Almas de sangre
img img Almas de sangre img Capítulo 5 🐺 CAPÍTULO 4 🐺
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Capítulo 7 🐺 CAPÍTULO 6 🐺 img
Capítulo 8 🐺 CAPÍTULO 7 🐺 img
Capítulo 9 🐺 CAPÍTULO 8 🐺 img
Capítulo 10 🐺 CAPÍTULO 9 🐺 img
Capítulo 11 🐺 CAPÍTULO 10 🐺 img
Capítulo 12 🐺 CAPÍTULO 11 🐺 img
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Capítulo 5 🐺 CAPÍTULO 4 🐺

Un inexplicable temor se instaló en mi pecho, creo que quizás debería tomar las cosas con calma... No, no podía hacerlo.

En unos pasos estaba delante de ventana cercana a la cama, en la que hace poco dormía. Era del tipo deslizante, de cristal, lo que me facilitaba la huida. Caí con suavidad, como si flotara, en el suelo. El pueblo se encontraba en una zona algo elevada, un barranco me separaba del bosque. Sin pensarlo mucho salté, me mantuve en el aire por unos instantes y eso me provocó una sensación extraña. No parecía la primera vez que hacía tal cosa.

Aterricé sin dañarme entre dos árboles, me quedé sentada en la copa de uno de ellos.

Amaba el paisaje de este bosque, la tranquilidad que trasmitía. Bajé sin dificultad alguna del árbol, mis pies descalzos pisaron el césped y me permití disfrutar de la sensación.

Comencé a trotar y me adentré en el bosque, en unos segundos corría tan rápido que el viento golpeaba con fuerza mi rostro. Cada paso que daba me acercaba a la libertad, no importaba lo que hiciese o adonde fue siempre que me mantuviese alejada de todos. Frené en seco, tenía la sensación de que esto no es lo que quería.

«Sigue corriendo, él está cerca»

Resoplé fastidiada y obedecí a Hélade. En realidad, a ella no le importaba lo que pensase, pese a que estar en el mismo cuerpo debería unirnos.

Sin mirar atrás o sentir cansancio en lo absoluto continué corriendo, disfrutaba la sensación pese a que no lo hacía a voluntad. Tras advertir el aroma de Aster me di la vuelta, no sabía si sentirme halagada porque haya venido. Hélade no dijo nada en mi cabeza, era la primera vez que no reaccionaba ante una situación.

-No entiendo por qué te fuiste.

Le miré por un momento, yo no quería escapar, pero los deseos de Hélade vencían los míos. No obstante, Aster me parecía un poco peligroso, cosa que jamás admitiría en voz alta.

-Solo quería dar un paseo

Frunció el ceño ante mi respuesta.

-¿Y por qué corrías?

Trató de romper la distancia entre nosotros e hice lo mismo en busca de su olor.

-Tu lugar es conmigo, mi Luna -afirmó autoritario.

Quería regresar con él, estaba convencida de ello. Pero, antes de que la afirmación saliese de mis labios, sentí que me ahogaba. Retrocedí debido al dolor y llevé las manos a mi garganta.

«Eres estúpida, casi nos condenas a una vida miserable»

Me asustaba que Hélade tomase el control, desconocía que era capaz de hacerle a mi Muse. Mis huesos empezaron a quebrarse, me costaba estar de pie por el dolor. Ella me susurraba que todo acabaría, si quemaba todo este bosque. Todo lo anterior se detuvo de golpe cuando retrocedí unos pasos, para luego dedicarle una mirada inexpresiva a mi Muse cuando posó una mano sobre mi hombro.

-¿Acaso creíste que iría contigo? -Hélade tenía el control y furiosa, solo podía observar desde un rincón de mi mente como iba a hacer lo que le plazca.

El poder recorría mi cuerpo, la furia me consumía. Con una palabra, un pensamiento o solo desearlo, era capaz de quitarlo de mi camino.

En respuesta a lo que dije, los ojos de él brillaron amenazantes.

-No pongas a prueba mi paciencia, Hellas.

Sonreí con arrogancia, me gustaba que mi actitud le molestase.

-Eres solo una piedra en el camino, tus amenazas no me quitarán el sueño.

Nos enfrentamos con la mirada, uno de los dos cedería, pero esa no sería yo. Mis manos se prendieron en llamas, la tierra empezó vibrar y el cielo se nubló. Los árboles a mi alrededor comenzaron a quemarse, una tormenta eléctrica se desarrollaba y el sonido de los truenos era cada vez más fuerte.

-¡Trata de detenerme, no podrás hacerlo!

Si había algún atisbo de miedo en Aster, no lo noté a simple vista.

-Vas a destruirlo todo si no te detienes -trataba de que entrase en razón, pero ello solo aumentaba mi enojo.

Insistió en que me calmase y en que regresáramos, poco a poco tales palabras hicieron mella en mí. Con un chasquido apagué las llamas, la tormenta se detuvo para dejar ver la destrucción que provoqué. Con un movimiento de mi mano los árboles carbonizados y el césped árido regresaron a su estado anterior. Aster me abrazó, mis brazos se quedaron quietos en los costados de mi cuerpo.

-Apártate de mi camino o sufrirás las consecuencias -golpeé con todas mis fuerzas su abdomen. Aster me miraba con incredulidad y enojo.

«Ahora entenderás lo que significa tener un Muse»

Hélade me regresó el control, llevé las manos a mi abdomen cuando me doblé por el dolor. Mi cabeza daba vueltas, escupí sangre antes de perder el conocimiento.

                         

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