Dylan Castillo, su aspecto cambió bastante, se ve más maduro, más guapo con un cuerpo de infarto, sus ojos grises más luminoso y brilloso. En cuanto susurro mi nombre sentí un ráfaga de emociones cruzar mi espina dorsal, era algo increíbles, porqué siento estas cosas. La última ves que supe de él fue cuando su padre me comentó que se había ido a estudiar a los Estados Unidos, para ser un gram empresario, también me habia dicho que Dylan estaba comprometido y que se casaria al finalizar su carrera, desde ese momento decidí olvidarme de él, y aceptara mi realidad, sin embargo no lo pude lograr, a pesar de haberme casado con Duncan él siempre estuvo en mi corazón, como un hermoso recuerdo que jamás logre sacar de mi mente, ese amor juvenil que florecio sin espinas.
Dejo mis vagos pensamientos para concentrarme en mi celular, el cual tiene varios mensajes de Duncan, tuerzo mis dedos incómoda. El viaje a casa estaba siendo largo, realmente me sentía nerviosa más al notar que él no quita su mirada de mí.
-Luces incómoda-Afirma sin dejar de verme de reojo.
-Si lo estoy.- Si el supiera que aún me afecta su cercanía se sorprenderá. Tantos años han pasado y Dylan Castillo es un recuerdo que llevo guardando como un tesoro que no quiero entregar. Es una lastima que no pudo esperarme, decidió irse a otro país para hacer su vida, me imagino que hasta hijos debe tener.
-Melanie estas muy callada, tantos años sin vernos. Dios nos da la oportunidad sin embargo no quieres ni siquiera verme. Estoy más feo, delgado, gordo, debe ser eso.
Río por su comentario tan sarcástico, vaya que aun no pierde su estilo de bromear.
-No, tu sigues mas guapo, te ves igual de joven, lo que pasa es que a pasado tanto años que me da mucha pena, no se lo que piensas de mi ahora.
-Tranquila y lo que pienso de ti, te lo diré con sinceridad y demostración - Dylan aparcó su auto en una avenida, quiero preguntar del porqué hace eso, pero de un movimiento rápido me toma del rostro y deja un beso suave, quiero protestar sin embargo no lo hago ya que me gusta... es la primera vez que no siento culpa en mi interior, su lengua invade la mía, quiero jadear pero me aguanto, no se que está pasando conmigo, es la primera ves que me estoy dejando llevar. Dylan se aparta, me mira por un buen rato y suspirando niega aturdido si no me equivoco.
-Lo siento, pero necesitaba hacerlo.-Asiento levemente, mi corazón retumba como una locomotora en guardia.
Después de ese beso ninguno volvió a decir absolutamente nada, Dylan solo me sonreí de vez en cuando, agradecí internamente que no hayamos hablado lo de hace un rato.
-Puedes dejarme aquí Dylan.- Le pido apuntando hasta el primer andén.
-Segura Melanie.- Asentí quitándome el incómodo cinturón de seguridad-¿Este barrio no es peligroso?
-No tranquilo a unas 3 cuadras esta mi casa.
-Esta bien, de todos modos estaré aquí hasta que llegues.
-Gracias Dylan, te agradezco que me hayas dado un aventón.
-No es nada-susurra sosteniendo mi brazo.
-Se que estas asustada pero para mi fue lindo volver a verte, espero que pronto nos veamos de nuevo como amigos. Lo del beso de hace poco fue para recordarte que aun sigues en mi corazón-expresa sincero, será cierto.«No caigas Melanie»
-Gracias Dylan, lo nuestro fue muy bello pero ambos tomamos caminos separados, me imagino que estas casado y necesito evitarme problemas - El Asintió golpeteando el volante-De seguro eres feliz con una bella mujer.
-No... en eso si estas equivocada, pero...-se detiene cuando mi móvil suena con una llamada entrante, observo el nombre de Duncan en la pantalla y algo nerviosa decidí bajarme rápidamente del auto.
-Regálame tu número Mel- Pide sacando su móvil de su bolsillo. Oh Dios mío, que debo hacer. - Seamos amigos- Propone cuando no le doy respuesta, estoy nervios me esta matando más de lo que imaginaba.
Sin saber porque le quito su móvil y escribo mi número en su agenda, se lo regreso a lo que él lo guarda, luego sonríe dejando otro beso, pero esta vez en mi mejilla. A lo qué siento un calor en mi interior.
¡Mierda, que me sucede!
Sin decir nada bajo del coche y cuando cruzó la calle él me pita, lo miro de lejos cuando estoy por llegar lo saludo alzando las manos para que el sepa que llegue bien. Al llegar hasta el tercer andén lo escucho pitar y arrancar a gran velocidad. Solo espero no tener ningún tipo de problema con Duncan la noche de hoy. De echo eso ya es una maldita costumbre, soy masoquista, debería de alejarme de una vez, irme a la casa de mi madre o mejor alquilar un apartamento mientras pienso que hacer.
Vaya, tantas cosas positivas en mi cabeza y yo siempre de negativa. Pero como dice mi amiga Martha. La llave de tu libertad, la tienes tú, Melanie, nadie más que tú. Asi que debes tomar una decisión.
Suspirando entro a mi casa, mejor dicho a mi infiernó, donde respirar libremente y reír cuesta, incluso respirar. Sin embargo llorar y sufrir a diario es una maldita costumbre que llevo de vida desde hace mucho tiempo.