Lección del deseo - La prueba del amor
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Capítulo 5 Capítulo 5

Hasta que llegó el hombre y Robson le entregó la llave para que se llevara el coche a casa y se despidió, los tres pasaron por la sala del aeropuerto para facturar.

Esperaron *p*n*s veinticinco minutos y pronto les dijeron que su vuelo ya estaba allí. Tamara y Paula caminaban cogidas del brazo, repartiendo sonrisas por todo el aeropuerto. Robson estaba hipnotizado por la belleza de la joven de ojos oscuros. Paula llevaba una falda negra redonda y unas medias finas que le daban un aspecto aún más sensual, manteniendo su inocencia... Una mezcla de dulzura y puro deseo.

- Creo que es hora de que nos vayamos, profesor. - Dijo ella, despertando de su sueño.

Subieron al avión. Las dos amigas pensaban que sus asientos estaban juntos, pero no. Los números indicaban que Paula y el profesor viajarían uno al lado del otro, y ninguno de los dos se sentiría tan incómodo como para pedirle que cambiara de asiento.

- ¿Me dejas sentarme junto a la ventanilla?

Miró a Paula y sonrió.

- ¿Le da miedo volar?

- Sí, ¡me dan mucho miedo las alturas!

Entonces se sentó junto a la ventanilla y ella se sentó a su lado. El avión despegó a la hora acordada. Paula sintió mucho miedo en ese momento y empezó a apretar muy fuerte el reposabrazos del asiento. El profesor Robson se dio cuenta de su miedo y puso su mano sobre la de Paula, sintiendo el frío que tenía.

- ¡Cálmate niña, volar es muy seguro!

- Intento calmarme.

Su mano calentó la suya en un santiamén y, poco después, ella se adaptó al subidón de adrenalina y el vuelo se hizo más tranquilo. Tanto que Paula acabó quedándose dormida y apoyó la cara en su fuerte hombro.

Robson podía oler su dulce perfume y el suave tacto de su mano sobre la suya, haciéndole imaginar cómo sería tener su cuerpo cerca del de ella. El aroma de su pelo le produjo escalofríos...

Lamentó internamente que no fuera un vuelo internacional para prolongar ese momento durante horas, pero pronto el avión aterrizó.

Deslizó la mano por su suave mejilla y ella se despertó.

- Hora de despertar, bella durmiente. Ya hemos llegado.

Ella bostezó y juntos salieron del avión en dirección a la sala VIP para recoger su equipaje.

El profesor pidió un Uber y las chicas pensaron inmediatamente que podrían descansar del viaje, pero Robson tenía un plan mejor.

- Seguro que tenéis tanta hambre como yo, ¿qué os parece si paramos en una pizzería? El restaurante del hotel no puede tener nada bueno a estas horas.

- Sería estupendo, ¡tengo mucha hambre! - dijo Tamara.

Así que fueron allí y pidieron una pizza que era mitad cuatro quesos y mitad pollo con catupiry. Robson se dio cuenta del intercambio de miradas entre el camarero y Paula y no le gustó nada. Poco después de haber comido, pidió la cuenta y mientras sacaba la cartera para pagar, Paula decidió pedir un vaso de agua.

- Perdona, ¿podrías traerme un vaso de agua?

- Claro, morena, aquí no se pide, ¡se dice! - respondió el camarero.

- ¿Es así como trata a todos sus clientes? Ante todo, ¡respete a la chica!

- Lo siento, señor, no me di cuenta de que era su hija o su mujer...

Robson tiró el dinero sobre la mesa, Tamara y Paula se miraron con aprensión, pero lo siguieron de vuelta al Uber que aún las esperaba para llevarlas al hotel.

La actitud extrema de Robson hacia aquel camarero que había piropeado a Paula de forma tan contundente, hizo que tanto ella como Tamara se quedaran un poco pensativas, pero ninguna de las dos se atrevió a abordar el tema mientras iban en el Uber camino del hotel.

Nada más llegar, Paula quedó muy impresionada por la belleza del lugar, Robson estaba hechizado por su belleza y a menudo no podía ocultar sus miradas.

- Me alojaré en la habitación 243 y si necesitáis algo podéis llamar. Mañana os necesito a los dos listos a las siete de la mañana para ir a la fundación y, por favor, no lleguéis tarde.

- De acuerdo, profesor, que pase buena noche. - Contestó Paula sin dejar de mirar la entrada del hotel.

- Buenas noches profesor, venga compañera, vamos a echar un vistazo a nuestras habitaciones.

Tamara entró en su habitación con Paula y las dos se tiraron en la cama celebrando estar allí.

- Me cuesta creer que sea verdad y que esté disfrutando de un viaje tan maravilloso como éste, ¡a pesar de haber sacado unas notas terriblemente bajas en esta asignatura! - exclamó Paula.

- Por la reacción que tuvo el profesor Robson cuando el camarero te felicitó, creo que su criterio era el que yo estaba pensando.

La ironía de Tamara irritó a Paula.

- No tropieces Tamara, el profesor Robson, como tú misma has dicho, es un honorable hombre casado y no un pervertido como el profesor Eduardo.

- Si es fiel o no, lo sabremos pronto, ¡porque la forma en que te mira es muy peculiar! - sonrió Tamara.

- ¿Peculiar? Sólo tú en este mundo hablas así tan formal...

Paula

Dejé a Tamara deshaciendo sus maletas y me dirigí a mi habitación, que estaba justo al lado de la del profesor. Me quedé pensando en por qué Tamara insistía en decir que yo le gustaba, me había quitado de la cabeza la idea de que pudiera ser el benefactor que me regaló aquel móvil, pero claro, era él.... Robson sabía que yo no tenía.

Ahora que lo sé, tengo que estar muy atenta y no puedo permitir que utilice el hecho de que tengo malas notas para aprovecharse de mí. Llamé a casa, pero mi padre no contestó y espero que no esté aprovechando mi ausencia para volver a beber y llegar tarde a casa como solía hacer.

Me di un baño caliente y luego intenté dormir, aunque estaba cansada por el viaje, mi mente no desconectaba y no dejaba de pensar en lo que Tamara había dicho sobre el profesor. Es un hombre guapo e inteligente, eso seguro... Pero nada más.

[...]

La mujer de Robson no tardó en llamar para ver si había llegado bien:

- Cariño, he estado esperando que te pusieras en contacto, ¿has llegado ya al hotel?

- Sí Sheila, acabo de darme una ducha y me estoy preparando para acostarme, ¿y Jonas ya está en la cama? - preguntó, mientras miraba por la ventana del hotel, admirando las vistas.

- Sí, hoy se ha acostado muy pronto porque ha jugado con sus primos toda la tarde.

- ¿Has pensado en la idea de escolarizar a nuestro hijo en un colegio especializado en niños con síndrome de Down?

- Te prometí que lo pensaría, pero Robson, comprende que nuestro hijo necesita llevar una vida lo más normal posible y si hacemos eso, ¡le estaremos quitando esa oportunidad!

- No insistiré en esto en esta llamada, cuando vuelva hablaremos seriamente.

- ¡Que pases buena noche, te quiero!

- Buenas noches y que duermas bien.

Robson no sabía cómo deshacerse de sus persistentes pensamientos sobre Paula, pero necesitaba actuar con rapidez y eliminar cualquier rastro de ella de su mente. Se había convencido a sí mismo de que era sólo deseo, creyendo que la atracción disminuiría después del s*x*.

Sin embargo, la posibilidad de que fuera algo más... Decidió distraerse mirando fotos de su familia en el móvil hasta quedarse dormido.

Inesperadamente, oyó que llamaban a la puerta y fue a abrir. Para su sorpresa, era la dueña de sus angustias...

- Paula, ¿qué haces aquí? - preguntó al abrir la puerta.

- Perdóneme, profesor, he salido a dar un paseo porque tenía sueño y he visto su luz encendida. ¿Puedo pasar un momento?

Respiró hondo y tragó saliva. Llevaba una bata de satén rosa y Robson pudo imaginar lo que había debajo.

- Por supuesto, pase.

Se acercó lentamente al sofá, con el aroma de ella flotando en el aire y poniéndole cachondo. Paula se sentó y yo me senté un poco más lejos y él se dio cuenta de su miedo a lo que pudiera pasar entre ellos.

- Sabe, profesor, ¡tengo mucho miedo!

- ¿Miedo de qué? - preguntó con curiosidad.

- De no poder estar a la altura de sus expectativas, no tengo mucha experiencia en eso.

jadeó Robson.

- Pero todo en la vida es aprendizaje, estoy seguro de que lo conseguirás... ¡Eres un buen estudiante!

- ¿De verdad lo crees? - sonrió encantadoramente, Robson estuvo a punto de agarrarla, pero se contuvo, intentando bajarse la camisa y disimular su evidente erección.

- Claro que lo creo, por eso te elegí para venir.

- Así que estás muy excitada por conocer mis talentos...

Paula pasó lentamente la lengua por sus propios labios y en ese momento sintió que su deseo se derramaba dentro de mí.

- ¡Estoy seguro de que tus talentos son fascinantes! - replicó.

Paula se acercó de repente y se sentó en su regazo, la presión que sus nalgas ejercían sobre el miembro de Robson le hizo sudar frío. Le pasó la nariz por el suave cuello y no pudo resistirse a darle unos cuantos besos.

- Eres preciosa.

Ella se puso encima de él, Robson le sujetó las caderas y luego le acercó la cabeza para darle un beso ardiente e invadió su pequeña y deliciosa boca con la lengua. Chupó y lamió sus dulces labios durante largo rato, estaba duro y palpitante.

- No sé si podré aguantar todo esto dentro profe....

- Sé que puedes, eres una alumna excelente y voy a darte todas las lecciones con mucho cuidado... ¡Hasta que vengas!

Ella asintió, parecía realmente asustada por sus dimensiones, Robson comenzó a desnudar su cuerpo y a ch*p*r sus pechos lentamente. Eran tan jóvenes y rosados que sintió que su cuerpo renacía como si volviera a tener dieciocho años, en el momento en que ella iba a descender todo su cuerpo, tragándose su p*n*, permitiéndole penetrarla por completo... Su apretón hizo que se corriera.

Robson se despertó jadeando en el sofá de su dormitorio, sintiéndose como un joven imbécil que no puede controlarse cuando tiene un sueño deliciosamente caliente, corrió al baño y se duchó. Reconoció que hacía mucho tiempo que no tenía un sueño tan delicioso como éste, y aunque se sentía avergonzado por lo que había sucedido en *p*n*s unos segundos, esperaba que esta parte del sueño nunca se hiciera realidad... al menos, no así.

- ¿Es virgen? Sería un gran honor para cualquier hombre del mundo ser el primero.

- Tengo que dejar de ser tan estúpido y pensar en una manera de olvidar esta atracción, antes de que me abrume por completo y pierda todo el control. - Pensó.

                         

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