Capítulo 4 Prohibido sentir

Versión de Lucas

El silencio entre nosotros era tan denso que parecía envolvernos por completo. Isa estaba tan cerca que sentía el calor de su cuerpo irradiar hacia mí. Nuestras miradas seguían conectadas, y todo lo demás, el sonido de los árboles meciéndose con la brisa, el leve murmullo del agua del lago, se desvaneció. Solo estábamos ella y yo, y un millón de emociones que no sabía cómo manejar.

Entonces, un sonido rompió la burbuja que nos rodeaba. Fue un ruido repentino, el crujir de ramas bajo los pies de alguien. Ambos nos giramos, sobresaltados, y allí estaba Valeria, avanzando con paso ligero, con la despreocupada sonrisa que siempre llevaba cuando no sospechaba nada.

-¡Lucas, Isa! -gritó, agitando una mano-. Mamá está preparando la cena y quiere que subamos.

La presencia de Valeria fue como un jarro de agua fría sobre mis pensamientos. De repente, todo lo que había sentido en esos instantes con Isa -la atracción, el deseo, la confusión- se disolvió bajo el peso de la realidad. El peligro de lo que estaba a punto de pasar se hizo evidente. ¿Qué estábamos haciendo? ¿Qué había estado a punto de hacer?

Me aparté un poco de Isa, casi de forma imperceptible, pero lo suficiente como para que la distancia entre nosotros volviera a ser prudente. Sin embargo, en su mirada vi algo que no podía ignorar: decepción. Y eso me golpeó con más fuerza de lo que esperaba. Porque, a pesar de todo, yo también sentía lo mismo.

-Vamos -murmuré, intentando mantener la voz firme mientras me daba la vuelta y comenzaba a caminar hacia la casa.

Isa no dijo nada. Solo me siguió en silencio, mientras Valeria se unía a nosotros, completamente ajena a la tensión que flotaba en el aire. La normalidad había regresado de golpe, pero nada se sentía normal en mi interior.

Cada paso que daba hacia la casa se sentía como si estuviera dejando atrás algo que no sabía si quería perder. Y, al mismo tiempo, sabía que debía hacerlo. Esto, lo que sea que estaba creciendo entre Isa y yo, no podía ser. No debía ser.

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Versión de Isa

Cuando Valeria irrumpió en ese momento suspendido entre Lucas y yo, sentí cómo la realidad se estrellaba contra mí como un balde de agua helada. Su voz despreocupada rompió la tensión que había en el aire, y de inmediato todo cambió. El espacio que había existido entre Lucas y yo, ese espacio cargado de emociones, se desvaneció en un instante. Mi corazón, que apenas había comenzado a abrirse a lo que estaba sintiendo, se cerró de golpe.

Lucas se alejó casi de inmediato, su rostro endurecido, y aunque sus palabras fueron cortas, sentí que decían mucho más. Sabía que algo había cambiado entre nosotros, pero también supe en ese momento que él no estaba listo para aceptarlo. ¿Y yo? Mi corazón latía tan rápido que apenas podía respirar, pero detrás de todo ese caos emocional había una profunda tristeza, un vacío que sentí crecer en el pecho cuando vi a Lucas apartarse de mí.

Era como si me hubieran arrebatado algo que ni siquiera había tenido. Sabía que había algo especial entre nosotros. No era solo atracción física, era algo más, algo que no podía entender del todo, pero que me arrastraba hacia él de una forma que nunca había sentido antes. Sin embargo, ese "algo" también venía acompañado de una prohibición silenciosa, de barreras que ambos sabíamos que existían pero que no habíamos puesto en palabras.

Mientras caminábamos de vuelta a la casa, mis pensamientos volaban. ¿Qué significaba todo esto? ¿Por qué Lucas se alejaba si había sentido lo mismo que yo? Aún podía sentir el calor de su piel cerca de la mía, la forma en que nuestras miradas habían hablado sin decir nada. Pero su reacción me había dejado confundida y herida. Tal vez no era tan fácil para él como lo era para mí. Tal vez la diferencia entre nuestras familias, su relación con Valeria y el peso de las expectativas eran demasiado para él. Pero entonces, ¿qué significaba todo lo que habíamos compartido?

No podía evitar preguntarme si para Lucas yo era solo una confusión pasajera, un impulso que intentaba controlar, mientras que para mí, esto iba mucho más allá. Sentía como si hubiera cruzado una línea invisible que, aunque la sociedad y nuestras familias nos marcaban como prohibida, no podía ignorar. Pero Lucas... él parecía más preocupado por esas reglas no escritas que por lo que realmente pasaba entre nosotros.

Cuando entramos a la casa y vi a Valeria riendo y hablando como si nada hubiera sucedido, quise gritar, decirle que había interrumpido algo importante, algo que tal vez nunca volvería a ser lo mismo. Pero no lo hice. Simplemente sonreí, fingiendo que todo estaba bien, mientras en mi interior algo comenzaba a romperse. Porque aunque sabía que estaba prohibido, mis sentimientos por Lucas, que estaba empezando a entenderlos, eran más fuertes que cualquier norma o expectativa que nos impusieran. Y ahora, debía enfrentar la realidad de que, para él, eso quizá no era suficiente.

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La cena transcurrió en un ambiente enrarecido, como si todos estuviéramos actuando dentro de un teatro cuidadosamente ensayado. Los platos se llenaban y vaciaban mientras el sonido de las voces llenaba la habitación. Valeria hablaba animadamente sobre sus planes para el próximo día, completamente ajena a la tensión palpable que existía entre Lucas e Isa.

Lucas permanecía en silencio la mayor parte del tiempo, jugando distraídamente con la comida en su plato, evitando las miradas de Isa. Mientras tanto, Isa forzaba una sonrisa, intentando parecer interesada en la conversación, pero su mente estaba en otro lugar, atrapada en los pensamientos de lo que había sucedido apenas unos momentos antes. Ambos sabían que algo había cambiado, pero ninguno estaba dispuesto a reconocerlo, al menos no frente a los demás.

El aire estaba cargado de palabras no dichas y de emociones reprimidas, creando una atmósfera que solo ellos dos podían sentir, mientras la vida continuaba su curso habitual para todos los demás.

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Más tarde esa noche, ya en mi habitación, las palabras de Isa seguían dando vueltas en mi cabeza: "No puedo dejar de sentirlo". Aquella confesión, tan sincera y vulnerable, había hecho que algo en mí se moviera de una manera que nunca antes había experimentado. Pero no podía permitirme ceder a ese impulso.

Sabía que mi relación con Isa no era solo nuestra. Había demasiadas personas involucradas, demasiadas cosas en juego. Mi hermana, mis padres, su familia... Eran todos los hilos que se entrelazaban en nuestras vidas, y si tomaba un paso en falso, podría desatar algo que nadie esperaba.

Me senté en el borde de la cama, observando la ventana que daba al lago, donde solo un par de horas antes había estado con Isa. La imagen de su rostro, tan cerca del mío, regresó a mi mente una y otra vez. Me pasé una mano por el rostro, frustrado conmigo mismo. Sabía que estaba sintiendo algo por ella, pero no quería aceptarlo. Porque si lo hacía, significaría que tendría que enfrentar las consecuencias, y esas consecuencias podrían ser desastrosas.

Primero estaba Valeria. Isa era su mejor amiga desde la infancia, y mi hermana la adoraba. Si algo pasaba entre nosotros y no terminaba bien, podría destruir su amistad. Y más allá de eso, estaba mi relación con Valeria. Siempre había sido cercano a mi hermana, a pesar de nuestras diferencias, y lo último que quería era ponerme en una posición que pudiera arruinar eso.

Luego estaban nuestros padres. Sabía que nuestras familias no eran iguales. Los padres de Isa eran trabajadores, sí, pero nuestra familia tenía una posición que no podíamos ignorar. Aunque mis padres siempre habían tratado a Isa con cariño, no podía evitar pensar que, si supieran lo que estaba pasando por mi cabeza, no lo aprobarían. El amor, o lo que sea que estuviera comenzando a sentir, no siempre era suficiente para vencer esas barreras invisibles que la sociedad imponía.

Respiré hondo y me levanté, caminando hacia la ventana. Afuera, el lago reflejaba las estrellas en la superficie tranquila, como si nada pudiera alterarlo. Ojalá mis pensamientos pudieran ser así de claros.

No podía seguir así. Necesitaba mantener la distancia, por el bien de todos. Aunque me doliera, aunque una parte de mí quisiera acercarse más a Isa, sabía que lo correcto era mantenerme alejado. No debía sentir lo que estaba comenzando a sentir, no podía permitirme dejarme llevar por lo que estaba sintiendo

            
            

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