-Señorita Torres, el señor Velasco desea verla en su oficina. -La voz de la recepcionista sonaba profesional, sin asomo de sorpresa.
Natalia sintió un nudo en el estómago. ¿Por qué quería verla tan temprano? Hacía años que no sentía esa mezcla de ansiedad y nerviosismo. Respiró hondo y se dirigió hacia el despacho de Adrián, dispuesta a mantener la compostura y enfrentar lo que fuera necesario.
Cuando llegó a la puerta, golpeó suavemente y, al escuchar la respuesta de Adrián, entró. Él estaba sentado en su escritorio, revisando unos documentos, pero al levantar la vista, sus ojos se fijaron en ella con una intensidad que la hizo dudar.
-Adelante, Natalia -dijo él, señalándole la silla frente a su escritorio-. Gracias por venir tan pronto.
-Por supuesto, señor Velasco -respondió, manteniendo el tono profesional que tanto esfuerzo le costaba sostener frente a él.
Adrián esbozó una sonrisa, esa sonrisa que alguna vez había confundido con cercanía, pero que ahora veía como una muestra de su control y seguridad. El silencio entre ellos duró unos segundos antes de que él hablara.
-Me gustaría que estuvieras a cargo de un nuevo proyecto, Natalia. Es una iniciativa importante para la empresa y requiere de alguien con tu experiencia y visión.
Natalia lo miró, sorprendida. Llevaba poco tiempo, y aunque había demostrado sus habilidades, no esperaba una asignación de tal magnitud tan pronto.
-Me siento halagada, señor Velasco. -Natalia se aclaró la garganta-. ¿De qué tipo de proyecto estamos hablando?
Él se reclinó en su silla, observándola con una intensidad que la hacía sentir expuesta.
-Queremos expandir nuestras operaciones en Sudamérica. Ya tenemos contactos en Argentina y Chile, pero necesitamos alguien que pueda liderar las negociaciones y estructurar el plan de expansión. Es una responsabilidad grande, pero confío en que estarás a la altura.
-Lo haré -respondió Natalia, esforzándose por sonar segura. Sin embargo, su mente estaba en otro lado. No podía evitar pensar en el posible motivo detrás de esa propuesta. ¿Estaba probándola, tratando de medir su lealtad?
-Perfecto. Me gustaría que empezaras a trabajar en la propuesta hoy mismo -añadió él-. Y quiero que informes directamente a mí. Quiero que nos reunamos cada semana para revisar el progreso, y no me refiero solo a los informes. Quiero que te tomes tu tiempo para darme tu análisis personal de cada avance.
Natalia sintió un escalofrío al escuchar esas palabras. Él estaba encontrando excusas para verla, para mantenerla cerca. No podía evitar el nerviosismo que la invadía, pero intentó ocultarlo detrás de una sonrisa profesional.
-Entendido, señor Velasco. Agradezco su confianza y haré mi mejor esfuerzo.
-Sé que lo harás -respondió él, bajando la voz-. Natalia, sé que este trabajo implica mucha responsabilidad y sacrificio, pero creo que ambos sabemos que eres capaz de mucho más.
Esas últimas palabras la tomaron por sorpresa. Intentó responder, pero él la miraba con una expresión que sugería que ya conocía su respuesta. Después de un momento, Adrián se levantó y se dirigió a la ventana.
-¿Sabes? Cuando te fuiste, nunca pensé que regresarías. En realidad, pensé que dejarías atrás esta vida para siempre. -Su tono era pensativo, pero Natalia percibía la tensión detrás de sus palabras.
Ella tomó una bocanada de aire y decidió responder con calma, a pesar de lo mucho que esas palabras la desconcertaban.
-La vida nos da vueltas, y a veces nos lleva a lugares que no esperamos. Pero cuando vi esta oportunidad, supe que era la decisión correcta.
Él se giró, su mirada cargada de algo que no podía descifrar.
-Me pregunto si alguna vez sabré qué fue lo que realmente te alejó, Natalia. Y qué te hizo regresar.
Natalia sintió que la sangre abandonaba su rostro, pero se obligó a mantener la compostura. Sabía que esta conversación era una prueba, una manera de medir su reacción, y no podía permitirse fallar.
-Simplemente fue un cambio de prioridades. En ese momento, había otras cosas que necesitaba hacer, y regresar era parte de cerrar ese ciclo.
Adrián la miró en silencio, como si intentara leer en su rostro algún indicio de verdad. Finalmente, asintió, aunque Natalia no estaba segura de que realmente creyera su respuesta.
-Entiendo. Todos tenemos nuestras razones -dijo él, volviendo a su tono profesional-. Espero verte mañana a primera hora para la revisión del proyecto. Ahora, si me disculpas, tengo otra reunión pendiente.
Natalia asintió y se levantó, sintiendo el peso de su mirada mientras abandonaba la oficina. Apenas cerró la puerta, exhaló el aire que había estado conteniendo, intentando procesar lo que acababa de suceder. Estaba claro que Adrián no estaba satisfecho con sus respuestas y que intentaría encontrar la verdad, sin importar el costo.
De regreso en su oficina, Natalia comenzó a revisar la documentación para el proyecto. Quería concentrarse, sumergirse en el trabajo y olvidarse de la inquietud que sentía, pero cada vez que su mente se relajaba, el recuerdo de la conversación con Adrián regresaba. No podía evitar sentir que estaba caminando sobre una delgada línea, y cualquier movimiento en falso podría arruinarlo todo.
Más tarde, mientras revisaba unos documentos, el intercomunicador sonó de nuevo.
-Señorita Torres, tiene una llamada en la línea dos. Es... su niñera.
Natalia sintió un leve sobresalto. Tomó la llamada, intentando mantener la calma.
-¿Clara? ¿Todo bien? -preguntó, con un tono de preocupación.
-Sí, Natalia, todo está bien. Solo quería avisarte que Matías está algo inquieto. Ha estado preguntando por ti y si hoy podrías llegar temprano para verlo antes de que se duerma.
Natalia cerró los ojos un momento, sintiendo cómo la culpa la invadía. Había sido su primer día completo en el nuevo proyecto, y Matías había estado en su mente todo el tiempo. A veces olvidaba que él también sentía su ausencia, aunque intentara no mostrarlo.
-Dile que llegaré a tiempo para darle las buenas noches. Gracias, Clara.
Al colgar, Natalia sintió que el peso de la decisión de regresar se volvía más evidente. Matías era su mundo, y nada, ni siquiera un trabajo importante, debía interferir en su tiempo con él. Mientras guardaba los documentos, una idea cruzó su mente: ¿qué pasaría si Adrián llegara a descubrir a Matías? Solo imaginarlo le producía un nudo en el estómago. Aunque lo había evitado todo ese tiempo, sabía que el riesgo estaba ahí, y eso la hacía dudar de cada paso que daba en esa empresa.
Esa noche, llegó a casa a tiempo para la cena y encontró a Matías jugando en el salón con su tren de juguete. Sus ojos se iluminaron al verla entrar, y él corrió hacia ella con una sonrisa.
-¡Mamá! -gritó, envolviendo sus pequeños brazos alrededor de su cintura.
Natalia se agachó y lo abrazó con fuerza, sintiendo cómo su presencia le devolvía la paz que había perdido durante el día. En ese momento, su determinación se reforzó: protegería a Matías de cualquier cosa, incluso si eso significaba enfrentar nuevamente a Adrián.
Después de acostar a Matías y asegurarse de que estaba dormido, se sentó en su escritorio en casa para seguir trabajando en el proyecto. Sin embargo, un mensaje apareció en su teléfono. Era de Adrián.
**"Natalia, quería agradecerte por tu dedicación en el proyecto. Creo que esto es solo el comienzo de grandes cosas. Nos vemos mañana."**
La frialdad y formalidad de su mensaje no lograban esconder el interés que parecía seguir creciendo en él. Natalia no respondió. Sabía que él estaba esperando más, pero no se lo daría. No podía permitir que su secreto se filtrara, ni dejar que él se acercara a su vida personal. Cada paso que daba en esta empresa era una jugada cuidadosa en la que su secreto estaba en juego.
Mientras revisaba los documentos, un solo pensamiento la mantenía enfocada: estaba aquí por una razón, y nada ni nadie la haría retroceder.