Convertida en la Esposa de un Millonario
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Capítulo 4 04

Valeria despertó esa mañana con la sensación de que el día sería diferente. Sin embargo, la prisa la llevó a salir de casa sin pensar. Tenía que llegar a tiempo a la cafetería, y la idea de llegar tarde la llenaba de ansiedad. Mientras cruzaba la carretera, su mente estaba ocupada en los detalles de su jornada laboral, sin prestar atención a lo que la rodeaba.

De repente, un sonido ensordecedor la sacó de sus pensamientos. Un automóvil se acercaba rápidamente, y antes de que pudiera reaccionar, fue arrollada. El impacto la dejó inconsciente, y el mundo a su alrededor se desvaneció en un instante.

El conductor del vehículo, un hombre de negocios conocido como Alejandro Salazar, un magnate arrogante y poderoso, se detuvo en seco al ver lo que había sucedido. Al salir del auto, su rostro se tornó pálido al darse cuenta de la gravedad de la situación. No podía creer que había atropellado a la joven que había visto en la cafetería.

-¡No puede ser! -gritó, corriendo hacia ella, su corazón latiendo con fuerza. La vio tendida en el asfalto, y su instinto de supervivencia lo llevó a actuar rápidamente. Sin pensar en las consecuencias, la levantó con cuidado y la llevó a su auto, urgido por la necesidad de ayudarla.

Mientras conducía a toda velocidad hacia el hospital, su mente estaba en caos. No podía permitir que algo le pasara. La imagen de su rostro, tan lleno de vida y determinación, lo perseguía. ¿Cómo había llegado a esto?

Al llegar al hospital, Alejandro se apresuró a llevarla a la sala de emergencias. La situación era crítica, y él estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario. Esperó ansiosamente mientras los médicos atendían a Valeria, su corazón lleno de preocupación.

Finalmente, un doctor salió de la sala, y Alejandro se acercó rápidamente.

-¿Cómo está? -preguntó, su voz temblando.

El doctor lo miró con seriedad.

-La paciente ha sufrido un grave traumatismo. Lamentablemente, ha perdido al bebé. Necesitamos estabilizarla, pero su estado es delicado -explicó, y las palabras cayeron como un balde de agua fría sobre Alejandro.

Estupefacto, se quedó en silencio. La noticia lo golpeó con fuerza. No solo había causado un accidente, sino que también había arruinado la vida de una joven que apenas conocía. La culpa lo invadió, y por un momento, se sintió completamente impotente.

-¿Qué puedo hacer? -preguntó, su voz apenas un susurro.

-Lo mejor que puede hacer ahora es esperar y asegurarse de que reciba la atención adecuada. También tendrá que hacerse cargo de los gastos médicos -respondió el doctor, antes de regresar a la sala.

Alejandro se quedó allí, sintiendo cómo la angustia lo consumía. Nunca había imaginado que un día podría verse envuelto en una situación así. La arrogancia que lo había caracterizado se desvanecía lentamente, reemplazada por una sensación de responsabilidad y remordimiento.

Mientras esperaba, recordó la discusión que habían tenido en la cafetería. Valeria había sido fuerte y desafiante, y ahora estaba allí, luchando por su vida. Se dio cuenta de que había subestimado su valor y su fortaleza. Era más que una simple camarera; era una mujer con sueños y esperanzas.

Con el tiempo, los médicos lograron estabilizar a Valeria, y Alejandro se sintió aliviado, aunque la tristeza por la pérdida del bebé lo acompañaría por mucho tiempo. Sabía que debía hacer lo correcto. No solo se encargaría de los gastos médicos, sino que también se comprometió a ayudarla en lo que pudiera, a pesar de su arrogancia habitual.

La vida de Valeria había cambiado drásticamente en un instante, y él estaba decidido a ser parte de su recuperación. Mientras la miraba descansar en la cama del hospital, se dio cuenta de que, a veces, los giros inesperados de la vida pueden llevarnos a un camino de redención y cambio.

            
            

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