Reviso su cocina y encuentro los ingredientes para las tortitas y el beicon. Primero enciendo la cafetera, hemos estado despiertos hasta tarde y seguro que a las dos nos vendrá bien un poco de cafeína. Después, caliento el horno, busco una bandeja y papel de aluminio para el beicon y conecto la plancha. Termino de remover la mezcla para tortitas cuando oigo unos piececitos repiquetear en la escalera.
Me doy la vuelta y sonrío cuando veo a Cora caminando hacia mí.
-Hola, Cora, he pensado en prepararte el desayuno. ¿Te gustan las tortitas y el beicon?
-¡Las he hecho yo! Las tortitas son mis favoritas!- Me sonríe tan grande y yo la levanto y la hago girar antes de volver a dejarla en el suelo.
-¿Quieres ayudar?
-¡Sí!
Le advierto que se aparte mientras meto el beicon en el horno. Luego la levanto sobre la encimera y dejo que eche unas cuantas tortitas en la plancha. Sorprendentemente no las hace demasiado grandes. Una vez satisfecha, termino el resto asegurándome de probar los diseños frescos que ella sugiere.
Termino de desayunar y pongo la mesa.
-¿Qué tal si te sientas aquí un minuto y voy a buscar a tu madre? ¿De acuerdo, Mariposita?- Ella asiente tímidamente y yo le sonrío. Antes había cometido un desliz al llamarla "Mariposita", pero me había sonreído tímidamente, así que ya no era un desliz.
-Em, despierta. He preparado el desayuno y Cora nos está esperando-. Abre los párpados y veo visiones de despertarme a su lado el resto de mi vida.
-Vale, deja que me ponga algo de ropa-. Asiento con la cabeza y vuelvo a bajar con Cora.
-¿Cuál es tu bebida favorita? ¿Leche? ¿Zumo de naranja? ¿Agua?- Ella rebota un poco en su asiento en la silla.
-¡Zumo! ¿Ya viene mamá?- Le sirvo el zumo y el café para Emiliana y para mí, y se lo llevo a la mesa.
-Tengo hambre.
Justo entonces Emiliana baja las escaleras en pantalones de yoga y una camiseta.
-Vaya, esto tiene una pinta increíble-. Parece realmente impresionada.
-¡Ayudé a mamá!
-¿Ah, sí? ¡Buen trabajo! Vamos a comer.
Corto las tortitas y el beicon de Cora y nos zambullimos. Está bastante bueno, normalmente tengo prisa y solo cojo café.
-¡Están buenísimas!- dice Cora.
-Sí que lo están, quizá me quede-. Emiliana me guiña un ojo y me doy cuenta de que no se trata solo de mis habilidades con el desayuno.
Terminamos de desayunar y lavo los platos, mientras Emiliana se mete en la ducha.
-Em, tengo que irme para no llegar tarde al trabajo. Cierra la puerta detrás de mí y mándame un mensaje, ¿vale?
-Sí, gracias por el desayuno y por lo de anoche, aunque no pudiéramos ver una película-. Suelto una carcajada y me dirijo al coche. Esta es la mejor mañana que he tenido en mucho tiempo; espero poder repetirla pronto.
*
EMILIANA
Ya ha pasado un mes desde que Breyner se quedó a dormir y el tiempo ha volado. Se ha ido acercando cada vez más a Cora. También me ha llevado a dos citas. Una de ellas se convirtió en otra pijamada.
Sabe que estoy cansada, pero aún me preocupa que nos deje. Sería una tonta si no disfrutara mientras esté aquí.
-¿Dra. Emiliana?- Giro la cabeza para mirar a la niña con coletas que me saca de mis pensamientos.
-¿Sí, cariño?
-¿Me curará?- Me duele el corazón por ella. Tiene un carcinoma del plexo coroideo, un tumor cerebral típico de los niños. Hoy la opero y se lo quito, pero con solo seis años no entiende mucho del tema.
-Voy a intentarlo, ¿vale? Después de la operación deberías estar como nueva. Nosotros nos encargamos, Summer-. Saludo a sus padres con la cabeza y salgo de la habitación. La operación es dentro de una hora y pronto la prepararán. Me ocupo de mis otros pacientes y pronto llega el momento de operar a Summer.
Me pongo el gorro rosa y subo por el ascensor hasta la planta de quirófanos.
Una vez en el quirófano, me quito las joyas y empiezo a fregar. Mi mente siempre se distrae cuando friego y pienso en Cora. Realmente espero que pasar tiempo con Breyner sea bueno para ella. Si se va, se le romperá el corazón. ¿A quién quiero engañar? A mí también se me romperá el corazón.
*
-La cirugía de Summer salió muy bien. Pude sacar todo el tumor. Esto significa que usaremos la radiación para asegurarnos de que lo hemos extirpado todo y luego la revisaremos cada pocos meses. Está en recuperación, ¡pero podrán ir a verla dentro de poco!-. La familia parece aliviada. No puedo imaginar lo duro que sería si algo le pasara a Cora. La madre de Summer me envuelve en un abrazo.
-¡Muchas gracias!- Me hace un gesto con la cabeza y me alejo.
Me alegro de haber conseguido el tumor entero, a veces con la colocación puede ser difícil o puede poner en riesgo las funciones motoras.
Termino el papeleo y se acaba mi turno, así que voy a casa de mis padres a recoger a Cora. Aparco y entro.
-Hola, mamá. ¿Qué tal el día de tus chicos?- Están tumbados en el sofá viendo otra película de Disney.
-Bueno, creo que puede estar cogiendo algo. Antes tenía fiebre y no se encontraba bien-. Corro a su lado.
-¿Qué te pasa, pequeña?
-No me encuentro bien, mami-. Le palpo la frente y aún está un poco caliente.
-Vale, vamos a casa. Podemos ver películas toda la noche y a lo mejor hasta tomamos sopa-. Ella asiente y yo me agacho y la cojo en brazos, con mantita y todo. La meto en el coche y le doy las gracias a mi madre.
Cuando llegamos a casa, vuelvo a cogerla y la llevo dentro, al sofá. Después de acomodarla, cojo otra manta y el mando a distancia. Nos acurrucamos y vemos películas durante casi todo el día. Duerme un rato y sigo dándole medicamentos para bajarle la fiebre.
Se despierta más tarde y creo que está mejor hasta que vomita sobre mí y sobre el sofá.
La llevo al baño, vomita un rato y se vuelve a dormir.
Voy a limpiar el sofá y me doy una ducha rápida. No hay nada peor que cuando tu bebé está enfermo. Me siento tan impotente.
Menos mal que mañana es sábado, porque no podría ir a trabajar con ella así de enferma.
De camino al baño, cojo un cubo y la llevo a su cama. Las dos nos quedamos dormidas en su habitación y cuando me despierto Cora también está levantada.
-¿Cómo te encuentras, pequeña?
-Mejor, mami, pero todavía me duele la barriga.
-Bien, ¿qué te parece un poco de sopa?- Ella asiente y voy a calentar un poco de sopa de pollo con fideos.
Oigo mi teléfono sonar cuando llego a las escaleras, así que después de llevarle la sopa, contesto la llamada.
-¿Hola?
-¿Emiliana? ¿Por qué no has contestado a mis mensajes?
-Lo siento, Cora tiene la gripe, he estado cuidando de ella. ¿Necesitabas algo?
-No, solo estaba preocupado. ¿Necesitas algo? Puedo traer medicinas o comida-. Dudo un momento y él se da cuenta.
-Emiliana, por favor, déjame ayudarte.
-Vale, puedes coger Tylenol para niños. Y quizá algo de comida.
-¡Gracias! Enseguida voy-. Cuelgo y suspiro. Estará bien que alguien más me ayude.
Cuando llega, abro la puerta antes de que pueda tocar el timbre. No quiero despertar a Cora.
-Aquí están las medicinas, y he cogido unos bocadillos y sopa-. Me da la bolsa de comida.
-Gracias, me muero de hambre.
Le tomo la temperatura a Cora una vez más y luego nos sentamos a comer.
-Lo siento, no estoy acostumbrada a tener ayuda. Cuando está enferma, solo estoy yo. Intentaré que me ayudes.
-Lo entiendo, pero no me voy a ir a ninguna parte. Apóyate en mí. ¿Por qué no te vas a echar una siesta? Pareces agotada. Voy a ver cómo está Cora y le traigo un poco de sopa.
-Vale, pero si necesitas algo, ven a buscarme, por favor.
Voy a tumbarme en mi cama y me duermo rápidamente.