La pequeña de mamá
img img La pequeña de mamá img Capítulo 4 TE NECESITO ENTRE MIS BRAZOS
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Capítulo 10 QUIERO CASARME img
Capítulo 11 ACURRUCADOS img
Capítulo 12 LA SORPRESA img
Capítulo 13 CUIDARÉ DE TI img
Capítulo 14 EL ANILLO DE COMPROMISO img
Capítulo 15 NOCHE DE CHICAS img
Capítulo 16 LA SUERTE DEL DESTINO img
Capítulo 17 TE AMO PAPI img
Capítulo 18 LAS ESTOY PERDIENDO img
Capítulo 19 GRACIAS A DIOS img
Capítulo 20 TODO ESTARÁ BIEN img
Capítulo 21 MI PRINCESITA img
Capítulo 22 BUENAS NOTICIAS img
Capítulo 23 SIEMPRE EL UNO PARA EL OTRO img
Capítulo 24 LA REVELACION DEL SEXO img
Capítulo 25 LA ELEGIDA img
Capítulo 26 POR UN MEJOR MAÑANA img
Capítulo 27 TE AMO MI CORA img
Capítulo 28 MI FAMILIA ES LO PRIMERO img
Capítulo 29 SINTIENDO TU CALOR img
Capítulo 30 MUJER SEXY img
Capítulo 31 FÓLLAME FUERTE img
Capítulo 32 ERES MI CORAZÓN img
Capítulo 33 EL DÍA DE MI BODA img
Capítulo 34 EN EL ALTAR img
Capítulo 35 LA CARTA img
Capítulo 36 SOY SU ESPOSA img
Capítulo 37 ME CASÉ img
Capítulo 38 SEXO SALVAJE img
Capítulo 39 EL PARTO img
Capítulo 40 EL PEQUEÑO DE PAPÁ img
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Capítulo 4 TE NECESITO ENTRE MIS BRAZOS

BREYNER

Hostia puta. ¡MIERDA! ¡Tengo una hija! Esa niña es mía. Mirándola de cerca, puedo decir que tiene mis ojos y un pelo muy parecido.

No me lo puedo creer.

Tengo una hija. Una niña de tres años que se parece a la hermosa mujer que tengo enfrente. La hermosa mujer frente a mí que parece aterrorizada.

-¿Puedo conocerla?- Me tiembla la voz.

-¿De verdad? ¿Quieres conocerla?- Sus ojos empiezan a lagrimear y me entra el pánico. Me cago en la puta. ¿Qué he hecho? Maldita sea. No puedo con las lágrimas de mujer. No puedo. Especialmente esta mujer; quiero besar sus lágrimas, pero no creo que eso salga bien.

Me levanto y me deslizo hacia su lado de la cabina y froto mi mano en su brazo.

-Sí, quiero decir, si te parece bien... No sé lo que estoy haciendo. Mierda, y ahora estás llorando. Lo siento. Realmente no sé qué hacer. Nunca he hecho esto antes y lo siento. Sólo lo siento-. Ella me da una pequeña sonrisa mientras divago y deja de llorar.

-Sí, puedes conocerla. Es sólo que pensé que esto saldría fatal y que pensarías que miento o que me la llevo o que no quiero estar en su vida. Gracias por confiar en mí. Probablemente debería preguntarte, ¿tienes otros hijos?-.

-No que yo sepa-. Se ríe y me dedica esa sonrisa cegadora, la que no he visto en cuatro años. Esa que ilumina la habitación y me hace querer llevarla a mi casa, pero esta vez no la pierdo de vista.

Pasamos horas hablando y poniéndonos al día. Al final, sé que es soltera y que Cora es su única hija. Sé que se mudó a Baytown cuando se enteró de que estaba embarazada y lo sé todo sobre su trabajo y lo mucho que le gusta hornear. Me ha contado todo sobre Cora Hazel Shaw y puedo ver el amor que siente por nuestra hija escrito en su impresionante rostro.

Le hablé de mi trabajo en el hospital, como pediatra, y ella sabe que soy soltero y que no tengo más hijos.

Hablamos de nuestras familias, de mis padres y mi hermana, y de los padres y el hermano de ella, que quizá se declare pronto a su novia.

Después de hacer planes para que yo conociera a Cora, me di cuenta de algo. No sólo quiero estar en la vida de Emiliana como padre de Cora. Quiero salir con Emiliana y pasar tiempo con las dos. Tal vez, sólo tal vez, podríamos ser una familia. Lucharé por ella y por la increíble vida que podríamos tener, como una familia.

*

Hoy es el día en que conozco a mi hija.

Creía que tenía miedo cuando hice el examen de certificación médica, pero no era nada en comparación con este miedo paralizante que me ha atormentado toda la mañana. No sé nada de niñas pequeñas.

No sé hacer trenzas ni fiestas del té. Emiliana me ha dicho que a Cora le encantan las princesas Disney y yo no sé ni nombrar una.

Siempre estoy preparado para casi cualquier situación, excepto para ésta. Debería haber hecho más preguntas. ¿Y si no le gusto? ¿Y si no quiere un padre? ¿Y si la cago y se acuerda para siempre?

Cuento hasta diez e inhalo lentamente. Luego exhalo.

Puedo hacerlo, es sólo quedar con ellas para cenar. Decidimos que lo más fácil sería que Cora quedara conmigo en casa de Emiliana, para que estuviera cómoda. Lo último que quiero es agobiar a ninguna de las dos. Emiliana ya me mantiene a distancia, y no la culpo por ello. Ha mantenido a nuestra hija durante tres años y sólo trata de protegerlas a ambas.

Es mi trabajo mostrarle que las protegeré.

Tengo una hora hasta que tengo que estar en su casa, así que me meto en el coche y conduzco hasta la tienda de comestibles. ¿Por qué no les pregunté por sus flores favoritas?

Camino entre las flores y me detengo cuando encuentro un ramo de flores silvestres. Cojo esas y unos lirios rosas. Pago y vuelvo al coche, tecleo la dirección en el navegador y conduzco despacio hasta Baytown. Voy a llegar pronto y necesito algo de tiempo para calmarme.

-Ha llegado a su destino-. Me dice el sistema cuando entro en la entrada. Miro la bonita casita, un rancho de ladrillo con contraventanas azules y una soleada puerta amarilla. Cojo las flores y me dirijo a la puerta. Miro el reloj y me doy cuenta de que sólo he llegado diez minutos antes.

Emiliana abre la puerta y me quedo boquiabierto. Lleva puesto uno de esos mamelucos que parecen vestidos, pero con pantalones cortos. Es azul y tiene flores blancas por todas partes, le queda genial y muestra las curvas que vi hace cuatro años.

-Entra, Breyner. Cora se está vistiendo. Esas flores son preciosas. Siéntate y enseguida vengo con un jarrón-. Tomo asiento en el sofá de su salón; es pequeño, pero acogedor. La habitación tiene un aire rústico y me encanta.

Emiliana vuelve a la habitación con dos jarrones de cristal. Quito el envoltorio de los ramos y la ayudo a echar agua en el fondo.

-Mamá, ¿puedes ayudarme?-. Respiro y Emiliana me dedica esa pequeña sonrisa.

-Ahora vuelvo. Intenta respirar hondo, no quiero que te nos desmayes-, exclama Emiliana. Respiro y suelto una risita. ¿Cómo sabía exactamente qué decir?

Apenas lleva un minuto fuera cuando oigo dos pisadas en el suelo de madera.

Cora me mira nerviosa, me arrodillo y le tiendo la mano.

-Hola, Cora, soy Breyner. Me gusta tu vestido-. Ella me dedica una sonrisa y me estrecha la mano, mientras yo respiro aliviado. Todavía no he metido la pata.

-Hola, Breyner.- Da vueltas con su vestido, hace juego con Emiliana en azul, pero no tiene flores.

-¿Están listos para cenar? Hice tacos y deberían estar listos-, dice Emiliana. Le hago un gesto con la cabeza y Cora tira de la mano de su madre hacia la cocina.

La cena transcurre sin problemas. Cora me hace todo tipo de preguntas y no puedo evitar quedarme embelesado con ella. Es adorable y un poco tímida, pero se siente cómoda conmigo. Ojalá no me hubiera perdido los años anteriores. Sé que no es culpa de Emiliana, en todo caso es mía. Me dejé llevar por ella y ni siquiera pensé en mencionar mi apellido. Como resultado, me perdí los tres primeros años de la vida de mi pequeña.

Me cuenta que va a empezar preescolar en otoño y que está muy contenta. Me entero de todo sobre las princesas Disney y definitivamente parece una niña muy femenina.

-¿Por qué querías conocerme ahora?-, me pregunta Cora en voz baja. No podría haber ido mejor hasta ese momento, pero en cuanto lo pregunta miro a Emiliana y veo lágrimas en sus ojos.

-Bueno, Cora, no sabía lo tuyo. Fue culpa mía, no le dije a tu madre mi apellido. Así que cuando se enteró de lo tuyo, no pudo decírmelo. Lo siento mucho. Ojalá lo hubiera sabido, Cora. Pero te prometo que ahora no me voy a ninguna parte-. Espero que eso sea lo que necesitaban oír. Ni siquiera puedo pensar con claridad cuando veo a Emiliana a punto de llorar.

-De acuerdo-. Cora acepta mi respuesta y parece estar de acuerdo con ella. Ayudo a Emiliana con los platos mientras ella baña a Cora.

Justo cuando entra en la cocina, cierro el lavavajillas.

-No tenías que hacer eso-, exclama.

-Sé que quería hacerlo, además así tengo más tiempo para hablar contigo. Muchas gracias por esta noche. Y por darme una preciosa niña. Ni siquiera sé cómo agradecértelo. Ella es asombrosa. Eres una madre maravillosa-. Me mira con ojos tristes y me pregunto qué he dicho. -¿Qué te pasa? Lo siento.

-No, no lo siento. Es que me he esforzado mucho por ser una buena madre para ella y me preocupaba que esto no saliera bien-. Parece aliviada, así que respiro hondo.

-¿Está dormida?- Le doy un abrazo a Emiliana mientras digo esto; parece sorprendida, pero echaba de menos esta sensación. Echaba de menos que estuviera en mis brazos, donde debe estar.

-Sí, estaba agotada-. Me doy cuenta de que espera que me aparte, pero no lo hago. La rodeo con más fuerza y respiro su olor. Todavía lo recuerdo, huele a flores en primavera, me recuerda al jardín de mi madre.

-¿Breyner? ¿Qué estamos haciendo?- Se separa lentamente de mi abrazo y la suelto aunque es lo último que quiero hacer.

-Te necesito entre mis brazos. No puedo explicarlo, pero no he dejado de pensar en ti en cuatro años, Emiliana-. Me mira con incredulidad y niega con la cabeza.

-Cora es más importante-. Le hago un leve gesto con la cabeza, pero mi mirada le dice que no voy a rendirme. Le daré tiempo porque sé que lo necesita, pero no la dejaré marchar, no otra vez.

            
            

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