EL RESPLANDOR DEL ÁMBAR
img img EL RESPLANDOR DEL ÁMBAR img Capítulo 6 CAP 6 - Refugio en la tormenta
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Capítulo 7 CAP 7 - Un nuevo comienzo img
Capítulo 8 CAP 8 - ¿Llamar o no img
Capítulo 9 CAP 9- Aceptando ayuda img
Capítulo 10 CAP 10 - Primeros pasos img
Capítulo 11 CAP 11 - Lazos que se fortalecen img
Capítulo 12 CAP 12 - Confusión img
Capítulo 13 CAP 13 - El peso del rechazo img
Capítulo 14 CAP 14 - Primeros latidos img
Capítulo 15 CAP 15 - Nuevas sensaciones img
Capítulo 16 CAP 16 - Confusión y deseos img
Capítulo 17 CAP 17 - Señales que no se pueden ignorar img
Capítulo 18 CAP 18 - Contándote img
Capítulo 19 CAP 19 - Un nuevo comienzo img
Capítulo 20 CAP 20 - Hacia lo desconocido img
Capítulo 21 CAP 21- Refugio mutuo img
Capítulo 22 CAP 22 - Lealtades en juego img
Capítulo 23 CAP 23 - un amor que desafía img
Capítulo 24 CAP 24 - Refugio en la intimidad img
Capítulo 25 CAP 25 - Preocupaciones inesperadas img
Capítulo 26 CAP 26 - Tensiones familiares img
Capítulo 27 CAP 27 - Graduaciones y flores img
Capítulo 28 CAP 28 - Sombras del pasado img
Capítulo 29 CAP 29 - El primer beso img
Capítulo 30 CAP 30- El inicio img
Capítulo 31 CAP 31 - Preparativos y sustos img
Capítulo 32 Cap 32 - Sustos del embarazo img
Capítulo 33 CAP 33 - Mensajes no deseados img
Capítulo 34 CAP 34 - Un embarazo avanzado img
Capítulo 35 CAP 35 - Propuesta img
Capítulo 36 CAP 36 - Noticias img
Capítulo 37 CAP 37 - Prensa img
Capítulo 38 CAP 38 - Nacimiento img
Capítulo 39 CAP 39 - Verdad distorsionada img
Capítulo 40 CAP 40 - Bajo el ojo público img
Capítulo 41 CAP 41- La sombra del escándalo. img
Capítulo 42 CAP 42 - El espectáculo de Samuel img
Capítulo 43 CAP 43 - La presión de responder img
Capítulo 44 CAP 44 - Preparativos para la verdad img
Capítulo 45 CAP 45 - La verdad frente al mundo img
Capítulo 46 CAP 46 - Esperando el veredicto img
Capítulo 51 CAP 51 - Preparativos antes de la tormenta img
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Capítulo 6 CAP 6 - Refugio en la tormenta

Ámbar.

La mañana siguiente me encuentro en el aula, pero apenas soy consciente de lo que ocurre a mi alrededor. Me siento en el mismo lugar de siempre, junto a la ventana, pero mi mente está lejos. Después del encuentro con Maximilian anoche, me quedé vagando por el centro comercial hasta que se hizo tarde. Terminé durmiendo en un rincón del baño, despertando con el cuerpo entumecido y la mente aún más confusa que antes. Pero no tenía adónde ir.

Aun así, estoy aquí. Porque al menos, por un rato, sentarme en este aula me da la ilusión de que mi vida no se ha desmoronado por completo.

-¿Todo bien?

La voz de Laura me hace girar. Ella se sienta a mi lado, mirándome con esa mezcla de curiosidad y preocupación que siempre tiene cuando sabe que algo está mal. Laura ha sido mi amiga desde el primer año de universidad, y aunque nuestras vidas no podrían ser más diferentes, siempre hemos sido inseparables. Ella viene de una familia más acomodada, pero nunca ha hecho que eso sea un problema entre nosotras. De hecho, es una de las pocas personas que conoce los sacrificios que hago para seguir estudiando.

-No... -respondo, apenas pudiendo mantener mi voz firme.

Ella frunce el ceño, bajando la vista hacia mi rostro. Sé que me veo agotada, con los ojos hinchados y las ojeras más oscuras que nunca.

-Vamos a tomar un café -dice con decisión, sin darme opción a negarme.

Asiento, sabiendo que necesito contarle todo. Si alguien puede escucharme sin juzgarme, es Laura.

Nos sentamos en una pequeña cafetería cercana a la universidad. El aroma del café recién hecho llena el aire, y aunque suelo encontrar consuelo en ese olor, hoy no siento nada. Miro la taza que tengo frente a mí, incapaz de concentrarme, mientras Laura me observa en silencio. No ha dicho nada aún, dándome el espacio que necesito para hablar.

-Estoy embarazada, -dejo caer, sin preámbulos.

Laura no reacciona de inmediato. De hecho, parece tomarse unos segundos para procesar lo que acabo de decir, como si no pudiera creerlo. Finalmente, parpadea y se inclina hacia mí, bajando la voz.

-¿Qué? ¿Cómo...? -comienza a preguntar, pero yo ya he bajado la mirada, sabiendo que las preguntas vendrán.

Y así, como lo hice con Maximilian anoche, le cuento todo. Le hablo de Samuel, de cómo me rechazó, de cómo mis padres me echaron de casa, y de cómo terminé durmiendo en el baño de un centro comercial. Su rostro pasa de la sorpresa al horror, y finalmente a una expresión de tristeza que no esperaba ver.

Cuando termino, sus ojos están llenos de compasión, pero también de una especie de determinación que solo Laura puede tener.

-No puedo creer que Samuel haya hecho eso, -dice con la voz baja, llena de rabia contenida-. Y tus padres... no lo entiendo, ¿cómo pueden ser tan crueles?

-No lo sé, -murmuro, sintiendo las lágrimas asomarse de nuevo-. Pero estoy sola, Laura. No sé qué voy a hacer.

Ella me observa en silencio por un momento, como si estuviera sopesando sus palabras con cuidado. Finalmente, me toma la mano, su gesto cálido y lleno de empatía.

-No estás sola, -dice con firmeza-. No pienso dejar que enfrentes esto por tu cuenta.

Levanto la vista, sorprendida por la seguridad en su tono.

-Puedes venir a quedarte conmigo, -continúa, sin dudarlo-. No es un lugar enorme, pero tengo una habitación libre. No será un palacio, pero al menos tendrás un techo y una cama decente.

La oferta me toma por sorpresa. Sabía que Laura era mi amiga, pero nunca esperé que estuviera dispuesta a hacer algo así por mí.

-No puedo hacerte eso, -digo, aunque mi corazón se aligera con la posibilidad de tener un lugar seguro.

-Claro que puedes, -responde ella rápidamente-. Escúchame, no tienes que estar sola en esto. Samuel y tus padres pueden haberte dejado, pero yo no. Eres mi mejor amiga, y lo que te está pasando... no es justo. No voy a dejar que enfrentes esto sin apoyo.

Su voz es tan firme, tan segura, que no puedo evitar sentirme un poco más fuerte, como si al menos una parte del peso que llevo se aligerara.

-Gracias, -susurro, apenas pudiendo contener las lágrimas de alivio-. No sé cómo agradecerte esto.

-No tienes que agradecerme nada, -responde con una sonrisa tierna-. Solo quiero que estés bien. Y ahora, lo más importante es que tengas un lugar donde estar y pensar con claridad. Después... bueno, después veremos cómo lidiar con todo lo demás.

Me quedo en silencio, procesando lo que acaba de decir. No sé si estoy lista para pensar en el "después", pero al menos ahora sé que no estoy completamente perdida. Laura ha abierto una puerta que creí cerrada, y aunque todavía tengo miedo, al menos no estoy sola.

Esa tarde, Laura me lleva a su departamento. Es pequeño, pero acogedor, decorado con su estilo único: paredes llenas de fotos de nuestros años en la universidad, una pequeña estantería repleta de libros, y muebles sencillos pero cómodos. Me muestra la habitación libre, un pequeño espacio con una cama y un escritorio. No es mucho, pero después de pasar la noche en el baño de un centro comercial, parece un paraíso.

-Es tuyo por el tiempo que necesites, -dice, sonriéndome-. No te preocupes por nada, ¿de acuerdo? Vamos a arreglarlo.

Me siento en la cama, sintiendo por primera vez en días una pequeña chispa de esperanza. Sé que todavía tengo un largo camino por delante, pero al menos tengo un lugar donde quedarme y una amiga que me apoya incondicionalmente.

-Gracias, Laura. De verdad. No sé qué habría hecho sin ti.

Ella se sienta a mi lado y me da un suave apretón en el hombro.

-No tienes que enfrentarlo todo sola, ¿sí? Ahora descansa. Mañana será otro día, y empezaremos a pensar en los siguientes pasos.

Me tumbo en la cama después de que ella se va. La almohada se siente suave bajo mi cabeza, y aunque mi mente sigue llena de preocupaciones, el agotamiento finalmente me vence. Por primera vez en mucho tiempo, cierro los ojos y me dejo llevar por el sueño, sabiendo que no estoy completamente perdida.

Amamos a Laura.

Gracias por leer.

                         

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