Una esposa para el CEO
img img Una esposa para el CEO img Capítulo 5 La Cláusula del testamento
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Capítulo 6 Promesa de venganza img
Capítulo 7 Un compromiso forzado img
Capítulo 8 Santoro ha vuelto img
Capítulo 9 El secuestro de Abbigail img
Capítulo 10 Sentimiento de culpa img
Capítulo 11 Los problemas continúan img
Capítulo 12 No podrás escapar img
Capítulo 13 Estoy aquí img
Capítulo 14 Cercanías extrañas img
Capítulo 15 Celos evidentes img
Capítulo 16 Momento juntos img
Capítulo 17 Un momento íntimo img
Capítulo 18 Malos entendidos img
Capítulo 19 Un acuerdo inesperado img
Capítulo 20 Amenazas img
Capítulo 21 Juegos sucios img
Capítulo 22 Un escándalo a su favor img
Capítulo 23 Solo son compromisos img
Capítulo 24 La trampa img
Capítulo 25 Corazones rotos img
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Capítulo 5 La Cláusula del testamento

Capítulo 5

La Cláusula del testamento.

Lucca, el abogado, dejó su maletín sobre la mesa y tomó de su interior un sobre dorado con un sello de pasta intacto. Rompió el sello y sacó algunos documentos. Comienza a leer:

-A mi hijo mayor, Jeremy. Le dejaré una suma de dos millones de dólares y nuestro yate. Sé cuanto le gustaría tenerlo. También el 40% de las acciones la compañía de servicios de marketing y la casa de la isla de Santa Elena. Confío en que hará buen uso de ese dinero invirtiendo sabiamente para multiplicarlo.

Jeremy, el tío de Alexander soltó un bufido de enojo.

-¿Qué? ¿Solo eso? -gruñó con desdén estrellando el vaso de whisky contra la pared-. ¿Mi padre creía que iba a forjar a forjar el futuro de mis hijos con tales migajas? Fui su contador durante años, sé que su fortuna ronda los quince millones y solo pensó en dejarme esto -soltó denotando el coraje que llevaba por dentro-. Lo sabía. Siempre fue un maldito tacaño.

-No vuelvas a repetir eso o haré que te tragues la maldita dentadura entera de un solo golpe -sentenció James, encimándose para golpearlo y su esposa intervino evitando que se forme una gran pelea-.

Mientas tanto Lucca, el abogado, observa la escena en silencio y decide continuar.

-A mi nuera Gretta y mi nieto Jhesua, les dejaré el 10% de acciones en la distribuidora de Robótica Thompson & Asociados, además de una pensión de estudio de cinco mil dólares mensuales para Jhesua, siempre y cuando cumpla con calificaciones racionales para el beneficio. La cooperación con la empresa de seguridad cibernética Smith le pertenecerá a Sarah, mi hermosa niña, junto con una suma total de cien mil dólares.

Jhesua refunfuñó de inmediato. Quiso protestar por lo poco que recibió de su difunto abuelo, pero el abogado insistió en que si no estaban de acuerdo podía renunciar a los bienes recibidos como lo indicaba exactamente el testamento.

Prosiguió:

-En cuanto a Javier, a pesar de nuestras diferencias, le dejaré un automóvil, un apartamento equipado en Texas y la suma de treinta mil dólares, que posiblemente termine gastándolos con putas en una tasca.

Javier, el nieto mayor de Jasson frunció el ceño de inmediato al escuchar como Alexander resopló con un toque de burla.

Javier era un hombre fiestero, derrochador y carente de responsabilidad, tales actos trajeron severos enfrentamientos con su abuelo en el pasado.

-A mi hijo menor, James. También le dejaré un 40% en la compañía de servicios de Marketing. La villa Thompson y una suma de dos millones de dólares.

El otro 20% restante de la compañía de servicios de marketing será propiedad de mi nuera Layne, se lo merece por ser una mujer tan fiel y leal a la familia.

Jeremy estaba aun más enojado, Layne y James eran esposos, lo que al unir sus acciones en la empresa, les daba la potestad de tener la última palabra enlas decisiones más importantes y el manejo de finanzas, por ser los socios mayoritarios.

-Y por último, pero no menos importante, establezco que mi nieto, Alexander, heredará nuestro barco pesquero, para ambos, siempre fue nuestra propiedad mas significativa. También obtendrá la suma total de ocho millones de dólares, y la totalidad de mis acciones y participaciones en Thompson Corporation, siempre y cuando cumpla con la siguiente cláusula,

Deberá casarse antes de cumplir sus 30 años de edad."

Alexander sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago.

¿Casarse? ¿Por qué su abuelo habría establecido esa condición?

Todos sus músculos se tensaron. Suspiró profundo, apretó su mandíbula con fuerza y volteó con movimientos lentos y determinados dirigiéndole una mirada fija a su padre.

-Además, establezco que mi nieto y su esposa deberán mantener el control y dirección de la empresa durante al menos cinco años después de su matrimonio. Por último, deberá tener un hijo en el primer año de su matrimonio y luego de sus dieciocho años se dará a conocer la herencia del nuevo miembro de la familia.

La habitación se llenó de murmullos y susurros. La madre de Alexander, Elizabeth, se inclinó hacia él y le tomó la mano. Alexander por reacción sacudió la mano de su madre y se acercó a pasos acelerados hacia su padre.

-¿Qué significa esto, papá? -preguntó indignado-. ¿Tú estabas al tanto de todo esto? ¿De eso era que querías hablarme antes?

El señor Johnson continuó leyendo.

-Si Alexander no se casa antes de cumplir 30 años, la suma de dinero total entregada será donada por completo a la caridad.

-¡Esto es ridículo! ¿A la caridad? -preguntó Gretta con horror, interrumpiendo las palabras del abogado-. ¿A caso Don Jasson no tenía más nietos, que tuvo que dejarlo todo a nombre de uno solo? ¡A, claro!.. ¡Su favorito!

-Y el resto de los bienes recibido, como la totalidad de las acciones de la empresa pasarán a manos de su nieto mayor, Javier -continuó el abogado y una sonrisa amplia se dibujó en los labios de greta-, quien tendrá en su poder la dirección total de la empresa.

El señor Johnson terminó de leer el testamento y se sentó.

Alexander sintió una oleada de pánico. Javier era su primo, un hombre ambicioso y despiadado que siempre había querido controlar la empresa. Estaba seguro que la llevaría a la quiebra por completo en menos de dos meses y todo su esfuerzo por recuperarla se iría por completo a la basura.

"¿Por qué hizo esto, abuelo?" se preguntó Alexander en voz alta.

-Su abuelo quería asegurarse de que la empresa quedara en manos de alguien que la amara y la cuidara -explicó el abogado-.

Alexander salió de la habitación necesitando aire fresco y tiempo para pensar.

-Espera... ¿Eso es todo? ¿Y mi parte que? -chilló Victoria, la viuda-.

-La parte del testamento que va dirigida a usted, me pidió que lo leyera en privado. En otro momento.

-No, claro que no. Yo quiero saberlo ahora mismo. Yo era su esposa y tengo tanto derecho como todos los que están aquí.

-Bien, entonces continúo -respondió el abogado un poco avergonzado, aclaró su garganta para continuar con el final del testamento-. Para Victoria Lusinchi, mi esposa, dejo la casa de campo, donde solía revolcarse cada vez que quería con Frédéric, su amante y mi antiguo asesor financiero. Una única pensión de diez mil dólares, y todo lo que obtuvo durante nuestro matrimonio, excepto nuestra casa. Y a su hijo, Evans; le dejaré todo mi amor.

-¿Qué? -gritó Victoria, sorprendida-. ¿Mi hijo no se lleva ni un centavo? ¿Me estás tomando el pelo?

El ambiente se puso tenso. La escandalosa risa de proveniente de Gretta se robó por completo el protagonismo, donde por un momento todo se había quedado en absoluto silencio, a excepción del drama que recién armaba Victoria al sentirse pisoteada.

La sala de reuniones quedó en absoluto silencio, luego de que el abogado leyera las últimas palabras dirigidas a Victoria en ese testamento.

La mayoría de los presentes voltearon a ver a Frédéric, quien por tratarse de su trabajo se encontraba presente en la sala, a un lado del abogado Johnson.

La incomodidad reinó en el frío ambiente de ese amplio despacho después de que el abogado le entregó la carta a Victoria. Todos los ojos se dirigieron hacia ella, expectantes a lo que sucedería después de que esa bomba había estallado dentro de esas cuatro paredes.

Victoria se puso pálida, su rostro reflejaba shock y humillación. Su mirada se clavó en el suelo, como si buscara un agujero para esconderse.

Trataba de controlar sus nervios, pero sus manos temblorosas atrajeron la atención de todos los presentes. Las apretaba con fuerza procurando tomar control de ellas, pero era inútil. Saber que su libertinaje estaba siendo descubierto ante los ojos de todos fue tan humillante como vergonzoso.

-¿Cómo... cómo se atreve? -balbuceó con su voz temblorosa y sus lágrimas cayendo en cascada por sus mejillas-.

El abogado continuó leyendo, impasible:

"Además, le dejo una carta personal, que se encuentra en el sobre sellado a su nombre".

                         

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