Por supuesto que para Rogelio era imposible controlar a Vanessa y sus salidas de fiesta con sus amigos sin importar que Ian permaneciera en coma batallando por su vida.
Melisa no dejaba de hablarle y pedirle que despertara para que aliviara el dolor que estaba sintiendo su abuelo e Isabel.
No le importaba lo que Vanessa hiciera, solo deseaba que Ian se diera cuenta algún día de la mentira que había vivido con esa mujer.
En ese momento Misael se encontraba al lado de su nieto deseando tanto que abriera sus ojos y susurrara alguna palabra.
Melisa lo observó sintiendo tanta pena por él.
Para Melisa, Don Misael era el abuelo que nunca tuvo. Al ser hija de su jardinero quien se la encargó cuando el hombre ya no se pudo mantener con vida.
Misael no se negó, ya que Isabel se había encariñado tanto con la niña e Ian disfrutaba también de su compañía y discusiones que tenían como niños.
-Abuelo -susurró Melisa llamando la atención de su abuelo.
El viejo volteó a ver a esa chica que sabía cómo consolar su corazón, con solo ver su sonrisa y esa aura de libertad y amor que tenía bastaba para aumentar un poco de fe.
-Mi niña hermosa, ¿estás de turno? -preguntó Misael.
-Si abuelo -musitó con un poco de preocupación.
-¿Pasa algo mi niña? -indagó el viejo al ver la indecisa de decirle lo que le preocupaba.
-Abuelo, tengo algo que decirte, pero prométeme que no se lo dirás a nadie, esperaras que el médico te lo diga -le pidió Melissa tomando sus manos sentándose en el sofá que tenía en la habitación de Ian.
-Lo prometo mi niña, ¿ya dime qué pasa? -pidió Misael ansioso.
-Cabe la posibilidad de que Ian pierda la memoria a causa del impacto que tuvo esa sobredosis en su cerebro -informó Melisa dejando a su abuelo en silencio.
La esperanza de que Ian sacará a Vanessa de su vida y que Isabel se divorciara de Rogelio. Quedando a un lado con la noticia que Melisa le daba a Misael.
Que Ian perdiera la memoria implicaba que olvidara lo que había sucedido esa noche. Donde su novia y sus supuestos amigos le habían dado esas drogas que lo llevaron casi a la muerte.
Mostrar evidencia no sería suficiente para que Ian creyera en él.
-Está bien mi niña, iré a casa, no trabajes tanto, sé lo que haces -le dijo Misael con algo de nostalgia. Melissa lo abrazó fuerte para que sintiera el cariño y apoyo que ella tenía para él.
Misael salió de la habitación dejando solo a Melisa con Ian, ella se acercó tomando su mano para acariciarla y llevarla a sus labios dejando un beso en el dorso.
-Tienes que despertar, mi abuelo te necesita y tu madre también, dijiste que eras muy fuerte, que nada te mataría, así que demuéstralo, espero verte pronto con los ojos abiertos -le exigió Melisa dejando otro beso para salir de la habitación.
Sin darse cuenta que Ian comenzó a mover sus dedos y sus ojos de manera rápida, Melisa fue directamente a cambiarse de ropa para ir a casa a descansar un par de horas y regresar nuevamente.
Era ella la única que sabía que Vanessa pagaba a las enfermeras para que dijeran que lo cuidaba por las noches.
Aunque tenía pruebas para desmentir a esa mujer, no quería ser descubierta por todos, hasta asegurarse de que Ian despertara y recordará absolutamente todo.
Un mensaje en su celular le hizo fruncir el ceño, su abuelo le pedía hablar algo sumamente importante, eso sin duda la alertó. Era justo un par de horas después de que ella le diera la noticia que Ian podría perder la memoria.
Melisa decidió arreglarse e ir donde la había citado su abuelo, un lujoso restaurante donde solo estaban ellos dos en una mesa apartada de todo.
Melissa tomó asiento y observó cómo su abuelo estaba muy nervioso eso la llevó a pensar que era algo más grave de lo que ella se imaginaba.
-¿Qué pasa abuelo?, te veo nervioso -habló Melisa estando frente a él.
-Siéntate mi niña, necesitamos hablar algo importante -le pidió Misael.
-Me estás poniendo muy nerviosa abuelo -le dijo Melisa.
-Necesito tu ayuda mi niña, por favor escucha y después me dices que piensas -pidió Misael tomando sus manos.
-Siento que nada de lo que me dirás me agradará -admitió Melisa sin saber la razón por la cual su abuelo la había citado ahí.
-Quiero que te cases con Ian -declaró Misael sin pensarlo más.
-¿Qué? -exclamó Melisa confundida.
-Mi niña, si te lo pido a ti, es porque te conozco y confío ciegamente en ti -le digo a Misael tomando sus manos nuevamente para que lo viera a los ojos.
-Abuelo, Me estás pidiendo que me case con él estando en coma y sin mencionar que llevamos años sin vernos -reclamó Melisa con respeto.
-No recordará nada, mi niña.
-¿Cómo justificamos a su novia?
-Le haremos creer que él firmó el contrato matrimonial para obtener el mando de la empresa.
-Te estás adelantando a los hechos abuelo, solo te comenté lo de su memoria para que estuvieses preparado -le dijo Melisa tratando de que entrara en razón.
-Y es justo lo que estoy haciendo mi niña, no voy a permitir que esa arpía se aproveche de mi nieto Si pierde la memoria -Declaró Misael seguro de lo que estaba decidiendo
Melisa se levantó sin saber qué respuesta darle a su abuelo.
Estaba agradecida por haberla cuidado y haberle dado todo para que estuviese la mejor vida.
Pero decide casarse con Ian, su amor imposible, a quién tuvo que renunciar para no incomodar al hombre que aceptó cuidarla.
-Melisa, sé que has estado enamorada de Ian toda una vida y que decidiste ir a estudiar a otro lugar para no fallarle a mi familia -confesó Misael.
Melisa volteó a ver a su abuelo, era la primera vez en mucho tiempo que escuchaba su nombre ser pronunciado de su boca.
-Decidí hacer mi vida y olvidarlo, pero volver a verlo me aceleró el corazón como lo hizo muchas veces cuando estuvimos cerca -declaró Melisa con sus ojos aguados. -No quiero terminar siendo odiada por él.
-Por favor mi niña, ayúdame -suplicó el viejo.
Melisa se acercó a su abuelo y le dio un abrazo. Eso significaba que estaba aceptando una total locura que la llevaría a obtener el odio de Ian.
-Está bien abuelo, aceptó.
Melisa sabía que estaba cometiendo una locura pero aún así aceptó.
-Ian no sabrá que eres tú, mi niña -Eso sorprendió a Melisa. -Quiero que él mismo lo descubra y así saber si fuiste igual de importante para él.
Melissa sonrió con un poco de nostalgia. Mentiría si decía que no le daba miedo saber realmente la verdad y que eso fuese algo negativo.
Sería doloroso para ella, escucharla decirle que solo fue una hermana y amiga en su vida.