Enamorada de un asesino
img img Enamorada de un asesino img Capítulo 2 II
2
Capítulo 6 VI img
Capítulo 7 VII img
Capítulo 8 VIII img
Capítulo 9 IX img
Capítulo 10 X img
Capítulo 11 XI img
Capítulo 12 XII img
Capítulo 13 XIII img
Capítulo 14 XIV img
Capítulo 15 XV img
Capítulo 16 XVI img
Capítulo 17 XVII img
Capítulo 18 XVIII img
Capítulo 19 XIX img
Capítulo 20 XX img
Capítulo 21 XXI img
Capítulo 22 XXII img
Capítulo 23 XXIII img
Capítulo 24 XXIV img
Capítulo 25 XXV img
Capítulo 26 XXVI img
Capítulo 27 XXVII img
Capítulo 28 XXVIII img
Capítulo 29 XXIX img
Capítulo 30 XXX img
Capítulo 31 XXXI img
Capítulo 32 XXXII img
Capítulo 33 XXXIII img
Capítulo 34 XXXIV img
Capítulo 35 XXXV img
Capítulo 36 XXXVI img
Capítulo 37 XXXVII img
Capítulo 38 XXXVIII img
Capítulo 39 XXXIX img
Capítulo 40 XL img
Capítulo 41 XLI img
Capítulo 42 XLII img
Capítulo 43 XLIII img
Capítulo 44 XLIV img
Capítulo 45 XLV img
Capítulo 46 XLVI img
Capítulo 47 XLVII img
Capítulo 48 XLVIII img
Capítulo 49 XLIX img
Capítulo 50 L img
Capítulo 51 LI img
Capítulo 52 LII img
Capítulo 53 LIII img
Capítulo 54 LIV img
Capítulo 55 LV img
Capítulo 56 LVI img
Capítulo 57 LVII img
Capítulo 58 LVIII img
Capítulo 59 LIX img
Capítulo 60 LX img
Capítulo 61 LXI img
Capítulo 62 LXII img
Capítulo 63 LXIII img
Capítulo 64 LXIV img
Capítulo 65 LXV img
Capítulo 66 LXVI img
Capítulo 67 LXVII img
Capítulo 68 LXVIII img
Capítulo 69 LXIX img
Capítulo 70 LXX img
Capítulo 71 LXXI img
Capítulo 72 LXXII img
Capítulo 73 LXXIII img
Capítulo 74 LXXIV img
Capítulo 75 LXXV img
Capítulo 76 LXXVI img
Capítulo 77 LXXVII img
Capítulo 78 LXXVIII img
Capítulo 79 LXXIX img
Capítulo 80 LXXX img
Capítulo 81 LXXXI img
Capítulo 82 LXXXII img
Capítulo 83 LXXXIII img
Capítulo 84 LXXXIV img
Capítulo 85 LXXXV img
Capítulo 86 LXXXVI img
Capítulo 87 LXXXVII img
Capítulo 88 LXXXVIII img
Capítulo 89 LXXXIX img
img
  /  1
img

Capítulo 2 II

Sus manos ásperas y callosas, iban y venían por mi piel como jinetes cabalgando en un vasto campo de lirios y rosas y eso me estremecía y hacía que mis fuegos se empinaran en mis entrañas, calcinándome por completo. Él me lamía los pechos, una y otra vez, haciéndolos más pétreos, inflándolos como enormes globos y eso me rendía, me volvía sumisa a su virilidad dominándome por completo, haciéndome estremecer y delirar a la vez.

Él también saboreó mis brazos, el ombligo, el piercing que colgaba allí y me estrujó mis poderosas y redondas posaderas como un náufrago recién rescatado tras una incontenible marejada que lo dejó varado en medio del mar. Yo gemía como loca porque sus besos y caricias eran deliciosos y sentía su cuerpo pesado apresándome. Todo eso me excitaba más y más, también su olor tan masculino que empezaba a desbordarme hasta la inconsciencia. Me encantaban los vellos de él, su piel tosca raspándome y me provocaba más llamas chisporroteando incesantes hasta el último rincón de mi adorable y voluptuosa geografía. Yo intentaba besarlo, también lamerlo, pero me era imposible, porque estaba demasiado excitada en pleno viaje sideral. Meneaba la cabeza, me jalaba los pelos, mordía mi lengua, sollozaba, sentía explotar mi busto y me percibía súper sexy y femenina, inmensamente sensual entre sus brazos, ebria por su aliento caliente y avasallador.

Él siguió estrujándome una y otra vez mis sentaderas, mi punto más débil, y eso me enervaba al máximo. Él quería sentir mis redondeces en sus manos, constatando su firmeza, su encanto y volumen. Estaba encantado y febril, tanto que me las mordió con ira, dejándome las huellas de su pasión, lo que me hizo gritar y delirar aún más rodeada de luces y colores subida a una nube en el espacio.

Empecé morderlo también víctima de la vehemencia, de mi euforia y mi excitación, procedí a clavarle mis uñas en su espalda enorme como la de un tractor, porque estaba demasiado enardecida dominada por aquel hombre hermoso, implacable conmigo y que me obnubilaba con sus besos.

Mis tobillos se atenazaron y se encadenaron a su caderas cuando él empezó a invadir mis entrañas como un torrente de pasión que me hizo aullar convertida en una mujer lobo. Avanzó en mis vacíos impetuoso, llegando hasta mis más lejanas fronteras con una inusitada furia que hizo que me arranchara los pelos, presa del descontrol que me provocaba tan idílica faena erótica.

Yo le pedía, también, a gritos, que lo hiciera fuerte, muy fuerte, más fuerte y él obedecía, arrasándome como un ciclón que me eclipsaba, suspendida en el cielo, colgada de las estrellas que fulguraban delante de mis ojos. Lo único que yo hacía era exhalar pasión en mi aliento.

Quedé regada en la cama, como un estropajo, respirando con mucha dificultad, suspirando desesperada, con el corazón acelerado, echando humo hasta de las orejas. Él siguió saboreando mis encantos, con mucho deleite, sin importarle que yo estaba sin fuerzas, exánime, derrumbada sobre las almohadas, sudorosa y aún disfrutando de mi máxima feminidad.

-No quiero que sigas en ese trabajo, no me gusta, es peligroso, no quiero que te pase nada-, le dije entonces aún navegando en el espacio, luego de aquel increíble viaje a las estrellas de tantos besos y caricias.

Él no contestó, lo único que hizo fue seguir lamiendo mis pechos, estrujando mis posaderas, mordiendo el piercing y haciéndome suspirar y gemir, echando nuevas y profusas llamaradas en mis soplidos.

*****

-Señorita Pamela Karakoyun, lo espera el señor Müller-, me anunció su secretaria señalándome su oficina con el lapicero. Ella sonreía con los ojos y juntaba los dientes con ironía, como si se mofara de mí. Me sentí turbada. Arreglé mis pelos, jalé mi falda y le hice una venia. Tenía miedo, temblaba y sentía que mi corazón se había vuelto una pelota, rebotando en las paredes de mi busto. Me percibía tonta, en realidad, sin saber, en realidad, qué hacía allí, qué le diría a ese hombre o si tendría éxito o terminaría, en efecto, siendo una mofa como la que ensayaba, ya, la secretaria mirándome con sorna, burlándose de mí.

Müller se alzó de su escritorio y me recibió muy efusivo. -Siéntate, por favor, Pamela-, me pidió, muy gentil. Era productor musical y tenía interés en mis canciones. Yo integraba un cuarteto con otras tres chicas, que nos hacíamos llamar "Las golondrinas" y cantábamos de todo, en especial salsa. Nos vestíamos muy sensuales, con un vestidito celeste, con un gran escote y botas oscuras hasta las rodillas y pantimedias. Llevábamos pelos sueltos resbalando sobre los hombros para darnos aire de mujeres vampiro que encandilaba al público y nos seguía, masivamente en nuestras presentaciones en especial en fiestas patronales. Sin embargo el grupo se disolvió: una se casó, otra se dedicó a sus negocios particulares y la tercera tuvo que radicar en otro país donde esperaba seguir su propia carrera musical. solo quedé yo. Pensé que sería el fin de mis aspiraciones en la música, cuando, de repente, me llamó Müller. -Tráeme un demo de tus canciones-, me pidió por el móvil.

Me emocioné mucho. "Las golondrinas" habíamos hecho varias canciones, inéditas y de mi inspiración, y seleccioné las mejores en un usb. Me puse un vestido azul muy entallado, con una gran correa negra y zapatos catorce para impresionarlo. Mi sueño siempre fue ser una cantante famosa, incluso de niña. Cantando con las otras chicas había demostrado mis condiciones y estaba segura de que lo iba a impresionar y maravillar.

-¿Qué me has traído?-, sonrió con los ojos Müller. Él era muy conocido en el ambiente. Lo habíamos invitado varias veces a nuestros conciertos con la intención que nos haga un contrato y él siempre dijo que enviaría a sus asistentes. Al parecer uno de ellos le habló bien de mí y por eso ahora estaba frente a él, temblando de miedo, con mi corazón tamborileando insistente en el pecho, emocionada y con los deditos cruzados, je.

Primero escuchó "Tus besos", una salsa bastante sensual, agradable, melosa y pegajosa que se baila en forma acompasada y sutil, con mucho meneo de cintura. Es muy sexy y con tilde erótico. A mí me gusta mucho.

-Tus besos/ se quedaron en mis labios/ como huellas/ dejándome por siempre, tu marca en mi boca.

Cada mañana/ paladeo las mieles de tu boca/ que llevo impreso como el sello/ de tu amor.

El sabor/ de los pétalos de tus labios/ florecen a cada hora/ en mi ser, pensando y ansiando tus caricias.

Te llevo escrito en mi boca/ a cada hora/ porque tus besos/ está, por siempre, escritos en mis labios-

Müller tamborileaba su escritorio con su lapicero, movía un pie y meneaba la cabeza. Asentía y reía por la letra, muy sugerente y melosa. Luego de escuchar otros dos temas, estrujó su boca y me miró fijamente.

-Cantas muy bien, preciosa, tienes mucha cadencia, manejas bien los tiempos, tu voz es armoniosa y eres muy bella. Déjame plantear tu contrato con el directorio, yo creo que podemos darte una oportunidad-, me anunció.

Ay, me sentí en las estrellas. Mi corazón empezó a campanear frenético y creo me puse lívida, tanto que a él le dio risa. -Reserva tus emociones para cuando grabes un clip con nosotros-, me dijo él sin dejar de reír.

Salí de su oficina saltando, riendo, cantando, lanzando mis pelos al aire, feliz y contenta. La secretario siguió mirándome, sonriendo con los ojos, con esa sonrisa irónica que parecía una mofa. No le hice caso. Me importaba tan solo la opinión de Müller.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022