EL RESPLANDOR DEL ÁMBAR
img img EL RESPLANDOR DEL ÁMBAR img Capítulo 4 CAP 4 - El rechazo
4
Capítulo 7 CAP 7 - Un nuevo comienzo img
Capítulo 8 CAP 8 - ¿Llamar o no img
Capítulo 9 CAP 9- Aceptando ayuda img
Capítulo 10 CAP 10 - Primeros pasos img
Capítulo 11 CAP 11 - Lazos que se fortalecen img
Capítulo 12 CAP 12 - Confusión img
Capítulo 13 CAP 13 - El peso del rechazo img
Capítulo 14 CAP 14 - Primeros latidos img
Capítulo 15 CAP 15 - Nuevas sensaciones img
Capítulo 16 CAP 16 - Confusión y deseos img
Capítulo 17 CAP 17 - Señales que no se pueden ignorar img
Capítulo 18 CAP 18 - Contándote img
Capítulo 19 CAP 19 - Un nuevo comienzo img
Capítulo 20 CAP 20 - Hacia lo desconocido img
Capítulo 21 CAP 21- Refugio mutuo img
Capítulo 22 CAP 22 - Lealtades en juego img
Capítulo 23 CAP 23 - un amor que desafía img
Capítulo 24 CAP 24 - Refugio en la intimidad img
Capítulo 25 CAP 25 - Preocupaciones inesperadas img
Capítulo 26 CAP 26 - Tensiones familiares img
Capítulo 27 CAP 27 - Graduaciones y flores img
Capítulo 28 CAP 28 - Sombras del pasado img
Capítulo 29 CAP 29 - El primer beso img
Capítulo 30 CAP 30- El inicio img
Capítulo 31 CAP 31 - Preparativos y sustos img
Capítulo 32 Cap 32 - Sustos del embarazo img
Capítulo 33 CAP 33 - Mensajes no deseados img
Capítulo 34 CAP 34 - Un embarazo avanzado img
Capítulo 35 CAP 35 - Propuesta img
Capítulo 36 CAP 36 - Noticias img
Capítulo 37 CAP 37 - Prensa img
Capítulo 38 CAP 38 - Nacimiento img
Capítulo 39 CAP 39 - Verdad distorsionada img
Capítulo 40 CAP 40 - Bajo el ojo público img
Capítulo 41 CAP 41- La sombra del escándalo. img
Capítulo 42 CAP 42 - El espectáculo de Samuel img
Capítulo 43 CAP 43 - La presión de responder img
Capítulo 44 CAP 44 - Preparativos para la verdad img
Capítulo 45 CAP 45 - La verdad frente al mundo img
Capítulo 46 CAP 46 - Esperando el veredicto img
Capítulo 51 CAP 51 - Preparativos antes de la tormenta img
img
  /  1
img

Capítulo 4 CAP 4 - El rechazo

Ámbar.

No sé cuánto tiempo pasé sentada en ese parque después de que Samuel se fue. La oscuridad había caído ya cuando finalmente reuní fuerzas para levantarme. Mis piernas se sentían pesadas, como si no quisieran moverse. Cada paso que daba parecía hundirme más en un abismo del que no sabía cómo salir.

Camino a casa, mis pensamientos se arremolinaban, pero no encontraba respuestas. Samuel me había dejado sola. No solo me abandonó, me traicionó. Todo lo que creía que éramos, todas las promesas que me había hecho, se evaporaron en cuestión de minutos. Y ahora, no solo estoy sola, sino que llevo una vida dentro de mí. Un bebé que no pedí, pero que es mío. Nuestro bebé. Aunque Samuel lo haya negado, sigue siendo suyo también.

Apenas puedo pensar en lo que viene después. Mis pasos me llevan automáticamente hasta la puerta de mi casa, aunque no sé si estoy preparada para lo que va a pasar cuando cruce el umbral. Mis padres... ni siquiera sé cómo empezar a contarles. A veces, me parece que son aún más estrictos que Samuel en lo que respecta a las expectativas. Ellos siempre han esperado tanto de mí: que me gradúe, que encuentre un buen trabajo y que, algún día, saque a la familia de esta vida de sacrificios.

Pero eso ya no va a pasar. No con un bebé en camino. Me detengo frente a la puerta de casa, con la llave en la mano, incapaz de moverme. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y no puedo dejar de pensar en cómo voy a destruir sus sueños también. Quiero que todo esto sea una pesadilla de la que pueda despertar, pero no lo es. Esto es real.

Respiro hondo y giro la llave.

Mi mamá está sentada en la sala cuando entro. Su cabello, recogido en un moño, parece más gris cada día, y la veo cansada, como siempre. Ha trabajado toda su vida en esa tienda de abarrotes, y sé que su mayor esperanza es que yo no tenga que seguir sus pasos.

-¿Llegas tarde hoy? -pregunta sin mirarme, ocupada en lo que parece una factura que está revisando.

No le respondo de inmediato. Me quedo en la puerta, debatiéndome entre decirle la verdad o postergarlo por un día más. Pero no puedo seguir escondiéndolo. Lo que pasó con Samuel me ha dejado sin más opciones. No tengo a nadie más.

-Mamá, necesito hablar contigo y con papá. -Mi voz suena más tranquila de lo que esperaba, pero puedo sentir la presión en mi pecho.

Ella finalmente levanta la vista y me observa, notando algo en mi expresión. Frunce el ceño, preocupada.

-¿Qué pasa? ¿Todo bien en la universidad?

Antes de que pueda responder, mi papá entra a la sala desde la cocina. Lleva su camiseta vieja de trabajo manchada de grasa, lo que me recuerda que ha estado reparando el auto del vecino durante horas. Se sienta en la silla al lado de mamá, limpiándose las manos con un trapo.

-¿Qué sucede? -pregunta, mirándome con esos ojos cansados pero siempre atentos.

Tomo aire, con el corazón a mil por hora. Me siento en el sofá, frente a ellos, y las palabras comienzan a salir antes de que pueda detenerlas.

-Estoy embarazada.

El silencio que sigue es denso. Mis padres se miran, como si no hubieran entendido lo que acabo de decir. Por un momento, espero que su reacción sea diferente a la de Samuel. Espero que me pregunten si estoy bien, que me ofrezcan un abrazo, que me digan que todo va a salir bien, que no estoy sola.

Pero sus rostros lo dicen todo. La incredulidad, la decepción, y finalmente, el enfado. Mi papá es el primero en reaccionar.

-¿Cómo es posible? -pregunta, su voz baja pero cargada de una rabia contenida-. ¿En qué estabas pensando?

-No lo sé... -empiezo, pero no sé cómo explicarlo, porque en realidad no lo sé. No fue planeado, no fue intencional, pero está pasando.

Mi mamá deja la factura a un lado y se pone de pie, con las manos temblando. No me mira a los ojos. No puedo soportar verla así.

-Has arruinado tu vida, -dice, con la voz quebrada-. ¿Cómo pudiste hacernos esto? ¿Cómo pudiste ser tan irresponsable?

Las palabras son como dagas. Cada una de ellas me atraviesa, y siento el dolor en el pecho. Esperaba algo de incomodidad, sí, pero no esperaba esto. No esperaba que me miraran como si fuera una desconocida.

-No quise... no quise que esto pasara -trato de explicar, pero mis palabras no parecen importar. Ellos ya han tomado su veredicto.

-¿Y qué vas a hacer ahora? -pregunta mi papá, más serio que nunca. Veo en sus ojos no solo decepción, sino una especie de desesperanza, como si hubiera perdido cualquier fe que tenía en mí.

-No lo sé... -respondo, la voz quebrándose-. Samuel no... Samuel no va a hacerse cargo.

Mi mamá deja escapar un suspiro amargo, y noto que le tiembla la barbilla.

-Claro que no. Ese chico y su familia no van a querer cargar con esto. Y tú, niña tonta, ¿de verdad pensaste que las cosas iban a salir bien? ¿Qué ibas a tener un final feliz? -Su tono es tan duro, tan cruel, que siento como si se me partiera el alma.

-Mamá, por favor... -intento suplicarle, pero ella da un paso atrás, como si no pudiera soportar estar cerca de mí.

-No hay nada que puedas decir para arreglar esto, -dice, con lágrimas en los ojos-. No podemos cargar con esta vergüenza. No aquí, no en esta casa.

El miedo se instala en mi pecho, pero no quiero creer lo que estoy escuchando. Mis padres... no pueden hacerme esto.

-Tienes que irte, -dice mi papá, su tono final, definitivo.

-¿Qué? -pregunto, incapaz de procesarlo.

-No podemos permitir que sigas aquí -añade mi mamá, mirándome con una frialdad que nunca antes había visto en ella-. Ya no eres bienvenida en esta casa.

El suelo se me viene abajo de nuevo, y la desesperación me inunda. ¿Qué voy a hacer? No tengo a dónde ir. Me están echando, sin ningún remordimiento, sin ninguna duda. No les importa que esté embarazada, que no tenga adónde ir. Todo lo que importa es que ya no encajo en la vida que quieren para mí.

-Por favor... no tengo a dónde ir -intento una vez más, pero es inútil.

-Ese no es nuestro problema. Haz lo que tengas que hacer, pero no aquí, -responde mi papá, dando por terminada la conversación.

Con las lágrimas nublándome la vista, me levanto, incapaz de soportar más. Salgo del apartamento sin mirar atrás, sabiendo que he perdido lo único que me quedaba.

¿Crees qué los padres de Ámbar hicieron bien?

Abracemosla a la distancia.

Gracias por leer.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022