Una madre para Connie, Un contrato firmado.
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Capítulo 2 La coartada perfecta

Randy estaba afuera en la recepción espiando, bajó poco después que ellos bajaran de la limosina y se dirigieran hasta el elevador para subir a la habitación. Esperó en la recepción mientras llegaba el botones nuevamente para interrogarlo y preguntarle en qué piso estaban las personas a quienes había guiado, con la excusa que estaba preocupada por su hermanastra y quería comentárselo, prometiendo irse apenas expresara su inquietud.

El botones le dijo que lo sentía, pero que si quería esperar por su hermanastra podía llamar a su habitación para hablar con ella, ya que no podía subir por el ascensor si no estaba alojada en el hotel. Ella se ofendió, sin embargo, admitió que entendía y no había problema alguno, confesando que le dejaría un mensaje en la recepción antes de marcharse. El guía asintió y se fue, dejando la tarjeta en la recepción. Randy se da cuenta de ello y se dirige hasta la recepcionista informándole que, si podía averiguarle algún sitio de salud porque se sentía mal, la mujer que atendía muy amablemente le dijo que si y enseguida empezó a investigar centros de salud cercanos para que la asistieran.

En un descuido de la recepcionista, Randy robó la tarjeta de la habitación donde estaban hospedados Gerald y Samantha, pidiéndole que le indicara dónde estaba el baño porque tenía muchas náuseas. La señorita le señaló donde se encontraba y ella caminó en la dirección sugerida, pero en una vuelta rápida se dirigió al ascensor y subió para llevar a cabo la segunda parte de su plan.

Dentro de la suite, Gerald le quitó lentamente la ropa a Samantha, haciéndola sentir deseada y amada pero sorprendida a la vez, a pesar de disfrutarlo, mostró un poco de timidez. Hacía mucho tiempo no se sentía así, nunca llego a experimentar esa sensación con su exnovio Michael, él no la complacía y hacía sentir bien como mujer. Gerald disfrutaba de su compañía y de su aroma, a pesar de no estar tan consciente de ello, la sensación estaba allí, se tumbaron en el lecho y con cierta delicadeza al besarla y tocarla, hicieron el amor. La acarició y besó con pasión, lo estaban disfrutando, a él le gustaba y a ella le encantaba, tanto así que Randy podía escuchar los gemidos producto del placer fuera de la habitación.

Randy lloraba de la rabia y pasaba por su mente entrar a la habitación y matar a Samantha, pero no se sentía segura del todo, así que decidió esperar hasta que se durmieran para entrar sigilosamente y drogar a su hermanastra hasta matarla de una sobredosis, si era posible. Esperó un par de horas mientras cesaba el ruido. Todo estaba en absoluto silencio, se quitó los zapatos de tacón y entró a la habitación con sigilo, abrió la puerta muy lentamente y se dio cuenta que la luz del baño estaba encendida, asumiendo que alguno de los dos estaba allí dentro. Randy entró en pánico, pensó que era el CEO que estaba despierto, pero resultó ser, que no. Se asomó al lecho y lo vio tendido boca arriba, casi parecía desmayado, no se movía. Escuchó la puerta del baño abrirse y se escondió entre los muebles, asustada.

Samantha había disfrutado el haber tenido intimidad con Gerald, pero a pesar de ello, sintió pánico y vergüenza. Prefirió marcharse. Luego de haber dormido una hora junto a él, y caer en cuenta que había tenido sexo casual, una parte de sí misma se arrepintió porque lo que había hecho no era propio de ella. Este sentimiento que la abarcó, le hizo levantarse del lecho, en la que aún reposaba Gerald. Fue al tocador a lavarse y vestirse para finalmente marcharse del hotel.

Antes de salir de la habitación le dejó una breve nota, con la esperanza de volverlo a ver.

'Gracias por esta noche, Gerald White. La pasé muy bien contigo, a pesar de no saber mucho de ti me gustaste desde el momento que te vi, cuando ni siquiera te habías dado cuenta de que estaba allí observándote. Pude notar que tuviste un día malo, tal vez por eso quisiste embriagarte. Pude llenarme de valor para acercarme a ti a hablar y por fin conocerte. Quizás no me recuerdes cuando despiertes, pero me atrevo decir que me enamoraría de ti y por eso te dejo esta nota, pareces ser un buen hombre, exitoso y honesto en el amor. Me hiciste sentir amada de verdad, espero conocerte sobria y que podamos conocernos de verdad, atentamente, Samantha Keane".

Estas fueron las palabras que había dejado Samantha en aquella carta seguido de su contacto de teléfono, una firma y un beso para sellar.

Salió de la habitación y enseguida Randy dejó su escondite, visualizó que el hombre seguía acostado en el lecho, aun sin ánimos de despertarse y aprovechó de acercarse para leer la carta que estaba junto a él. Enseguida se le ocurre ocultarla, se desnudó acostándose a su lado. Ya sabía su nombre, ahora solo quedaba hacerse pasar por la mujer con quien él había tenido ese encuentro carnal, lleno de lujuria. Se sintió feliz de haber tomado el control de la situación, aunque las cosas no se hayan dado tal como lo esperaba, estaba iracunda porque Samantha se había acostado con él y ella no. Juró que eso no quedaría así, se vengaría más adelante, pero mientras tanto sería paciente y llevaría a cabo su nuevo plan.

Salió el sol y Gerald despertó, Randy le dio un beso en la boca de buenos días, pero él, sorprendido y con un terrible dolor de cabeza, se preguntó dónde estaba, no recordaba casi nada de lo que ocurrió, lo que sí recordaba era lo bien que se sentía, mas no a la chica que lo acompañaba.

¬- ¿Quién eres? Discúlpame si cometí algún error contigo. – dijo sentándose en el lecho.

-No te preocupes, la pasé excelente junto a ti. Gracias por esa gran noche, tenía tiempo sin sentirme tan amada y querida. – contestó con una sonrisa en su rostro.

- No puedo creer qué fue lo que paso anoche, estaba en el bar y luego que me llamaran de la oficina para darme malas noticias con respecto a un negocio, despierto aquí. Aunque admito que la pasé increíble también, me disculpo ante ti, no estaba consciente de lo que estaba haciendo.

- No te preocupes Gerald, yo tampoco sabía lo que hacía, pero si me das la oportunidad podemos saber lo que hagamos más adelante. – dijo insinuándose.

- Discúlpeme, señorita.

- Randy Cooper, ese es mi nombre.

- Señorita Randy, eres hermosa y atractiva, pero estoy confundido de lo que pasó anoche y a pesar de que mi mente estaba nublada, no sé por qué tengo la impresión de que estuve con otra chica.

Ella, por su molestia interna, empezó a llorar por las palabras emitidas por Gerald, pensando que caería en su trampa, a ningún hombre le gusta ver a una mujer llorar. Éste, a su vez, la consuela.

-Perdóname, no quise ofenderte, solo me siento muy confundido y no quisiera enrollar más las cosas. ¿Podemos ser amigos?

Gerald vio que Randy había sido muy simpática con él y no quería dejarla con el corazón roto. A pesar de ello, Randy se negaba a ser su amiga.

-Me enamoré de ti desde que te vi, desde el principio. Cuando te vi en aquel bar sin que tú te dieras cuenta. Me acerqué a ti porque noté que no estabas teniendo un buen día y quise hacerte sentir mejor. - Le dijo exactamente las mismas palabras que le había escrito Samantha.

A pesar de que a Gerald le conmovieron sus palabras, se dirigió al baño a ducharse y pensar en lo que había ocurrido.

-Discúlpame, me iré pronto. Hablaremos en otro momento.

Samantha ya había salido del hotel sin que casi nadie se diera cuenta, caminó hasta la parada de autobús para regresar al pueblo, a casa con su abuela, sabía que estaría preocupada por no avisar donde estaba así que la llamó prometiéndole explicarle bien cuando llegara, que la disculpara y que no se preocupara, pero que estaba bien y se sentía feliz pero avergonzada por lo que había hecho. Su abuela angustiada la perdona, esperando ansiosa su regreso. Mientras iba en el autobús de camino al pueblo, Samantha por primera vez sentía que había hecho algo divertido y fuera de lo convencional, pero no se sentía orgullosa de ello, lo justificaba el hecho que sentía haberse enamorado de aquel hombre que la miraba y tocaba con emoción, casi anhelando volver a contactarse y pasar otra noche junto a él. Aunque se hacía ilusiones estaba consiente que quizás había sido cosa de una sola noche y ya, al cabo de unos minutos, recibió un mensaje de Gerald.

"Hola Samantha, perdóname, pero no quiero verte nunca más, tengo esposa y tú solo fuiste un placer más. No me busques ni te acerques a mí, odio lo que pasó anoche, así que olvídame y sácame de tu vida".

Enseguida Samantha al leer semejantes líneas empezó a llorar, no podía creer lo inocente que era y lo malvado que podían ser los hombres, se preguntaba si era un karma que estaba pagando o alguna maldición, pero por qué tenía que pasar por tanto sufrimiento, qué hizo ella de malo para que la trataran así, qué hizo mal para que Gerald le escribiera así, de esa forma. Luego de secarse las lágrimas se dormitó por un par de minutos en el autobús para calmarse hasta llegar a casa de su abuela, donde al llegar, la recibió con un abrazo cálido, pero a la vez impresionada de ver que su nieta había llorado.

-Hace un momento te escuché hablar con alegría, y ahora llegas con lágrimas en el rostro.

Samantha le explicó todo lo ocurrido para que comprendiera.

En la habitación del hotel, poco tiempo después de que Gerald le dijera a Randy lo que sentía y se encerrara en el baño, ella, llena de impotencia y furia aprovechó el momento para agarrar su teléfono y escribirle a Samantha haciéndose pasar por él. Si Gerald no era de ella no podía ser de nadie. Al instante, salió de la habitación sin despedirse cariñosamente y sin más nada qué decir.

Randy estalló como bomba, en llanto y furiosa, sin lograr su objetivo porque lo que planificó no había funcionado. Sin embargo, se sentía bien porque Samantha no tendría más contacto con él, sabía que Gerald dudaba de haber estado con ella, quizás al besarlo pudo notar que no eran los mismos labios sino los de otra chica que no recordaba, decidió contarle todo a su madre e idearse otra artimaña para conquistarlo. Ya Samantha estaba fuera del juego. Randy ideó miles de planes con la mamá durante varios meses para llevarlos a cabo y que alguno funcionara, hasta que un día, espiando a su hermanastra, descubrió algo que la estremeció.

Samantha estaba embarazada, quedó atónita con lo que descubrió, no era posible lo que sus ojos habían visto, ya tenía varios meses de embarazo, se le notaba su vientre ya expandido, faltaba poco para dar a luz. La única persona de quien pudiera estar embarazada era de Gerald, no podía ser de nadie más, ya la conocía muy bien y sabía que no estaría con más ningún hombre después de lo ocurrido. En ese momento, se le ocurrió algo macabro que llevaría a cabo sí o sí, se sintió amenazada por ello, no podía permitir que Samantha apareciera de nuevo en la vida de Gerald, así que decidió esperar hasta el día del parto.

Samantha nunca habló con Gerald después del mensaje recibido, ella no lo buscó más, por razones obvias, a pesar de haber estado embarazada de él. Le guardaba cierto rencor y no podía soportar el hecho de regresar a conversar con él después de lo humillada que se sintió, al menos hasta que naciera su hijo para que lo presentara bajo su apellido.

Llegó el día del parto, Samantha era presa de los nervios y el dolor. Rompió fuente mientras hacía algunas compras en el supermercado, su abuela estaba con ella. Lograron auxiliarla y llevarla en ambulancia al centro de salud más cercano. El doctor y las enfermeras del hospital la calmaron dándole ánimos diciendo que todo estará bien, que no se preocupará, pues ya el dolor acabaría y verá la luz de sus ojos nacer.

Después de una breve espera, ya en la camilla, pujó, gritó y lloró, apretando las manos de las ayudantes que se encontraban a su lado, hasta que por fin escuchó el llanto de su bebé. A sus oídos llegó el sonido alegría y felicidad, fue algo único que experimentó, una vida había salido de ella y no la iba a defraudar.

-¡Es una niña! - le dice el doctor.

Impresionada por saber que era niña, ya teniéndola en sus brazos, rompió en llanto y juró no decepcionarla nunca. La protegería y guiaría para que tuviera una vida mucho mejor que la su ahora madre. Su abuela, feliz al saber que tenía una nieta la felicitó, era la única que estaba con ella en el hospital, nunca le comentó a su padre sobre el embarazo, no sintió la necesidad.

-Se llamará Connie. – mencionó sonriendo.

-¡Es un nombre hermoso! – dijo su abuela.

Se despidió de ella, dando por seguro que regresaría en la mañana para llevarle algunas mantas, pañales, entre otras cosas, y de acuerdo a como se sintiera, volverían juntas a casa a comenzar una nueva vida.

            
            

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