ómago de pronto comenzó a rugir demandando alimento, solo había comido unas piezas de pan y helado en todo el día, eso me hizo recordar que había comprado pan extra, miré la bolsa de papel café sobre la barra y me levanté por ella.
Al llegar saqué un moffin de chispas de chocolate se me hizo agua la boca y mi estómago rugió nuevamente exigiendo que se le diera ese pan, le di una mordida, el sabor ligero a vainilla del pan en combinación con las chispas de chocolate y leche era una completa delicia, eso me recordó que necesitaba una buena taza de leche para acompañar el pan.
Abrí el pequeño refrigerador y solo me quedaba un poco de leche... entré mis provisiones tenía un cartón de leche que tomé casi la mitad la noche anterior de las veces que me levantaba con sed y terminaba dándole un trago a la leche. Me dirigí a la alacena rezando por que de pura casualidad pudiera tener un cartón de reserva, pero nada... no podía comer mi pan sin leche más que una costumbre era una necesidad para mí, recordé que cuando estaba por el pueblo había un mini market que tenía un letrero de 24 horas, no me había asegurado si cerró, pero valía la pena ir a echar un vistazo.
Me puse mis tenis negros y me encaminé a la puerta, pero al llegar a ella mi mano se quedó a escasos centímetros del pomo de esta, ya que recordé el curioso rumor de los pueblerinos que era peligroso salir de noche. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, me hizo experimentar un creciente frío, una parte de mí no quería salir pensaba que no valía la pena arriesgarse y que podíamos comer el pan con un vaso de agua hoy, pero mi otra parte se preguntaba que era lo peor que podía pasar, ansiaba adentrarse en las calles y descubrir a que era lo que se debía tanto alboroto y sobre todo poder encontrar una tienda abierta porque comer pan sin leche era imperdonable.
Sin darle más vueltas al asunto, llevé mi mano al frío y desgastado metal del pomo y abrí la puerta, todo estaba sumido en un completo silencio, el chirrido de mi puerta de madera al ser abierta chocaba contra las paredes e hizo eco en los desolados pasillos, en cuánto puse un pie fuera mi piel se erizó, por alguna extraña razón me sentía en peligro, pero mi parte que quería su pan acompañado de leche me convencía de que solo estaba exagerando, bajé las escaleras con total cuidado, ya que el más mínimo movimiento causaba un escándalo.
Al llegar a la puerta principal del hotel y salir a la calle una suave niebla se acumulaba en las calles haciendo que tuviera que forzar mi visión un poco más de lo normal, comencé a caminar mientras me abrazaba a mi misma, corría un viento fresco, al sentir su suave soplido sobre mi piel, ésta se erizó completamente de nuevo, las ráfagas de viento eran tan heladas, que hasta daba la impresión de estar en la época del año equivocada.
La soledad y el silencio inundaban las calles, esos aspectos acompañados de la leve iluminación de las calles, daba la impresión de estar en un pueblo completamente abandonado, me parecía difícil de creer como era éste el lugar cálido y agradable que recorrí con tranquilidad en la mañana, ahora tenía una extraña sensación de inseguridad, como si me encontrara en peligro, debí hacerle caso a mis instintos y haberme quedado en mi habitación.
Llegué al bonito puente de piedra, el que daba acceso a la parte del pueblo en donde estaban la mayoría de tiendas grandes, pero como lo empecé a pensar a medio camino se encontraba cerrado como todos los lugares, aun así mis pies tercos y mi necedad avanzaron un poco más, ya que me costaba creerlo, hice una mueca de disgusto y solté un lastimero quejido.
- Va a tocar comer pan sin leche, rayos, que pesadilla...
Me di la vuelta con toda la intención de regresar a casa, de solo imaginar el mal sabor que tendría el pan y que no podría disfrutarlo como me gustaba me puse triste, en cuanto mi cuerpo giró y me disponía a regresar a casa choque con algo duro y firme, pero a la vez se sintió muy cálido comparado con el frío que hacía, al llevarme la mano a la frente y levantar el rostro me llevé con la sorpresa que se trataba de Ryan, me observaba perplejo sus cejas casi se juntan al inspeccionarme a detalle, como si no se la creyera que se trataba de mí.
- ¿¡Lluvia?! ¿Pero qué haces aquí afuera? Es peligroso - su voz salió con algo de molestia y desesperación, instintivamente le alejé unos pasos de él, solo me observó extrañado ante mi reacción.
- Bueno, yo... me quedé sin leche, no puedo comer mi pan así, por eso pensé en salir a buscar un poco a la tienda...
- Las tiendas y todo lo demás está cerrado, no pueden salir de noche, no deben hacerlo...
- Lo lamento, todos dicen eso, pero yo no he visto nada raro por aquí para que digan esas cosas, no sé por qué...
De pronto un sonido comenzó a llenar el ambiente, era bajo, pero se comenzó a hacer más fuerte, como si dicha criatura que lo emitía se acercaba lentamente a donde estábamos, era una especie de ronroneo, como el que producía un gato, pero este era un tanto más agudo y escalofriante, Ryan movía la cabeza con rapidez, ya que sonido parecía provenir de una dirección y de pronto se escuchaba de otra, de pronto tomó mi mano y comenzó a caminar.
- Vamos, rápido, tenemos que llegar a tu hotel.
Nuestros pasos apresurados hicieron eco entre él abismal silencio, llegamos a la mitad del puente de piedra cuando Ryan se detuvo de pronto ocasionando que ahora chocara contra su espalda, me hice a un lado con toda la intención de quejarme, su ancha espalda impedía mi visión así que cuando me moví me di cuenta de que miraba al frente, había una mirada peligrosa en sus ojos y tomó una posición más rígida, seguí la dirección de su vista solo para darme cuanta de la tercera presencia al final del puente.
Era un hombre, con una piel exageradamente pálida, tenía su mirada sobre mí, era la mirada de un animal hambriento, se pasó la lengua por los labios y en ese momento pude apreciar mejor sus colmillos, largos, delgados y filosos, un escalofrío me recorrió el cuerpo y el pánico me invadió ocasionando que mi cuerpo comenzara a temblar ligeramente.
- Corre, Lluvia... ve a casa y no mires atrás - El hombre comenzó a caminar hacia nosotros y a mí casi se me detiene el corazón ante su primer movimiento, para después acelerarse más con cada paso que daba. - ¡Ahora!
Ryan soltó mi mano y corrió hacia él, al ver tal movimiento repentino el hombre comenzó a correr también, el detalle, fue a una velocidad increíble, al principio los separaba una considerable brecha y en un parpadeo ya estaban bastante cerca. Lo siguiente que pude notar fue el sonido de la tela rasgarse y de pronto Ryan ya no corría a 2 piernas, sino a 4... se había transformado en un enorme lobo de pelaje castaño.
Me quedé en shock por unos segundos, le costaba a mi cerebro procesar lo que mis ojos estaban observando, de pronto se escuchaban los gruñidos de dos bestias pelear, la voz de Ryan llegó a mi mente por encima de todo lo demás, (Corre Lluvia)... recordando sus anteriores palabras por fin mis acciones se pudieron coordinar y mis piernas comenzaron a correr lo más rápido que podían, ignorando la pelea a la que le pasé a un lado por un par de metros, corrí sintiendo mi corazón latir en mi garganta y el miedo a morir soplándome la nuca.