Amor sin Memoria
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Capítulo 2 Capitulo 2

2 semanas después

Dos largas semanas y dura para Isabel, ver a su hijo ahí le estaba destrozando el corazón, deseaba tanto ver la sonrisa de su primogénito. Los besos que le dejaba en la frente cada vez que salía, a pesar de sus errores él jamás la juzgó.

No estaba dispuesta a aceptar que se fuera de su lado, su hijo siempre la apoyó en sus decisiones alegando que le alegraba que su madre se diera la oportunidad de volver a amar después que su padre murió. Aunque no era así como Isabel vivía con Rogelio.

Ese sin duda no era el hombre correcto para ella, un hombre manipulador y ambicioso algo ajeno.

Para Misael estaba haciendo aún más duro, su único nieto de sangre su heredero, dejó de ser ese chico trabajador responsable y respetuoso desde el momento en que su yerno decidió llevar a su hija a casa.

Sabía que lo había hecho con toda la intención del mundo, al darse cuenta que su hija no heredaría toda su fortuna.

Misael no estaba dispuesto a dejarle nada a Isabel y tampoco se sintió seguro de dárselo a Ian cuando cada día que pasaba con Vanessa, su actitud cambiaba a peor y solo se justificaba con que era un joven que deseaba disfrutar de la vida.

Vanessa era la hija de Rogelio, esposo de Isabel.

Cuando Rogelio descubrió que Misael había puesto a Ian como único heredero de toda su fortuna, decidió traer a su hija y que lograra seducir para obtener parte de esa herencia.

Lo que él jamás pensó era la manera en que su hija haría las cosas. Vanessa solo quería vivir de fiesta en fiesta gastando sin parar.

Aunque Misael no le daba suficiente dinero a su nieto, Rogelio terminaba convenciendo a Isabel para que le diera y así complacer a Vanessa y sus supuestos amigos.

Para Rogelio estaba siendo difícil que Vanessa se hiciera ver como la novia que lamentaba la situación de Ian.

-¿Estoy cansada de ir todos los días a ese lugar y derramar lágrimas falsas -se quejó Vanessa ante su padre.

-Ya cállate Vanessa, ¿acaso olvida que está ahí por tu culpa? -acusó su padre.

-Ya no despertara papá, ¿porque no le quitan esos tubos y ya? -insinuó Vanessa sin remordimiento alguno.

-¿De qué hablas hija? ¿De verdad nunca amaste a Ian? -indagou incrédulo.

Rogelio no creía lo que escuchaba decir a su hija. La veía cada mañana tarde y noche entusiasmada encima de Ian que llegó a imaginar se había enamorado.

Vanessa caminó hacia su cama y se sentó suspirando profundo, volteó a ver a su padre con desdén.

-No papá, solo me gustaba porque tenía dinero y me daba más que lo que tu suegro te permite tener -admitió Vanessa sin descaro.

-No me recuerdes lo maldito que es el viejo ese, quisiera que se muriera ya -declaró Rogelio con rabia.

-Mientras les decía la muerte menos lo hará -le dijo Vanessa.

-Tienes que seguir viéndolo o sospecharan y si muere, no te darán nada -recargó Rogelio dejando a un lado el tema de su suegro.

Vanessa volteo los ojos y salió de su habitación, ella no se quedaría a desperdiciar su juventud con un casi muerto.

Sus amigos la esperaban para irse nuevamente de fiesta, Aunque ya no podían ir al club prestigioso donde sucedió lo de Ian.

Podían ir a cualquier fiesta donde les ofrecieran alcohol y droga sin ningún problema.

Todo lo contrario de la mujer que tanto consolaba a su abuelo, quien todos los días visitaba a Ian y le hablaba, le pedía que despertara por su abuelo, que luchará por su vida y fuera mejor persona si tenía otra oportunidad.

-Este no es el chico que conocí -reclamó Melisa a Ian, deseando tanto que él la escuchara y le reclama el haberse ido sin despedirse.

Revisando sus pupilas buscando un indicio de que estuviese cerca de despertar.

-No puedes hacerle esto a tu familia, Ian. Debes despertar y demostrar que estás hecho para heredar Y ser un hombre de bien -volvió a hablar Melisa tratando de darle motivo suficiente para que despertara.

-¿Quién eres tú? -interrogó Isabel al ver un médico revisar a Ian.

-Buenas tardes señora, soy médico, solo revisaba al paciente -respondió Melisa, ocultando su rostro con un tapabocas.

-Está bien, disculpa lo grosera -Se disculpó Isabel por la forma en que le habló.

El cansancio y la tristeza pasaban factura, no saber si su hijo despertara, era frustrante, tanto que no reconoció a la chica, tal vez el tiempo y el cambio que obtuvo ayudaron.

-No se preocupe, tenga fe, yo sé que despertara -aseguró Melisa casi en una promesa.

Isabel observó a la mujer que se marchaba dejándole una leve sensación de que la conocía.

Luego fijó su mirada en su hijo acercándose para acariciar sus manos, observar su pálido rostro y seguir llorando como muchas veces.

-Debes despertar mi amor, no puedes dejarme así sin más -suplicó Isabel.

Ian escuchaba a lo lejos varias voces que le hablaban todos los días, aún así no tenía la fuerza para despertar de ese terrible sueño.

Una película pasó por su cabeza como sus amigos bailaban y hablaban cigarrillos.

Otros estaban inhalando droga y justo aparecía su novia causándole gran dolor en su cabeza. Sus ojos trataban de abrirse pero no lograba hacerlo.

Ian batallaba por despertar mientras que su amada novia disfrutaba sin remordimiento alguno.

Rogelio no se quedaba atrás, aprovechando que Isabel luchaba por mantenerse firme y darle el mejor ánimo a su hijo para que despertara.

Viviendo la vida entre juegos y amantes que tanto deseaba pero que Misael no le permitía restringir dinero a su hija.

Misael Lincoln no estaba dispuesto a acabar su fortuna entre padre e hija. Que solo buscaban gastar sin aportar absolutamente nada a la familia.

Sentado en su silla terminaba de ver los videos que demostraban que esa mujer era la culpable que su nieto estuviese en esa cama entre la vida y la muerte.

Meditaba en qué pasaría si su nieto no llegase a despertar, solo pensarlo su corazón dolía al punto de querer detenerse.

Quedaba solo orarle a Dios para que Ian despertara y se diera cuenta de la clase de novia y amigos que tenía.

            
            

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