Nefilim Hijos de Ángeles Libro 1
img img Nefilim Hijos de Ángeles Libro 1 img Capítulo 3 Regreso a casa
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Capítulo 6 Israel img
Capítulo 7 La batalla de Israel parte 1 img
Capítulo 8 La batalla de Israel parte 2 img
Capítulo 9 Conexión img
Capítulo 10 El viaje img
Capítulo 11 Lazo de vida parte 1 img
Capítulo 12 Lazo de vida parte 2 img
Capítulo 13 Lazo de vida parte 3 img
Capítulo 14 Mentirás img
Capítulo 15 El Enfrentamiento img
Capítulo 16 Como el principio img
Capítulo 17 Búsqueda img
Capítulo 18 7 puertas img
Capítulo 19 Sara img
Capítulo 20 El preció a pagar img
Capítulo 21 Yanis vs Kiara img
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Capítulo 3 Regreso a casa

Regreso a casa

Capítulo 2

El helicóptero serpentea en el rascacielos, el viento golpea mi rostro, los mechones de cabello falso ocultan mi verdadera identidad, tocando mi mejilla, sujetándome con una mano me inclino hacia adelante esperando la señal.

– ¿Estás nerviosa? – José me habla al micrófono oculto en mi oído, no contesto, estoy en esos momentos donde los sonidos de la ciudad a mis pies, los colores de las luces de la ciudad se extienden frente a mi. Me gusta la sensación cuando el tiempo se detiene, cada agente del FBI y táctico esperando de sus posiciones para actuar, me siento tan humana con el corazón latiendo a causa de la adrenalina, útil al no estar detrás de cuatro paredes, es cuando valoro mi parte humana.

– Suelten el señuelo – esa es mi señal, me inclino más a la orilla y me dejo caer en picada, solo con un chaleco cubriendo mi torso, caigo con un sonido sordo hasta que mis pies impactan contra el concreto y me deslizo por un ducto.

.........

Despierto de mi sueño que es mi propio recuerdo, y me arrepiento de hacerle caso a Charlie y dormir en mi jornada laboral, porque odio que él se filtre en mi inconsciencia. Así que salgo de la oficina que me prestaron y regreso sintiendo cada emoción mientras entró a las oficinas.

No me canso de ver sus reacciones, cada vez que entro, las misma expresiones y pensamientos de alegría, como se les ilumina el rostro al verme, se les altera el corazón, me hacen tener una sonrisa que apaga malos pensamientos propios y me distraen de mis insignificantes problemas, en esos momentos todos me saludaban como si hubiera entrado el sol por las paredes y su tarde llena de estrés, fastidiados de hacer los mismo todos los días, fuera lo mejor que les pasara, al menos así era para los que se la pasaban haciendo papeleos en las oficinas de E. Washington, "Que yo fuera su amanecer más hermoso" eso me hacía sonreír y que valiera la pena mi tiempo.

Mientras caminaba de regreso por mi vaso de té por los pasillos. Todos evitan rozarme, saben el por qué no pueden tocarme, es una regla que impuse, bastaba con un roce para leer sus recuerdos, sentir su presencia, algo que me desconcentraba, pues en este tipo de casos entre menos usara mis "Habilidades". Mejor. Pase por los pasillos de archivos que eran unas hileras de oficinas. Con sus paredes de hueso y cartón, con sus sillas incómodas y gastadas por el uso, y escritorios con pilas de expedientes. Subí por el ascensor hasta cuatro pisos más arriba. Cruce las grandes puertas de metal hasta la sala de interrogatorios.

El jefe del FBI ya es un señor mayor de unos 55 años, lleva sirviendo desde hace 25 años, fue gracias a su trabajo que se ha ganado el respeto de todos, unos de los capitanes más veteranos que ha habido. Y el mejor de todos. Lo ascendieron a comandante justo cuando su padre fue asesinado, nunca habla del tema, pero yo a veces lo escucho pensando en ello.

– Aspirante... Creí que no regresaría – en cuanto entro a la sala viene directo a mí, me saludo con un beso en la mejilla tocándome por los hombros, me estudio y su tés se marcó con preocupación, tal vez me miraba más cansada de lo que creía.

– ¿Todo está bien?

– No es nada. Solo me falta dormir. Jefe – conteste rápido y claro para que no se preocupara. Sus manos me sostenían ligeramente los hombros y su mirada era paternal. Él me inspiraba una ternura de un padre a una hija. Ya que nunca tuve un padre. Mis hermanos como siempre evitan el tema a toda costa, algo que deje de insistir a los doce años. Siquiera conozco de quien nací. Fui criada por mis hermanos adoptivos. Mitkel y Keila. Pero jamás les vi como una figura paterna y ellos jamás me trataron como tal.

– Bueno. Me alegro esté aquí. Estos cabezotas no han podido con la testigo – dijo soltandome y dando un paso a un lado para que yo pudiera acercarme.

Como siempre me recargaba en la pared, misma postura, con los brazos alrededor de mi y después de soportar otro par de horas en los que José, Karla y David el psiquiatra intentaban hacerla hablar, todo en vano como dijo Charlie. Me despegue de la pared aún con los brazos fuertemente apretados contra mis costillas. No sé, sentía una mala presencia y no sabía cómo interpretarla.

– Ya me estoy aburriendo. No pueden ser más originales – bromeé alardeando, con una sonrisa de una chica arrogante y me reí, Charlie se unió a mí con otra sonrisa. Se alejó un poco más respetando mi espacio y no tocar.

Alguna vez han sentido que cuando te diriges al peligro no puedes detenerte, sabes que no debes y aun así te acercas, pues ese es mi defecto, en vez de huir del peligro me siento atraída por él y hasta ahora he salido airosa de "Situaciones" . Como si me dirigiera a una sentencia de muerte mientras me aproximaba más al espejo. Enfrente estaban José y Karla que salían de la sala de interrogatorios, ella disgustada porque no logro nada como la poli mala y el cómo poli bueno.

"Es mi turno, otra vez" pensó David el psiquiatra mientras salían los detectives. José asintió en mi dirección.

– El tiempo se nos agota hija, quizá necesitemos tu ayuda.

Asentí sin mirarlo, aun con la sensación de que ella no era humana.

David se acerca rodeando a la chica, le acomoda el cabello que cae sobre su cara con gesto amable y se sienta frente a ella.

– Hola de nuevo Nicole (suspira) ¿Podemos hablar nicole? – le habla a la chica con mirada ausente, pareciera que nunca se movió, solo tenía sus brazos estirados sobre la mesa, con sus dedos entrelazados, esperando algo.

– Nicole. Necesitamos que nos ayude. No estás en problemas. No has querido hablar con nadie – entonces ella clava sus ojos confusos en él, eso lo hace sentarse derecho ante su profunda mirada, podría parecer hostil, pero su rostro estaba tan en completa calma.

– ¿Crees que con decir mi nombre confiare en ti? – mi piel se erizo.

– ¿Qué es lo que pasa? – pregunte por la reacción de David.

– Es la primera señal que da de vida. David no llegó a una conclusión final, solo la diagnóstico catatónica, el tiempo se nos acaba, la ingresaran en un psiquiátrico – contesto Karla... La chica Nicole continúo mirando a David como si le hablara en silencio. Hasta parecía que lo hacía.

Cuando me miro por completo, sus ojos se llenaron de terror y comenzó a hiperventilar, sus ojos aterrorizados se posaron en mí, su cuerpo se tenso e hizo puños sus manos. Fue algo inesperado, algo que todos los presentes notaron en cuanto yo aparecí frente al espejo, era como si hubiera visto al mismo Lucifer, David lo noto y volteo.

"¿Que ves Nicol?, "Haya afuera no hay nadie" ella lo vio gritando con la mirada de "Mentiroso", José se puso pálido ante su expresión, pero trato de recuperarse disimulando acomodar su ropa, ella volvió los ojos a mí, deliberadamente mis brazos cayeron a mis costados, trague saliva, todos abrieron la boca, pero cuando ella hablo todos se sobresaltaron emitiendo un gritillo, pues no era la voz de una joven normal, era la voz más terrorífica, que salía de su interior.

"Crispar, odre, de, sor, far" dijo la voz casi con un susurro, pero las palabras fueron fuertes y claras, parecía que no había movido lo labios. Lo que dijo significa, "Te estoy esperando ama".

Deje escapar el aire lentamente, como si dejara escapar un suspiro, mi pecho subió y bajó por la intensidad, esto no era bueno, nada bueno.

– ¿Cómo es que te conoce? – Karla confusa me miraba con desconfianza, no le respondí, aún seguía hipnotizada por los ojos de Nicole que intentaban decirme algo, un secreto.

– Se ha dirigido a ti – me acuso aún sobresaltada, a todos les latía el corazón con sobresalto, el mío latía aún más fuerte de lo normal y Nicole podía escucharlo eso lo sabía, pero también estaba asustada, siempre se me ha dado bien encontrar cosas perdidas y esta vez no era algo bueno.

– Voy a entrar – conteste después de un silencio, el jefe abre la puerta y llama a David para que salga.

– ¿Qué sucede?

– Sal, ahora.

Me dirigí a la puerta con los ojos de la chica siguiéndome, podía sentir el poder de su mirada en mí, que no me perdió de vista hasta que aparecí en la puerta, entre intentando ignorarla y tomé asiento alejándome un poco de la mesa y de ella. Ojee su expediente como si hubiera algo que no supiera ya.

– Bien aquí me tienes. ¿En qué puedo ayudarte?' – le ataje dejando la carpeta frente a mi. Ella me miró por un largo rato, la expresión de terror desapareció para transmutar a una curiosa, su respiración se regularizo, su respiración Y hablo anormal en un tono siseante sombrío.

– No deberías hacer eso – no comprendí sus palabras y la sonrisa que se extendió en su rostro – No si quieres meterte en líos, llamar la atención o simplemente su quieres morir.

– ¿Me conoces? – pregunte en nuestro idioma. Jugando con la carpeta en mis manos.

– Mira a nuestro alrededor, cuántas cosas se pierden, cosas que no podemos ver. Cuando. Estás en la oscuridad, y tú apareces. Apostaría. A que no sabes. Ni quién eres. Verdad. – ella miró hacia a su alrededor como si hubiera más presencia que la de ella y no la nuestra, pero solo éramos nosotras, sus dientes puntiagudos e uniformes se dejaban ver tras cada palabra. Su acento era complicado, se notaba que no hablaba el español.

– ¿Quién eres?

– ¿Importa quien soy? – ladeo su cabeza como si con eso me viera desde otro ángulo y volvió a enderezarse después de terminar su escrutinio. – Deberías preguntarte eso tu misma – me señalo sin soltar sus propios dedos desde la mesa – Yo te he visto antes. Al principio. Creía. Un error. Pero ninguno de estos. Perdedores han. Podido dar con la verdad. La única que nos ha traído aquí.

Me incline hacia adelante y le susurre.

– Igua. akanem. dotew. solox. bastro. midre – " No puedes hablar su idioma. Nunca lo has hecho".( le dije asustada) ella no contestó – ¿Que tú me conoces?, Jamás te he visto – continúe regresando a mi lugar. eleve la voz un poco más de lo normal me sentía asustada, dándole fuerza a este ser.

– Oh querida, te conozco. pero de otra manera, en otro cuerpo...Si se tu nombre es por qué. Uno. De ellos lo pensó... Yanis – se interrumpió a media frase al ver la confusión en mis ojos, entonces pregunto algo extraño. ¬ ¿Quién es tu maestro? ¬ parecía darse cuenta de algo que yo no, me encogí de hombros porque no sabía a lo que se refería, ella me hablaba con un sumo respeto y casi pareció intimidada hasta que evaluó mi reacción. Entonces ella rompió a reír, una risa siniestra, que heló mi sangre y cambio mi expresión serena, ¿Qué significaba esto, de que se dio cuenta esta chica?, para cuando volvió hablar, hablo en un latín fluido y claro entregándome un mensaje muy personal, que solo yo entendí, sus manos arañaron la superficie de la mesa como si quisiera arráncala en pedazos, torció su cabeza un muchas direcciones, como si se preparara para algo,

– Estás jugando, algo muy peligroso.

– Yo no...

– ! ¡Tu impostora !... – arrojó la mesa, la cual se estrelló contra la pared y saltó sobre mi arrojándome contra la pared, mi cabeza rebotó contra el suelo, sus manos rodearon mi cuello, apretándome con tanta fuerza que podría ahorcarme, y azoto mi cabeza hasta marearme y me gritó.

– !Tu irle - seco - score! ¡Tu irle - seco - score! -– y luego cambio al alemán – ¡Sean meón i ¡Sean meón! ¡Meón!

"¡Tú estás maldita! ¡Tú le perteneces a ella! ¡Serás mía! ¡Mía! - y para mi horror lo último lo gritó al español.

– ¡Un premio para mí ama!... ¡Mía!, ¡Mía!, ¡Mía!"

Afuera se volvió todo un caos, la mesa bloqueaba la puerta, gritaban para querer entrar y quitármela de encima. Mi ser sintió un frío de miedo, por alguna razón mi cuerpo sabía a qué se refería, por alguna razón mi mente reconoció ese terror, por primera vez me sentí en peligro, pero cuando ella me tocó, me vi a mi misma rodeada de cuerpos sufriendo.

Como si mi mente sufriera un, ! Clic !, de lo más profundo de la oscuridad y pude ver un recuerdo que estaba oculto, vi a Israel peleando contra alguien, no sé qué significaba esas imágenes y porque las veía, pero no pude meditarlo mucho porque las siguientes memorias fueron tan terribles que me robaron vida, todas llenas de muertes, sangre, y dolor que no pude pensar en más ya que este ser apenas era humano, no era Nefilim, me sentí estúpida al no verlo desde antes, ella me soltó arrojándome contra la pared, estrellándome contra la mesa, esto provocó que José, Karla y dos policías más pudieran entrar, yo aún seguía aturdida, confusa por la cantidad de imágenes que se agolpaban en mi mente, imágenes espantosas que me causaban dolor, físico y emocional, entre los cuatro contuvieron a la chica que se abalanzó a por mi, pero eso no evitó que mientras la sacaban arrastras ella siguiera gritando en un latín fluido que solo yo entendía " ¡Tú vas a caer! ¡Estás condenada, pérdida! ¡Tú le perteneces! ¡Le perteneces! ¡Maldita, mil veces maldita!" Cuando por fin se la llevaron aun escuchaba sus gritos y yo seguía en el suelo, lo que no previne después, empeoró las cosas, Karla, en un intento de ayudarme me toco, antes que José pudieran advertirla. Me retorcí en mi interior cuando puso sus manos sobre mi cuello, como si me hubieran apuñalado en la espalda, las imágenes, el poder que había dentro de mí, hizo todo temblar, sacudiendo la habitación solo por 20 segundos y después todo volvió a la normalidad, me fui poniendo en pie, poco a poco aferrándome a la pared, todos me veían preocupados por lo que paso, me miraban pidiéndome una explicación de lo que sucedió, pero yo no podía explicarles, porque ni yo lo sabía. Recupere el aliento, José me acercó una silla, pero no me senté, pase de largo y todos me siguieron en silencio, identifique un olor a podrido tan fuerte que contamina el aire de mis pulmones, y ese olor no se iría nunca, continuaría ahí y debía tomar aire limpio, pero no del que se respira en la ciudad, más bien el que deja que mi mente se aclare. Era hora.

Me arrastré con dificultad debilitada apoyándome de las paredes por las escaleras porque no me atreví a tomar el ascensor, pasando entre los cuerpos ignorando cada roce que recibía, tratando de no enloquecer. Hasta que estuve afuera en la calle.

– ¿Estás bien? – me preguntó José con suma ansiedad.

– Si... Estoy... Cansada... Es todo... Debo...Irme, debo alejarme – dije entre jadeos, mientras recuperaba el aliento.

Miraba a todos lados, en busca de una explicación, pero nada parecía tener sentido, cuando logré aclarar mi mente, "Israel" pensé.

José y Karla seguían tras de mí.

– Tengo que irme – articule cada palabra volviéndome hacia ellos.

– Está bien...jefe cree que... – respondió José

– Debo irme, tengo que salir de aquí – mi boca apenas vibraba con cada palabra.

– Primero que te vea un doctor. Te daré una licencia... tómame 15 días – me contestó Charlie el jefe del FBI.

– Debo irme ahora – avance hacia adelante y Charlie me sujeto de la mano antes que desapareciera, sus recuerdos eran nobles, siempre sacrificándose por su familia, luchando, el sabia cuando tocarme, este hombre generoso, era el único fiel al creador que conocía, hasta ahora era un hombre de verdad, de uno en un millón. Respire profundamente cerrando los ojos un momento, para absorber sus pensamientos, un hombre como él siempre marcaría la diferencia. Es uno de tantos dones que poseo, me quité mi gafete de acceso y se la di con una promesa en su mente. "Volveré. Pero no ahora amigo. Espérame" él me respondió con una sonrisa de consuelo. No me detendría. No me preguntaría más y le agradecí en mi interior que no lo hiciera. Lo que hubiera pasado hoy. Quizá Israel me daría las respuesta.

– Aquí tienes un lugar con nosotros, toma el tiempo que quieras, y suerte con lo que pase. Recuerda que puedes contar con nosotros. Que no somos tan malos – por supuesto él sospechaba lo que yo era, aunque no lo diría en voz alta.

– Adiós – me despedí dándole un beso en la mejilla y guardando en mi memoria el olor de su colonia ha clavel.

– Nunca digas adiós, siempre es hasta luego – se despidió José

– Prometo llamar y darles respuestas... necesito alejarme.

Me di la vuelta dejando los atrás, sin volver la vista, hasta mi departamento.

Cuando al fin llegué, abrí la puerta de un empujón, rompiendo la llave lo cual no me importo, me fui directo al closet donde escondía una maleta de acampar con todo el equipo completo. Empaque un par de botas de montaña, porque a veces emprendemos búsquedas de rescate o casería, en mi caso para atrapar a alguien.

Los equipos de campaña siempre me han funcionado, el cuchillo de cacería que colgaba en mi cinturón, los arneses que llevaba para escalar, aunque no les necesitará porque podía escalar un árbol, una montaña sin equipo con mis propias manos y correr sin cansarme por un largo periodo. Aguarde mi lona y casa de campaña en la mochila. me cambié mis zapatos de vestir por unas militares negras, me di una ducha, para ponerme unos jeans azul marino, una camisa con gorro, empaque unas chamarras para el frio, comida enlatada, cecina, todo lo indispensable para un viaje de 4 días, pues haría una parada en el mar de Ohio.

Me había alejado de mis hermanos por nuestras diferencias y ahora me veía obligada a regresar. Aunque he de admitir que los extrañaba.

En las praderas de Idaho, se encuentra un campo con flores silvestres, de diferentes colores, siempre dándole un toque mágico durante todo el día, cuando amanece el arcoíris se dispersa por todo el cielo, mezclados con la entrada al sol, mágicos colores florecen por todo el cielo, y cuando el sol se esconde es una gama de colores, rosados, rojizos, anaranjados llenan de poder el cielo hasta que las estrellas forman parte del mismo, de dos mares distintos durante el día y la noche, es como una galaxia o una nebulosa mezclada por infinidad de tesoros y gemas.

Corrí y corrí alejándome de la ciudad hasta llegar a campo abierto, mi velocidad era sorprendente, era como ir en moto, pero mil veces más fuerte, mis pies sonaban en el suelo, haciendo crujir las ramas, la noche me dio alcance y encendí una fogata con facilidad.

Ahí estaba. Recostada viendo como las estrellas acompañan mi soledad. Llenando de magia el mundo ya que el mismo está lleno de esa vida, algunos no pueden ver lo que yo veía, me sumí en esos pensamientos hasta alcanzar un sueño profundo, para descansar el cuerpo, necesitaba dormir, ir a donde los sueños eran recuerdos muy reales.

..........

Me deje caer sigilosamente desde la ventana hasta que mis dedos tocaron el suelo, estaba de cacería, José y Charlie necesitaban pruebas para arrestar a este violador enserie y solo yo podía conseguirlas y para eso debía ser un señuelo. Me deslice en mis cuatro extremidades por el almacén usando los pilares y las paredes en medio de la noche. Mi corazón latía con fuerza, pero mi respiración era suave.

Una mano tapó mi boca dándome un susto de muerte, estaba apunto de usar mis dotes marciales cuando los ojos Israel se encontraron con los míos.

– ¡¿Qué haces aquí!?... Vas a echarlo a perder todo – susurré lo más bajo posible, en cuanto apartó su mano de mi boca. En solo me sonrió como el gato que va a comerse al ratón, pero no me soltó. Mi cuerpo estaba atrapado por él suyo, con nuestras piernas enredadas. Intente apartarlo pero solo lo hizo sonreír más y se acercó reduciendo el espacio que nos separaba. Mis manos se quedaron sobre su pecho.

– Hay que hacer esto juntos – susurro contra mi boca, tuve que tragar saliva antes de negar – Por favor.

" Bueno. Dijo por favor "

– No te necesito – su mano acarició la mía contra su pecho, y se la llevó a los labios dándole un beso a la yema de mis dedos, y después un dulce y caliente mordisco que mandó una señal eléctrica por todo mi brazo erizando el vello de mi piel.

– Esta bien, pero harás lo que yo diga – su sonrisa gatuna regreso y se inclinó más cerca, mi corazón no podría estar más desesperado, su boca tocó mi mejilla y me dio espacio.

..........

Para cuando desperté el sudor corría mi frente y no a causa de sol, mi garganta estaba seca, con plena luz del día regrese a mi hogar, donde había deseado no volver, cerca de la gran montañas de Idaho está la cabaña construida por la naturaleza, echa de madera de caoba y roca de granito de la misma montaña que fue transportada con el paso del tiempo por nuestras propias manos y rodeada de árboles caídos, como enredaderas, con su naturaleza viva detrás de ella, un bosque espeso grisáceo, neblinoso, donde el sol aparece entre las montañas, donde se reflejan sobre el lago y cuando se ensombrece la cabaña de dos pisos, desaparece como si no existiera, ahora dejando una magnífica vista, con el patio abierto de área boscosa y césped húmedo, donde las gotitas de fulgor resplandecen con la luz de día o nocturna, cerca del lago había una hilera de abetos y abedules fuertes y firmes, que daban hasta el cielo con sus troncos gruesos, aun lado de esa hilera donde cuelga mi hamaca hay un puente de madera flotando que da al lago. Solía pasar mis horas leyendo mis libros favoritos que ahora deben estar cubiertos de polvo en el mueble de mi cuarto, exactamente donde los dejé la última vez.

Cuatro días después de un viaje cansado, entro a la casa iluminada por sus candelabros de bronce. No quiero hablar mucho de mi hogar, al principio era una cabaña construida por troncos paja y roca, conforme se fue reformando se convirtió en una cabaña de dos pisos de roble, bambú, granito y loseta.

Con un picaporte de seis escalones, una terraza con un piso donde había una hamaca de madera colgada, donde solíamos leer mi hermana y yo. La primera vista es de unas puertas corredizas y divididas con madera de caoba, cortinas ondeando hacia la estancia principal, donde se veía al fondo la chimenea rodeada por un librero en todo su arco, ala izquierda su cocina y su comedor, junto a ellos subiendo las escaleras de cristal al mini bar de Mitkel mi hermano que dan a las 8 habitaciones, 4 dormitorios con sus respectivos baño, un cuarto de cine, una biblioteca y almacén para guardar objetos de temporadas de estaciones. El cuarto de música de mis hermanos con un piano y mesa de billar.

Subí las escaleras de vidrio rumbo a mi cuarto que ahora estaba deshabitado, me imagino que nadie entró desde que yo no estuve, las cuatro recamaras estaban vacías, pero al ingresar, descubrí 2 mas para cuando teníamos visitas, pero eso ya hace tiempo. Entre en el último cuarto esperando encontrar un caos lleno de polvo, como una casa embrujada, al abrir la puerta me lleve una sorpresa, todo la cama era blanca, los cajones eran nuevos, la ventanas abiertas eran correderas que daban al balcón, con las cortinas ondeando hacia afuera, el balcón daba la vista al patio trasero, solo bastaba con asomar la cabeza y se podía ver el puente, era como si me estuvieran esperando. Deje mis cosas sobre la cama, después de un baño me vestí con shorts cortos azules y una blusa rosa de tirantes a pesar de que hiciera frío o no, el clima no me afectaba, la temperatura de mi cuerpo se alzaba fuera de lo normal para un cuerpo humano, pero como he dicho yo no lo soy, me solté el cabello y lo deje caer contra mi espalda, era plateado en forma de capas, con algunas tonos más oscuros y algunas puntas se venían hacia al frente de mi rostro por más que los apartara.

El día era cálido y no hacía frío, al menos para mí no, ¿Dónde estaban mis hermanos? No los vi desde que llegué. ¿Sabrán que ya he llegado? ¿Les importara? ¿Mitkel se alegrará de verme? ¿Qué habrá cambiado desde que me fui?.

"Olvídalo, solo me estoy torturando"

Deje esos pensamientos a un lado y camine hacia el lago, para dirigirme al puente a escarbar sus tesoros, algo que Mitkel me enseñó desde niña , Salí al patio de la casa sin mirar atrás, y sobre una mesa de piedra estaba un cedazo, para colar la arena y sobre un clavo aún seguía la bolsita donde echaba las espitas de oro, este lago jamás ha sido tocado por los humanos, y jamás se acercarán a este lugar. Todo gracias a las leyendas falsas que hemos creado y aunque no existieran no dejaríamos jamás que se acercaran a este sitio, es sagrado, aquí hace mucho tiempo se inició la evolución de nuestra especie.

Recogí el cedazo y me senté al borde del agua, dejando que el agua humedeciera mi trasero, lo enterré en lo más profundo que pude, y comencé a colar mientras recordaba como mi hermana Keila y yo pasábamos nuestros días junto a él y como me narraba la cantidad de historias que sabía sobre él, como muchos intentaron hacerse de sus tesoros y siempre pasaban cosas extrañas, por ejemplo, la gente se perdía o se volvía loca, cosas confusas y que nadie volvería a mencionar.

Este lago oculta inmensidad de tesoros, como flechas de plata, siempre se me ha dado bien encontrar los tesoros, se podría decir que es un don especial, además de otras cualidades, después de unas cuantas espitas decidí pasar el día en el puente contemplando la vista, esperando que mis hermanos aparecieran, ya deberían de haber llegado.

Me recosté para llenarme de vitamina e, dejé caer mis pies dentro del agua, meciéndolos hacia atrás y hacia adelante, me sentí incómoda, después de unos minutos, me erguí de nuevo sosteniéndome con una mano, clave mi vista en el agua cristalina, los pequeños peces se escondieron bajo el puente, casi pude ver una sombra oscura pasar por debajo, pero estaba tan hipnotizada por el lugar. Hacía ya tanto tiempo que no disfrutaba tanto, la sombra volvió a pasar "Tal vez algún pez grande" pensé. Pero antes de poder reaccionar y darme cuenta de quién era, Keila saltó sobre mí y me arrastró al agua, logré zafarme de su abrazo y Salí a la superficie, pero ella volvió a hundirme para salir junto conmigo.

– No... puedo... respirar...– le acuse.

– ¡Mi niña volviste! – grito encantada que me hizo daño en los oídos.

– Y tú también... ¿Que fue todo eso?

– Tenía que darte tu bienvenida... ¿En qué pensabas? – indago ella con una sonrisa burlona y sacudiendo su cabello rubio que caía sobre sus hombros, miré sus ojos azules temerosa de que algo hubiera cambiado en ella y no encontré nada, era la misma mirada dulce de mi hermana.

– En nada.

– Que gusto volver a verte – me abraza con ternura y yo le devuelvo el abrazo, recordando cómo es ella, siempre tan amorosa. Tierna y su olor peculiar a vainilla.

Extrañaba su olor, su simpatía y sobre todas sus bromas. Ella para mí ha sido más que una hermana, ha sido mi guía... Nos sentamos cerca del puente una frente a la otra.

– Agrandaron la casa – rompí el silencio para escuchar su voz, ella me sonrió.

– Sí, eso hicimos.

– El... ¿El sigue aquí? – tenía que saberlo, intente que sonara con cierta indiferencia y no hablaba de mi hermano, su modo de mirarme me pone nerviosa, lo cual me hace sentir incómoda y molesta.

– Por favor... no quiero una pelea... yo sé que él no te agrada, pero lo juzga mal – siempre ese tono de preocupación en su voz. Ella creía que hablaba de Mitkel.

– ¿Qué? ¿Eres su publicista? – Me retracte enseguida – No vine a pelear... Solo... Es que te extrañe mucho. – mentí ocultando la verdadera razón, aunque no era del todo mentira, ellos no sabrían porqué decidí regresar.

– No te hubieras ido – me dice con voz tierna.

– Era necesario – "Sí lo era" Mitkel y yo ya no nos llevábamos bien, las discusiones diarias, sus reproches y su sobreprotección con Keila me estaban volviendo loca.

– Te extrañe – me dijo con tono triste, me lanzaría sus brazos para consolarla, sabía que le hice daño y tenía que recompensarla. – Y él también te extraña.

Ahora sí quería hablar de mi hermano, lo dude, llevaba evitandolo tanto tiempo, aunque con Mitkel es menos demostraciones de afecto, nuestra relación es más complicada, hace tiempo éramos muy unidos, como lo somos Keila y yo ahora, "Eso si quiera quiero recordarlo ¿Qué fue lo que pasó?" no, ahora no, estaba de vuelta en casa y quería disfrutar el momento.

De tras de nosotros escuche su voz, todos los músculos de mis hombros se tensaron, pude sentir su energía a mi alrededor, siempre era así cuando Israel se encontraba cerca, no era nada sencillo, escuche como su andar se detuvo, mire de reojo y ahí estaban los dos, Mitkel frente a Israel, sostenía una red de pesca que dejó caer a un lado.

– Volviste – murmuró Mitkel, como si no lo creyera, me vio con ternura, aunque no lo diría, él siempre era tan seco y distante de mí.

– ¿Pero porque... No...? – Murmuró de nuevo. Definitivamente no les diría nada del porqué de mi regreso... No aun , ya me era difícil estar aquí, con esta torrente de emociones contradictorias, creí haber escapado de mis temores pero nunca se puede... es algo que no se cambia, en los días siguientes intentaría instalarme, intentar evitar a Israel, pero iba contra mis principios, mire a Israel, que seguía parado de frente a Mitkel, como alerta, debía encontrar la forma de estar cercas de él, aunque mi cerebro me dijera todo lo contrario y no de la forma en que uno detecta el mal... es algo que dentro de mí que se siente desconectado, cuando él está cerca, no puedo pensar con claridad. Odiaba esa sensación.

Mitkel centró su atención más en mí, como si no me hubiera visto bien y no creyera que esté aquí, a pesar de la tensión, tenía que soportar la cercanía de Israel y lo cual me ponía de pésimo humor.

– Volviste– Se acercó cortando cualquier pensamiento que se le hubiera cruzado, Keila y yo nos pusimos de pie. Se acercó tan rápido que no supe si volveríamos a discutir, creo que hasta Keila pensó lo mismo porque intentó detenerlo, hasta que me rodeo con sus brazos, eso me sorprendió, pues Mitkel no es muy afectuoso, me aferré delicadamente a su abrazo, algo incomoda.

– Te extrañe– me susurro al oído.

Mis ojos se posaron en Israel, ese color de ojos grises, que me desconcertaba hasta a veces deslumbraban mi ser. Pero odiaba como me estudiaban. Como si pudiera leer mis pensamientos.

– Hola ixa– Mitkel volvió la vista atrás soltándose de mi abrazo.

– No la dejes tirada– le reclamó.

– Ya no sirve – Me estremecí al escuchar su voz, se me había olvidado lo varonil, aterciopelada que era, cualquier mujer se enamoraría de esa voz seductora y no sería culpa de Israel, así como ninguno de nosotros podría evitar ser hermoso ante los ojos de los humanos, "Ante tanta belleza era un crimen" es la burla mi hermana con ese comentario.

– Porque tú tiraste de ella– él le replicó. Y así sin más regresamos a la casa.

Keila se dedicó hacerla cena, la noche se nos fue platicando de mi vida en nueva york, al menos les hice creer todo este tiempo, y de los humanos que conocí, Israel no paraba de sonreír pues él sabía que mentía, le daba miradas de, "Más te vale No decir nada, o te matare"

Me acomode nuevamente en la casa, me prometí ir a las cuevas bajo el lago, esas cuevas tan llenas de poder, tesoros, oro, y diamantes que se reflejaban en las paredes de las mismas.

Algunas leyendas cuentan que lo dioses griegos escondieron sus tesoro debajo de él y en las cuevas, solo los dignos podían encontrarlos, los puros de corazón podrían vivir para salvar a sus pueblos que morían de hambre, de aquí vienen las historias de la desapariciones, pero estos bosques suelen ser confusos y perderte con facilidad si no sabes moverte sobre ellos, a pesar de que existen los GPS y miras satelitales para los excursionistas no funcionaban aquí.

Se dice también que los ángeles custodian este lago y por eso nada ha podido encontrarlo, lo cual es mi culpa, puedo generar un campo de fuerza que se extiende varias millas de nuestra posición y si alguien entra puedo desviarlo fácilmente, (ya contare como lo hago más adelante), hay historias más divertidas de bebedores de sangre, criaturas con aspectos de demonios que matan a quien se acerca robándoles el alma, comiendo su carne sin importar que no sean humanos, pues hasta los animales mueren, hemos encontrado cuerpos de gente que pudo desaparecer hace tiempo, los esqueletos nos han servido para mantener a la gente alejada, y no profanamos ninguna tumba sus huesos estaban esparcidos por un área extensa, quizá culpa de algunos carroñeros y también había huesos de animales, eso mantiene a la gente bastante alejada pues en esta zona se pierde cada aventurero en busca de la criatura que mata y come almas humanas.

Eso me da un poco de risa y carraspeo un poco. Los humanos son muy supersticiosos.

– Que es están divertido – me pregunta Keila mientras me sirve sopa de fideos.

– Los humanos. Ellos sí tienen sentido del humor. – dije burlándome de ella y ella se hizo la ofendida con mi comentario.

Cayó la frescura de la noche, junto con las estrellas, me fui a mi hamaca la cual colgaba de dos pinos que estaban a la orilla del lago y pasé el resto de toda la noche contemplando las estrellas, recordando cuando Mitkel y yo pasábamos buscando las figuras y formas en ellas Hasta el amanecer.

.............

– Buenos días– me saluda Keila, parece que aún no se cree que esté aquí.

– Hola, ¿que tal dormiste?.

– Yo no dormí, ¿Se puede saber qué haces aquí afuera?, tienes una cama.

– Si... no me siento ajustó por el momento, además no quería desperdiciar este espacio.

– Pasaste aquí toda la noche – su tono era de reproche y después de unos segundos de silencio insistió en lo mismo – Deberías de darle una oportunidad.

Casi me habló en un susurro en lo último que dijo, la ignoré aunque no era fácil con ella, con Mitkel sería sencillo ignorarlo si intentara hablar de Israel, lo cual nunca haría, luego tuve una idea para cambiar el tema.

– Deberíamos ir de excursión... me hace falta probarme y llenarme energía – deje colgar mi pie para acariciar la orilla del lago ya que estaba a unos 15 centímetros de profundidad, suspiré, cerré mis ojos sintiendo la brisa con una ráfaga de viento fresca, olía a pino húmedo.

– Deberías intentarlo – acaricia mi hombro sacándome de mi concentración– En serio él no es tan malo – se deslizó dentro acostándose a mi lado en la hamaca.

– ¿Que tiene el de interesante? – le conteste sin abrir mis ojos.

– Puedo ver como lo vez, con desdén... Inténtalo. Por mí... por favor. – me susurro al oído.

Apreté los ojos, no quería verla, sabía que si ponía su cara angelical no podría resistirme a su petición y ella lo sabía, se pegó a mi cuello para provocarme he hizo ruiditos ridículos. Típico de ella.

– Por favor – tomo un mechón de mi cabello y jugó con él, abrí un ojo y ahí estaba esa mirada que derribaba todas mis defensas y nunca podía negarle nada, apreté los ojos con más fuerzas.

– Por favor – repitió con voz dulce y abrí los ojos, era tan hermosa pero muy, muy, peligrosa.

– Eres odiosa... no me gusta que hagas eso.

Entonces hizo algo nuevo, sujeto mi mano y la puso en su mejilla, me vio con más intensidad, me sonrió muy orgullosa de sí misma.

– Por favor – me hablo con voz cantarina.

– Eres un peligro de la naturaleza sabías – me baje de la hamaca dejándola sola, pero ya había ganado y me abrazo con paso veloz rodeándome con un brazo.

– Verás que no la pasaras tan mal – me dijo triunfante.

– Iré si tú vienes conmigo.

¬ Claro ... (Bromea)¿ creíste que te dejaría a solas?. ¿Con el?

– Si lo pensé.... – entonces cometí un error, su cara se puso roja de pura diversión...

– Te gusta – me quedé sin habla.

– No – respondo con poca energía.

– ¡Si, te gusta! – bromeó conmigo, pero yo me puse roja como un tomate, entonces empezó a picarme las costillas y tuve que correr a un paso normal a la casa para alejarme de ella.

– ¡No, estás loca!. ¡Aléjate! – reí junto con ella en cuanto me dio alcance, la abrace tapándole la boca, entramos forcejeando, deslice la puerta sin soltarle, somos como dos adolescentes inmaduras haciendo tonterías, pero con Keila jugar era así, comportarse de forma inmadura, lo cual amaba de ella, ella solo se aferraba a mi brazo como si quisiera quitarlo, pero me seguía el juego, Mitkel nos vio torciendo su gesto.

– ¿Qué sucede? – pregunto, Keila intento hablar, decir lo que me dijo y apreté más mi mano. "Mamá, no puedo respirar" dijo con mi mano aun en su boca, Mitkel acomodaba tres libros en la repisa de la chimenea, Keila seguía intentando hablar, pero no la dejaría, sin querer se enredó con mis piernas y caímos al suelo,

"Hey" se quejó Mitkel "Aquí no, van a romper algo". Al fin solté a Keila y nos partimos de risa, el río un poco y nos anunció que el desayuno estaba listo.

Me tendió la mano para ponerme en pie, pero no la tome, no porque fuera a ver sus recuerdos, yo no tengo muchos límites porque a veces yo sí puedo influir no solo a los humanos, pero nunca le haría algo así, por más molesta que estuviera.

– Yanis creo que tiene ganas de otra cosa... – golpee su estómago sacándole el aire.

– Tienes cólicos – sobe su espalda de forma inocente.

– Te gusta. Israel. – dijo de un jadeo. corrió subiendo las escaleras, y lanzó unos besitos en mi dirección, Mitkel pareció confuso, mi boca estaba tan abierta de par en par.

– Si me permites... voy asesinarla.

– Haslo por favor... ¡Y no te olvides de no dejar evidencias! – Keila corrió a su cuarto, yo subí a saltos los dos pisos detrás de ella – ! ¡Quieres que te ayude a enterrar los restos cuando acabes! – me reí, se oyó un portazo, no alcance a Keila, azoté la puerta con la mano y jalonee la chapa como si no pudiera abrirla, Mitkel me escuchaba desde abajo,

– Keila abre la puerta ¬ jalonee la chapa, como su cuarto estaba frente al mío, se me ocurrió un movimiento rápido. Espere unos minutos, después me dirigí a la puerta de mi cuarto, medite antes de abrir.

Abrí y cerré mi puerta para hacerla creer que me metí a mi cuarto, pero cuando me iba a dirigir a su puerta, se abre lentamente, pude ver el cabello rubio de Keila caer, entonces abrí la puerta de golpe y salte sobre ella.

"Te atrape" rodé con ella en brazos y cayó sobre mí, pero, Me lleve una gran sorpresa al darme cuenta que no era Keila. Era Israel, mi traidora hermana me tendió una trampa, ahí estaba partiéndose de risa, al ver que me ponía roja.

– Lo siento, también fui usado, ella me dijo "Párate aquí" – si claro. No me engaña. aún seguía aplastando con su cuerpo. Muy cerca de mí, no conteste, sus ojos me miraban con una repentina curiosidad. El calor que emanaba su cuerpo... quería gritar que se alejara de mí y otra parte que se acercara más... Ya no estaba en mi casa, estaba envuelta y confundida por el color de su mirada. Un fuerte Carraspeo de Keila me devolvió a la realidad.

– Si quieren les doy privacidad.

– Lo siento – dijo con una sonrisa pícara y se dejó caer a un lado para poderme levantar, Keila río satisfecha, salió veloz por la puerta, no me dio tiempo de alcanzarla, antes de salir me empujo con su mano haciendome caer de nuevo.

– Son tan tiernos. Besitos. Besitos. – volvió a bromear hablando con rapidez desde el otro lado.

– ! Keila! ¡Voy a destruirte lo juro! – grité sin evitar reírme.

– Estamos atrapados – me habló Israel mientras se incorporaba cercas de mi.

– Lo siento– me giré hacia él.

– ¿Que haces en su...– no termine la frase, ya no era el cuarto de Keila, los libros de artes marciales, un iPad, una laptop, y un equipo de deporte perfectamente doblado en una butaca en forma de L para poder recostarte frente a la ventana. Unos tenis negros en el suelo con unas pesas de mano, forjadas de acero. Lo mire. esperaba mi reacción.

– ¿Cuándo paso esto?

– Note preocupes... ella casi siempre viene a verificar que esté intacto... tu hermano también.

– Enserio. Mitkel.

– Si, con bastante frecuencia desde que te fuiste.

– Te han estado torturando con sus clases de pesca verdad.

– No... más bien me ha estado torturando con sus clases de astrología.

– Voy hablar con él para que te deje en paz.

– Ha... no. Está bien... Me agrada tu hermano. No están irritable. A veces.

– Mitkel es genial, cuando se lo propone.

– Y tu hermana es muy lista...– añadió recordandome que quiero matarla.

– No será tan genial, ¡cuando la mate!, – alcé la voz para que me escuchara. Ella río con energía renovada.

– !Pero si ni siquiera estoy sosteniendo la puerta! –me grito del pasillo burlona.

Entonces la abrí, y efectivamente ya no estaba ahí. Pero no salí. Quizá el ya lo sabia. Pero aun así tenía que advertirle. Cerré la puerta y me gire de nuevo hacia él con toda la intención de amenazar.

– Espero que puedas mantener tu...– susurró inclinándome hacia adelante, de repente se acercó demasiado a mi y me pegue ala puerta – ¿Que haces?

– Continua – puso sus brazos a los lados de mi cabeza. Mi corazón explotaría y que embarazoso si Keila o Mitkel lo escuchaban. Se inclinó un poco más. El muy maldito se estaba divirtiendo a mi costa.

– ¿Puedes guardar nuestro secreto un tiempo más? – dije con nerviosismo intentando no mirar su boca.

– Claro – susurro viendo mi boca, pero no se acercó. Abrí la puerta de tras de mí, me deslicé bajo su brazo. Escapando de su cárcel.

– Siento la interrupción – dije estando a salvo en el pasillo, ha esto era a lo que me refiero, despierta una electricidad en mi cuerpo, que desciende de mi pecho hasta mi vientre presionando por querer Explotar. Y deseo saltar sobre él y liberarla.

– No me cierres la puerta me gustan las vistas – ahogue un gemido. ¿Qué quiso decir?. ¿Verme?. Quería preguntar y solo asentí sintiendo cómo se contrae mi centro con esas palabras.

– Nos... vemos... en la cena – dije con voz quebrada. Y me fui.

– Hasta la cena.

Era el primer hombre que me hacía sentir este deseo salvaje, pero no lo conocía de nada y como era al único que conocía igual a nosotros. Mis hormonas revolucionadas pedían libertad cuando estaba cerca. "no, no, Espera" frene el pensamiento antes de que me fuera de las manos... mi hermana quiere acercarme a él como una amiga. No tiene ni idea de la realidad. Por eso iba a morir. Seguía de pie en el pasillo.

– Eres de lo peor.

– No lo niegues... te gusto...

– ¡Cállate!...– le respondí con un entusiasmo falso. Ella escuchaba mi corazón pero había límites que no cruzaría, sabia eso.

El día transcurrió llegando al final, era más sencillo si decía la verdad con mi falta de sueño. El tema salió a colación mientras terminamos de cenar, hasta Israel estaba en nuestra compañía, me gustaría saber un poco más, cuando vivía aquí él no compartía nuestra mesa, ¿Desde cuándo pasó esto? ¿Que más había cambiado desde hace tres años? ¿Por qué está en el cuarto de mis hermanos?

– ¿Desde cuándo no duermes? –preguntó Mitkel, con ese tono autoritario.

– ¿Quién necesita dormir? – respondí en un intento de evadir el tema de mi falta de sueño, no quería sacarlo a colación con él, pero no funciono.

– Obviamente tú lo necesitas... te has visto en un espejo.

– Dormí antes de venir aquí, estoy bien.

– No te creo. Debes de dormir, recuerda que físicamente tenemos algunas debilidades y hay que mantenernos fuertes – puntualizó, dando por terminado el tema, como si fuera a obedecer con su simple argumento. Pero yo no. Lo cual contradecía sus creencias.

– Descuida aun aguanto otro día más – dije desafiándolo.

– ¿Desde cuándo no duermes? – preguntó Keila para mi desgracia y a ella no podía negarle nada.

– Am... desde hace... Am... tres meses – Mitkel me vio atónito, Keila dio un trago casi ahogándose e Israel pareció incómodo.

– !Y porque... mierdas... haces eso! – explotó un airado Mitkel Keila le chito por la palabrota.

– No es para tanto... Enserio... dejen de preocuparse... Dormiré mañana.

– ! No... dormirás ahora... ¡ – me rogó Keila tomando mis manos en un gesto de súplica. Ella debería entender mi parasomnia, su intención era intervenir antes de que Mitkel y yo iniciemos una discusión – Por favor... por mí.

– Ella tiene razón. Te acostumbras a no dormir – Israel ondeó con la mano para quitarle importancia – A nadie le hace mal, es cosa de mente.

Mitkel le lanzó una mirada asesina (casi parecía que les urgía deshacerse de mí) y yo me quedé sorprendida, mis ojos se encontraron con los de él. Y entonces de la nada le sonreí, me sostuvo la mirada parpadeando hasta volver a su plato.

– Ves, el si me apoya – argumente levantando la barbilla desde ahora sería mi mejor amigo y en un plan malévolo porque podría irritar a Mitkel tanto como yo.

– Claro que te apoya, no olvides que es tu novio oficial, yo lo apruebo.

– Estas loca – esperaba que hiciera sus bromas lejos de Mitkel o cuando estuviéramos solas, pero esto ya era más personal, la levanté de un tirón para llévarmela a su cuarto.

– Ok vámonos antes de que me casés con él – la arrastré conmigo.

– Podría hacerlo – se burla como niña pequeña recargando su cabeza en mi hombro. Mientras rodea con sus brazos mi cintura.

– Si yo sé que podrías... pero no lo harás. Desde cuándo eres tan insoportable – subimos las escaleras abrazadas.

A él no parecía importarle nuestras bromas a su costa porque se unía a nuestras risas, mientras Mitkel se molestaba receloso y más confuso que yo.

– ¿De qué va todo esto? – le preguntó con recelo.

¬ No lose...creo que voy hacer el centro de sus bromas durante las próximas semanas, tengo que contribuir a la causa, creo que ella lo hace para hacerla feliz, tu sabes a qué me refiero. ¬ ahí estaban palabras que ocultaban algo.

– Am – no dijo más– claro, claro, no más no te lo tomes enserio eh – le bromeo secamente.

...............

Dormir se me daba fatal desde hace mucho tiempo, para mi dormir era como mandarme a un ataúd y enterrarme viva, no era un descanso, pues parecía agotarme cada vez más, era ir al infierno de mis pesadillas, yo sé que, mis hermanos dormían solo por costumbre.

Mi garganta ya estaba seca, un pequeño sudor recorría mi frente poniéndola pegajosa, sabía que hoy sería más difícil, porque me sentía más extraña que cualquier otro día, cuando Nicole me toco, parece haber despertado algo y aun deseaba escapar, sea lo que fuera.

– ¿Estás bien? – me pregunto Israel al ver mi cambio de expresión, le temía a la cama, era como si me fueran a echar a una con clavos y fuera a lastimarme con ellos. El toco mi frente, quitando un rastro de sudor, hasta que el mismo se dio cuenta de lo que hizo y apartó la mano empuñándola.

– e5stoy bien... ¿Podemos hablar a solas?

– ¿Qué?.

– Necesito preguntarte algo y con Mitkel y Keila cercas no puedo.

– Lo que quieras – prometió y asentí cerrando la puerta tras de mi.

Me duche, cepille mis dientes dos veces, desenrede mi cabello hasta que se secó, me puse un unos shorts para la noche fresca y una blusa de tirantes, me fui directo a la cama, donde esperaba no pasar de revolverme y hablar dormida como otra noche más, sospechaba que esa era la causa de que mi garganta estuviera tan seca no podía ser tan... malo. Solo eran ocho horas, no las tres o cuatro que estoy acostumbrada.

Apague la lámpara y deje que el viento, el bailar de los árboles, y el canto de los insectos nocturnos me ayudaran a tener una noche tranquila, poco a poco me fui relajando hasta que mis parpados se fueron cerrando, lo último que escuche fueron, murmullos de una discusión y después pasos y más pasos, contra el suelo.

            
            

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