Capítulo 2 CAPITULO 2

Amelia había pasado por mucho, ya había transcurrido un año desde todo lo que vivió la última vez que vio a Andrés. Su pequeña hija ya tenía seis meses de nacida y ella tenía un excelente trabajo en la empresa Del Monte, donde era asistente de presidencia. Amelia salió de la empresa con una sonrisa, pero al pasar la avenida no se dio cuenta de que venía un auto muy rápido y la atropelló, dejándola en el suelo.

Valeria caminaba de un lado para otro en la sala de espera del hospital con Megan entre sus brazos . Las palabras del médico seguían resonando en su cabeza. "No podrá volver a caminar". No sabía cómo darle la noticia a Amelia cuando despertara eso la tenía muy asustada.

-¡Santo Cielos! ... -murmuró Valeria, sintiendo las lágrimas descender por sus mejillas -. ¿Por qué a ella?¿por qué tanto sufrimiento?.

El llanto suave de Megan la sacó de sus pensamientos, recordándole que tenía que ser fuerte. Inspiró profundamente y se levantó, caminando hacia la habitación donde le habían dicho que trasladaron a Amelia.

Al entrar, Valeria sus lágrimas descendieron pero se las limpio rápido. Miró a Amelia y estaba pálida, conectada a máquinas con vendas cubriendo gran parte de su cuerpo. A pesar del dolor evidente, una sonrisa débil apareció en su rostro cuando vio a su hermana y a su hija.

-Amelia... -dijo Valeria, acercándose y colocando a Megan en la cama junto a ella-. Dios, estuve tan asustada.

Amelia intentó reír, pero su risa se transformó en un gemido de dolor.

-No te preocupes tanto, hermana... sigo aquí, con vida ¿no?

-Pero... -Valeria se mordió los labios para contener las lágrimas-. Amelia, los médicos... ellos dijeron...

Amelia la miró fijamente, sus ojos buscaban una respuesta en el rostro de Valeria.

-Dime, ¿qué dijeron? -insistió, con su voz apenas en un susurro.

Valeria sintió que su corazón se rompía en mil pedazos al pronunciar las palabras.

-No podrás volver a caminar.

Por un momento, el mundo de Amelia se detuvo. Mis ilusiones, los sueños, las cosas que aún quería hacer con Megan-dijo en un susurro sintiendo como se derrumbaron en un segundo. Las lágrimas llenaron sus ojos, pero no dejó que cayeran.

-No.-murmuró, con lágrimas en sus ojos ya no pudo contenerlas más y sus ojos se cerraron con fuerza-. Esto no puede ser...

-Lo siento, Amelia -dijo Valeria, apretando la mano de su hermana-. Pero voy a estar contigo en cada paso. No te dejaré sola.

Amelia se aferró a la mano de Valeria como si fuera su salvavidas, buscando una fuerza que ella no sentía en ese momento.

-Pero, ¿cómo voy a criar a Megan así? ¿Cómo voy a ser la madre que ella necesita?

-Serás una madre maravillosa -afirmó Valeria, sus ojos llenos de determinación-. No importa si no puedes caminar, porque lo más importante es que estás aquí. Y eso es lo único que ella necesita.

Amelia no pudo contener más sus lágrimas y no paraban de caer entonces ella se aferró a Valeria mientras sollozaba.

Pasaron los días, la vida de Amelia cambió drásticamente.

-No te des por vencida, Amelia -le decía constantemente-. Si no lo haces por ti, hazlo por Megan.

Amelia asentía, tratando de mantenerse fuerte, pero cada día parecía una lucha interminable.

Valeria entró a la habitación con un gran regalo .

-¿Qué traes ahí Valeria ? -preguntó Amelia, con una sonrisa que iluminaba la habitación.

-Es un regalo para mi hermosa hermana-respondió Valeria con una sonrisa-. Vamos, ábrelo.

Amelia desató el lazo y retiró el papel, revelando un hermoso álbum de fotos. Al abrirlo, se encontró con fotos de Megan en sus primeros meses, cada una acompañada de pequeños mensajes que Valeria había escrito.

-Quería que tuvieras un recuerdo de todo lo que has logrado hasta ahora -dijo Valeria, sentándose junto a ella-. Sé que piensas que has perdido mucho, pero en realidad has ganado tanto.

Amelia pasó las páginas con cuidado, sintiendo que su corazón se llenaba de amor y gratitud.

-Gracias, Valeria -dijo con la voz entrecortada-. No sé qué haría sin ti.

-No tienes que agradecerme nada. Somos hermanas, y siempre estaremos juntas.

Unos meses después, Amelia regresó al trabajo, decidida a recuperar su vida. El primer día fue especialmente duro. Las miradas de lástima, los susurros a su espalda, todo la hacía sentir vulnerable.

En la oficina, su jefe, Bruno, se acercó a ella con una sonrisa.

-Amelia, es un gusto verte de vuelta. Sabes que tienes todo nuestro apoyo.

-Gracias, señor Bruno -respondió Amelia-. Estoy lista para seguir adelante.-Eso me alegra Amelia recuerda que puedes contar con mi apoyo en lo que sea-le dijo Bruno dándole un beso en la mejilla.

Una noche, que Megan se durmiera , Amelia se quedó mirando la luna desde la ventana de la habitación. En ese momento entro Valeria con dos tazas de té y se sentó a su lado.

-¿En qué piensas? -preguntó Valeria, sentándose junto a ella.

-En lo lejos que hemos llegado -respondió Amelia con una sonrisa-. A veces siento que todo fue un sueño, y que en cualquier momento despertaré y estaré de pie otra vez.

-Y aunque no sea así, seguirás adelante -le dijo Valeria, tomando su mano-. Porque eres más fuerte de lo que crees.

-Todo esto me ha enseñado ver vida de otra manera -Susurró Amelia-. Apreció cada segundo , cada momento, cada sonrisa de Megan, cada palabra de aliento tuya y me doy cuenta de que, a pesar de todo, soy afortunada y feliz .

Valeria sonrió, apretando la mano de su hermana.

-Y nosotras somos afortunadas de tenerte, Amelia.

Pasaron los meses, y aunque Amelia nunca recuperó la movilidad de sus piernas, encontró la fuerza para seguir adelante. Amelia se dedicó por completo a su hija llenando la de amor y de felicidad cada día demostraba que a pesar de las adversidades, era capaz de lograr todo lo que se proponía.

-Mira cuánto ha crecido -dijo Valeria, señalando a la pequeña que reía mientras intentaba atrapar una mariposa.

-Sí -respondió Amelia con una sonrisa-. Cada día me sorprende más.

-¿Sabes? Eres la persona más fuerte que conozco -dijo Valeria, tomando la mano de su hermana-. Has enfrentado todo con una valentía que me deja sin palabras.

Amelia la miró con lágrimas en los ojos.

-No podría haberlo hecho sin ti, Valeria.

-Y yo no sería la misma sin ti, Amelia. Hemos superado muchas cosas juntas... y sé que, pase lo que pase, seguiremos adelante.

Y, en ese momento, Amelia supo que, a pesar de todo el dolor y las dificultades, nunca estaría sola. Porque tenía a Valeria, a Megan y a la fuerza que había encontrado dentro de sí misma para seguir adelante...

Continuara ...

            
            

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