había bastante gente, era viernes así que se prestaba para divertirse un rato, al fondo una chica levantó la mano haciendo señas, era Luisa Su amiga.

"Ven aquí" le dijo.

Claris sonrió y fue a su encuentro "hola ya se lo que paso hoy, pero no vamos a hablar de eso hoy ¿ok?" Dijo Luisa y sin darle mucho tiempo le agarro la mano y la llevo a la barra "tomemos algo" insistió.

Claris conocía a Luisa de toda la vida, está otra era una chica rica que todo lo tenía en la mano, sus padres, ambos cirujanos cardiovascular, le daban todo lo que quería, pero eso no le impedía ser una gran persona, siempre la había apoyado y no dudaba en pelear con cualquiera si fuera necesario por su amiga.

Después de un rato de hablar Claris se levantó para ir al baño, aún tenía el vaso en la mano cuando giró y de pronto sintió que todo se volvió oscuro.

Había chocado contra un traje oscuro, cuando levantó la mirada había un chico de ojos negros, pelo oscuro, mandíbula recta, que la miró con desprecio, mientras ella sentía la mano mojada miró hacia abajo, ahí fue cuando vio como su vino había manchado la camisa blanca del joven y no había Sido poco, todo su vino se había derramado sobre él.

"¡Lo siento mucho!" Exclamó Claris apretando los dientes.

El muchacho la tomó de los hombros y se miró la camisa.

"Deberías tener más cuidado" dijo con voz calmada pero con su mirada penetrada en los ojos de Claris.

"Te pagaré la tintorería" dijo ella.

Él chico sonrió. Su sonrisa era perfecta, sus hoyuelos en las mejillas le daban el toque cautivador que necesitaba.

"No hay problema, con tu número es suficiente" dijo el chico.

"Que atrevido eres" dijo sonrojada

"Bueno puedo sino hacerte pagar mi camisa, que te aseguro que tú salario de un mes no se si será suficiente"

Ella enfurecida ya le dijo "ya te pedí disculpas, no te voy a pagar nada, nadie te mandó a pegarte a mi"

Entonces Luisa intervino "bueno, bueno, no es necesario discutir por un poco de vino, estoy segura que el muchacho tiene muchas camisas más en su casa" mientras tomaba del brazo a Claris y la sacaba del club.

            
            

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